miércoles, 14 de junio de 2017

En busca de un método para transmitir la fe con éxito



Los mayores expertos europeos en transmisión de la fe se han reunido en Madrid para hablar sobre la relación entre familia, parroquia y catequesis
¿Qué han hecho mal los padres y los abuelos que ven cómo sus hijos y nietos viven sus días sin querer saber nada de Dios, quizá sin una abierta contraposición pero sí con indisimulada indiferencia? ¿Hay algún método que asegure que los niños que hacen la Primera Comunión se apunten a poscomunión? ¿Cómo conseguir que el sacramento de la Confirmación no sea el sacramento del adiós a la parroquia durante muchos años, a veces para siempre?
En realidad «el debate sobre los métodos no tiene objeto», asegura Joel Molinario, del Instituto Catequético de París, «porque la crisis de la transmisión de la fe no es una crisis de los métodos, sino una crisis de la tradición, de la herencia recibida, de la autoridad». En definitiva, de la familia. Los tiempos han cambiado y si antes bastaba aprender el Catecismo, «esto ya no funciona de manera evidente». Así lo ha constatado el Congreso del Equipo Europeo de Catequesis, que del 31 de mayo al 5 de junio en Madrid, abordó el tema La familia, entre la educación cristiana y la propuesta de fe. La organización corrió a cargo del Instituto Superior San Pío X, vinculado a los hermanos de La Salle.
El dolor de padres y abuelos
En el congreso participaron los mayores expertos europeos en catequesis, como Dominique Foyer, de la Universidad Católica de Lille, que dice que «hoy escuchamos el lamento de los padres o abuelos que descubren que no han logrado transmitir la herencia dogmática, ética y simbólica que caracteriza a su fe. Y nos preguntamos qué es lo que no va bien, o no va en absoluto, en la transmisión».
La respuesta está en los actores principales de la catequesis: parroquia y familia. Para el presidente de la Asociación Italiana de Catequesis, Salvatore Currò, la catequesis que se ha dado hasta ahora en las parroquias «debe renovarse», porque «se ha quedado en el registro de la comprensión doctrinal del mensaje cristiano», unos conocimientos «que pivotan más sobre lo cognitivo que sobre lo afectivo, debido al componente racionalista e iluminista de nuestra tradición cultural».
Según Curró, la solución está en mirar a la familia, cómo transmiten la fe las familias creyentes: «Hay que preguntarse si toda la catequesis no debería modularse sobre el registro afectivo de la experiencia familiar, donde se da un entrenamiento a algunas prácticas, sin tener que entender siempre su sentido, pero porque se advierte que son soporte del amor y del crecimiento, y donde se da la experiencia de sentirse amados por Dios, sobre una base sensible y afectiva».
Engendrar cristianos, no adoctrinarlos
Esta renovación de la catequesis está en línea con lo que defiende el Papa Francisco en Amoris laetitia, una propuesta que «no está preocupada tanto por los contenidos de la fe como por la experiencia de Dios, y la confianza de que Él siempre está cercano a nuestras vidas», como señala Antonio Ávila del Instituto Superior de Pastoral, de la Universidad Pontificia de Salamanca. En esta tesitura, «el pontificado actual se inclina porque la experiencia de la fe, la gozosa alegría del Evangelio» vivida en la familia, donde «los niños pueden comprender, no intelectualmente sino vitalmente, que lo que el adulto vive». Se trataría entonces de «una catequesis de engendramiento, no de adoctrinamiento», aun a riesgo de que «pueda resultar insuficiente a la hora de mantener la fe en un mundo como el actual».
El lugar en que Dios habita
Y si la parroquia es una de las claves esenciales en la transmisión de la fe, la otra es la familia. «Hay que guiar a las familias hacia la comprensión y práctica de su propia sacramentalidad», afirma Caroline Dollard, representante de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales. Sin embargo, en la práctica, muchas de las familias que se acercan a la Iglesia por diversos motivos, sobre todo para pedir un sacramento –bautizo de un hijo, Primera Comunión…,– «están desconectadas de su historia de fe y de la práctica, algunas de ellas por dos o tres generaciones», y lo más grave es que el modelo habitual de acompañamiento que les ofrece la Iglesia «consiste en apartar a los niños y adolescentes de sus padres y de sus hogares en cuanto a su educación religiosa», de modo que la educación en la fe sería algo así como «una tarea de profesionales» que se da en la parroquia y no en la familia.
Aprovechar el bautizo de los hijos
Por eso, hay que volver a enganchar a las familias. Por ejemplo, aprovechando el bautizo de los hijos. Para el polaco Andrzej Kicinski, de la Universidad Católica de Lublin, «hoy, por desgracia, no podemos dar por sentado que los padres pidan el Bautismo por motivos de fe», pero sin embargo las catequesis prebautismales pueden «ayudar a los padres a profundizar y a ser conscientes de que el Bautismo se celebra en la fe de la Iglesia», lo que en numerosas ocasiones «activa en los padres las ganas de ser sujetos activos de la catequesis».
Si se hace bien y se sigue el proceso, más adelante la familia podrá convertirse «en el lugar de oración cristiana, un lugar en el que Dios habita», gracias a «la lectura de la Palabra de Dios, la participación en la Eucaristía, el perdón recíproco, incluso con el sello del sacramento de la Reconciliación, la bendición de la familia, las fiestas de cumpleaños, las peregrinaciones, los retiros, las tradiciones asociadas con la Navidad…». Solo así podrá arraigar una verdadera vida espiritual familiar que, si falta en la celebración de la Primera Comunión, hará a la familia «prisioneros de una ceremonia que en realidad no entienden».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Alfa y Omega

