En nuestra vida tenemos muchas actividades,
vamos a trabajar, nos divertimos, salimos con los amigos. Quizás para algunas
personas esto es suficiente, creen llevar una vida feliz y satisfactoria. Quizá
ellos se conforman con la diversión, el tener cada vez más dinero y el
tener cada vez más poder.
Pero a los que hemos tenido una
relación con Dios, a los que Dios nos ha llamado y nos ha dicho : "¡Ven,
soy el camino, la verdad y la vida!", y le hemos contestado ¡Voy, Señor!, todo
esto nos es insuficiente, necesitamos algo más, necesitamos a Dios en nuestra vida,
anhelamos la compañía de nuestro Señor.
Tener sed de Dios es estar
esperándolo en todo momento , oír o leer su palabra, tener una relación de
intimidad con ÉL, recibirlo en la Eucaristía, confiar en Él, consultarle nuestras dudas, confiar en sus designios. Cuando tenemos sed
de Dios cada día le necesitamos más y nuestro amor a Él es mayor cada dÍa.
La relación de plenitud que se
tiene en la relación con Dios es incomparable con otras relaciones y es muy difícil
de describir.
H. de Carmen
H. de Carmen