lunes, 9 de enero de 2017

Construyan la paz promoviendo el desarrollo integral del hombre: el Papa a los Embajadores ante la Santa Sede

“La paz es un don, un desafío y un compromiso”: lo dijo el Papa hablando en la mañana de este lunes 9 de enero a los Embajadores acreditados ante la Santa Sede en ocasión de las felicitaciones por el año nuevo. En el extenso y rico discurso centrado en el tema de la paz el Pontífice expresó su deseo de que en este año “crezcan en nuestros países y sus pueblos las oportunidades para trabajar juntos y construir una paz verdadera”.
“Considero importante dirigir una palabra de esperanza” dijo Francisco explicando la elección centrar su discurso en el tema de la seguridad y de la paz, considerando “el clima general de preocupación por el presente y de incertidumbre y angustia por el futuro, en el que nos encontramos inmersos”.
A los embajadores presentes en la Sala Regia en el Vaticano, el Papa explicó que “la paz es un don porque brota del corazón de Dios; un desafío, porque es un bien que no se da nunca por descontado y debe ser conquistado continuamente; un compromiso, ya que requiere el trabajo apasionado de toda persona de buena voluntad para buscarla y construirla”. No existe – aseguró después el  Pontífice - la verdadera paz si no se parte de una visión del hombre que sepa promover su desarrollo integral, teniendo en cuenta su dignidad trascendente, ya que ‘el desarrollo es el nuevo nombre de la paz’, como recordaba el beato Pablo VI.
En efecto el Obispo de Roma, recordando la reciente celebración de la 50 Jornada Mundial de la Paz, instituida por el beato Pablo VI afirmó,  citando la Constitución pastoral Gaudium et Spes, que “para los cristianos la paz es un don del Señor, aclamada y cantada por los ángeles en el momento del nacimiento de Cristo.  Es un bien positivo – dijo – fruto del orden asignado a la sociedad humana por Dios y no es la mera ausencia de la guerra. No se reduce sólo al establecimiento de un equilibrio de las fuerzas adversarias, sino que más bien exige el compromiso de personas de buena voluntad sedientos de una justicia más perfecta”.
En este sentido el Pontífice manifestó “la viva convicción de que toda expresión religiosa está llamada a promover la paz” no sin antes constatar que “desgraciadamente, todavía hoy, la experiencia religiosa, en lugar de abrirnos a los demás, puede ser utilizada a veces como pretexto para cerrazones, marginaciones y violencias”. “Me refiero en particular – agregó el Papa -  al terrorismo de matriz fundamentalista, que en el año pasado ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo”.
De ahí su llamado “a todas las autoridades religiosas para que unidos reafirmen con fuerza que nunca se puede matar en nombre de Dios. El terrorismo fundamentalista  - aseveró - es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a menudo a una considerable pobreza social que sólo podrá ser plenamente vencido con la acción común de los líderes religiosos y políticos”. 
(MCM-RV)

