martes, 2 de mayo de 2017

Mons. Lucio Ruíz: “La ternura es el método fundamental de la comunicación del Papa Francisco”



El secretario de la Secretaria pro Communicatione de la Santa Sede, Monseñor Lucio Adrián Ruíz, abrió el 30 de abril en Madrid, la segunda jornada del iCongreso 2017 con una ponencia sobre el estilo comunicativo del Papa Francisco.
El congreso que se realizó este sábado 29 y el domingo 30 de abril fue enfocado en la estrategia y planificación en la evangelización digital y contó con doce talleres.
El secretario del dicasterio para la comunicación del Vaticano señaló que el método esencial de la comunicación del Pontífice es la ternura, e indicó que “el Papa da importancia al proceso profesional y organizativo de la comunicación”. Es necesario, según Ruiz, adaptar las estructuras al “medio cambiante y dinámico” para que la evangelización afronte adecuadamente los desafíos del mundo actual.
Mons. Lucio recordó que no se debe confundir la comunicación con las nuevas tecnologías. Se trata de comprender la mentalidad que está detrás de ella: “No es el móvil que está allí, en un lugar concreto, sino que su lógica está en la cabeza de las personas”. Ruiz apuntó que características principales del contexto actual son la difusión masiva de los smartphones, de las fotografías de alta definición que pueden ser compartidas en tiempo real y la conectividad siempre y en todo lugar.
Con referencia a lo que la Santa Sede hace al respecto, Mons. Lucio apuntó la unión, en 2015, de los nueve organismos comunicativos del Vaticano, que confluyeron en la actual Secretaria pro Communicatione (Secretaría para la Comunicación). Este órgano busca producir un nuevo sistema comunicativo a la vez que focalizar y comprender los distintos públicos a los que se dirige su mensaje.
El Magisterio de la Misericordia del Papa Francisco
Para Mons. Lucio Ruíz, el estilo comunicativo del Santo Padre equivale a su magisterio de misericordia, que se refleja en cinco puntos. En primer lugar, la “proximidad”: la comunicación del Papa procura ser cercana, obedeciendo a la lógica de la Encarnación; Dios se hizo hombre para estar con ellos y salvarlos. También el estilo del Pontífice se caracteriza por el “encuentro”, dispuesto a dialogar con los hombres y mujeres de hoy, con sus problemas y necesidades. En tercer lugar, la comunicación del sucesor de Pedro está guiada por la “gratuidad”: ofrecer al otro el mensaje, sin pensar en si lo merece o lo pide. Esto se refleja en un cuarto punto, la comunicación de la “misericordia”, que Mons. Lucio quizo centrarlo en el ofrecimiento del perdón y la sanación de las relaciones con los demás. Por último, el estilo comunicativo del actual pontífice se caracteriza por la “esperanza”: Francisco quiere que la Iglesia no se sume a la tendencia de solo publicar malas noticias; debe buscar señalar el bien y las soluciones a los problemas.
Todo esto obedece al método fundamental de la comunicación de Francisco, que según Mons. Ruiz, es la ternura. Esta se ve reflejada en el lenguaje de los gestos: los propios valores se reflejan más y mejor con el lenguaje corporal. El secretario del dicasterio para comunicación advirtió, no obstante, que evangelizar en las redes no se trata de compartir fotos bonitas de los gestos del Papa con un mensaje; sino de vivir cada uno esa ternura que él refleja. Para ello, es necesario una ascesis personal que conduzca a la coherencia entre la fe que se profesa y la conducta diaria; y, sobre todo, la influencia de Dios en cada uno, que se descubre en la oración.

