martes, 17 de octubre de 2017

Santa Marta: “¿Yo escucho la Palabra de Dios? ¿Y la dejo entrar?”


“El necio no escucha. Él cree que escucha, pero no escucha. Hace la suya, siempre. Y por esto la Palabra de Dios no puede entrar en el corazón, y no hay lugar para el amor”, ha afirmaba el Papa esta mañana.
El papa Francisco ha celebrado la misa esta mañana, 17 de octubre de 2017, en la capilla de la Casa de Santa Marta, y ha reflexionado sobre la “necedad”. En la Liturgia del día, hoy, tercer martes de octubre, aparece dos veces la palabra “necios”.
El Santo Padre ha recordado que en efecto, Jesús la dice a los fariseos (Lc 11, 37-41); mientras San Pablo cuando se refiere a los paganos (Rm 1, 16-25). Pero el Apóstol de los Gentiles también a los Gálatas les había dicho “necios” porque se habían dejado engañar por las “nuevas ideas”. Y esta palabra “más que una condena, es una recomendación” –aclaró el Papa– porque hace ver el camino de la necedad que conduce a la corrupción. “Estos tres grupos de necios son corruptos”, dijo también Francisco.
Así, el Papa ha dado a conocer que “la necedad es un no escuchar, la incapacidad de escuchar la Palabra: cuando la Palabra no entra, no la dejo entrar porque no la escucho. El necio no escucha. Él cree que escucha, pero no escucha. Hace la suya, siempre. Y por esto la Palabra de Dios no puede entrar en el corazón, y no hay lugar para el amor. Y si entra, entra destilada, transformada por mi concepción de la realidad. Los necios no saben escuchar. Y esta sordera los conduce a esta corrupción. No entra la Palabra de Dios, no hay lugar para el amor y, al final, no hay lugar para la libertad”.
El Papa añadió que “se vuelven esclavos” porque confunden “la verdad de Dios con la mentira” y adoran a las criaturas en lugar de al Creador.
“No son libres, y no escuchar, esta sordera no deja lugar al amor y ni siquiera a la libertad: nos conduce siempre a una esclavitud. ¿Yo escucho la Palabra de Dios? ¿Y la dejo entrar? Esta Palabra, que hemos oído cantando el Aleluya, es la Palabra de Dios viva, es eficaz, discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón. Corta, va dentro. ¿Dejo entrar esta Palabra? ¿O a esta Palabra soy sordo? ¿Y la transformo en pertenencia, la transformo en idolatría, hábitos idolátricos, o la transformo en ideología? Y no entra… Ésta es la necedad de los cristianos”.
Al terminar su reflexión, el Papa ha invitado a todos a mirar los “iconos de los necios de hoy”: “Hay cristianos necios y también pastores necios”. “San Agustín –recordó el Papa– los aporrea bien, con fuerza” porque “la necedad de los pastores hace mal al rebaño”.
En esta línea, Francisco ha exhortado a que “junto a esta necedad miremos al Señor que siempre está a la puerta”, llama y espera. Y ha advertido: “Y si caemos en esta necedad, nos alejamos de Él y Él experimenta esta nostalgia. Nostalgia de nosotros. Y Jesús con esta nostalgia lloró, lloró por Jerusalén: era precisamente la nostalgia de un pueblo que había elegido, había amado pero que se había alejado por necedad, que había preferido las apariencias, los ídolos o las ideologías”.

«Si solo ofrecemos retiros, oración y ejercicios no llegaremos a la mayoría de los jóvenes»