Papa: Conocer, adorar y seguir a Jesús, el único Salvador

La vida cristiana es sencilla, no se necesitan cosas extrañas o difíciles, basta poner a Jesús en el centro de nuestras elecciones cotidianas. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el segundo lunes de enero, en el día del inicio del Tiempo ordinario.
Después de la Navidad, con el comienzo del nuevo tiempo litúrgico, el tiempo ordinario, pero en cuyo centro de la vida cristiana – observó el Papa – está siempre Jesús, que es la primera y la última Palabra del Padre, “el Señor del universo”, el “Salvador del mundo. No hay otro, es el único”:
“Este es el centro de nuestra vida: Jesucristo. Jesucristo que se manifiesta, se hace ver y nosotros estamos invitados a conocerlo, a reconocerlo, en la vida, en las tantas circunstancias de la vida, reconocer a Jesús, conocer a Jesús: ‘Pero yo, padre, conozco la vida de aquel santo, de aquella santa, o también las apariciones de aquel de allá y de allá…’. Esto está bien, los santos son los santos, ¡son grandes! No todas las apariciones son verdaderas, ¡eh! Los santos son importantes pero el centro es Jesucristo: ¡Sin Jesucristo no hay santos! Y aquí la pregunta: ¿El centro de mi vida es Jesucristo? ¿Cuál es mi relación con Jesucristo?”.
Tres tareas para hacer que Jesús esté en el centro de la vida
El Papa Bergoglio indicó tres tareas “para asegurarnos que Jesús esté en el centro de nuestra vida”: ante todo conocerlo para reconocerlo. Y recordó que en su tiempo, muchos no lo reconocieron: “Los Doctores de la ley, los sumos sacerdotes, los escribas, los saduceos y algunos fariseos”. Es más – prosiguió diciendo Francisco – “lo persiguieron, lo mataron”. De ahí la necesidad de preguntarse: “¿A mí me interesa conocer a Jesús? ¿O quizás tengo más interés por las telenovelas o las charlas; o las ambiciones, o por conocer la vida de los demás?”.
“Para conocer a Jesús  – explicó el Santo Padre – está la oración, el Espíritu Santo”, pero también está el Evangelio, que hay que llevar siempre consigo para leer un pasaje todos los días: “Es el único modo de conocer a Jesús”. Y “el Espíritu Santo hace después el trabajo. Ésta es la semilla que hace germinar y crecer, es el Espíritu Santo”.
Segunda tarea
La segunda tarea es adorar a Jesús. No sólo pedirle cosas y agradecerle. El Pontífice se refirió a dos modos de adorar a Jesús: “La oración de adoración en silencio” y “después quitar de nuestro corazón las otras cosas que adoramos, que nos interesan más. No, sólo Dios”. “Las otras cosas sirven, sirven si yo soy capaz de adorar sólo a Dios”:
“Hay una pequeña oración que nosotros rezamos; el Gloria: ‘Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo’, pero tantas veces la decimos como loros. Pero esta oración ¡es adoración! ‘Gloria’: yo adoro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Adorar, con pequeñas oraciones, con el silencio ante la grandeza de Dios, adorar a Jesús y decir: ‘Tú eres el único, tú eres el principio y el fin, y contigo quiero permanecer toda la vida, toda la eternidad. Tú eres el único’. Y expulsar las cosas que me impiden adorar a Jesús”.
Tercera tarea
La tercera tarea – subrayó el Pontífice – es la que propone el Evangelio del día en que Jesús llama a los primeros discípulos a seguirlo. Significa poner a Jesús en el centro de nuestra vida:
“La vida cristiana es sencilla, es muy simple, pero tenemos necesidad de la gracia del Espíritu Santo para que despierte en nosotros este deseo de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús. Por esto hemos pedido al Señor, al inicio, en la oración Colecta, conocer lo que debemos hacer y tener la fuerza para hacerlo. Que en la sencillez de cada día  – porque para cada día para ser cristianos no son necesarias cosas extrañas, cosas difíciles, cosas superfluas, no, es sencillo – el Señor nos dé la gracia de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

Francisco: "La inmigración es la mayor emergencia en Europa desde el fin de la II Guerra Mundial"