2 de mayo: san Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia


Este personaje inflexible, protagonista de más de medio siglo de la historia de la Iglesia, personifica la perseverancia en la lucha de la ortodoxia frente a la herejía de Arrio.
Desde la paz de Constantino hasta la aceptación de Teodosio como religión oficial pasaron muchas cosas. El primero se convirtió; con él se puso fin a la persecución sangrienta de los que profesaban la fe cristiana; pero el emperador continuó con adherencias paganas –siguió ostentando (es solo un detalle) el título de Pontifex Maximus– y pagana seguía siendo la corte, la sociedad y la cultura, las costumbres y las instituciones tradicionalmente orientadas al culto a los ídolos.
Hubo muchos que se acercaron al bautismo cristiano por cálculo y oportunismo sin hacerse una idea exacta de lo que debía suponer la nueva fe para el cambio de sus vidas. Como, de hecho, seguir a Cristo y ser en serio de los suyos supone posponer todo, llegaron los conflictos al pretender ser cristianos manteniendo una vida al estilo pagano, amándose a sí mismos; comenzó a colarse un cristianismo rebajado, condescendiente, contemporizador. Por otra parte, los emperadores bizantinos quieren manejar la Iglesia, empleándola como fuerza para sus planes políticos, apoyados por cortesanos que quieren medrar. Además, está el acreditado saber de la prestigiosa cultura griega al que todos quieren rendir culto y no todos entienden. Se producen tensiones entre Occidente y Oriente. Y para colmo de males, Arrio ha rebajado al Verbo a nivel de criatura. En ese entorno es donde se sitúa Atanasio con su realismo evangélico. Ahora se verá por qué la Historia le ha aplicado el calificativo de «Grande».
Nació en Alejandría (Egipto) al final del siglo III. Lo hizo clérigo Alejandro –el arzobispo de Alejandría que luego será santo–, lo formó en la sana doctrina, le ordenó lector de su catedral, después será diácono y secretario suyo.
Ya en el año 320, un concilio provincial en Alejandría con los obispos de Egipto y Libia condenó a Arrio por sus extrañas doctrinas divulgadas entre teólogos y con aire de maestro. Era un párroco experto en Sagrada Escritura, de unos sesenta años, majestuoso, alto y fuerte, lleno de ambición por anhelar sentarse en la sede de Alejandría.
¿Qué enseñaba? Casi nada: Que el Verbo encarnado no es igual al Padre; que solo es la primera y más maravillosa criatura; que está entre Dios Creador y la creación manchada; que es hijo adoptivo de Dios y no de su misma naturaleza, aunque creador del mundo. De este modo destruía la doctrina revelada sobre la Trinidad, aniquilaba la cristología, anulaba la Encarnación y no había Redención, que se efectuaba solo –decía Arrio– por la doctrina y el ejemplo de Cristo. Aquella doctrina era imposible de conciliar con la verdadera fe. El filo peligroso era que solo los intelectuales podían comprender su maldad por los conceptos y terminología empleada; pero los errores que contenía no podían soportarse desde la Revelación. Tuvo que intervenir la Iglesia en defensa de la fe cristiana.
Arrio llegó a granjearse la amistad de muchos obispos con su inmensa actividad política y literaria, principalmente de Eusebio de Nicomedia, creando una situación desequilibrante, con dificultades graves, en aquella zona del Imperio, y haciendo que tanto el papa Silvestre, como el emperador Constantino se viesen forzados a tomar parte. Enviaron al prestigioso obispo de Córdoba, Osio, y convocaron el concilio de Nicea (325) para explicitar la fe en Cristo. Atanasio dio la medida de su fe, de sus conocimientos teológicos y filosóficos, con sagacidad y dialéctica. Esta parte terminó con el destierro de Arrio, después de proclamar la fe en la divinidad de Cristo, consubstancial al Padre.
Pero, cuando lo nombraron metropolitano de Alejandría a la muerte de Alejandro, se pusieron de pie todas las intrigas de los arrianos –Eusebio de Nicomedia, los melecianos, Gregorio, Jorge de Capadocia– y los intereses de los emperadores –Constantino, Constantino el Joven, Constante, Juliano el Apóstata y Valente– que buscaban el apoyo del arrianismo, siempre más flexible con el poder temporal. Atanasio fue desterrado por cinco veces; de cuarenta y cinco años de obispo, pasó diecisiete de destierro: dos en Tréveris, siete en Roma y el resto en las cuevas del desierto egipcio. Fue, sin fisuras, el bastión de la fe de la Iglesia en Cristo, mientras que el arrianismo tomaba carta de ciudadanía en todo el Imperio, que estuvo en esta clarificación de la cristología balanceándose entre los sínodos de Alejandría, Nicea, Sárdica, y los contrasínodos de Tiro, Antioquía, Filiópolis, Arlés, Aquileya y Milán.
Sus obras teológicas, la exégesis bíblica, los escritos de espiritualidad y las cartas proporcionan un material considerable. En algunas de ellas se muestra duro, poco compasivo, desconsiderado y hasta hiriente con sus adversarios; pero tampoco ellos fueron con él excesivamente delicados cuando le acusaron ante el emperador de haber asesinado al obispo Arsenio, después de haberle cortado una mano, intentando desviar los bienes materiales que habían de engrosar las arcas imperiales en provecho propio –menos mal que Arsenio salió de su retiro monástico en el desierto y pudo desmentirse toda la calumniosa trama–, ni cuando pagaron dinero a una prostituta para que declarase que Atanasio había intentado violarla.
La apasionada exclamación del cardenal Newman sobre este pastor docto y santo –quizás después de haber rezado muchas veces el Símbolo Atanasiano– es clara: «Este hombre extraordinario es, después de los Apóstoles, el instrumento principal del que Dios se sirve para dar a conocer la Verdad al mundo».
Y es que la fe no es moneda de cambio; hay obligación de defenderla aunque cueste la vida; el cristiano sabe que es preciso resistir con firmeza inquebrantable ante las amenazas, coacciones, los halagos y destierros.
Archimadrid.org

