martes, 28 de julio de 2015

HACE DOS AÑOS, EL PAPA FRANCISCO EN RÍO CON LOS JÓVENES: "QUIERO QUE LA IGLESIA SALGA A LA CALLE"





Queridos amigos, falta un año para el inicio de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia, en Polonia, y este domingo, después de rezar el Ángelus, el Papa Francisco fue el primero en inscribirse oficialmente en la JMJ.
Y hace dos años, el Papa Francisco participaba en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro 2013. Un momento especial fue el encuentro con los jóvenes argentinos en la Catedral de San Sebastián, el 25 de julio. El Papa afirmó: “Quiero que la Iglesia salga a la calle”, e invitó a los jóvenes a salir con la ya famosa expresión: "Quiero lío”.
Les ofrecemos este vídeo para recordar este momento y este deseo del Papa.
News.va

LA MESA DE LA CREACIÓN


En el ciclo “B” del Tiempo Ordinario, por ser el año en el que se proclama el evangelio de San Marcos, que es el más breve de los textos evangélicos, a partir de este domingo se leerá el capítulo sexto del evangelio de San Juan.
Las palabras de Jesús en el evangelio son a la vez llamada de atención y profecía de la situación actual, cuando les advierte a los discípulos, después de dar de comer a la multitud: -«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.».
El papa Francisco, quien acaba de regalarnos la comprometedora carta encíclica: “Laudato sí”, nos señala en ella: “Sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y « el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre” (Francisco, Laudato Sí 50). Esta denuncia nos obliga a cada uno, y no solo a las instituciones políticas o económicas.

Escuchamos hoy la orden que da Eliseo a su criado cuando recibe la ofrenda de veinte panes de cebada: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.» Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor. (2 Re 4, 44)”. La imagen coincide con el gesto de Jesús ante la multitud, con los cinco panes de cebada: “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado” (Jn 6, 11). 

Deberíamos sentir por un lado, la responsabilidad sobre la administración de los bienes y por otro lado, el escándalo por la cultura del consumismo y del despilfarro, cuando tantos pasan hambre.

Al meditar la Palabra, nos tendría que invadir la compasión, como a Jesús, y movernos a introducir en nuestros hábitos, al tiempo que la austeridad, la opción de compartir, sintiendo el grito de los más pobres. “Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente” (Sal 144).
Los textos bíblicos que hoy se proclaman, si los leemos en clave material tienen una dimensión social, que no deberemos obviar: hay una gran necesidad de pan en el mundo. Y también contienen una dimensión sacramental, al interpretarlos en clave eucarística, como lo hace el Papa en su encíclica: “La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a él en feliz y plena adoración. En el Pan eucarístico, « la creación está orientada hacia la divinización, hacia las santas bodas, hacia la unificación con el Creador mismo ».167 Por eso, la Eucaristía es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado” (Ls 236).

Seamos solidarios, a la vez que contemplativos. Participemos en la mesa santa, a la vez que compartimos el pan cotidiano.
Ángel Moreno de Buenafuente

Yo quiero vivir el hoy


Me decía un amigo con humor: He trabajado toda la vida con intensidad para después jubilarme y tener tiempo para los amigos, viajar a otros países, comer con calma y beber buenos vinos. Ahora ya tengo dinero y tiempo, pero con tanto trabajar he destrozado mi salud de tal manera que ya no puedo viajar, ni comer, ni beber. He tenido éxito en los negocios, pero he hecho el peor de todos los negocios con mi vida.

Esto me confirma en lo que hace unos años trato de vivir con sencillez y humildad. Vivir el presente y atender a lo cotidiano de la vida. Para ello trato de ser fiel a la vida cotidiana en todas sus manifestaciones, en la atención a cada momento y a cada persona, sin quedar absorbido por sueños y ritmos que me agitan y me sacan del día a día y de aquella persona que tengo delante de mí, sin dejarme tiempo para el encuentro en el que se rehacen las personas y las tareas.

Cada vez veo más claramente, que es una trampa trabajar para vivir bien en el futuro, sin tener, aquí y ahora, buenas relaciones con aquellas personas con las que estoy, sean familiares, amigos y amigas, personas con las que ocasional y puntualmente me encuentro, como por ejemplo aquellas con las que comparto este mes de julio en México. Ya no me dejo llevar y arrastrar con impaciencia por la agenda, pues he constatado que eso me hacer perder el tacto y la sensibilidad necesaria para estar con las personas, asumir los sucesos de cada día y vivir esperanzadamente el futuro posible, que no tanto el deseado.

Es por eso que para mí cada persona, cada encuentro, cada día… son únicos, y no leña para quemar y así alumbrar el futuro. A medida que la vida y cada detalle cobran su valor, me siento unificado en mi vida y vivo en paz y, de esta forma, puedo pasar de una situación a otra, del dolor a la risa, del trabajo al canto, porque cada segundo está situado en una corriente de vida que alimenta y unifica desde dentro los instantes, tanto los dolorosos como los alegres.

Así trato de vivir el tiempo al ritmo del evangelio en el que cada detalle cuenta: “el vaso de agua dado al servidor, el abrazo al niño que se abre paso entre los adultos para ver qué pasa, la falta de vino en una boda, el perfume de nardo en la cabeza, un hombre rico que se sube a una higuera del camino para ver al hombre del que todo el mundo habla…”

Para mí, pues, vivir el hoy, el aquí ahora, me lleva a asumir con responsabilidad y solidaridad el paso de la vida, lo que hacerme cargo de lo que me pasa cada día, asumirla responsable y solidariamente,
muy lejos de la búsqueda del disfrute y del gozo del presente, al que descaradamente se nos invita, por diversos modos y medios, en la sociedad del bullicio y el descarte.

Si quieres ejercitarte en vivir el hoy, desde la cotidianidad, te invito a participar en el encuentro, que tendrá lugar en Segovia, “Desafíos de humanización”, promovido por este servicio de Animación comunitaria por un Mundo Mejor.
Nacho. Fuente: Religión digital

El Señor es compasivo y misericordioso.

Sal 102, 6-7. 8-9. 10-11. 12-13
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor hace justicia 
y defiende a todos los oprimidos; 
enseñó sus caminos a Moisés 
y sus hazañas a los hijos de Israel.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando 
ni guarda rencor perpetuo.
El Señor es compasivo y misericordioso.
No nos trata como merecen nuestros pecados 
ni nos paga según nuestras culpas. 
Como se levanta el cielo sobre la tierra, 
se levanta su bondad sobre sus fieles.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Como dista el oriente del ocaso, 
así aleja de nosotros nuestros delitos. 
Como un padre siente ternura por sus hijos, 
siente el Señor ternura por sus fieles.

El Señor es compasivo y misericordioso.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
-«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó:
-«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
 
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga. »

Palabra del Señor