El Sínodo de Obispos de 2018, que abordará el acompañamiento y la atención a los jóvenes en la Iglesia, ha marcado este fin de semana la celebración de las 47ª Jornadas de Pastoral Juvenil Vocacional que organiza CONFER. De hecho, las principales ponencias e intervenciones de este evento señalado en rojo por parte de la vida religiosa de nuestro país han abordado los distintos aspectos que, a su vez, propone la cita sinodal: la juventud actual, el acompañamiento o el discernimiento, entre otros
El jesuita José María Rodríguez Olaizola hizo un recorrido que comenzó en los jóvenes de hoy y siguió en la fe que la Iglesia propone desde siempre. «De nada sirve a los jóvenes tenerles de experiencia en experiencia si no les ayudamos a construir un proyecto», afirmó. Y continuó: «Debemos ofrecerles el puente hacia la vida adulta. Solo ahí se plantea una vocación». En este sentido, propuso tres caminos para ayudar a los jóvenes a encontrarse con Jesús: la Palabra, la celebración y el testimonio.
Por su parte, Amadeo Cencini, sacerdote canonisano, puso el énfasis en el discernimiento y afirmó que sin este la pastoral se convierte en enigmática. Y por ello, puso en valor esta característica tan presente en el magisterio del Papa Francisco al afirmar que «Dios no quiere soldaditos obedientes, sino hijos felices».
Una de las intervenciones con mayor acogida fue la de la religiosa vedruna Lola Arrietaque se centró en el acompañamiento personal como dinamismo pastoral. Planteó en primer lugar que para conocer a los jóvenes «hay que salir a la calle a buscarlos: salir a las calles, a donde ellos están». Luego, añadió que para llegar a los jóvenes hacen falta testigos que les acompañen, un acompañamiento que no es posible, añade, «sin una experiencia de conversión personal». «Quien no tiene experiencia personal, no puede acompañar», sentenció.
Y una vez cerca del joven, recalcó la importancia de crear vínculos con los jóvenes que signifiquen, afecten y comprometan, «vínculos que preparen para el encuentro». La clave está, señala, en «vivir la fe de manera confensante y más pegada al Evangelio que a la ley».
Por su parte, Fabio Attard, salesiano, recalcó que el acompañamiento no es «una elección», sino «una cultura» y que, para ello, se necesitan «religiosos dispuestos a remangarse y mancharse de barro, no los profesores de turno». «Los jóvenes necesitan personas presentes en su vida y atentas a su cotidianidad fluida, proponiendo, no criticando», explicó.
La clausura corrió a cargo del director del Departamento de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Española, Raúl Tinajero, que presentó al auditorio el proyecto Iglesia en Diálogoque pretender generar «una oportunidad para escuchar a los jóvenes». Tinajero apuesta en el trabajo con jóvenes por la creatividad, pues «si solo ofrecemos retiros, oración y ejercicios, no llegamos a la mayoría de los jóvenes». Sobre el discernimiento vocacional, reclamó que se tengan en cuenta que este no solo hace referencia al sacerdocio y a la vida consagrada.
Las jornadas, a las que asistieron un total de 600 personas que realizan su misión en el ámbito de la pastoral juvenil, fundamentalmente en el ámbito de la vida religiosa, también se hicieron presentes en las redes sociales, llegando a ser varias veces una de las tendencias más relevantes del fin de semana.
Cerrado este evento, los ojos están puestos ahora en la Asamblea General de Confer, en la que superiores y superioras de congregaciones reflexionarán también sobre los jóvenes. Será el próximo mes de noviembre.
F. Otero
Alfa y Omega

Una violencia como la de Somalia «no tiene sitio en este mundo»


Mientras varios obispos denuncian la masacre ocurrida en Mogadiscio este sábado, un experto del Institute of Global Studies lo vincula al conflicto entre Arabia Saudí y Qatar
Casi 300 muertos y más de 200 heridos es el balance provisional del peor atentado de la historia de Somalia, el sufrido este sábado. El Gobierno del país ha acusado de la detonación de un camión bomba con varios cientos de kilos de explosivos en una arteria muy concurrida de un barrio comercial de Mogadiscio al grupo yihadista Al Shabaab. Sin embargo, este grupo yihadista, cercano a Al Qaeda, ha negado estar detrás del ataque.
El cardenal Osoro hizo público un tuit en el que afirmaba: «Oramos al Señor por tantos muertos y heridos en el atentado de Mogadiscio, y pedimos que cambie el corazón de los enemigos de la vida». También el arzobispo de Westminster y primado de Inglaterra y Gales, cardenal Vincent Nichols, expresaba en la misma red social que «una violencia así no tiene sitio en este mundo. Cristo, el príncipe de la paz, nos llama a trabajar por ella en cada tiempo y lugar».
Conexión con el Golfo Pérsico
Luca Puddu, experto en Somalia del Institute of Global Studies, ha afirmado a la agencia Fides que el objetivo del atentado, sean quien sean sus autores, es «debilitar al Gobierno federal de Mohamed Abdullahi, que ya ha sufrido fuertes críticas de la oposición por haber deportado a Etiopía, el mes pasado, a un miembro del Frente Nacional de Liberación de Ogaden, un grupo rebelde que lucha por la autodeterminación de una región etíope poblada en su mayoría por somalíes.
Somalia es un país que en un 99,8 % es musulmán. Para Puddu, es imposible comprender el atentado sin tener en cuenta el actual conflicto entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos por un lado, y Qatar por otro. El presidente Abdullahi –explica– «mantiene formalmente una posición neutral, pero de hecho sostiene de forma más o menos abierta a Qatar», que ha financiado su campaña electoral para las elecciones de este año.
En cambio, algunos estados de Somalia, como Puntland y Somaliland apoyan a Arabia Saudí y los Emiratos. Esta división ha creado mucha tensión entre el gobierno federal y los estados, que el 8 de octubre se reunieron para debatir la reforma constitucional totalmente al margen de la administración de Abdullahi.
Alfa y Omega

