lunes, 23 de enero de 2017

23 de enero: san Ildefonso de Toledo, obispo


Nacido en Toledo, no se sabe con certeza si en el 606 o en el 607, Ildefonso era hijo de los nobles visigodos Esteban y Lucía; era, asimismo, sobrino de San Eugenio III, a cuya vera se formó. Al empezar su edad adolescente, fue enviado a Sevilla a estudiar en la Escuela de San Isidoro, en la que profundizó sus conocimientos en Filosofía y Humanidades. Tanto se encariñó el Santo sabio del joven Ildefonso, que intentó retenerle, sin éxito, en la ciudad hispalense.
De vuelta a Toledo, hacia el año 632, ingresó en el Monasterio Agaliense, una decisión que desembocó en un fuerte enfrentamiento con su padre: Esteban no dudo en invadir el convento con la intención de secuestrar a su hijo, pero éste logró esconderse. Al final, su madre logró convencerle del buen camino que había elegido Ildefonso. Ya monje, pudo dedicarse a la oración y al estudio.
De un monasterio a otro: los monjes de San Cosme y San Damián le eligieron como abad, dignidad que desempeñó con brillantez. No obstante, su creciente importancia no le hizo perder el sentido de la caridad y, con la herencia de sus padres, fundó un convento de monjas en un lugar llamado Deibia o Deisla. En 659, aceptó, no sin ciertas reservas, suceder a San Eugenio como arzobispo de Toledo. Sin embargo, el principal legado de San Ildefonso es su prolífica producción teológica, de rasgos marianos y sacramentarios.
J.M. Ballester Esquivias (@jmbe12)

«Reconociendo a Palestina no queremos desafiar a Israel sino mostrar que la reconciliación es posible»


La Coordinadora para Tierra Santa, formada por obispos de Europa, Norteamérica y África, ha visitado Palestina para analizar la cuestión de los territorios ocupados. «La vida de los palestinos, sus sufrimientos, la tensión en la región y la ausencia de paz son una llamada a nuestra fe», afirma el secretario general del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa
El martes 19 de enero de 2017 la Coordinadora para Tierra Santa concluyó su visita anual a las diferentes comunidades cristianas del país. Las reuniones de los obispos, que comenzaron el 14 de enero, les permitieron ser testigos de las esperanzas y preocupaciones diarias de los cristianos en esta tierra.
El domingo 15 de enero, los obispos y sus delegaciones, procedentes de Europa, América del Norte y Sudáfrica, celebraron una Misa presidida por monseñor Declan Lang, obispo de Clifton (Inglaterra), en la iglesia de la Anunciación en Beit Jala (Cisjordania). En un podcast, monseñor Lang habló de «la vitalidad de la comunidad cristiana» de esa ciudad, donde parte de la Iglesia «se tuvo que ampliar para acomodar a la creciente cantidad» de fieles.
Educación para una vida digna
Sobre las adversidades de los palestinos cristianos en su día a día, el obispo subrayó que «no es una vida fácil para los cristianos que viven en Palestina pero creo que es más difícil en Gaza que en Cisjordania, donde hay graves restricciones al movimiento».
Y añadió: «La comunidad cristiana tiene un papel vital que jugar en intentar reconciliar las diferentes nacionalidades, culturas y religiones en esta parte del mundo. Es un gran desafío que afrontar y a veces no puede porque literalmente no tiene los recursos para ello… así que en cierto sentido puedes entender por qué la gente se va».
Durante la visita de la delegación a la Universidad de Belén, monseñor Lang comentó la alta calidad de la educación que esta ofrece, así como los espectaculares logros de sus estudiantes. «Algunos estudiantes impresionantes han pasado por la Universidad de Belén, incluyendo el alcalde de la ciudad, que también ha dado clase allí», dijo. «La Iglesia ofrece educación y esta otorga a la gente el poder de vivir una vida con la mayor dignidad posible», añadió.
50 años de ocupación
Durante los días que duró la visita, la Coordinadora abordó el tema “50 años de ocupación”, que incluyó visitas a Hebrón, Jerusalén oriental y otras zonas palestinas. Refiriéndose a visitas anteriores a Hebrón, monseñor Lang señaló que «es un lugar muy tenso. He estado antes y me sentí más tenso allí que en Gaza».
En una entrevista a la Oficina de Prensa del Patriarcado Latino de Jerusalén, monseñor Duarte da Cuña, secretario general del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), habló del papel que juegan la Coordinadora y la Iglesia para impulsar el proceso de paz entre palestinos e israelíes. «La Iglesia conserva en su núcleo el poder de la oración. Creemos con fuerza que la paz es un don de Dios. Lo que nos esforzamos por conseguir es crear conciencia tanto a nivel internacional como eclesial. También buscamos dar voz a aquellos que necesitan ayuda y a todos los que tienen sugerencias para lograr la paz, la reconciliación y la coexistencia».
«Reconocemos que la vida de los palestinos, sus sufrimientos, la tensión en la región y la ausencia de paz son una llamada a nuestra fe. La Iglesia se esfuerza por sacudir la conciencia de los líderes políticos de todo el mundo acerca de la situación en Tierra Santa, para ser honrados en nuestro esfuerzo para alcanzar la paz».
Embajada de Palestina en el Vaticano
Después de la inauguración de la Embajada de Palestina en el Vaticano el pasado sábado, monseñor Da Cunha afirmó que «el reconocimiento del Estado de Palestina y la apertura de su Embajada no fue un desafío a Israel, sino un paso por medio del cual la Iglesia espera mostrar que la reconciliación es posible».
El miércoles 18 de enero, se concelebró una Misa con monseñor Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, en la basílica del Santo Sepulcro de la ciudad.
Saher Kawas /Patriarcado Latino de Jerusalén
Alfa y Omega

