viernes, 27 de enero de 2017

Los obispos de México y Estados Unidos, unidos contra la construcción de muro en la frontera

Los obispos mexicanos y estadounidenses se han unido en contra del muro con el que Donald Trump quiere "proteger" a su país de la inmigración. En dos comunicados, los prelados del norte y el sur del Río Grande mostraron su "profundo dolor" por el anuncio del presidente de EE.UU., que "pondrá innecesariamente en peligro las vidas de inmigrantes".
En su nota, la Conferencia del Episcopado Mexicano calificó el muro de "inhumana intereferencia" en la vida de millones de personas. Al tiempo, advierte a Trump que la Iglesia, en México o en EE.UU. "seguirá apoyando cercana y solidariamente" a los migrantes a ambos lados de la frontera, como llevan haciéndolo desde hace más de dos décadas.
"Expresamos nuestro dolor y rechazo a la construcción de este muro, e invitamos respetuosamente a hacer una reflexión más profunda acerca de los modos como puede procurarse la seguridad, el desarrollo, la activación del empleo y otras medidas, necesarias y justas, sin provocar más daños de los que ya sufren los más pobres y vulnerables", afirma el comunicado de la CEM.
"Seguiremos apoyando cercana y solidariamente a tantos hermanos nuestros que provienen de Centro y Sudamérica, y que van en tránsito a través de nuestro país hacia Estados Unidos", recalca el episcopado mexicano, que concluye pidiendo a las autoridades del país que continúen "en la búsqueda de acuerdos" que el país vecino para que "se salvaguarde la dignidad y el respeto" de los migrantes, quienes sólo buscan "mejores oportunidades de vida".
 Por su parte, los obispos de Estados Unidos señalaron que la construcción del muro prometido por Trump en la frontera con México "aumentará significativamente la detención y deportación de inmigrantes" y hará "caso omiso de la sentencia de cumplimiento de la ley estatal y local sobre la mejor manera de proteger a sus comunidades".
El obispo Joe Vásquez, presidente del Comité de Migración y Obispo de la Diócesis de Austin, declaró: "Estoy descorazonado porque el presidente ha dado prioridad a construir un muro en nuestra frontera con México" y porque "esta acción pondrá innecesariamente en peligro las vidas de inmigrantes".
"La construcción de ese muro solo hará que los migrantes, especialmente las mujeres y niños, sean más vulnerables a los traficantes y a los contrabandistas"dijo. Y añadió que "la construcción de un muro de tales dimensiones desestabiliza a muchas comunidades vivas y muy bien conectadas entre ellas que viven en paz a lo largo de la frontera".
"En lugar construir ahora muros, mis hermanos obispos y yo continuaremos a seguir el ejemplo de Francisco. Nosotros buscaremos construir puentes entre las personas, los puentes que nos permiten romper las barreras de la exclusión y la explotación", indicó.
Consideró además que "el anunciado incremento de espacio de detención para inmigrantes y las actividades de control de la inmigración es alarmante", porque "desgarrará a familias y provocará miedo y pánico en las comunidades".
"Respetamos el derecho de nuestro gobierno federal de controlar nuestras fronteras y garantizar la seguridad para todos los estadounidenses, pero no creemos que una acción en gran escala para la detención de inmigrantes y el creciente intensivo uso de control en comunidades inmigrantes sea el camino para obtener esas metas", afirma el obispo.
"Seguiremos -concluye el comunicado- apoyando y solidarizándonos con las familias inmigrantes. Recordamos a nuestras comunidades y a nuestra nación, que estas familias tienen un valor intrínseco como hijos de Dios. Y a todos los afectados por la decisión de hoy, de que estamos aquí para caminar con ellos y acompañarlos en esta ocasión".
Jesús Bastante

