sábado, 7 de junio de 2014

Cada confesión es un Pentecostés - Carta del cardenal Piacenza

El perdón sacramental es un auténtico Pentecostés para el alma. Lo afirma el cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor, en la carta con la que se dirige a confesores y penitentes, con ocasión de la solemnidad del próximo domingo, 8 de junio.


El sacramento de la reconciliación, escribe, es «una experiencia siempre nueva del Espíritu Santo en acción» tanto para el sacerdote que lo administra como para el fiel que lo recibe. En especial, el sacerdote «profundamente unido» a Jesús, comprende cada vez mejor «el pensamiento mismo de Cristo, al corregir, valorar y sanar; y, mientras pronuncia las palabras de la absolución, siente reavivarse en el corazón, por obra del Espíritu, el sigilo sacramental y la personal identificación con el buen Pastor».

Tienes que aliarte con el Espíritu Santo

Cuando haces tu opción por la santidad tienes que convencerte que es algo, arduo, no fácil, algo difícil y costoso. Porque hay muchas almas que consideran que con unos ejercicios espirituales, con un retiro, con una buena dirección espiritual, una visita eucarística pueden ya lograr la santidad. ¡No!

 La  santidad es algo difícil y costoso. ¿Por qué? Porque tenemos que luchar siempre por controlar nuestros instintos y nuestras pasiones que nos llevan en muchos casos por un camino lejano del camino de la santidad.

Debemos convencernos íntimamente de que solos no vamos a lograr en verdad y objetivamente y sin parodias llegar a la santidad, y que por lo tanto debemos aliarnos con plena concienciacon el Espíritu Santificador. Aquél que nos envió Jesucristo después de su muerte para enseñarnos, iluminarnos, mantenernos en la verdad, dulce huésped del alma, Maestro, artífice de santidad, sin Él no hay nada en el hombre. 

Así pues, tú tienes que ser aliado, amigo colaborador del que tiene que ser tu inspirador y tu fuerza. Has hecho tu opción tienes que luchar duro para lograrla y tienes que aliarte con alguien todavía más fuerte que tú y que tus pasiones, para lograr esa santidad. Tienes que aliarte con el Espíritu Santificador, el que Cristo te prometió que te enviaría después de subir a los cielos y que te mandó el día de Pentecostés. Ese Espíritu que late en todo el mundo, en toda la Iglesia, que late en todos los corazones que quieren darle cabida.

Tenlo pues, como aliado, como amigo, como colaborador. Hazlo alguien que cuenta para todo tu quehacer diario. Para todo: estudios, trabajo, juego, apostolado, relaciones humanas, vida interior. ¡Para todo! Sin excluir nada

Hazte una pregunta: ¿tú realmente estás trabajando acompañado de esa fuerza misteriosa, santificadora y vivificadora que es la alianza y la unión con el Espíritu Santo, que habita en tu corazón por la gracia, que está dentro de ti por la gracia, con la Santísima Trinidad, con el padre y con el Hijo?Realmente pregúntate: ¿tú trabajas aliado a Él? ¿Lo recuerdas? ¿Cuántas veces lo sientes en tu vida, en tus oraciones, en tus recreos, en el comedor, en todo tu tiempo? ¿Cuántas veces te percatas de que cuentas y estás con el Espíritu Santo santificador trabajando por lograr aquellos actos, que parecen intrascendentes, tu santificación personal?

Trabaja pues y haz todo esto con una gran confianza y estrecha unión con el "socio", con el que vas hacer la obra más importante de tu vida: la obra de tu santificación. No hay socio mejor ni amigo mejor.Tú ya tiene un "socio" para poder santificarte. Tú tienes que trabajar con tu "socio" para poder santificarte. Tú tienes que trabajar con tu "socio" para preparar el mármol, la piedra, el material donde Él y tú van a esculpir la imagen viviente de nuestro Señor Jesucristo. Así es como tú desde la santidad y desde la amistad con el Espíritu Santo vas a lograr llegar a ser otro Cristo, un testimonio viviente del Evangelio. Así es como va a cumplirse en ti aquello de: que Cristo sea vuestra vida.
Fuente: Catholic. net

Francisco: los gitanos son uno de los grupos más vulnerables a las nuevas formas de esclavitud

Nuevo enfoques en ámbito civil, cultural y social y también en la estrategia pastoral de la Iglesia para combatir las nuevas formas de persecución, de opresión y a veces de esclavitud. Es lo que ha pedido el Papa para hacer frente a la situación de los gitanos en todo el mundo durante la audiencia concedida esta mañana a los participantes en el encuentro mundial “La Iglesia y los gitanos: anunciar el Evangelio en las periferias``, organizado por el Pontificio Consejo de la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
El tema de la reunión, ha dicho Francisco, corresponde ``a la memoria de una relación entre la comunidad eclesial y el pueblo gitano, a la historia de un camino para conocerse, para encontrarse y, además, a los retos de hoy, un reto que concierne a la pastoral ordinaria y también a la nueva evangelización``.

El Papa ha recordado que a menudo los gitanos se encuentran al margen de la sociedad y a veces hasta ``se les mira con hostilidad y sospecha``; además ``están escasamente involucrados en las dinámicas políticas, económicas y sociales del territorio``. Sabemos, ha proseguido que se trata de ``una realidad compleja pero, ciertamente, también el pueblo gitano está llamado a contribuir al bien común y esto es posible con itinerarios adecuados de corresponsabilidad, en la observancia de los deberes y en el respeto de los derechos de cada uno``.
 Después, notando, que entre las causas actuales de las situaciones de miseria en varios sectores de la población se encuentran la carencia de estructuras educativas para la formación cultural y profesional, la dificultad de acceso a la asistencia sanitaria, la discriminación en el mercado del trabajo y la falta de viviendas decentes, ha recalcado que si estas plagas del tejido social afectan a todos, ``los grupos más débiles son los que con más facilidad se vuelven víctimas de nuevas formas de esclavitud`` porque `` de hecho son las personas menos tuteladas las que caen en la trampa de la explotación, de la mendicidad forzada y de diversas formas de abuso. Los gitanos se encuentran entre los más vulnerables, sobre todo cuando no hay ayudas para la integración y la promoción de la persona en las diversas formas del vivir civil``. Aquí es donde se injerta la solicitud de la Iglesia ya que ``el Evangelio es , efectivamente, anuncio de alegría para todos y de forma especial para los más débiles y marginados. A ellos estamos llamados a garantizar nuestra cercanía y nuestra solidaridad siguiendo el ejemplo de Jesucristo que testimonió que son los predilectos del Padre``. Pero es necesario que, junto a esta acción solidaria en favor del pueblo gitano, ``esté también el empeño de las instituciones locales y nacionales y el sostén de la comunidad internacional para individuar proyectos e intervenciones destinadas a mejorar la calidad de vida``. Francisco ha concluido animando al Pontificio Consejo a proseguir su tarea sin desalentarse. ``Y que los gitanos - ha dicho- encuentren en vosotros hermanos y hermanas que los aman con el mismo amor con el que Cristo amó a los marginados. Sed para ellos el rostro acogedor y alegre de la Iglesia``.