jueves, 9 de abril de 2015

CRISTO, AUTOR DE LA RESURRECCIÓN Y DE LA VIDA


La pasión del Salvador es la salvación de la vida de los hombres. Para esto quiso el Señor morir por nosotros, para que, creyendo en él, llegáramos a vivir eternamente. Quiso ser, por un tiempo, lo que somos nosotros, para que nosotros, participando de la eternidad prometida, viviéramos con él eternamente.

Ésta es la gracia de estos sagrados misterios, éste el don de la Pascua, éste el contenido de la fiesta anhelada durante todo el año, éste el comienzo de los bienes futuros. [...]

Pero, ¿de qué día se trata? Sin duda de aquél que es el origen de la vida, el principio de la luz, el autor de toda claridad, es decir, el mismo Señor Jesucristo; quien afirmó de sí mismo: Yo soy el día: si uno camina de día, no tropieza, es decir, quien sigue en todo a Cristo, caminando siempre tras sus huellas, llegará hasta aquel solio donde brilla la luz eterna; tal como el mismo Cristo, cuando vivía aún en su cuerpo mortal, oró por nosotros al Padre, diciendo: Padre, éste es mi deseo: que los que creyeron en mi estén conmigo donde yo estoy, como tú estás en mí y yo en ti: que también ellos estén en nosotros.
De una homilía pascual de un autor antiguo
(Sermón 35, 6-9: PL 17 [edición 1879], 696-697) Fuente: News.va


REVESTIDOS CON EL TRAJE DEL PRIMOGÉNITO

EL AMOR DE DIOS

Resulta sorprendente el relato bíblico en el que se narra cómo Jacob, el segundón, heredó la bendición de su padre Isaac Por la intervención de su madre, Jacob vistió el traje de su hermano Esaú, el primogénito, y el olor de la ropa confundió al padre.
En un principio, la escena parece un tanto inmoral cuando descubrimos que Jacob usurpó el derecho de su hermano con la estrategia del engaño desleal si tenemos en cuenta que Isaac, su padre anciano, estaba ciego.
Y, sin embargo, leído el acontecimiento a la luz del Nuevo Testamento, se descubre un sentido profético que revela nuestra dignidad y mayor esperanza, porque por Jesús, el Verbo hecho hombre, nacido de mujer, todos los humanos nos hemos revestido de la túnica del Hijo de María.

 Por esta verdad, Dios, al mirarnos, nos bendice como a su Hijo único y nosotros nos convertimos en coherederos con Cristo, y en herederos de Dios, según expresión paulina. “Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados” (Rom 8, 15-17).
Sorprende, además, que la narración de Génesis 27, no sea un texto aislado, sino que al comprobar las concurrencias bíblicas relacionadas con el vestido que pone Rebeca a Jacob, encontramos el término “estole”, que es el mismo que usa el evangelista san Lucas en la parábola del “hijo pródigo”, cuando describe el vestido que manda traer el padre (Lc 15) para cubrir al hijo que ha vuelto. Es vestido de fiesta, vestido real, el mismo que se quita el rey de Nínive (Jon 3, 6). Vestido sagrado, al coincidir con el que lleva el personaje celeste, según el evangelio de Marcos, en la mañana de Pascua (Mc 16, 5).
Desde una lectura sapiencial más amplia, podemos concluir que el ser humano es revestido con la túnica sagrada de la Humanidad de Cristo, la que nos hace semejantes al Hijo de Dios, al Primogénito de toda criatura. Estamos revestidos con la naturaleza humana del Hijo de María, por la que nos podemos comprender en verdad creados a semejanza de Dios, de su Hijo primogénito.

 P. Ángel Moreno de Buenafuent

Resurrección de Cristo, ¿un hecho histórico? "Una cosa es 'lo histórico' y otra cosa es 'lo trascendente'"

Se puede afirmar con seguridad es que un hecho se puede considerar como histórico cuando ese hecho sucede dentro de la historia. Lo que le ocurra (o le pueda ocurrir) a un ser humano después de su muerte, eso ya no está, ni puede estar dentro de la historia, sino más allá de la historia. En tal caso, ya no estamos hablando de lo "histórico", sino de lo "meta-histórico". 

Por supuesto, puede haber personas (y las hay en abundancia) que, por sus creencias (religiosas, filosóficas o de otra índole), están persuadidos de que un difunto vive, ya sea en el cielo, junto a Dios, en la eternidad o en alguna otra modalidad que los humanos podemos imaginar o idealizar. Pero, cuando esto sucede, ya no estamos hablando de la historia, sino de lo que trasciende la historia. En otras palabras, una cosa es "lo histórico" y otra cosa es "lo trascendente". Que puede ser "real", pero no es "histórico".

Esto supuesto, para un historiador, lo histórico de un sujeto se acaba con la muerte del sujeto. Lo cual no quiere decir que con la muerte se acabe la realidad de ese sujeto. Puede haber personas que, por sus creencias, están persuadidos de que el difunto vive en "otra vida", que ya no está en la historia, sino más allá de la historia. Pero no digamos nunca que lo que sucede después de la muerte es "histórico".