Gracias por todo


La palabra gracias proviene del latín gratia, la cual deriva de gratus (agradable, agradecido). Gratia significa la honra o alabanza que se tributa a otro, para luego significar el reconocimiento de un favor.
Todos sabemos que el agradecimiento es algo indispensable en la vida, pues cada uno de nosotros hemos recibido algo de alguien. En general, todos hemos recibido muchísimos favores desde que nacimos. Las bendiciones de nuestra vida son difíciles de contar.
El hecho de ser agradecidos tiene mucho que ver con nuestra humildad o falta de ésta. Un corazón humilde recibe y luego agradece. Un corazón soberbio, por más que reciba, nunca agradecerá. Nuestra soberbia comúnmente nos hace pensar que merecemos más de lo que tenemos, y que lo que tenemos no es suficiente, o no es precisamente lo que queremos.
Pero si reflexionamos en ello, podemos hacer el siguiente planteamiento: si no valoramos lo que tenemos, ¿qué nos hace pensar que merecemos más? O ¿qué nos hace creer que si pedimos y recibimos más seremos felices, si no somos agradecidos con lo que ya tenemos?
Una persona que agradece, comúnmente recibe más y se siente feliz con lo que tiene, es decir, se siente satisfecha y en paz. Una persona que no agradece, es común que carezca de muchas cosas, así como que se sienta frustrada y ansiosa, es decir, infeliz. En otras palabras, el ser agradecidos nos lleva a la alegría, mientras que el ser malagradecidos nos conduce a la amargura.
La falta de agradecimiento está ligada a un estado de insaciedad, a la exigencia, al afán, al enojo, a un falso sentimiento de “injusticia” en el que creemos que somos mucho mejores de lo que en verdad somos.
Es aceptable querer tener más y luchar por tenerlo, pero lo que no es aceptable es no reconocer ni valorar lo que ya tenemos. Todo proviene de la fuente de abundancia que es Dios, sus favores son nuevos cada mañana, siempre hay mucho que agradecer. Sin embargo, a veces nos levantamos y nos enrolamos en la rutina de manera tan apurada y repentina que no tenemos el tiempo ni el cuidado de ver todo lo que nos rodea, toda la provisión que ya ha sido puesta delante de nosotros, mucho antes de abrir los ojos.
Si nos proponemos el ejercicio de agradecer por la mañana todo lo que nos venga a la mente, mientras nos vestimos o manejamos, encontraremos una visión nueva, una perspectiva más objetiva entre lo que tenemos y lo que nos hace falta. Esto traerá paz a nuestra alma y agradecimiento sincero a nuestro corazón. Cuando le damos las gracias al Creador, Él multiplica las bendiciones, nos otorga nuevos talentos, pues nos considera seres responsables, sencillos y capaces de multiplicar dichos talentos.
A una persona que siempre pide, pero nunca agradece, ¿para qué habría de darle más? Alguien que valora lo que tiene, así sea mucho o poco, le da el mejor uso y procura aprovecharlo al máximo, sin quejarse. La felicidad no proviene de los objetos sino de una actitud correcta del corazón.
Dios espera nuestra gratitud ante todo lo que nos da, y también quiere corazones agradecidos. Si nos dio mucho, mucho nos demandará cuando estemos en su presencia.
Zenit

Venezuela: «En 14 años he enterrado en la parroquia a 546 personas asesinadas»


Con demasiada frecuencia escucho este grito desgarrador: «¡Me han matado a mi hijo!». En 14 años he enterrado en la parroquia a 546 personas asesinadas, casi todas jóvenes. Venezuela cerró 2016 con más de 30.000 homicidios; ya hemos superado la tasa de 100 asesinatos por cada 100.000 habitantes al año. Hace tres lustros el número de asesinatos era seis veces menor, también inaceptable.
En Venezuela se está desarrollando una verdadera guerra civil inducida para enfrentar a pobres contra pobres: son el 98 % de las víctimas. Interesa destruir la fuerza de los débiles, tenerlos sometidos y divididos para seguir utilizándolos como mano de obra esclava y ciudadanos atemorizados. Si se quisiera, se podría acabar con esta violencia en un cortísimo plazo de tiempo. Pero no conviene.
Sin embargo, el Cordero inmolado ya ha vencido a estas bestias y a su amo, a pesar de que sigan dando coletazos de muerte. El Cordero sigue encabezando su Reino irrefrenable a través de los pobres y humildes convocados a su banquete de bodas, como las madres de la Fundación por la Dignidad Sagrada de la Persona. Mujeres a las que la violencia provocada les ha arrebatado hijos, esposos o hermanos. Todos ellos únicos. En torno a la Eucaristía, inspiradas en el testimonio de lucha de tantos militantes cristianos, ellas viven su duelo convirtiendo el dolor en virtud, como cantaba Rovirosa.
De ellas he aprendido que el dolor es el arma más poderosa del mundo junto a su hermano gemelo el amor. Pero, es un arma de doble filo: o te destruye o te redime. Estas mujeres fuertes quieren redimir con su dolor compartido y transformado en acción permanente. Todos los meses salen a las calles de esta ciudad, la quinta más violenta del mundo, a gritar en silencio que todos tenemos dignidad sagrada, también los asesinos. Gritan con su vida asociada que los victimarios, sobre todo los que se esconden en el anonimato de sus cargos y honores, serán juzgados por el Cordero inmolado. Plantan cruces en la plaza pública, una por cada hermano asesinado anualmente. En 2016 fueron 736 personas, 736 cruces.
Ellas nos enseñan que la historia no es como nos la manipulan, que el cambio de puestos que proclamó en el magníficat aquella otra mujer a la que también asesinaron su Hijo único es real y nos va a poner a todos en su sitio. María es la primera afiliada de la Fundación por la Dignidad Sagrada de la Persona.
Carlos Ruiz
Misionero del Movimiento Cultural Cristiano. Venezuela
Alfa y Omega