17 de octubre: san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir


Fue el tercer obispo de Antioquía, lugar donde se empezó a conocer a los seguidores de Cristo como cristianos. Ignacio fue el primero en llamar a la Iglesia católica. Fue condenado a morir devorado por los leones. Oraba intensamente para que los leones le destrozaran por amor a Dios. Durante el viaje al martirio escribió siete cartas a las Iglesias de Asia Menor
Poco se sabe de la vida familiar de Ignacio de Antioquía. Casi todo lo que hoy se sabe de él proviene de las siete cartas que él mismo escribió mientras era llevado al martirio.
Se dice que él fue el niño al que Jesucristo llamó para invitar a sus apóstoles a hacerse como niños: «Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: Os aseguro que si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos».
Ignacio fue el tercer obispo de Antioquía, situada en Siria. La ciudad era una de las más importantes de toda la cristiandad. Fue allí donde se empezó a llamar cristianos a los discípulos de Cristo. Fue allí también donde Ignacio se refirió a la Iglesia como católica, es decir, universal. Antioquía, en orden de importancia, se situaba solo detrás de Roma y Alejandría. Era una ciudad con gran número de cristianos.
Antioquia era gobernada bajo las órdenes del emperador Trajano, que si bien al principio respetó a los cristianos, posteriormente los persiguió por oponerse a los dioses que él adoraba. Ignacio fue arrestado por negarse a adorar a dichos dioses y por proclamar la existencia de un solo Dios verdadero.
Fue conducido a Roma para ser martirizado. Durante el viaje escribió sus famosas siete cartas, que se pueden dividir en dos grupos. Las primeras seis cartas iban dirigidas a las iglesias de Asia Menor para exhortarlas a mantener la unidad interna y prevenirlas contra las enseñanzas judaizantes, entro otras. La séptima carta está dirigida a la Iglesia de Roma. En ella, les pide que no intercedan por él para salvarle del martirio. Al contrario, les escribió: «Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús».
En cada parada de viaje aprovechaba para reunirse con los cristianos de la zona, que salían junto con su obispo para escuchar a Ignacio y recibir su bendición.
Al llegar a Roma, fue conducido al Coliseo donde fue echado a la tierra para ser devorado por las fieras. Las autoridades soltaron dos leones hambrientos que destrozaron a Ignacio, otorgándole la gloriosa corona del martirio que tanto ansiaba por amor a Jesucristo. San Ignacio murió en el año 107. Sus restos fueron trasladados de nuevo a Antioquía.
José Calderero @jcalderero
Alfa y Omega

La Iglesia tilda de «grave inmoralidad» el «gesto de provocar un incendio»


