domingo, 29 de septiembre de 2013

¿y si fuera Yo?

En mi casa, junto al escritorio y la computadora, tengo un pequeño reclinatorio donde me arrodillo a hablar con el Señor… y aunque en mi estudio hay varios crucifijos, íconos e imágenes de Jesús y María, lo que cuelga frente al reclinatorio es una serigrafía de un Jesús pordiosero, que se resguarda de la lluvia mientras pide limosna. Es un Jesús con unos ojos penetrantes –dulces y a la misma vez, profundos– en los que me sumerjo mientras hago mis oraciones. En la parte de abajo, el artista escribió el título de la obra: “¿y si fuera Yo?”
La vida del cristiano es un constante encontrarse con Jesús. Le encontramos en los sacramentos, en la Eucaristía, en la Escritura. También le encontramos en el silencio, en la oración, en la naturaleza. Pero lo que más nos cuesta y que el Señor nos pide con más insistencia es que le encontremos en el prójimo, especialmente en aquel que sufre y que más necesita de nuestra ayuda.
La parábola de Lázaro y el rico, que la liturgia nos presenta hoy, es una denuncia social. El rico, el que tiene bienes, los tiene porque Dios se los ha permitido. Pero esos bienes no son solamente para su disfrute sino que, como dijo el beato Juan Pablo II en varias ocasiones, sobre ellos pesa una gran hipoteca social. Dicho de otra manera, lo que tenemos –sea mucho o poco– lo tenemos para compartirlo con los demás. El pecado del rico es su indiferencia ante el dolor y la necesidad de Lázaro. Es ver su sufrimiento día tras día, ver cómo moría poco a poco sin que él moviera un dedo por ayudarlo.
Esta enseñanza de Jesús debería ser aún más importante, más radical y más urgente para nosotros. Jesús se ha hecho vida en el mundo, ya no se trata de una historia sobre dos hombres, sino de nuestro encuentro personal con el dolor del que sufre… y de una realidad que, como cristianos, no podemos rechazar: ése podría ser Jesús.

En este día te invito a mirar más allá de lo evidente, y a ver en tu hermano al Jesús que sufre, que necesita y que espera por ti.
Fuente: Tengo sed de Ti

Estoy vivo otra vez