sábado, 21 de febrero de 2015

Jorge Bergoglio... ¿quién es ese cardenal venido desde lejos?

Hoy se cumplen 14 años de su creación como cardenal por mano de Juan Pablo II: "Cada ascenso entraña un descenso: hay que descender para servir mejor", dijo entonces

Hoy 21 de febrero se cumplen justamente 14 años del consistorio en el que el entonces monseñor Jorge Mario Bergoglio fue creado cardenal por el papa Juan Pablo II.
 
Desde ese momento, la opinión pública empezó a preguntarse quién era ese ‘cardenal venido desde lejos y que no ama el trato principesco’ designado a los purpurados de la época.

El sacerdote y poeta Juan de la Cruz decía en el mil quinientos: “El alma que está enamorada de Dios es un alma gentil, humilde y paciente”. Y es esa idiosincrasia la que acompaña la vida de Jorge Bergoglio como peregrino, pastor, Papa y hombre hasta nuestros días. 
 
Antes del consistorio de su creación como purpurado, el futuro Papa era más conocido en el ámbito latinoamericano, pero ahora la birreta lo ponía bajo observación mundial como candidato a Pontífice. De hecho, en el año 2005 quedó segundo después de Ratzinger en la sucesión de Pedro.  
 
Para el Consistorio de febrero de 2001, Bergoglio no quiso ser acompañado por nadie desde Buenos Aíres e invitó a sus amigos a que el dinero que se gastarían en el billete de avión lo donaran a los pobres o a obras de caridad. Después del cónclave de 2013 hizo lo mismo.
 
Esquivo y conciso, el jesuita no concedió entrevistas por doquier, comentando la noticia de su inminente creación. Dijo: “Ser cardenales significa una mayor cercanía al Papa y a un servicio a la Iglesia universal. Estoy absolutamente seguro que se trata de una atención especial y un afecto particular del Papa hacia la sede de Buenos Aires”. 
 
En la única entrevista concedida antes de ser cardenal a Elisabetta Piqué, corresponsal en Italia de La Nación, Bergoglio cuenta cómo estaba viviendo esa espera.

“Yo lo vivo religiosamente. Es decir, rezo, hablo con el Señor, pido por la diócesis, y no lo vivo como haber llegado a algo. Según los criterios del Evangelio, cada ascenso entraña un descenso: hay que descender para servir mejor. Y quiero tomar esto con ese espíritu de servicio”, reveló.
 
Otro detalle que llamó la atención ha sido que el cardenal Bergogliono compró vestidos nuevos para tan prestigioso momento. Como buen religioso que se respete, atento al voto de pobreza, mandó arreglar el de su antecesor, Antonio Quarracino, muerto en 1998. Por lo demás, se dice que aún hoy usa la misma mitra desde su ordenación como sacerdote.
 

La tradición dice que después del consistorio, todo nuevo cardenal tenga encuentros con familiares, amigos y fieles. Tras la ceremonia, el cardenal Bergoglio recibió efusivamente y con atención particular a cada persona, sin contar quién fuera, era suficiente estar allí como fiel. No aceptó ninguna fiesta u homenaje, ni siquiera cuando regresó a Buenos Aires. Austeridad total.
 

En ese consistorio también se marcó otro hito. El papa Juan Pablo II creó 42 cardenales, un número jamás visto en la historia de la Iglesia, sumando al colegio de purpurados 11 electores de América Latina y nombres internacionales como Kasper (Alemania), Rodríguez Maradiaga (Honduras), Hummes (Brasil), Mejía (Argentina), Re (Italia), entre otros.
 