 "Estoy convencido de que no serán las burocracias o los instrumentos de las altas finanzas los que nos salvarán de la crisis actual y resolverán el problema de la inmigración, que para Europa es la mayor emergencia después del fin de la Segunda Guerra Mundial". El Papa Francisco subraya la relevancia del drama de los refugiados en una entrevista con motivo de la publicación de "De viaje", del vaticanista Andrea Tornielli.
En el libro, se incluye una conversación entre Bergoglio y Tornielli sobre los retos, anécdotas y la seguridad de los viajes papales. En la misma, el Papa confiesa que el único país de la Unión Europea al que ha viajado ha sido Grecia, y fue por la tragedia de Lesbos "para reunir y consolar a los refugiados".
"He preferido privilegiar a los países en los que puedo dar una pequeña ayuda, apoyar a quienes, a pesar de las dificultades y los conflictos, trabajan por la paz y por la unidad", explica Francisco, quien reconoce que no le gusta viajar y que no esperaba desplazarse tanto.
El primer viaje, no programado, fue el de Lampedusa. "Comprendí que debía viajar después de la misión a Lampedusa", confiesa el Papa, quien recuerda que dicha visita "no estaba en programa, no había invitaciones oficiales. Sentí que tenía que ir, me habían tocado y conmovido las noticias sobre los migrantes muertos en el mar, ahogados. Niños, mujeres, hombres jóvenes... Una tragedia angustiosa. Vi las imágenes del rescate de los sobrevivientes, recibí testimonios sobre la generosidad y la acogida de los habitantes de Lampedusa. Era importante ir allá".
 Después, la JMJ de Brasil, ya prevista, y desde allí el convencimiento de que "debo hacer viajes, ir a visitar las Iglesias, alentar las semillas de esperanza que hay en ellas".
En cuanto a la agenda, el Papa admite que "he tratado de eliminar completamente los almuerzos con los representantes", durante las visitas, porque lo importante es saludar y encontrarse con el pueblo. Siempre, eso sí, sabiendo que no es a él a quien le vitorean, sino a lo que representa. "El primer sentimiento es el de quien sabe que están los "¡Hosanna!", pero como leemos en el Evangelio, pueden llegar también los "¡Crucifíquenlo!"".

Sobre la seguridad, Francisco muestra su agradecimiento a los gendarmes y los guardias suizos "porque se han adaptado a mi estilo. No logro moverme en coches blindados o en el papamóvil con vidrios anti-proyectiles cerrados".
Pese a comprender la preocupación por la seguridad, el Pontífice incide en que "un obispo es un pastor, un padre, no pueden existir demasiadas barreras entre él y la gente. Por este motivo, desde el principio dije que habría viajado solo si hubiera podido tener siempre el contacto con las personas".
"Soy consiente de que se pueden correr riesgos. Pero debo decir que, tal vez seré inconsciente, no temo por mi persona (...). Siempre existe el peligro de un gesto inconsulto por parte de algún loco. Pero siempre está el Señor", concluye Bergoglio.
Jesús Bastante

“La fe no es recitar el Credo los domingos en misa, la fe es confiar en Dios, confiarse en Dios”


Es ya una tradición, de las más bellas del Vaticano. En la solemnidad del Bautismo del Señor, el Papa bautizó en la capilla Sixtina a 28 niños, en su mayor parte hijos de trabajadores de la Santa Sede. La más impresionante obra de arte creada por el ingenio humano, conquistada por los llantos de los pequeños, las risas y complicidades de las familias, los gestos de cariño de un Papa que hoy, es más "padre Jorge" que nunca.
Paolo, Francisco, Alicia, Alesandro, Gregorio, Federico, Elisa, Letizia, Sara... fueron algunos de los nombres que los padres pronunciaron cuando el Papa les preguntó por sus intenciones para sus hijos, a los que después impuso el signo de la cruz con sus manos, una sonrisa y una mirada cómplice con los padres.
Durante las lecturas, muchas madres (y algún padre), aprovecharon para dar pecho o biberón a sus hijos. "Éste es mi hijo, el Elegido", se escuchó a Isaías, y después al propio Evangelio, y los progenitores sintieron que en su caso, así era. En el de todos los niños y niñas venidos al mundo gracias al amor de sus padres.
En su breve homilía, totalmente improvisada, el Papa se dirigió a los padres. "Ustedes han pedido para sus hijos la fe que les será dada en el Bautismo. Esto significa vida de fe, porque la fe debe ser vivida, y hay que caminar por el camino de la fe, y dar testimonio de la fe".
"La fe no es recitar el Credo los domingos en misa", recordó el Papa. "La fe no es solo esto, la fe es creer en la Verdad de Dios Padre que ha enviado a su Hijo, y el Hijo nos da el Espíritu que nos vivifica, pero la fe es confiar en Dios, confiarse en Dios. Y eso es lo que tienen que enseñarle a los hijos con el ejemplo".
 "La fe es la luz", recordó, señalando cómo "en esta ceremonia les será entregada una vela encendida, como en los primeros días de la Iglesia, donde el Bautismo se llamaba 'iluminación', porque la fe ilumina el corazón, hace ver las cosas con otra luz".