Carta del arzobispo por la Jornada de la Infancia Misionera: «Que no haya ningún niño que no conozca cuánto les quiere Dios»

Este domingo, 22 de enero, la Iglesia celebra la Jornada de la Infancia Misionera, este año con el lema ¡Sígueme! Se trata de una las Obras Misionales Pontificias; una obra de los niños y con los niños presente en más de 115 pasíses.
En una carta dirigida a los niños de la diócesis, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, explica precisamente que esta jornada sirve para «recordar que los niños sois misioneros y hacer de ello una gran fiesta». «Nos acordamos de tantos niños que hay en el mundo que no conocen a Jesús, y se nos llena el corazón de ilusión por darles a ellos la alegría de saberse hijos de Dios, como nosotros lo sabemos», abunda.
«Jesús llama a los hombres a seguirle»
En alusión al lema de este año –¡Sígueme!–, el purpurado les lanza una pregunta: «¿No te parece que es Jesús el que te lo está diciendo a ti?». «Sí, Jesús llama a los hombres a seguirle, a aprender de Él a vivir de una forma nueva, de una forma más alegre, más servicial, más entregada y, como Él, hacer que otros muchos le conozcan, le amen, le sigan», subraya.
«Eso oyeron los misioneros –prosigue–. Esas personas que quizás no conoces personalmente pero que sí sabes que dedican su vida a llevar la alegría de ser amigos de Jesús a todos los hombres, especialmente a los que menos tienen. Ellos oyeron la llamada a seguir a Jesús y, sin pensárselo dos veces, decidieron dejarlo todo y marchar allí donde la Iglesia les necesitaba. Esos son nuestros misioneros».
«A ti también el Señor te llamó un día a seguirle. El día que te bautizaron Dios te hizo suyo y quiso que tu vida y la suya estuvieran unidas. Desde entonces tú eres su discípulo, y desde que eres consciente de lo que el Señor ha hecho contigo, eres su misionero, porque tú también quieres ayudar a que esos niños que todavía no conocen a Jesús le conozcan y le amen ¿verdad?».
Con la invitación a ser «mejor discípulo de Jesús» y «mejor misionero con aquellos que tienes cerca», el cardenal Osoro termina proponiendo a los más pequeños de la diócesis «que no haya ningún niño que no conozca cuánto les quiere Dios».
Celebración en Madrid
Este sábado, 21 de enero, tuvo lugar el IX Encuentro Diocesano de Infancia Misionera. Organizado por la Delegación de Misiones, comenzó con la celebración de la Eucaristía, a las 10:30 horas, en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús (c/ López de Hoyos, 73). Tras la Misa se pudo ver el vídeo sobre la Infancia Misionera. Además, hubo un pequeño festival y comida compartida, para concluir la jornada con juegos.

COMENTARIO DE SAN JUAN PABLO II AL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (3,22-30)





Los evangelios sinópticos recogen otra afirmación de Jesús, en sus instrucciones a los discípulos, que no puede dejar de impresionarnos. Se refiere a la “blasfemia contra el Espíritu Santo”. Dice: “A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará” (Lc 12, 10; cf. Mt 12, 32; Mc 3, 29). 

“La ‘blasfemia’ de la que se trata no consiste en el hecho de ofender con palabras al Espíritu Santo; consiste, por el contrario, en el rechazo a aceptar la salvación que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo, que actúa en virtud del sacrificio de la cruz... 

Si Jesús afirma que la blasfemia contra el Espíritu Santo no puede ser perdonada ni en esta vida ni en la futura, es porque a esta ‘no remisión’ está unida como causa suya la ‘no penitencia’ es decir, al rechazo radical del convertirse... 

Ahora bien, la blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado cometido por el hombre que reivindica un pretendido ‘derecho’ a perseverar en el mal ―en cualquier pecado― y rechaza así la redención... 

Ese pecado no permite al hombre salir de su autoprisión y abrirse a las fuentes divinas de la purificación de las conciencias y remisión de los pecados. 

Se trata de una actitud exactamente opuesta a la condición de docilidad y de comunión con el Padre en la que vive Jesús, tanto en su oración como en sus obras, y que Él enseña y recomienda al hombre como actitud interior y como principio de acción.

En el conjunto de la predicación y de la acción de Jesucristo, que brota de su unión con el Espíritu Santo-Amor, se contiene una inmensa riqueza del corazón: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt 11, 29). 