Como menciona Il Sismografo, el blog de los vaticanistas, el papa Wojtyla había hecho el anuncio de los nombres de los futuros cardenales en dos ocasiones: en el Ángelus del 21 de enero, y luego, una semana después en el Ángelus del 28 de enero. En 9 consistorios, el futuro santo creó 231 cardenales de 69 diversos países y el del 2001 fue el penúltimo consistorio, que dio la birreta a monseñor Bergoglio. 
 ALETEIA


EMPUJADOS AL DESIERTO. José Antonio Pagola

Mc 1, 12-15

Marcos presenta la escena de Jesús en el desierto como un resumen de su vida. Señalo algunasclaves. Según el evangelista, «el Espíritu empuja a Jesús al desierto». No es una iniciativa suya. Es el Espíritu de Dios el que lo desplaza hasta colocarlo en el desierto: la vida de Jesús no va a ser un camino de éxito fácil; más bien le esperan pruebas, inseguridad y amenazas.

Pero el «desierto» es, al mismo tiempo, el mejor lugar para escuchar, en silencio y soledad, la voz de Dios. El lugar al que hay que volver en tiempos de crisis para abrirle caminos al Señor en el corazón del pueblo. Así se pensaba en la época de Jesús.

En el desierto, Jesús «es tentado por Satanás». Nada se dice del contenido de las tentaciones. Solo que provienen de «Satanás», el Adversario que busca la ruina del ser humano destruyendo el plan de Dios. Ya no volverá a aparecer en todo el evangelio de Marcos. Jesús lo ve actuando en todos aquellos que lo quieren desviar de su misión, incluido Pedro.

El breve relato termina con dos imágenes en fuerte contraste: Jesús «vive entre fieras», pero «los ángeles le sirven». Las «fieras», los seres más violentos de la creación, evocan los peligros que amenazarán siempre a Jesús y su proyecto. Los «ángeles», los seres más buenos de la creación, evocan la cercanía de Dios que bendice, cuida y defiende a Jesús y su misión.

El cristianismo está viviendo momentos difíciles. Siguiendo los estudios sociológicos, nosotros hablamos de crisis, secularización, rechazo por parte del mundo moderno... Pero tal vez, desde una lectura de fe, hemos de decir algo más: ¿No será Dios quien nos está empujando a este «desierto»? ¿No necesitábamos algo de esto para liberarnos de tanta vanagloria, poder mundano, vanidad y falsos éxitos acumulados inconscientemente durante tantos siglos? Nunca habríamos elegido nosotros estos caminos.

Esta experiencia de desierto, que irá creciendo en los próximos años, es un tiempo inesperado de gracia y purificación que hemos de agradecer a Dios. Él seguirá cuidando su proyecto. Solo se nos pide rechazar con lucidez las tentaciones que nos pueden desviar una vez más de la conversión a Jesucristo.

José Antonio Pagola

Jamás usar a Dios para cubrir la injusticia

Los cristianos, especialmente en Cuaresma, están llamados a vivir coherentemente el amor a Dios y el amor al próximo. Es uno de los pasajes de la homilía que el Papa Francisco pronunció
durante la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice puso en guardia contra quien envía dinero a la Iglesia y después se comporta injustamente con sus empleados.
El Papa comenzó su meditación partiendo del pasaje de Isaías de la primera Lectura, subrayando que es necesario distinguir entre “lo formal y lo real”. Y observó que para el Señor “no es ayuno no comer carne” pero después “pelear y explotar a los obreros”. “He aquí porqué – dijo – Jesús ha condenado a los fariseos porque cumplían “tantas observancias exteriores, pero sin la verdad del corazón”.

El amor a Dios y al hombre están unidos, hacer penitencia real

El ayuno que quiere Jesús, en cambio, es el que suelta las cadenas injustas, deja libres a los oprimidos, viste a los desnudos y hace justicia. “Éste  – reafirmó el Papa – es el ayuno verdadero, el ayuno que no es sólo exterior, una observancia externa, sino que es el ayuno que viene del corazón”:
“Y en las tablas de la ley está la ley hacia Dios y la ley hacia el próximo y ambas van juntas. Yo no puedo decir: ‘Pero, no, yo cumplo los tres primeros mandamientos… y los otros más o menos’. No, si tú no haces estos, eso no puedes hacerlo y si tú haces estos, debes hacer esto. Están unidos: el amor a Dios y el amor al prójimo son una unidad y si tú quieres hacer penitencia, real no formal, debes hacerla ante Dios y también con tu hermano, con el prójimo”.

