Reconocer a Jesús y reconocerno«¿Quién dice la gente que soy yo?» (L 9, 18), y asumir los compromisos que adquirimos por su amor misericordioso.
s en Él son las tareas que como cristianos debemos vivir como muestra de nuestra fe, para dar respuesta a su interrogante:
Al fijar la mirada en Cristo, reconocernos el rostro misericordioso del Padre, cuyo “amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión” (Misericordiae Vultus, 8)
Al reconocer su amor también debemos reconocernos en Él, por ello advierte San Pablo “todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gál 3, 26). Así la fe nos abre un espacio de encuentro con la misericordia de Dios para vivirla y compartirla con los demás, porque ser hijos de Dios también nos hace participes de su misión.
De manera personal, cada quien, debe responder a la pregunta de Cristo, no solo con palabras sino también con la fe y las buenas obras que gritan al mundo que Jesús es un amor que se dona gratuitamente. Y exige renunciar a las vanidades para seguirle: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga» (Lc 8, 23).
P. Johan Pacheco para RADIO VATICANA.