"Ustedes pidieron la fe, la Iglesia da la fe con el Bautismo a sus hijos, y ustedes tienen el compromiso de hacerla crecer, custodiarla, y que se convierta en testimonio para todos. Este es el sentido de esta celebración", recalcó. "Sólo quería decirles esto: custodiar la fe, hacerla crecer, de modo que sea testimonio para los otros".
Justo en ese momento, un niño arrancó a llorar, y le siguieron otros. "Ahora... ha comenzado el concierto, ¿eh?", sonrió Francisco. "Los niños se encuentran en un lugar que no conocen, los han levantado antes de lo común... empieza uno, 'da la nota' y los otros imitan. No se preocupen: Jesús también hizo lo mismo, a mí me gusta pensar que la primera predicación de Jesús ha sido un llanto".
"La ceremonia es larga, alguno llora de hambre. Si es así, ustedes, sin vergüenza, denles de mamar, como la Virgen daba de mamar a Jesús", les pidió el Papa, quien concluyó sus palabras, previas a la imposición del agua, recordando a los padres: "No se olviden: han pedido la fe, tienen el compromiso de hacer crecer esta fe, de modo que se convierta en testimonio para todos nosotros, también para obispos sacerdotes, todos".
Jesús Bastante

¿Las parroquias? No solo sacramentos. La conversión pastoral llega a España



Parroquias de toda España están cambiando la mentalidad, los horarios, las catequesis, las estructuras… Y están compartiendo sus experiencias para evangelizar con más eficacia y profundidad
A 30 kilómetros de Madrid por la A-1 se encuentra el templo de Santo Domingo de la Calzada, de la diócesis de Alcalá de Henares. La parroquia tiene un perfil que ya querrían muchos sacerdotes en España: la iglesia llena durante la Misa dominical, muchos niños y familias, actividades diarias, cinco o seis horas de confesionario cada domingo… Hace apenas cuatro años, la parroquia albergaba también muchas iniciativas: adoración nocturna, cursos Alpha, grupos de formación como continuación de Alpha, Mother´s prayers, el oratorio de niños pequeños como catequesis de poscomunión, una semana de evangelización en la parroquia… Pero su párroco, José María Lamadrid, percibía que algo no funcionaba bien. En verano de 2013, José María estaba con la lengua fuera y con una sensación: «Aquí falta algo…».
Lamadrid, que a principios del mes de diciembre organizó junto a Alpha España el primer Encuentro de parroquias sobre liderazgo y experiencias prácticas para la conversión pastoral, se dio cuenta de que «faltaba una unidad interna. Hacíamos muchas cosas y yo no podía con todo. Ahí se confirmó mi runrún: no se trata de hacer 20.000 cosas puntuales, sino de hacer de la parroquia una comunidad de fieles que se acerquen al Señor y puedan crecer en la fe».
Así que convocó a sus colaboradores más cercanos para ponerse delante del Señor y preguntarle: «¿Por dónde quieres que vayamos?». De ahí surgió un consejo de evangelización que empezó a reunirse todos los sábados por la mañana para celebrar la Eucaristía, rezar juntos y compartir inquietudes. «Poco a poco nos dimos cuenta de que había que parar cosas: algunos grupos, actividades y charlas dejaron de funcionar», dice el párroco. «Empezamos a entender que no se trata de introducir más y más cosas, sino que la conversión pastoral es, en primer lugar, un cambio de mentalidad que luego se traduce en la actividad. En realidad hemos adoptado pocas novedades en los últimos tres años, porque lo primero es rezar y pensar, orar y trabajar. Es un asunto más de claves que de iniciativas».