Congo: nuestra confianza está en la cruz



La República Democrática del Congo es el segundo país más grande de África, está rodeada de nueve países, consta de 26 provincias y tiene unos 79 millones de habitantes.
Desde septiembre de 2016 el país vive una situación muy delicada, que se agravó en diciembre por la negativa del presidente Joseph Kabila a dejar el poder, como indica la Constitución. Durante tres meses, la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO) ha mediado en el conflicto con el fin de llegar a una solución pacífica y de organizar unas elecciones creíbles, pospuestas a diciembre de 2017. Dichas negociaciones giran en torno al Acuerdo de San Silvestre (31 de diciembre).
Pero el 28 de marzo la CENCO se retiró como mediadora, puesto que no hay resultados y lo que se estaba viendo es que el proceso se alargaba inútilmente sin llegar a formar un Gobierno de transición ni a nombrar un responsable del Comité Nacional de Seguimiento del Acuerdo (CNSA). Esto provocó, el pasado 5 de abril, la comparecencia de Joseph Kabila en el Congreso.
Dos días después se nombró primer ministro a Bruno Tshibala, que había sido expulsado del principal partido opositor (UDPS) en el mes de febrero y que en diciembre estuvo un mes en prisión. Del 10 al 24 de abril la oposición convocó manifestaciones pacíficas de protesta pero, de momento, no se han podido realizar ya que, el día que empezaban, el Gobierno desplegó un importantísimo dispositivo militar y policial con fuertes y claras amenazas y la prohibición de manifestarse. Aun así, hubo más de 80 arrestos en distintas ciudades del país. Ya se habla de la posibilidad de un Tercer Diálogo bajo los auspicios de la Unión Africana y, en el aire, el temor a que el censo electoral –que ya ha empezado–, no sirva para organizar las elecciones, sino para organizar un referéndum destinado a perpetuar al presidente en el poder.
Por otra parte, el país tiene dos focos de conflicto muy difíciles. La zona del este, por el comercio de minerales y los intereses económicos y estratégicos de los países vecinos (que además son aliados de los EE. UU. en el control de esa zona del continente), y la provincia del Kasai Central, con el conflicto de las milicias de Kamwina Nsapu que, desde que empezó, se ha cobrado miles de muertos y desplazados de guerra, al menos 23 fosas comunes y el asesinato de dos expertos de la ONU el pasado mes de marzo. Y en todo el país hay una crisis tremenda, no solo de falta de comida –y el hambre es desgarradora–, sino de educación, sanidad, carreteras, servicios…
Como dijo el Papa el Viernes Santo, nuestra confianza está en la cruz, con la esperanza de que ella transforme nuestros corazones endurecidos en corazones de carne capaces de soñar, de perdonar y de amar, y transforme esta noche tenebrosa de la cruz en el alba fulgurante de la Resurrección.
Victoria Braquehais
Religiosa de la Pureza de María. Misionera en la República Democrática del Congo