El Corpus, a las claras


Fernando Redondo Benito, vicepresidente de la Junta pro Corpus de Toledo, afirma que durante estos días de preparación y celebración del Corpus Christi, «nos encontramos con muchos mensajes equívocos y erróneos que pueden trastocar nuestra mirada de lo verdaderamente esencial: nuestra fe en la Eucaristía, nuestra fe en “el Misterio que constituye el corazón de la Iglesia” (Benedicto XVI)»
Debemos dejar claro que el Corpus no es una celebración ajena a la Iglesia católica, sino que es una celebración de la Iglesia católica; el Corpus no es una celebración única de Toledo, sino de la Iglesia universal; el Corpus se celebra en Toledo, pero no es exclusiva de Toledo; esta celebración dirige todos los sentidos a la Eucaristía, y no a los toldos, a las flores, a los adornos, aunque enriquecen y engalanan esta fiesta; esta celebración hace de Toledo una manifestación única, ciertamente, pero siempre al servicio de la Eucaristía.
Los mensajes son equívocos. Desde aquellos que quieren erradicar y eliminar toda simbología y presencia católica –los que querrían llegar a la reformulación de una famosa expresión, «todo con la Iglesia pero sin la Iglesia»– cuando precisamente es una celebración católica, a otros que denominan esta celebración como un producto.
Es cierto que en el Corpus participan los toledanos. Encontramos una respuesta global de la ciudadanía toledana, que se acerca a esta celebración para engrandecerla, para cooperar, para entregar su trabajo y colaboración. Sin los toledanos, esta celebración quedaría más mermada, puesto que son ellos los que acompañan con fe en el recorrido, los que llegan con sus plegarias ante Jesús Sacramentado, los que guardan respeto y silencio a su paso, poniéndose de rodillas o haciendo la señal de la Cruz.
El Corpus llena Toledo, pero no lo podemos reducir a Toledo, porque esta celebración nos abre el camino hacia todos los hermanos, todas las periferias, viviéndolo con toda la fraternidad católica, porque hablar del Corpus es manifestarla particularmente en la caridad.
No confundamos la parte con el todo
Otro equívoco es confundir la parte con el todo. La Custodia de Arte, con toda su riqueza artística e histórica, es la parte, porque Jesús Sacramentado es el Todo. Es muy habitual comprobar esa equivocación, porque totalizamos con la Custodia, como si no tuviera nada más. En el Corpus nos encontramos con Alguien, no con algo; la Custodia porta a Alguien, no es algo. No confundamos la parte con el todo, sino acerquémonos al Todo, al centro de la Custodia, donde verdaderamente está presente Jesucristo.
Los habituales equívocos y confusiones que nos transmiten durante estos días nos llevan a presentar «la urgente necesidad» para que esta fiesta cuente con muchas declaraciones, no sabemos muy bien si internacionales o interplanetarias, en una conjunción de voluntades erróneas. Por la propia naturaleza de la Iglesia, que es católica, podemos afirmar que la celebración del Corpus ya es universal, también misionera y apostólica. No necesita declaraciones ni nombramientos complementarios. No debemos encorsetar al Corpus Christi, porque esta celebración es Vida, esta celebración es litúrgica y eucarística, y no debe ser otra cosa.
Hagamos que acercándonos al Corpus, a las claras, podamos vivir una conversión que nos invita a la alegría del Evangelio, que nos invita a vivir la procesión eucarística con un gesto que responda al mandato de Jesús. Como señalaba el Papa Francisco en el Corpus del año 2016, «un gesto para hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un gesto para partir nuestra fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo entero».
Fernando Redondo Benito, Vicepresidente de la Junta pro-Corpus de Toledo
Alfa y Omega