Entonces, ¿qué decimos de las apariciones del Resucitado que se nos relatan en los evangelios? Esos relatos testifican que hubo creyentes (algunos discípulos, algunas mujeres...) que tuvieron, sintieron y vieron experiencias según las cuales a ellos les constaba que Jesús vivía, porque había sido resucitado por Dios. Eso es histórico: que aquellas mujeres y aquellos hombres aseguraron que ellos lo había visto, lo habían sentido... Pero también es cierto que, al relatar las experiencias que habían vivido, las contaron de manera que no concuerdan unas con otras en datos y detalles importantes. Por ejemplo, para Mateo y Marcos, las apariciones ocurrieron en Galilea, mientras que para Lucas y Juan, sucedieron en Jerusalén. También fue una experiencia lo que vio y sintió el apóstol Pablo en el camino de Damasco.


 Al hablar de la resurrección, hablamos de un hecho trascendente. Y lo trascendente, por su misma definición, es real (para quienes creen en la trascendencia), pero no es, ni puede ser, histórico. Ya sé que todo esto es una reflexión elemental. Pero también es verdad que sólo cuando tenemos claro lo elemental, podremos ponernos a hablar de lo demás. En este caso, de la resurrección de Jesús el Señor.
Religión digital.

Las lágrimas de un Papa arrodillado a los pies de la Humanidad

"El amor de Jesús no tiene límites, no se cansa de amar. A ninguno"


 Francisco ha lavado los pies de doce presos, hombres y mujeres, hijos todos del mismo Dios que muere, y que resucitará, por el Amor con mayúsculas
(Jesús Bastante).- El día del Amor Fraterno. Dios se hace hombre, se hace rotundamente humano, y nos lava, y nos besa los pies. Se hace uno con nuestro sufrimiento, sea cual sea. No importa su origen, sus pecados, su pasado. Sólo importa el Amor. Lágrimas, emoción, mucha emoción. Esta fue la principal sensación que un cronista saca después de seguir la ceremonia del Lavatorio de los Pies de este Jueves Santo, en el que el Papa Francisco ha lavado los pies de doce presos, hombres y mujeres, hijos todos del mismo Dios que muere, y que resucitará, por el Amor con mayúsculas.
Francisco no pudo evitar emocionarse cuando se arrodilló, no sin esfuerzo, a lavar los pies de seis hombres, seis mujeres y un pequeño niño negro, en la parroquia del Padre Nuestro de Rebbibia. Presos, presas, voluntarios, sufrientes en los márgenes, que sintieron la acogida y la cercanía de un Papa que, hoy más que nunca, se hizo presente en una emotiva ceremonia, que hizo saltar sus propias lágrimas, y las de todos cuanto participaban en la misma.
Unos 300 presos participaron en la ceremonia que recuerda el momento en que Jesús instituyó la Eucaristía y lavó los pies de sus discípulos. No sólo se lavó a hombres, como estipulaban las normas vaticanas -aduciendo que los discípulos, como los sacerdotes, eran sólo varones-: hubo mitad hombres, mitad mujeres, incluso un niño, al que el Papa lavó el pie derecho mientras su madre y una reclusa cercana estallaban en lágrimas.
"Jesús, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo", dijo el Papa en su homilía previa al gesto del lavado de pies. Y es que, recordó Francisco, "el amor de Jesús por nosotros no tiene límites. Siempre más, siempre más. No se cansa de amar. A ninguno".
"Nos ama a todos nosotros, hasta el punto de dar la vida por nosotros, por todos nosotros" añadió Bergoglio. "Da la vida por cada uno de nosotros. Por cada uno. Cada uno podemos decir: fue por mí. Porque su amor es así, personal. El amor de Jesús no desilusiona nunca, porque él no se cansa de amar. Como no se cansa de perdonar, de abrazarnos.".
"Jesús se ha hecho esclavo para servirnos, para curarnos, para pulirnos", sostuvo el Santo Padre, quien explicó el gesto que, posteriormente, llevó a cabo. "La Iglesia quiere que el sacerdote lave los pies de doce personas en memoria de los 12 apóstoles. Pero en nuestro corazón tenemos que tener la certeza, la seguridad de que cuando el Señor nos lava los pies nos lava enteros, nos purifica. Nos hace sentir otra vez su amor".
Una iglesia hospital de campaña, que no se olvida de ninguno de sus hijos, esté en prisión, perdido o renegado. "¿Puede una madre olvidarse de su hijo? Si una madre se olvidara de su hijo, yo nunca me olvidaré de ti. Así es el amor de Dios con nosotros", insistió el Papa, quien apuntó que "hoy lavaré los pies de doce de vosotros, y en esos hermanos y hermanas estáis todos vosotros, todos los que vivís aquí. Representáis a todos ellos"

"También yo necesito ser lavado por el Señor, y por esto rezad durante la misa, para que el Señor también lave mi suciedad. Para que yo me vuelva más esclavo vuestro, más esclavo en el servicio de la gente, como lo ha sido Jesús", terminó el Papa, antes de arremangarse y colocarse un delantal blanco para, con ayuda de un par de acólitos, arrodillarse y levantarse doce -contando al niño, trece- veces para lavar los pies de estos presos. Y, con ellos, los de toda la Humanidad.
Jesús Bastante,

Especial oración del Papa por los niños del mundo

Oremos por todos los niños que sufren! Invitó el Papa Francisco alentando a rezar en especial por las víctimas más pequeñas e indefensas en los problemas familiares, en las guerras y en las persecuciones.