Carta del cardenal arzobispo de Madrid: Haz un mundo acogedor y seguro


Hoy los conflictos surgen y se mantienen en diversas partes de la tierra y el miedo se convierte en escaparate del mundo. ¿No seremos capaces de poner otro?
Cuando el pasado 1 de enero celebrábamos la Jornada Mundial de la Paz, pensaba en cómo decir a todos los hombres, y muy especialmente a los más jóvenes, el modo y la manera de construir un mundo más acogedor y seguro. ¿Por qué? Creo que no es muy difícil ver que el clima que estamos viviendo es de incertidumbre, de sufrimiento para muchos pueblos, de angustia para muchas personas que padecen en su propia carne la falta de acogida y de seguridad. Y recordaba al profesor Julián Marías, cuando decía que amar es que el otro sea tu «proyecto de vida». ¿Estamos dispuestos a vivir así? ¿Qué amor es el que tenemos en nuestro corazón? ¿No será ese amor que no es verdadero, y que nace de nuestras inseguridades e incongruencias, de nuestros egoísmos? ¿No será que no conocemos el amor verdadero y nos convertimos en dictadores que deseamos programar la vida de los otros, porque en el fondo queremos ser iguales a Dios y no ponemos en dinamismo lo que somos: imágenes de Dios?
Estas preguntas me hicieron pensar en el tema del Sínodo próximo que el Papa Francisco propone a la Iglesia y que va a tratar sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Entreguemos a los jóvenes las herramientas con las que se puede construir un mundo acogedor y seguro. No vale cualquier herramienta. No valen ni sirven las construidas por los hombres. Regalemos la experiencia de un Dios que nos ha creado, que se hizo hombre por nosotros, que nos ama incondicionalmente. No regalemos ni propongamos programas. Entreguemos y demos la persona de Jesucristo, rostro verdadero de Dios y del hombre.
Hace un siglo, el mundo se encontraba de lleno en una I Guerra Mundial, se sembraba muerte y dolor en este mundo y surgían totalitarismos que produjeron más división y enfrentamiento, que trajeron otro conflicto mundial. Hemos vivido tiempos de bienestar, pero no hemos logrado corazones que acojan y den la seguridad que necesita el ser humano. Quizá donde hemos querido asentar la paz, la verdad, la libertad y el bienestar, ha sido en dioses de barro. Hoy los conflictos surgen y se mantienen en diversas partes de la tierra. Como dice el Papa Francisco, estamos en una III Guerra Mundial «por partes»… Millones de personas viven en conflictos insensatos y el miedo se convierte en escaparate del mundo: violencias, dramas, emigración. ¿No seremos capaces de poner otro escaparate en este mundo, que dé confianza, acogida y seguridad a los hombres de toda la tierra y muy especialmente a los más pobres y a los que sufren en su propia carne los conflictos?
Os propongo algo atrevido, para algunos insensatos, para otros sin sentido, pero para los que más sufren es la solución de los conflictos: utilicemos el arma de amar. Amemos con el amor mismo de Dios. Amemos haciendo del otro el proyecto de mi vida; amándolo como Dios mismo lo ama. Descubriendo que es una imagen verdadera de Dios que no puedo estropear y utilizar a mi capricho. Los que somos discípulos de Cristo, desarrollemos en plenitud en nuestra vida lo que el Señor en el Bautismo nos regaló como gracia: su Vida, su Santidad. Quienes no lo sois o no conocéis a Cristo, deteneos por un momento viendo lo que Él regaló en su vida, pues eso mismo lo podéis hacer dejándoos llenar de su Vida.
