En este día se conmemora el inicio de la Pasión de Cristo y
recordamos hechos como la unción de Betania. Un día para buscar consolar el
Corazón de Cristo con el perfume de nuestro amor, de nuestro ofrecimiento,
de nuestra opción por él y seguimiento a ejemplo de María de Betania.
Este texto de Benedicto XVI es una invitación a hacer esta opción firme por Cristo y a contemplar su amor marcado por el signo de la cruz.
Este texto de Benedicto XVI es una invitación a hacer esta opción firme por Cristo y a contemplar su amor marcado por el signo de la cruz.
Id tras Cristo
"Id tras las huellas de Cristo. Él es vuestra meta, vuestro camino y
también vuestro premio. En el lema que he escogido para la Jornada de Madrid,
el apóstol Pablo invita a caminar, «arraigados y edificados en Cristo, firmes
en la fe» (Col 2,7). La vida es un camino,
ciertamente. Pero no es un camino incierto y sin destino fijo, sino que conduce
a Cristo, meta de la vida humana y de la historia. Por este camino llegaréis a
encontraros con Aquel que, entregando su vida por amor, os abre las puertas de
la vida eterna. Os invito, pues, a formaros en la fe que da sentido a vuestra
vida y a fortalecer vuestras convicciones, para poder así permanecer firmes en
las dificultades de cada día.
Os exhorto, además, a que, en el camino hacia Cristo, sepáis atraer a vuestros jóvenes amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos lo conozcan y lo confiesen como Señor de sus vidas. Para ello, dejad que la fuerza de lo Alto que está dentro de vosotros, el Espíritu Santo, se manifieste con su inmenso atractivo. Los jóvenes de hoy necesitan descubrir la vida nueva que viene de Dios, saciarse de la verdad que tiene su fuente en Cristo muerto y resucitado y que la Iglesia ha recibido como un tesoro para todos los hombres.
Os exhorto, además, a que, en el camino hacia Cristo, sepáis atraer a vuestros jóvenes amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos lo conozcan y lo confiesen como Señor de sus vidas. Para ello, dejad que la fuerza de lo Alto que está dentro de vosotros, el Espíritu Santo, se manifieste con su inmenso atractivo. Los jóvenes de hoy necesitan descubrir la vida nueva que viene de Dios, saciarse de la verdad que tiene su fuente en Cristo muerto y resucitado y que la Iglesia ha recibido como un tesoro para todos los hombres.
(…)
En estos días tan hermosos de la Semana Santa, que ayer iniciamos, os aliento a contemplar a Cristo en los misterios de su pasión, muerte y resurrección. En ellos hallaréis lo que supera toda sabiduría y conocimiento, es decir, el amor de Dios manifestado en Cristo. Aprended de Él, que no vino «a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mc 10,45). Éste es el estilo del amor de Cristo, marcado con el signo de la cruz gloriosa, en la que Cristo es exaltado, a la vista de todos, con el corazón abierto, para que el mundo pueda mirar y ver, a través de su perfecta humanidad, el amor que nos salva.
La cruz se convierte así en el signo mismo de la vida, pues en ella Cristo vence el pecado y la muerte mediante la total entrega de sí mismo. Por eso, hemos de abrazar y adorar la cruz del Señor, hacerla nuestra, aceptar su peso como el Cireneo para participar en lo único que puede redimir a toda la humanidad (cf. Col 1,24). En el bautismo habéis sido marcados con la cruz de Cristo y le pertenecéis totalmente. Haceos cada vez más dignos ella y jamás os avergoncéis de este signo supremo del amor.”
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