Porque necesitamos reconciliarnos



La edición número 22 de Las Edades del Hombre reúne durante el año 2017, distribuidas en tres templos de la segoviana Cuéllar, cerca de un centenar de obras de arte sacro propiedad de diócesis, museos y particulares bajo el título Reconciliare. Entre los autores representados se encuentran a Juan de Juni, El Greco, Gil de Siloé o Pedro y Alonso Berruguete
Durante la restauración de las tres yeserías mudéjares que adornan las tumbas del presbiterio de la iglesia de San Esteban, en Cuéllar, se descubrieron cinco bulas en el enterramiento de Isabel de Zuazo. «Alguna pertenece a las Cruzadas y hay otra que es de la rendición de Granada. Las compró esta mujer para llegar al cielo cuanto antes sin pasar por el purgatorio», afirma el comisario de la exposición y delegado diocesano de Patrimonio de Segovia, Miguel Ángel Barbado. Este gesto de piedad de la dama inspiró a los sacerdotes y autoridades de Cuéllar a proponer el tema de la reconciliación como hilo conductor de la 22 edición de Las Edades del Hombre, que durante todo el 2017 podrá verse en tres templos diferentes de la localidad segoviana.
La muestra, que ofrece un recorrido por cuatro capítulos que se corresponden con la historia de reconciliación entre Dios y el hombre, tiene como objetivo «destacar la urgente necesidad de perdón en una época lacerada por divisiones, guerras, odios fraticidas y la terrible lacra del terrorismo», apuntó el obispo de Segovia, monseñor César Franco, durante la inauguración que tuvo el 24 de abril y a la que acudió la reina Sofía.
A través de 96 piezas clásicas –fundamentalmente barrocas– y contemporáneas –hay incluso una fotografía del Papa Francisco en oración en Auschwitz– Reconciliare muestra una doble realidad: «La mirada positiva, es decir, que la misericordia de Dios es más grande que el pecado, y la realista, que no podemos ocultar el mal, la división y el odio existentes», afirma el comisario. Destaca el tríptico del Descendimiento, del pintor flamenco Ambrosius Benson (siglo XVI), que preside el templo de San Martín, pieza trasladada desde la capilla de la Piedad de la catedral segoviana. O La oración en el huerto de El Greco, cuadro traído desde el museo diocesano de Cuenca. «Yo también destacaría la Expulsión del Paraíso, un grafito contemporáneo sobre papel de Joaquín Risueño, que pintó tras un comentario de su mujer, que finalmente falleció de cáncer. Un día fueron a pasear y ella le reconoció que se sentía “expulsada del Paraíso”», añade Barbado. Toda la información de la exposición, que incluso tiene una app para el móvil, en reconciliare.es.
Cristina Sánchez Aguilar
@csanchezaguilar

No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo


Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 30-35

En aquel tiempo, en gentío dijo a Jesús:
- «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Pan del cielo les dio a comer"».
Jesús les replicó:
- «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
- «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
- «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cr
ee en mí nunca tendrá sed».
Palabra del Señor.