Los obispos gallegos condenan «con toda claridad las acciones de quien causa voluntariamente este tipo de incendios» y han mostrado su «solidaridad y solicitud fraterna» con todas las personas afectados por la ola de incendios
Los obispos gallegos han publicado este martes un comunicado en el que califican de «grave inmoralidad» el «gesto de provocar un incendio», al tiempo que han manifestado su «solidaridad» con todas las personas afectadas por la ola de incendios que asola desde hace días el noroeste español y que, «además de las pérdidas materiales, ha sacrificado vidas humanas y causado grandes sufrimientos a miles de personas».
«Nos parece imprescindible igualmente condenar con toda claridad las acciones de quien causa voluntariamente este tipo de incendios, que ponen en riesgo la vida de personas y también dañan grave e irresponsablemente el medio ambiente tan necesario para la vida», han subrayado.
Unidad ante el dolor
En el comunicado, los prelados aseguran compartir «el dolor de los que lloran a sus familiares y amigos» muertos a causa de los incendios y elevan su «oración a Dios para que los acoja junto a sí».
A su vez, se sienten «particularmente unidos a los pueblos y aldeas más afectadas –uniendo nuestra oración a la suya–» e invitan a todas las parroquias de la Iglesia en Galicia a hacer «real la experiencia de la unidad, de compartir esfuerzos, dolores y angustias, la cercanía del amor fraterno, de modo que nadie se sienta solo en la necesidad».
Reconocimiento a quienes luchan contra el fuego
Antes de concluir, los obispos gallegos han querido también reconocer y apoyar «a las miles de personas implicadas en el operativo» que luchan contra el fuego. En concreto, citan a los bomberos, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y a «los numerosos voluntarios, que se esfuerzan por salvar vidas, aliviar daños y evitar la pérdida de personas y bienes, incluso a costa de riesgos personales». Todos ellos «nos dan un ejemplo admirable de abnegación sin límites».
Solidaridad de la Iglesia en España
La ola de incendios supuestamente intencionados también ha generado reacciones en obispos de otras partes de España. Así, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, aseguraba en Twitter que «quienes provocan el fuego destruyen la casa común que Dios puso en nuestras manos. Rezo por las víctimas de Galicia y todos los afectados».
Alfa y Omega

El Papa pide cristianos que escuchen la Palabra de Dios y no cristianos «insensatos»

En la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este martes 17 de octubre, el Papa Francisco hizo un llamado a no caer en la «insensatez» que consiste en la incapacidad de escuchar la Palabra de Dios, y que lleva a la corrupción.
Siguiendo la lectura del Evangelio del día y de la primera carta de San Pablo a los Romanos, el Santo Padre identificó a 3 grupos citados en el Evangelio como «insensatos» por dejarse arrastrar hacia la corrupción.
Por un lado, señaló a los doctores de la Ley, «que se vuelven corruptos porque se preocupaban de hacer bellas las cosas por fuera, pero no por dentro, donde surge la corrupción». Eran «corruptos de la vanidad, de la apariencia, de la belleza exterior, de la justicia exterior», explicó el Papa.
En segundo lugar, el Pontífice citó a los paganos, «corruptos de la idolatría, que cambiaron la gloria de Dios por la de los ídolos». Francisco señaló que esta corrupción se da también en el mundo actual, con idolatrías de hoy como el consumismo, o tratar de construir un dios cómodo.
Por último, también como insensatos que caen en la corrupción a aquellos cristianos que se dejan corromper por la ideología, aquellos que dejan de ser cristianos para convertirse en «ideólogos del cristianismo».
Esta insensatez mostrada por estos tres grupos consiste en «no escuchar, en una incapacidad para escuchar la Palabra, cuando la Palabra no entra porque no la dejo entrar voluntariamente, porque no la escucho».
«El insensato no escucha –afirmó el Santo Padre–. Piensa que escucha, pero no escucha. Siempre hace lo que quiere y por eso la Palabra de Dios no puede entrar en su corazón y elimina todo lugar para el amor. Y si finalmente entra, entra descafeinada, entra transformada por mi visión de la realidad. Los insensatos no saben escuchar. Esa sordera es la que les lleva a la corrupción. Si no entra la Palabra de Dios, no hay lugar para el amor y, finalmente, no hay lugar para la libertad y lleva a la esclavitud».
El Papa, finalmente, invitó a los presentes a preguntarse: «¿Escucho yo la Palabra de Dios? ¿La dejo entrar?».
ACI

HISTORIA DE JONÁS Y COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN LUCAS 11,29-32. POR SAN PEDRO CRISÓLOGO:


Queridos amigos, para comprender mejor el Evangelio de hoy, recordamos brevemente la historia de Jonás que podemos leer en la Biblia: 

El Señor ordenó a Jonás que fuera a predicar a Nínive anunciando la destrucción de la ciudad a causa de la maldad de sus habitantes. Pero Jonás, en lugar de hacer lo que el Señor le había mandado, quiso escapar de su presencia y se embarcó en una nave. 

Entonces el Señor desencadenó una tempestad tan grande que el barco estaba a punto de naufragar. Jonás, comprendiendo que era el Señor quien enviaba la tempestad por su culpa, pidió a los marineros que lo arrojasen al mar; así lo hicieron y el mar se calmó.

El Señor hizo que un gran pez se tragara a Jonás, y éste permaneció en el vientre el pez tres días y tres noches, orando. Transcurrido ese tiempo, el pez arrojó a Jonás en tierra. Entonces el profeta partió hacia Nínive. Por su predicación, los ninivitas creyeron en Dios e hicieron penitencia, conviertiéndose de su mala conducta. Así, el Señor perdonó a los ninivitas y no destruyó la ciudad.
......................
Sermón: Jonás es figura de Cristo (San Pedro Crisólogo, Sermón 37 : PL 52, 303-306).
“Toda la historia de Jonás es como una prefiguración perfecta del Salvador… Jonás descendió a Joppe para subirse a un barco con destino a Tarsis; el Señor descendió del cielo a la tierra, la divinidad hacia la humanidad, el sumo poder descendió hasta nuestra miseria, para embarcarse en el buque de su Iglesia…
Jonás mismo es quien toma la iniciativa de tirarse al mar: “Tómame, dice, échame al mar”; anuncia así la Pasión voluntaria del Señor. Cuando la salvación de una multitud depende de la muerte de uno sólo, esta muerte está en las manos de este hombre que puede libremente retrasarla, o al contrario adelantarla para evitar el peligro. 
Todo el misterio del Señor está prefigurado aquí. Para Él, la muerte no es una necesidad; depende de su libre elección. Escúchalo: “Tengo el poder de entregar mi vida, y tengo el poder de retenerla: no me la quitan” (Jn 10,18)…
He aquí que sale de las profundidades del mar un monstruo, un gran pez se acerca; tiene que cumplir y manifestar la resurrección del Señor, o mejor dicho, engendrar este misterio. He aquí un monstruo, imagen terrorífica del infierno, que con sus fauces abiertas se lanza sobre el profeta, saborea y asimila el poder de su creador, y, devorándolo, come su propia incapacidad de engullir ya nunca más a nadie. 
La estancia en las entrañas del pez prepara la estancia del Visitante de arriba: así, lo que había sido causa de desdicha se transforma en embarcación inconcebible de una travesía necesaria, guardando a su pasajero. Y después de tres días lo devuelve a la luz, para darlo a los paganos… 
Este es el signo, el único signo, que Cristo consintió en dar a los escribas y a los fariseos (Mt 12,39), con el fin de darles a entender que la gloria que ellos mismos esperaban de Cristo iba a volverse también hacia los paganos: Los Ninivitas son el símbolo de las naciones que creyeron en Él… 
Por la maldad de sus enemigos, Cristo fue sumergido en las profundidades del caos del infierno; durante tres días recorrió todos sus rincones (1P 3,19) . Y cuando resucitó, manifestó la crueldad de sus enemigos, la propia grandeza y su triunfo sobre la muerte.
Será, pues, justo que los habitantes de Nínive se levantaran el día del juicio para condenar a esta generación, porque ellos se convirtieron por la proclamación de un solo profeta naufragado, extranjero, desconocido; mientras que la gente de esta generación, después de tantas obras admirables y prodigios de Jesús, con todo el esplendor de la resurrección, no llegó a acoger la fe ni se convirtieron. Rechazaron creer en el signo mismo de la resurrección”.

EVANGELIO: EL SIGNO DE JONÁS





Evangelio según San Lucas 11,29-32.

Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.

Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás".