En todo este proceso no ha estado solo: «No todo gira alrededor del cura. La relación entre sacerdotes y laicos tiene que renovarse. Tenemos que trabajar juntos, no para hacer lo que yo quiera, o lo que los laicos quieran, sino lo que quiere Dios. Si la gente está tocada por Dios lo va a hacer bien. No se puede tener todo controlado, porque las cosas no avanzan y los curas se queman». Por este motivo, uno de los requisitos para participar en el encuentro de diciembre fue que los sacerdotes tenían que acudir junto a un equipo de cuatro o cinco colaboradores laicos de su parroquia.
Hoy, Santo Domingo está creciendo a un ritmo sostenible, con una renovación tranquila. El consejo de evangelización sigue trabajando, toda la catequesis de la parroquia se ha puesto en clave de oratorio de niños pequeños, hay un equipo de acogida en las oraciones mensuales que se quiere trasladar a la Eucaristía dominical, se está introduciendo una música más actual en las celebraciones… En definitiva «no hay que tener miedo de cambiar cosas, de intentar una transmisión de la fe más eficaz. Estamos explorando. La visión es hacer una comunidad cristiana de discípulos misioneros, de gente que va a la parroquia y vive su fe y la transmite en su vida diaria», explica Lamadrid.
«Los cambios de mentalidad en cualquier organización duran varios años», concluye el párroco. Pero hay que hacerlos. Y empezar por lo más necesario: «Toda renovación empieza por la oración».
Más libertad
En esta primera fase de la conversión pastoral está la parroquia de Nuestra Señora de Fuente del Fresno, en la diócesis de Madrid. El párroco, Javier Sánchez Cervera, explica que «a primera vista no funciona nada mal: hay actividades bonitas, buen ambiente…, pero eso no vale, porque hay un 80 % de personas del entorno de la parroquia que no vienen nunca».
¿Qué se puede hacer? «Hay que descubrir cuál es el plan que está en la mente de Dios para que todos los vecinos sean santos. Si no, estamos perdiendo el tiempo». ¿Y cómo hacerlo? «No se trata de pensar actividades variadas para los que ya vienen a Misa. Además, las iniciativas son lo de menos, son lo último». En su caso, constató que «las parroquias, tal como están hoy planteadas, no funcionan porque no evangelizan y no conducen a la gente a un encuentro real con Cristo. Y no son sostenibles, porque dependen del párroco en todo: hay parroquias que van bien, pero cambian al párroco y se hunden».
Por eso en Fuente del Fresno han empezado por el principio: «Me di cuenta de que no estaba en condiciones de hacerlo yo todo, de que necesitaba rodearme de gente y de mirar a Cristo juntos y preguntarle: ¿Qué debemos hacer?». Desde hace un año, un grupo de 15 personas se reúne regularmente «para rezar, hablar y ver dónde quiere Dios que vayamos».