Y ahora entenderás quién es un santo y cómo tú también puedes serlo. Porque un santo es quien acepta vivir la vida desde la santidad que Dios le ha regalado, haciéndosela percibir a los demás. Haz del otro el proyecto de tu vida, como lo hizo Jesús mientras estuvo entre nosotros y lo sigue haciendo ahora dándonos su Vida. A todos los que encontraba por el camino les decía: «¿Qué quieres que haga por ti?». A quien se encontraba tirado lo levantaba, y nos alentaba: «Haz tu lo mismo». A todos nos dice: «Lo mismo que os he amado, hacedlo con los demás siempre».
El santo siempre remite a ser sal y luz del mundo: «Vosotros sois la sal de la tierra» (cfr. Mt 5, 13-16). Hay que ser sal y luz del mundo con la propia existencia. Y se es sal y luz solamente cuando encendemos la vida para iluminar a los demás; damos y ponemos sabor cuando sabemos, actuamos, prolongamos en los otros el sabor que da y engendra Jesucristo. De ahí que la gran tarea que os propongo sea dar rostro con nuestra vida a la acogida y seguridad que solamente Jesucristo da, que supone emprender un seguimiento radical de Cristo, conformarnos con su conducta, mirar con su mirada y escuchar con sus oídos, ampliar nuestro corazón al de sus medidas.
Me impresionan unas palabras de san Basilio, que pueden ser elocuentes para nosotros: «Habiendo desaprovechado un tiempo en vanidades, perdiendo casi toda mi juventud en un trabajo inútil al que me aplicaba para aprender las enseñanzas de una sabiduría que aparecía vana a los ojos de Dios, por fin un día, como si despertase de un sueño profundo, volví mis ojos a la admirable luz de la verdad del Evangelio y me di cuenta de lo inútil que resulta la sabiduría de los príncipes de este mundo que son perecederos» (Epístola 223; PG 32, 824ª). En este mundo hay necesidad de santos. Nuestra historia solamente la cambiarán santos. Ante las situaciones que hoy vivimos, como son las perturbaciones que se dan en la vida pública, de tonos muy diversos; la falta de diálogo, los vacíos de existencia; las incertidumbres sobre el futuro a causa del terrorismo, de la crisis económica, de las guerras, de los enfrentamientos entre los pueblos; las desigualdades que se dan entre países ricos y pobres… Qué importante es centrar la vida humana. Por ello te recuerdo que:
1. Tienes que poner en el centro de tu vida a Jesucristo. Él es el centro vital, absolutamente necesario, al que todas las realidades y acontecimientos deben referirse para que puedan adquirir un sentido y una sólida consistencia.
2. Tienes que descubrir el método para centrar la vida y que esta sea así expresión viva de que en verdad eres luz y sal. Ese método está descubierto, es el de siempre y se manifiesta de manera significativa en tu diálogo con el Señor, en la oración.
3. Tienes que atreverte a ser mensajero de la paz en un mundo roto y dividido, de esa paz que es Cristo mismo. Muestra que eres luz y la das. Muestra que das sabor a todo lo que te rodea. Ten el atrevimiento de significar algo para los demás.
4. Tienes que amar siempre la verdad y buscar el método para encontrarla. Se ama la verdad y se encuentra en la Palabra de Dios, pero no te acerques sin piedad y con la pretensión de querer discutirla.
5. Tienes que mostrar que la fuerza de la razón y de la fe cuando van unidas conducen al conocimiento de la verdad, del amor y de la libertad.
Atrévete a ser santo. Déjate provocar por Jesús, por sus palabras, por su vida, por su mensaje, por sus estrategias de comunión y de fraternidad.
Con gran afecto, os bendice,
+ Carlos Card. Osoro Sierra, arzobispo de Madrid

Un hombre echa semilla y duerme, y la semilla va creciendo sin que él sepa cómo

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor.