Un estruendoso aplauso. Sin decir
una palabra, Carlos Osoro se hizo con los fieles de Madrid. El
nuevo arzobispo de Madrid cerró esta tarde unas jornadas del Instituto
Pastoral, en un acto de homenaje al "lenguaje de Francisco" y que se
convirtió en una conferencia esperanzadora y programática. Por si
alguien dudaba que "el peregrino" era el hombre indicado por el Papa
para cambiar el rostro de la Iglesia española.
Allí estaban todos:
"represaliados" e Iglesia oficial. Historiadores y divulgadores como Juan
Mari Laboa o Benjamín Forcano; apóstoles de la solidaridad como el padre
Ángel o Luis Lezama; o teólogos como José Luis Segovia, José Luis Corzo
o Vicente Vide. Curas obreros como Eubilio "Bily",
religiosas, religiosos, laicos.... Casi medio millar de personas, de todas
las edades, acompañaron al nuevo arzobispo en su primer acto en Madrid, apenas
una semana antes de suceder oficialmente a Rouco Varela en la sede de Bailén.
"Esta es su casa. Le
deseamos un ministerio muy fecundo al frente de la diócesis de Madrid", le
presentó Jacinto Núñez, decano de la Facultad de Teología de la
Upsa, que acompañó, junto al rector, Ángel Galindo, a Carlos Osoro en la
mesa. "Es la primera vez que me aplauden sin haber dicho ni hecho
nada", bromeó el prelado, quien quiso tener un guiño a la noticia,
urgente, que circulaba por los móviles, acerca del misionero ingresado con
síntomas de ébola.
"Es muy triste que
suceda que, en casos como el ébola, sólo empezamos a buscar la vacuna, cuando
nos ha llegado al Primer Mundo", denunció Osoro. "Ése es el
descarte, eso es descartar. Ojalá seamos capaces de encontrar una cosa
distinta: que siempre miremos a los que lo están pasando mucho peor que
nosotros. Un cristiano tiene esa obligación".
Ya en el tema de su ponencia
-el lenguaje del Papa Francisco-, Osoro planteó dos caminos para entender a
Francisco: "el camino de la interioridad y el de la alteridad, del
encuentro con Dios". Elementos fundamentales en "esta salida
misionera que el Papa Francisco nos pide que tomemos, que es el mismo
que nos pidió nuestro Señor: id por el mundo y anunciad el Evangelio".
Y con un mensaje programático:
"Es necesaria una Iglesia en clave de misión. Una Iglesia con puertas
abiertas. No cerrar las puertas a nadie, ni los sacramentos. No cerrar las
puertas a los enfermos, a los pobres. Empezando por las puertas abiertas de los
propios templos que tenemos. Es más importante que la gente pueda entrar a que
alguien nos pueda robar un copón. Con las puertas abiertas, no sé por qué, pero
la gente entra. Tal vez a buscar calor, a buscar silencio, pero entra".
Una Iglesia "que anuncia
el Evangelio a todos, involucrándonos en las situaciones de la gente,
acompañando, haciendo la fiesta que la gente necesita". Y es que "no
podemos llevar tristeza". Eso significa cercanía, acogida cordial, no
estar todo el rato condenando. "Hay gente especialista en ver
manchas y arrugas: ésos no pueden anunciar el Evangelio, no sirven".
¿Qué elementos son esenciales
para ello? "La caridad y la misericordia", señaló Osoro. Palabras
"hermosas, pero que a veces hemos desacreditado. Todos los mandamientos se
resumen en el mandamiento del amor". Y "Dios es amor, y pasea
por este mundo diciéndonos cómo el hombre debe ser protagonista de ese amor de
Dios".
"Igual que Dios se
acerca a nosotros sin condiciones de ningún tipo, así nos pide que nos
acerquemos a los demás", incidió Osoro, quien animó a "vivir en
la perspectiva de la salvación. Como dice el Evangelio: no he venido a
condenar, sino a salvar, esto es lo que nos pide el Papa Francisco. Vivir
en la dinámica del amor, y no en la del juicio".
"Sólo así daremos un paso
fundamental para hacer entendible el mensaje de Jesús al mundo de hoy",
añadió el arzobispo, quien clamó para que "no arrinconemos a Dios, para
que el hombre sea lo que es: imagen de Dios".
Lejos del lenguaje
catastrofista que abundaba en la Iglesia antes de la llegada de Francisco,
Osoro apuntó que "las creaciones del hombre no son siempre malas: hay
cosas muy buenas e importantes. Así nos lo enseña el Concilio Vaticano
II". Con una actitud similar al de los discípulos de Emaús: "es
esencial hacer el camino, desde la dinámica del amor, y no la dinámica del
juicio".
"Estamos llamados a
generar vida y esperanza, y no muerte y desilusión. No estamos llamados a
generar muerte o desilusión: eso no es de Jesucristo ni es la tarea de la
Iglesia", apuntó el arzobispo electo de Madrid.
"Hay urgencia de alcanzar
la alegría del Evangelio, que tiene tres rasgos: nos lanza permanentemente a la
misión. Estamos ungidos de esperanza, y el Señor nos lanza a
encontrarnos con los demás; es una alegría que genera encuentro e
inclusión, y no desencanto y división, o como dice el Papa, descarte; es una
alegría que va a buscar a todos, sin excepción".
"Dejaos querer por Dios,
porque eso te cambia la vida, y te da capacidad para encontrarte no con los que
a ti te gustan, que eso es fácil, sino con todos", añadió. Porque ésta es
otra de las claves:"La Iglesia tiene que generar atracción, para provocar
respuesta", señaló, animando a "entrar en la dinámica del amor, y
no del juicio".
"La Iglesia del Papa
Francisco es casa de acogida, casa de misericordia", proclamó el
prelado, apuntando que "el acogedor es amable, hospitalario, sociable.
Acoger es siempre un acto de amor. Es un valor que hay que cultivar y
educar". ¿Por qué? Porque "la acogida abre puertas, y consigue que
el que es recibido abra puertas a otro. No hay rechazo, no hay exclusión".
Para ello, "hay que
generar espacios de reflexión, espacios de comunión. Es necesario construir la
ciudad, llegar al corazón donde se gestan los nuevos relatos. Y eso precisa de
una mayor participación de todos: de los laicos, las mujeres, los niños, la
religiosidad popular..." Y también "la inclusión social, el diálogo
con las nuevas realidades". Osoro acabó denunciando las "nuevas
esclavitudes", y proclamando la importancia de la parroquia como
instancia viva. "No a la parroquialitis, no al párroco que somete
a los demás, sino trabajando en comunión".
"A ver si lo podemos
hacer entre todos, sin echar a nadie", pidió Osoro. "Sí, pero
necesitamos que el arzobispo 'primeree'", contestó el auditorio. Y el
nuevo arzobispo de Madrid sonrió. Y asintió. Una conferencia de programa, y de
gestos. Que también construyen Iglesia.
Jesús Bastante