Papa: trabajar infatigablemente por el bien de la familia humana


Señor Director General,
Distinguidas autoridades,
Señoras y Señores:
Agradezco la invitación y las palabras de bienvenida que me ha dirigido el Director General, profesor José Graziano da Silva, y saludo con afecto a las autoridades que nos acompañan, así como a los Representantes de los Estados Miembros y a cuantos tienen la posibilidad de seguirnos desde las sedes de la FAO en el mundo.
Dirijo un saludo particular a los Ministros de agricultura del G7 aquí presentes, que han finalizado su Cumbre, en la que se han discutido cuestiones que exigen una responsabilidad no sólo en relación al desarrollo y a la producción, sino también con respecto a la Comunidad internacional en su conjunto.
1.     La celebración de esta Jornada Mundial de la Alimentación nos reúne en el recuerdo de aquel 16 de octubre del año 1945 cuando los gobiernos, decididos a eliminar el hambre en el mundo mediante el desarrollo del sector agrícola, instituyeron la FAO. Era aquel un período de grave inseguridad alimentaria y de grandes desplazamientos de la población, con millones de personas buscando un lugar para poder sobrevivir a las miserias y adversidades causadas por la guerra.
A la luz de esto, reflexionar sobre los efectos de la seguridad alimentaria en la movilidad humana significa volver al compromiso del que nació la FAO, para renovarlo. La realidad actual reclama una mayor responsabilidad a todos los niveles, no sólo para garantizar la producción necesaria o la equitativa distribución de los frutos de la tierra – esto debería darse por descontado – sino sobre todo para garantizar el derecho de todo ser humano a alimentarse según sus propias necesidades, tomando parte además en las decisiones que lo afectan y en la realización de las propias aspiraciones, sin tener que separarse de sus seres queridos.
Ante un objetivo de tal envergadura lo que está en juego es la credibilidad de todo el sistema internacional. Sabemos que la cooperación está cada vez más condicionada por compromisos parciales, llegando incluso a limitar las ayudas en las emergencias. También las muertes a causa del hambre o el abandono de la propia tierra son una noticia habitual, con el peligro de provocar indiferencia. Nos urge pues, encontrar nuevos caminos para transformar las posibilidades de que disponemos en una garantía que permita a cada persona encarar el futuro con fundada confianza, y no sólo con alguna ilusión.
El escenario de las relaciones internacionales manifiesta una creciente capacidad de dar respuestas a las expectativas de la familia humana, también con la contribución de la ciencia y de la técnica, las cuales, estudiando los problemas, proponen soluciones adecuadas. Sin embargo, estos nuevos logros no consiguen eliminar la exclusión de gran parte de la población mundial: cuántas son las víctimas de la desnutrición, de las guerras, de los cambios climáticos. Cuántos carecen de trabajo o de los bienes básicos y se ven obligados a dejar su tierra, exponiéndose a muchas y terribles formas de explotación. Valorizar la tecnología al servicio del desarrollo es ciertamente un camino a recorrer, a condición de que se lleguen a concretar acciones eficaces para disminuir el número de los que pasan hambre o para controlar el fenómeno de las migraciones forzosas.
2.     La relación entre el hambre y las migraciones sólo se puede afrontar si vamos a la raíz del problema. A este respecto, los estudios realizados por las Naciones Unidas, como tantos otros llevados a cabo por Organizaciones de la sociedad civil, concuerdan en que son dos los principales obstáculos que hay que superar: los conflictos y los cambios climáticos.
¿Cómo se pueden superar los conflictos? El derecho internacional nos indica los medios para prevenirlos o resolverlos rápidamente, evitando que se prolonguen y produzcan carestías y la destrucción del tejido social. Pensemos en las poblaciones martirizadas por unas guerras que duran ya decenas de años, y que se podían haber evitado o al menos detenido, y sin embargo propagan efectos tan desastrosos y crueles como la inseguridad alimentaria y el desplazamiento forzoso de personas. Se necesita buena voluntad y diálogo para frenar los conflictos y un compromiso total a favor de un desarme gradual y sistemático, previsto por la Carta de las Naciones Unidas, así como para remediar la funesta plaga del tráfico de armas. ¿De qué vale denunciar que a causa de los conflictos millones de personas sean víctimas del hambre y de la desnutrición, si no se actúa eficazmente en aras de la paz y el desarme?