Este cambio de mentalidad otorga además una gran libertad pastoral: «Lo importante no son los números, sino saber si cada cosa que hagas es lo que Dios quiere para esta parroquia. Se te podría ocurrir: ¿Y si quitáramos las catequesis de Confirmación y las convirtiéramos en excursiones los fines de semana? Pero lo hemos hecho siempre así. ¿Y qué? Si algo no ayuda lo quitamos, y no pasa nada». Además, el Espíritu Santo renueva en quienes se embarcan en esta aventura el don del temor de Dios, «porque perciben que esta llamada que Dios nos está haciendo es algo muy grande, que nos supera y que es obra suya», concluye.
«Queremos hacer cristianos»
Esta audacia a la hora de replantearse la transformación de «las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial», como pide el Papa Francisco en Evangelii gaudium, ha llevado a Modesto Álvarez, párroco de San Francisco de Sales, en Parla, diócesis de Getafe, a adecuar el itinerario catequético de la Iniciación cristiana a cada uno de los niños, no a dividirlos por edades. «Hay niños que antes de cumplir la edad habitual en la que se hace la Primera Comunión ya están preparados para confesarse y comulgar, y lo hacen a los 7 años».
En su parroquia, los dos primeros años de catequesis de Primera Comunión consisten en una celebración de la Palabra previa a la Misa dominical, siempre con las familias: «Los niños necesitan la experiencia de fe de sus padres, no basta solo con las catequesis», explica Modesto. ¿El riesgo? Que haya familias que deciden llevar a sus hijos a otras parroquias. «Pero es que nosotros no damos cursillos para recibir sacramentos y ya está. Nosotros queremos hacer cristianos».
Esta mentalidad influye también en la celebración del domingo. En San Francisco de Sales solo hay una Eucaristía dominical, «porque somos una única comunidad. Y la preparamos muy bien: la homilía, la música, un equipo de acogida… Es una Misa larga, de más de una hora, y es muy bonito ver que la gente se queda después en la puerta hablando, los niños jugando por ahí, haciendo vida comunitaria… De ahí han surgido peregrinaciones, encuentros, vacaciones parroquiales…».
Como en otros casos, el cambio comenzó con la creación de un pequeño equipo y perdiendo el miedo a que la parroquia «sea algo más que un dispensario de servicios religiosos».
No es proselitismo
En Nuestra Señora de la Asunción, en Cadalso de los Vidrios, diócesis de Getafe, «lo que marcó la diferencia fue crear un equipo para preguntarle a Dios qué quiere de nuestra parroquia», dice Carlos Ruiz, el párroco. «Creamos un núcleo y nos pusimos a la escucha de Dios, no para ver cómo podemos traer más gente a Misa, que eso es proselitismo, sino para ver qué necesita la gente del pueblo y qué les podemos ofrecer».
«Ojo, la conversión pastoral no se puede quedar en un lema bonito y seguir haciendo lo mismo», dice Julio Segurado, párroco de San Pedro Poveda, en Jaén. En su parroquia han probado muchas cosas en los últimos años, pero siempre en una clave: grupos pequeños en torno a un café o algo de comida, en un ambiente relajado que propicie el diálogo. «No queremos hacer alumnos –dice Julio–. No podemos seguir repitiendo esta metodología. Nuestro lema: Más adultos y menos niños; más laicos y menos clero».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Alfa y Omega