Las 10 actitudes a poner en práctica, según Cáritas, para el Día de Caridad


Con motivo de esta Jornada, las 70 Cáritas Diocesanas del país rinden cuentas públicas de su actividad durante el último año
Llamados a ser comunidad es la propuesta que lanza Cáritas a toda la comunidad cristiana y al conjunto de la ciudadanía en el Día de Caridad, que, como cada año, se celebra el domingo 18 de junio, festividad el Corpus Christi.
Con esta invitación, se quiere poner de relieve la importancia de que todas las personas podamos vivir en común en la misma casa, en la Tierra común que nos acoge a todos, con los mismos derechos y dignidad, que pertenecen a todos los seres humanos por igual.
Cultivar la acogida y el intercambio
La campaña institucional de Cáritas, que cuenta con dos momentos de especial intensidad en Navidad y en Corpus Christi, llama la atención sobre la necesidad de colaborar en la realización «de una comunidad humana plural, donde seamos capaces de reconocer la riqueza que cada persona aporta en la construcción de la sociedad, cultivando la actitud de acogida y el intercambio enriquecedor, a fin de crear una convivencia más fraternal y solidaria». Como se señala en los materiales editados para esta jornada, «se trata de vivir la cultura del encuentro», en palabras del Papa Francisco.
Eva Sanmartín, coordinadora de la campaña institucional, asegura que «la acogida y la apertura a los demás, lejos del miedo que sólo nos lleva a ver riesgos y peligros, son una oportunidad para descubrir el rostro de Dios en cada hermano y hermana, para celebrar en comunión los dones y riquezas que nos regala a cada uno para poner al servicio de la construcción del bien común, que es de todos».
Revisar nuestras actitudes hacia los migrantes
Para poner de manifiesto la importancia de esa vida comunitaria en el momento presente, Cáritas pone el foco en el drama de la movilidad humana que viven hoy en día millones de personas que se ven obligadas abandonar sus hogares para asegurar sus vidas o sus derechos básicos. A ese respecto, se hace una invitación en clave personal a revisa nuestras actitudes hacia las personas migrantes que conviven con nosotros, en nuestros mismos barrios y comunidades.
«¿Te has preguntado cómo son sus vidas, cuáles son sus sentimientos, sus sueños?», se interroga en el díptico editado para el Día de Caridad, al tiempo que se invita «a practicar el encuentro y la acogida con otras personas, a ti, a tu grupo o comunidad, a conocer la vida de los otros, su historia, su camino, ponerse en su lugar, saber qué necesitan, compartir».
Derechos «menguantes»
Junto a la acogida, el Día de Caridad sirve también para que cada una de las 70 Cáritas Diocesanas de todo el país rindan cuentas de su actividad anual y de la evolución de la realidad social de las personas vulnerables a las que acompañan en sus respectivos territorios y que, en términos generales, confirman un panorama de derechos «menguantes» ante la crisis económica y un aumento de las restricciones para el acceso a derechos sociales.
Valores y actitudes a poner en práctica
La mejor manera de responder a la llamada a ser comunidad de seres humanos iguales en derechos y dignidad, bajo el techo de la casa común que es la Creación, pasa por poner en práctica estos valores y actitudes:
1. Hacer comunidad, buscar siempre el bien común, ser participativo.
2. Compartir y vivir sencillamente.
3. Hacer un consumo responsable.
4. Ser cooperativo.
5. Tener un compromiso solidario trabajando por la justicia y los derechos para todos.
6. El dinero no rige mi vida.
7. El bien del ser humano es lo primero.
8. Afán de servicio y gratuidad.
9. Cuidado y religación con la Madre Naturaleza.
10. Cultivar la propia profundidad, la espiritualidad, la trascendencia.
Cáritas

No he venido a abolir, sino a dar plenitud



Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor.

Mensaje del Papa Francisco para la primera Jornada Mundial de los Pobres


No amemos de palabra sino con obras». Con esta exhortación el Papa Francisco titula su primer Mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, que él mismo instituyó al concluir el Jubileo de la Misericordia, estableciendo que se celebre el domingo que precede la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. Y que en 2017 será el 19 de noviembre.
«Quise ofrecer a la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados», escribe el Santo Padre que inspira el título de su mensaje en las palabras del apóstol Juan, que son un «imperativo que ningún cristiano puede ignorar» y han transmitido hasta nuestros días el mandamiento de Jesús: «Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras» (1 Jn 3,18).
El Papa Francisco recuerda la preocupación de la Iglesia por los pobres, siguiendo la enseñanza de Jesús, desde el Apóstol Pedro y los primeros cristianos. Y que «si bien ha habido ocasiones en las que los cristianos no han escuchado completamente este llamamiento, dejándose contaminar por la mentalidad mundana», «el Espíritu Santo no ha dejado de exhortarlos a fijar la mirada en lo esencial».
«Ha suscitado, en efecto, hombres y mujeres que de muchas maneras han dado su vida en servicio de los pobres», recuerda el Santo Padre, para luego añadir: «cuántas páginas de la historia, en estos dos mil años, han sido escritas por cristianos que con toda sencillez y humildad, y con el generoso ingenio de la caridad, han servido a sus hermanos más pobres. Entre ellos destaca el ejemplo de Francisco de Asís, al que han seguido muchos santos a lo largo de los siglos».
Con su Mensaje, el Papa Francisco invita a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad «a mantener, en esta jornada, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial. Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro».
Asimismo el Obispo de Roma dirige su invitación «a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad. Dios creó el cielo y la tierra para todos; son los hombres, por desgracia, quienes han levantado fronteras, muros y vallas, traicionando el don original destinado a la humanidad sin exclusión alguna».
El Mensaje del Papa Francisco para la primera Jornada Mundial de los Pobres se hizo público, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede,  el mismo día en que está fechado, en el Vaticano: 13 de junio de 2017, Memoria de San Antonio de Padua.
En la presentación, intervinieron Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y Mons. José Octavio Ruiz Arenas, secretario del mismo Consejo.
(CdM – RV)