Pero está presente, al mismo tiempo, toda la firmeza de la verdad sobre el reino de Dios y, por consiguiente, la insistente invitación divina a abrir el corazón, bajo la acción del Espíritu Santo, para ser admitido en él y no ser excluidos.

En todo ello se revela el “poder del Espíritu Santo”; es más, se manifiesta el Espíritu Santo mismo con su presencia y su acción de Paráclito, que conforta y auxilia al hombre, y le confirma en la verdad divina, derrotando al “señor de este mundo”.

(De la catequesis de san Juan Pablo II el 25 de julio de 1990. Para profundizar en el tema del pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo, se puede consultar también su catequesis de la Audiencia general del 19-09-1990; y la Carta encíclica ‘Dominum et vivificantem’, n. 46, http://w2.vatican.va/.../hf_jp-ii_enc_18051986_dominum-et...).

EL QUE BLASFEME CONTRA EL ESPÍRITU SANTO CARGARÁ CON SU PECADO PARA SIEMPRE




Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,22-30):

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.»

Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. 

Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. 

Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.»

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Palabra del Señor

CANTAD AL SEÑOR UN CÁNTICO NUEVO


Del Salmo 97:

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas


Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel. 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas


Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas

El Papa a la hora del Ángelus: llevar a Jesús a todas las periferias


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (cf. Mt 4.12 a 23) narra el inicio de la predicación de Jesús en Galilea. Él deja Nazaret, un pueblo en las montañas, y se establece en Cafarnaúm, un centro importante en las orillas del lago, habitado en su mayoría por paganos, punto de cruce entre el Mediterráneo y el interior mesopotámico. Esta opción indica que los destinatarios de su predicación no son sólo sus compatriotas, sino cuantos arriban a la cosmopolita «Galilea de los gentiles» (v 15; cf. Is 8,23): así se llamaba. Vista desde la capital Jerusalén, aquella tierra es geográficamente periférica y religiosamente impura, porque estaba llena de paganos, debido a la mescolanza con los que no pertenecían a Israel. De Galilea no se esperaban desde luego grandes cosas para la historia de la salvación. Sin embargo, precisamente desde allí - justo desde allí- se difunde aquella “luz” sobre la que hemos meditado en los domingos pasados: la luz de Cristo. Se difunde precisamente desde la periferia. 
El mensaje de Jesús reproduce el del Bautista, proclamando el «Reino de los Cielos» (v. 17). Este Reino no implica el establecimiento de un nuevo poder político, sino el cumplimiento de la alianza entre Dios y su pueblo, que inaugurará una temporada de paz y de justicia. Para estrechar este pacto de alianza con Dios, cada uno está llamado a convertirse, transformando su propio modo de pensar y de vivir. Esto es importante: convertirse no es solamente cambiar la manera de vivir, sino también el modo de pensar. Es una transformación del pensamiento. No se trata de cambiar la vestimenta, sino las costumbres. Lo que diferencia a Jesús de Juan el Bautista es el estilo y el método. Jesús elige ser un profeta itinerante. ¡Jesús siempre es callejero! No se queda esperando a la gente, sino que se mueve hacia ella. Sus primeras salidas misioneras se producen a lo largo del lago de Galilea, en contacto con la multitud, en particular con los pescadores. Allí Jesús no sólo proclama la venida del reino de Dios, sino que busca compañeros que se asocien a su misión de salvación. En este mismo lugar encuentra a dos parejas de hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan; los llama diciendo: «Síganme y los haré pescadores de hombres» (v. 19). La llamada les llega en medio de sus actividades cotidianas: el Señor se revela a nosotros no en modo extraordinario o sensacional, sino en la cotidianeidad de nuestra vida. Ahí debemos encontrar al Señor; y ahí Él se revela, hace sentir su amor a nuestro corazón; y allí - con este diálogo con Él en la cotidianeidad de nuestra vida - cambia nuestro corazón. La respuesta de los cuatro pescadores es inmediata y rápida: «Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron» (v. 20). Sabemos, de hecho, que eran discípulos de Juan el Bautista y que, gracias a su testimonio, ya habían empezado a creer en Jesús como el Mesías (cf. Jn 1,35-42).
Nosotros, los cristianos de hoy en día, tenemos la alegría de anunciar y de dar testimonio de nuestra fe, porque existió ese primer anuncio, porque existieron esos hombres humildes y valientes que respondieron generosamente a la llamada de Jesús. En las orillas del lago, en una tierra impensable, nació la primera comunidad de discípulos de Cristo. Que la conciencia de estos inicios inspire en nosotros el deseo de llevar la palabra, el amor y la ternura de Jesús a cada contexto, incluso a aquel más inaccesible y resistente. ¡Llevar la Palabra a todas las periferias! Todos los espacios del vivir humano son terreno en el que arrojar las semillas del Evangelio, para que dé frutos de salvación. 
Que la Virgen María nos ayude con su maternal intercesión a responder con alegría a la llamada de Jesús y a ponernos al servicio del Reino de Dios.
(Griselda Mutual - Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)