En cuanto a los cambios climáticos, vemos sus consecuencias todos los días. Gracias a los conocimientos científicos, sabemos cómo se han de afrontar los problemas; y la comunidad internacional ha ido elaborando también los instrumentos jurídicos necesarios, como, por ejemplo, el Acuerdo de París, del que, por desgracia, algunos se están alejando. Sin embargo, reaparece la negligencia hacia los delicados equilibrios de los ecosistemas, la presunción de manipular y controlar los recursos limitados del planeta, la avidez del beneficio. Por tanto, es necesario esforzarse en favor de un consenso concreto y práctico si se quieren evitar los efectos más trágicos, que continuarán recayendo sobre las personas más pobres e indefensas. Estamos llamados a proponer un cambio en los estilos de vida, en el uso de los recursos, en los criterios de producción, hasta en el consumo, que en lo que respecta a los alimentos, presenta un aumento de las pérdidas y el desperdicio. No podemos conformarnos con decir “otro lo hará”.
Pienso que estos son los presupuestos de cualquier discurso serio sobre la seguridad alimentaria relacionada con el fenómeno de las migraciones. Está claro que las guerras y los cambios climáticos ocasionan el hambre, evitemos pues el presentarla como una enfermedad incurable. Las recientes previsiones formuladas por vuestros expertos contemplan un aumento de la producción global de cereales, hasta niveles que permiten dar mayor consistencia a las reservas mundiales. Este dato nos da esperanza y nos enseña que, si se trabaja prestando atención a las necesidades y al margen de las especulaciones, los resultados llegan. En efecto, los recursos alimentarios están frecuentemente expuestos a la especulación, que los mide solamente en función del beneficio económico de los grandes productores o en relación a las estimaciones de consumo, y no a las reales exigencias de las personas. De esta manera, se favorecen los conflictos y el despilfarro, y aumenta el número de los últimos de la tierra que buscan un futuro lejos de sus territorios de origen.
3.     Ante esta situación podemos y debemos cambiar el rumbo (cf. Enc. Laudato si’, 53; 61; 163; 202). Frente al aumento de la demanda de alimentos es preciso que los frutos de la tierra estén a disposición de todos. Para algunos, bastaría con disminuir el número de las bocas que alimentar y de esta manera se resolvería el problema; pero esta es una falsa solución si se tiene en cuenta el nivel de desperdicio de comida y los modelos de consumo que malgastan tantos recursos. Reducir es fácil, compartir, en cambio, implica una conversión, y esto es exigente.
Por eso, me hago a mí mismo, y también a vosotros, una pregunta: ¿Sería exagerado introducir en el lenguaje de la cooperación internacional la categoría del amor, conjugada como gratuidad, igualdad de trato, solidaridad, cultura del don, fraternidad, misericordia? Estas palabras expresan, efectivamente, el contenido práctico del término “humanitario”, tan usado en la actividad internacional. Amar a los hermanos, tomando la iniciativa, sin esperar a ser correspondidos, es el principio evangélico que encuentra también expresión en muchas culturas y religiones, convirtiéndose en principio de humanidad en el lenguaje de las relaciones internacionales.
Es menester que la diplomacia y las instituciones multilaterales alimenten y organicen esta capacidad de amar, porque es la vía maestra que garantiza, no sólo la seguridad alimentaria, sino la seguridad humana en su aspecto global. No podemos actuar sólo si los demás lo hacen, ni limitarnos a tener piedad, porque la piedad se limita a las ayudas de emergencia, mientras que el amor inspira la justicia y es esencial para llevar a cabo un orden social justo entre realidades distintas que aspiran al encuentro recíproco. Amar significa contribuir a que cada país aumente la producción y llegue a una autosuficiencia alimentaria. Amar se traduce en pensar en nuevos modelos de desarrollo y de consumo, y en adoptar políticas que no empeoren la situación de las poblaciones menos avanzadas o su dependencia externa. Amar significa no seguir dividiendo a la familia humana entre los que gozan de lo superfluo y los que carecen de lo necesario.
El compromiso de la diplomacia nos ha demostrado, también en recientes acontecimientos, que es posible detener el recurso a las armas de destrucción masiva. Todos somos conscientes de la capacidad de destrucción de tales instrumentos. Pero, ¿somos igualmente conscientes de los efectos de la pobreza y de la exclusión? ¿Cómo detener a personas dispuestas a arriesgarlo todo, a generaciones enteras que pueden desaparecer porque carecen del pan cotidiano, o son víctimas de la violencia o de los cambios climáticos? Se desplazan hacia donde ven una luz o perciben una esperanza de vida. No podrán ser detenidas por barreras físicas, económicas, legislativas, ideológicas. Sólo una aplicación coherente del principio de humanidad lo puede conseguir.