«Queridos amigos, cuidar a los niños significa creer que cada uno de ellos es un don de Dios al mundo. No escatimemos esfuerzos con el fin de que puedan sentirse siempre acogidos y amados en nuestras familias y en nuestras comunidades», dijo el Obispo de Roma dirigiéndose a los miles de peregrinos de todo el mundo, y en particular a los de lengua árabe, provenientes de Irak y de Oriente Medio:

«Los niños son a menudo las primeras víctimas de los problemas familiares, de los conflictos, de las guerras y de las persecuciones. Oremos por todos los niños que sufren, rogando al Señor que los custodie de todo mal, que despierte las conciencias adormecidas y que convierta los corazones de piedra para que nunca falte a ningún niño amor y cuidados ¡Que el Señor bendiga a todos los niños y los proteja del maligno!»

En su audiencia general de la Octava de Pascua, renovando sus mejores deseos en este tiempo de alegría pascual, el Papa Francisco, agradeciendo los mensajes que le llegaron de todo el mundo, reiteró a los miles de peregrinos su exhortación a ser verdaderos testigos de Cristo Resucitado, en las familias y todos los ámbitos de la vida, deseando que el Señor Resucitado confirme a todos en la fe y los haga testimonios de su amor y de su misericordia:

«Queridos hermanos y hermanas, en este periodo pascual les deseo que la paz y la alegría de la resurrección de nuestro Señor esté siempre presente en cada uno de ustedes, en sus familias y en sus comunidades. Les agradezco por todas las felicitaciones y expresiones de cercanía espiritual que me han llegado en ocasión de la Santa Pascua. Me encomiendo a sus oraciones,  asegurando asimismo las mías por todos, y rogando al Señor que derrame con abundancia su gracia y bendición».

El Papa Bergoglio dirigió un saludo especial también a los peregrinos croatas. En particular a los jóvenes voluntarios de la Diócesis de Dubrovnik, acompañados por su Pastor, Mons. Mate Uzinic:

«Queridos amigos, ustedes son hijos de la Iglesia que es Madre y Maestra. Así como la Iglesia consuela a tantos que están en la necesidad, también ustedes con su celo fraterno edifiquen el mundo en el que viven. Sepan encontrar su lugar en la Iglesia y en la sociedad, asumiendo generosamente los compromisos que ahora les han sido encomendados en sus familias y en todos los ambientes. ¡Que su juventud se fortalezca y se alimente sólo en la fe! ¡Sólo así encontrarán en sus vidas a Cristo Resucitado, que nos ha liberado de la muerte! ¡Les agradezco su compromiso en la Iglesia y los bendigo! ¡Alabados sean Jesús y María!»
A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados les deseó que «el anuncio pascual siga haciendo arder nuestro corazón, como a los discípulos de Emaús».


«Queridos jóvenes, sólo el Señor Jesús puede responder completamente a los anhelos de felicidad y de bien en sus vidas. Queridos enfermos, no hay consolación más bella ante el sufrimiento que la certeza de la Resurrección de Cristo. Queridos recién casados, vivan su matrimonio en concreta adhesión a Cristo y a las enseñanzas del Evangelio»

Papa Francisco: "Un niño nunca puede ser considerado un error"

En su catequesis de la audiencia general, celebrada el miércoles de la Octava de Pascua, en una soleada Plaza de San Pedro y ante varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, el Papa Francisco, en el ámbito de sus reflexiones sobre la familia, completó el tema de los niños que si bien representan el fruto más bello de la bendición que el Creador ha dato al hombre y a la mujer, muchos de ellos, suelen sufrir auténticas “historias de pasión”.

Francisco invitó a pensar en los hijos no deseados o abandonados, en los niños de la calle, sin educación ni atención sanitaria, en los chicos maltratados, a los que les roban su infancia y su juventud, lo que constituye – dijo – una vergüenza para la sociedad y un grito de dolor dirigido directamente al corazón del Padre.

El Obispo de Roma destacó asimismo que un niño nunca puede ser considerado un error, puesto que el error es del mundo de los adultos y del sistema que genera bolsas de pobreza y violencia, en las que los más débiles son los más perjudicados. Y tras afirmar que los niños son responsabilidad de todos, el Papa destacó que los padres no deberían sentirse solos en su tarea, teniendo en cuenta que tratándose de niños, ningún sacrificio es demasiado costoso.

Dios no se olvida de ninguno de sus hijos más pequeños, dijo también el Santo Padre recordando que Jesús los trató con especial predilección, imponiéndoles las manos, bendiciéndolos y afirmando que el Reino de los cielos es de quienes se hacen como ellos; mientras la Iglesia siempre se ha puesto al servicio de los niños y sus familias con solicitud maternal y defendiendo sus derechos.

(María Fernanda Bernasconi - RV).