Este es mi Hijo amado



Cerramos el tiempo de Navidad celebrando el Bautismo del Señor. A recibir el Bautismo de Juan acudían de toda la región. De esta manera, escuchaban la predicación de Juan y, tras someterse a este rito de purificación, se disponían a acoger con sinceridad el Reino de Dios, que estaba a punto de llegar. La página del Evangelio que hoy tenemos ante nosotros presenta a Jesús siendo bautizado por Juan en el río Jordán. El primer acto de la vida pública del Salvador consiste en una inmersión, a través de la cual nos muestra que ha venido a sumergirse en nuestra realidad para hacernos participar de la suya, que es ante todo vida. No solo se encarna, nace y crece, como cualquiera de nosotros, sino que, sin tener pecado alguno, quiso ser contado entre los pecadores. El gesto de Jesús no ha de ser entendido, sin más, como un acto de humildad de quien no hace alarde de su categoría de Dios. Jesús nos quiere enseñar también desde el principio de su ministerio que ha venido a cumplir por completo la voluntad del Padre.
El espíritu de Dios se posa sobre él
En efecto, colocarse en esa fila significaba humillarse y desear para sí un cambio de vida moral. De ahí que Juan intentara disuadir a Jesús, ya que era inimaginable un Mesías penitente o necesitado de purificación alguna. Sin embargo, lo que Jesús estaba haciendo era anticipar la misericordia que más adelante ejercería con los pecadores y preparando el momento en el que con su muerte en la cruz asumiría por completo el peso del pecado del mundo. Pero el sentido del Bautismo de Cristo va más allá de la solidaridad con el hombre, dañado por el mal. Con esta acción, el Señor revelará, ante todo, que ha sido ungido por Dios para salvar al mundo. Así pues, al salir Jesús del agua «se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba». Una voz de los cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco». Estamos, pues, ante una nueva manifestación de Cristo. Adorado por los pastores el día de Navidad y por las naciones, representadas en los Magos, el día de la Epifanía, Jesús se revela ahora como Cristo-ungido. El fragmento evangélico permite ver, asimismo, que Jesús porta consigo una misión: transmitir la vida divina en abundancia a través de la presencia y la acción del Espíritu Santo.
Ser hijos en el Hijo
De esta manera, Jesús cambia para siempre el sentido del Bautismo. De ser un signo de conversión y penitencia, se convertirá ahora en un sacramento que transmite la vida nueva en el Espíritu a quien lo recibe. Por eso, es muy recomendable llevar a los niños a bautizar cuanto antes. De igual modo que los padres están atentos para que a los hijos no les falte nada que les ayude a crecer físicamente, han de preocuparse también por su vida espiritual, introduciéndolos desde pequeños en la vida de la Iglesia. Bautizar a los niños significa no solo cumplir con el mandato del Señor, formulado al final del Evangelio de Mateo. Supone, antes que nada, participar de la vida en el Espíritu de Cristo-ungido. Para que la gracia divina quede preservada en quienes son bautizados, es importante reconocerse miembros de una comunidad viva, que es la Iglesia. No caminamos aisladamente, sino que somos parte de un pueblo escogido por Dios. Es necesario, por lo tanto, ser conscientes de la dimensión comunitaria de la fe y de que a todos los que participamos en las celebraciones litúrgicas nos une la gracia bautismal, que hemos recibido como don. Por eso, es bueno hacer memoria de nuestro Bautismo con frecuencia. No es casualidad que la celebración eucarística del domingo pueda dar comienzo con la aspersión del agua bendita sobre nuestras cabezas, recordando así que un día fuimos bautizados.
Daniel A. Escobar Portillo
Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid
Alfa y Omega

ADORAD A DIOS, TODOS SUS ÁNGELES




Del Salmo 96:

 Adorad a Dios, todos sus ángeles

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Justicia y derecho sostienen su trono.

 Adorad a Dios, todos sus ángeles

Los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Ante Él se postran todos los dioses. 

 Adorad a Dios, todos sus ángeles

Porque Tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. 

 Adorad a Dios, todos sus ángeles


VENID CONMIGO (EVANGELIO DE HOY)





Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.

Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 

Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra de Dios

Anuncien el Evangelio con mansedumbre y firmeza, con el estilo humilde Jesús, el Papa en el Ángelus