Pecado gravísimo usar a Dios para cubrir la injusticia

Se puede tener tanta fe – prosiguió diciendo el Papa – pero, como dice el Apóstol Santiago, si “no haces obras está muerta, para qué sirve”. De este modo, a quien va a Misa todos los domingos y toma la comunión, se le puede preguntar: “¿Y cómo es tu relación con tus empleados? ¿Les pagas en negro? ¿Les pagas el salario justo? ¿También depositas las contribuciones para la jubilación y para el seguro sanitario?”:
“Cuántos, cuántos hombres y mujeres de fe, tienen fe pero dividen las tablas de la ley: ‘Sí, sí yo hago esto’ – ‘¿Pero tú das la limosna?’ – ‘Sí, sí, siempre envío un cheque a la Iglesia – ‘Ah, bien, está bien. Pero en tu Iglesia, en tu casa, con aquellos que dependen de ti – ya sean hijos, o abuelos, o empleados – ¿eres generoso, eres justo?’. Tú no puedes hacer ofertas a la Iglesia sobre los hombros de la injusticia que haces con tus empleados. Este es un pecado gravísimo: es usar a Dios para cubrir la injusticia”.
“Y esto – explicó el Santo Padre  – es lo que el profeta Isaías, en nombre del Señor, hoy nos hace entender”: “No es un buen cristiano el que no hace justicia con las personas que dependen de él”. Y no es un buen cristiano – añadió el Papa – “el que no se priva de algo necesario, para dar a otro que tenga necesidad”. El camino de la Cuaresma – dijo también el Papa – “es éste, es doble, a Dios y al prójimo: es decir, es real, no es meramente formal. No es sólo no comer carne el viernes, hacer alguna cosita y después hacer crecer el egoísmo, la explotación del prójimo, ignorar a los pobres”.
El Papa relató que hay quien si tiene necesidad de curarse va al hospital y dado que tiene un seguro de salud, es visitado inmediatamente. “Es una cosa buena – comentó el  Papa –, da gracias al Señor. Pero  dime, ¿has pensado en aquellos que no tienen esta relación social con el hospital y cuando llegan deben esperar seis, siete u ocho horas, incluso por una cosa urgente?”.

En Cuaresma, hagamos espacio en el corazón para quien se ha equivocado

Y hay gente aquí, en Roma – advirtió Francisco – que vive así y la Cuaresma sirve “para pensar en ellos: ¿qué puedo hacer por los niños, por los ancianos, que no tienen la posibilidad de ser visitados por un médico?”, que tal vez esperan “ocho horas y después te dan el turno para la semana siguiente”.
“¿Qué haces por aquella gente? ¿Cómo será tu Cuaresma?” – preguntó el Santo Padre –. “Gracias a Dios yo tengo una familia que cumple los mandamientos, no tenemos problemas…” – “Pero en esta Cuaresma  – se preguntó una vez más el  Papa –  ¿en tu corazón hay lugar para aquellos que no han cumplido con los mandamientos? ¿Qué se han equivocado y están en la cárcel?”:
“‘Pero con aquella gente yo no…’  –  ‘Pero tú, él está en la cárcel: si tú no estás en la cárcel es porque el Señor te ha ayudado a no caer. ¿En tu corazón tienen lugar los encarcelados? ¿Tú rezar por ellos, para que el Señor los ayude a cambiar de vida?’ Acompaña, Señor, nuestro camino cuaresmal para que la observancia exterior corresponda a una profunda renovación del Espíritu. Así hemos rezado. Que el Señor nos dé esta gracia”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).