En cambio, vemos que se disminuye la ayuda pública al desarrollo y se limita la actividad de las Instituciones multilaterales, mientras se recurre a acuerdos bilaterales que subordinan la cooperación al cumplimiento de agendas y alianzas particulares o, sencillamente, a una momentánea tranquilidad. Por el contrario, la gestión de la movilidad humana requiere una acción intergubernamental coordinada y sistemática de acuerdo con las normas internacionales existentes, e impregnada de amor e inteligencia. Su objetivo es un encuentro de pueblos que enriquezca a todos y genere unión y diálogo, no exclusión ni vulnerabilidad.
Aquí permitidme que me una al debate sobre la vulnerabilidad, que causa división a nivel internacional cuando se habla de inmigrantes. Vulnerable es el que está en situación de inferioridad y no puede defenderse, no tiene medios, es decir sufre una exclusión. Y lo está obligado por la violencia, por las situaciones naturales o, aún peor, por la indiferencia, la intolerancia e incluso por el odio. Ante esta situación, es justo identificar las causas para actuar con la competencia necesaria. Pero no es aceptable que, para evitar el compromiso, se tienda a atrincherarse detrás de sofismas lingüísticos que no hacen honor a la diplomacia, reduciéndola del “arte de lo posible” a un ejercicio estéril para justificar los egoísmos y la inactividad.
Lo deseable es que todo esto se tenga en cuenta a la hora de elaborar el Pacto mundial para una migración segura, regular y ordenada, que se está realizando actualmente en el seno de las Naciones Unidas.
4. Prestemos oído al grito de tantos hermanos nuestros marginados y excluidos: «Tengo hambre, soy extranjero, estoy desnudo, enfermo, recluido en un campo de refugiados». Es una petición de justicia, no una súplica o una llamada de emergencia. Es necesario que a todos los niveles se dialogue de manera amplia y sincera, para que se encuentren las mejores soluciones y se madure una nueva relación entre los diversos actores del escenario internacional, caracterizada por la responsabilidad recíproca, la solidaridad y la comunión.
El yugo de la miseria generado por los desplazamientos muchas veces trágicos de los emigrantes puede ser eliminado mediante una prevención consistente en proyectos de desarrollo que creen trabajo y capacidad de respuesta a las crisis medioambientales. Es verdad, la prevención cuesta mucho menos que los efectos provocados por la degradación de las tierras o la contaminación de las aguas, flagelos que azotan las zonas neurálgicas del planeta, en donde la pobreza es la única ley, las enfermedades aumentan y la esperanza de vida disminuye.
Son muchas y dignas de alabanza las iniciativas que se están poniendo en marcha. Sin embargo, no bastan, urge la necesidad de seguir impulsando nuevas acciones y financiando programas que combatan el hambre y la miseria estructural con más eficacia y esperanzas de éxito. Pero si el objetivo es el de favorecer una agricultura diversificada y productiva, que tenga en cuenta las exigencias efectivas de un país, entonces no es lícito sustraer las tierras cultivables a la población, dejando que el land grabbing (acaparamiento de tierras) siga realizando sus intereses, a veces con la complicidad de quien debería defender los intereses del pueblo. Es necesario alejar la tentación de actuar en favor de grupos reducidos de la población, como también de utilizar las ayudas externas de modo inadecuado, favoreciendo la corrupción, o la ausencia de legalidad.
La Iglesia Católica, con sus instituciones, teniendo directo y concreto conocimiento de las situaciones que se deben afrontar o de las necesidades a satisfacer, quiere participar directamente en este esfuerzo en virtud de su misión, que la lleva a amar a todos y le obliga también a recordar, a cuantos tienen responsabilidad nacional o internacional, el gran deber de afrontar las necesidades de los más pobres.
Deseo que cada uno descubra, en el silencio de la propia fe o de las propias convicciones, las motivaciones, los principios y las aportaciones para infundir en la FAO, y en las demás Instituciones intergubernamentales, el valor de mejorar y trabajar infatigablemente por el bien de la familia humana.
Muchas gracias. 
(from Vatican Radio)