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, fiesta del Bautismo de Jesús, el Evangelio (Mt 3,13-17) nos presenta la escena que tuvo lugar a orillas del río Jordán: en medio de la muchedumbre penitente que avanza hacia Juan el Bautista para recibir el Bautismo está también Jesús – hacía la fila. Juan quisiera impedírselo diciendo: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti” (Mt 3,14). En efecto, el Bautista es consciente de la gran distancia que existe entre él y Jesús. Pero Jesús ha venido precisamente para colmar la distancia entre el hombre y Dios: si Él está todo de parte de Dios y también todo de parte del hombre, reúne lo que estaba dividido. Por esto pide a Juan que lo bautice, para que se cumpla toda justicia (cfr. v. 15), es decir, para que se realice el designio del Padre, que pasa a través del camino de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador, el camino de la humildad y de la plena cercanía de Dios a sus hijos. ¡Porque Dios tan cercano a nosotros, tanto!
En el momento en el que Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del río Jordán, la voz de Dios Padre se hace sentir desde lo alto: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección” (v. 17). Y al mismo tiempo el Espíritu Santo, en forma de paloma, se posa sobre Jesús, que da públicamente comienzo a su misión de salvación; misión caracterizada por un estilo de siervo humilde y dócil, dotado sólo de la fuerza de la verdad, como había profetizado Isaías: “El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad” (42,2-3). Siervo humilde y manso, he aquí el estilo de Jesús y también el estilo misionero de los discípulos de Cristo: anunciar el Evangelio con mansedumbre y firmeza, sin gritar, si gritar a nadie, sin arrogancia o imposición. La verdadera misión no es jamás proselitismo sino atracción a Cristo. ¿Pero cómo se hace esto? Con nuestro testimonio, a partir de la fuerte unión con Él en la oración, en la adoración y en la caridad concreta, que es servicio a Jesús presente en el más pequeño de los hermanos. A imitación de Jesús, pastor bueno y misericordioso, y animados por su gracia, estamos llamados a hacer de nuestra vida un testimonio alegre que ilumina el camino, que lleva esperanza y amor.
Esta fiesta nos hace redescubrir el don y la belleza de ser un pueblo de bautizados, es decir, de pecadores - todos lo somos - salvados por la gracia de Cristo, insertados realmente, por obra del Espíritu Santo, en la relación filial de Jesús con el Padre, recibidos en el seno de la madre Iglesia, hechos capaces de una fraternidad que no conoce confines y barreras.
La Virgen María nos ayude a los cristianos a conservar una conciencia siempre viva y agradecida de nuestro Bautismo y a recorrer con fidelidad el camino inaugurado por este Sacramento de nuestro renacimiento. Y siempre humildad, mansedumbre y firmeza.
(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, RV)

«La fe es luz y deben hacerla crecer para que se convierta en testimonio», el Papa en la fiesta del Bautismo del Señor


Queridos padres, ustedes han pedido para sus hijos la fe, que les será dada en el bautismo. La fe, esto significa vida de fe porque la fe debe ser vivida, y caminar por el camino de la fe y dar testimonio de la fe. La fe no es recitar el credo los domingos cuando vamos a la misa, la fe no es solamente ésto. La fe es creer en la verdad de Dios Padre que ha enviado a su Hijo y el Hijo nos da el espíritu que nos vivifica. La fe es confiar en Dios y eso es lo que ustedes tienen que enseñar a sus hijos con el ejemplo y con la vida.
La fe es luz. En esta ceremonia les será dada una vela encendida como en los primeros días de la Iglesia, y por eso en aquel tiempo el bautismo se llamaba la iluminación porque la fe ilumina el corazón, “hace ver las cosas con otra luz”. Ustedes han pedido la fe, la Iglesia da la fe con el bautismo a sus hijos, y ustedes tienen el compromiso de hacerla crecer, custodiarla y que se convierta en testimonio para todos los demás. Éste es el sentido de esta celebración, solamente esto quería decirles: custodiar la fe, hacerla crecer, de modo que sea testimonio para los otros.
Después... ha comenzado el concierto, (haciendo alusión a los llantos de algunos de los bebés durante la ceremonia) porque los niños se encuentran en un lugar que no conocen, los han levantado antes de lo común, empieza uno… da la nota, y los otros imitan… sencillamente porque ha llorado el otro. Jesús también hizo lo mismo, a mí me gusta pensar que la primera predicación de Jesús en el pesebre fue un llanto. Después como la ceremonia es muy larga, algunos lloran de hambre. Si es así, ustedes madres, sin vergüenza denles de mamar, como la Virgen daba de mamar a Jesús. No se olviden: ustedes han pedido la fe, ustedes tienen el compromiso de hacer crecer esta fe de modo que se convierta en testimonio para todos nosotros, también para nosotros, obispos, sacerdotes...todos. Gracias.
Posteriormente, la ceremonia prosiguió con los demás ritos preparatorios como la bendición del agua, la renuncia de los padres y padrinos al pecado, la profesión de fe y la pregunta formulada sobre el deseo de que el niño sea bautizado. 
Pueden visualizar el evento completo y escuchar la crónica de Radio Vaticana en nuestro canal de Youtube.
(SL-RV)
(from Vatican Radio)