lunes, 18 de abril de 2016

Testimonio de Julio Parrilla Díaz, obispo de Riobamba. El terremoto desde la Iglesia de Ecuador



"Es el momento en el que Dios nos quiere humildes, resistentes, solidarios y fraternos"


El terremoto que ha asolado nuestra costa del Pacífico, fue el sábado, día 16 de abril, a las 7,00 h de la tarde. De noche. Las sombras envolvían el desastre y sólo en la mañana del domingo nos dimos cuenta de sus dimensiones...
Especialmente, la provincia de Manabí aparecía devastada. Portoviejo, la capital, se llenaba de escombros: casas, hoteles, centros comerciales, se vinieron abajo y hoy esconden cantidad de cadáveres y alguna gente con vida que grita y pide socorro. La cifra oficial de muertos, en este momento, llega a los 272, pero serán muchos más. Los heridos pasan de 3.000 y la gente que necesita ayuda ronda las 100.000 personas. Son las cifras del momento. El futuro inmediato irá desvelando la realidad.

Este flagelo ocurre en momentos complicados para el país. Los excesos de la naturaleza nos acompañan siempre: antes eran las inundaciones por el invierno. Y, poco antes también, la erupción del Cotopaxi. Ahora este terrible seismo que deja al país en situación crítica. Económicamente, la recesión por la caída del precio del petróleo nos había puesto contra las cuerdas. Así que llueve sobre mojado... Será duro salir adelante y afrontar de forma eficaz este enorme agujero que se abre bajo nuestros pies.
Como ocurre siempre entre nosotros, el dolor deja también en evidencia la solidaridad. Pasado el momento álgido del desastre, todo el mundo participa y trata de dar una respuesta. Emociona el ver a tanta gente movilizada. Todo el mundo quiere hacer algo, aunque no se sepa bien qué es lo más urgente. Poco a poco, la solidaridad entrará por los cauces de una mayor racionalidad y organización. En países como el nuestro la capacidad de reacción es siempre lenta y deslavazada, pero el alma ecuatoriana está ahí presente, compartiendo dolores y necesidades.
La Iglesia trata de hacer su parte, acompañando al pueblo. Este es nuestro signo distintivo: acompañar, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte. En estos dos escasos días (ayer, domingo, la gente copaba las iglesias) hemos repetido insistentemente que hay que fomentar cuatro actitudes:confianza en Dios, que no abandona a su pueblo, unidad, manos a la obra y oración.
Son esos momentos en que las diferencias y los colores políticos, sociales o económicos quedan relativizados y diluidos en medio de la tragedia. Es el momento de sentirnos hermanos, amigos y compañeros. Es el momento en el que Dios nos quiere humildes, resistentes, solidarios y fraternos. Es el momento de sembrar esperanza.
 A lo largo de estos días nos uniremos a tantas iniciativas de ayuda. Todas las diócesis organizaremos colectas, recogida de víveres no perecibles, ropa, kits de aseo, etc. Por desgracia, somos expertos en aguantar. Así, poco a poco, la desgracia se va convirtiendo en gracia. La emoción por el dolor es sustituida por la emoción de colaborar y de hacer todo lo posible por sacar el país adelante.
No dejen de ayudarnos. En momentos así, la aldea global se convierte en una inmensa oportunidad para decirnos a nosotros mismos que somos humanos, que no dejamos de serlo, a pesar de la dureza de la vida, de la política o de los intereses inmediatos.

 (Julio Parrilla Díaz, Obispo de Riobamba en el Ecuador)

Homilía del Papa: quien sigue a Jesús no se equivoca

Si escuchamos la voz de Jesús y lo seguimos, no nos equivocaremos de camino. Fue el núcleo de la homilía del Papa Francisco durante la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que el Señor, el “Buen Pastor”, es la única puerta que nos puede hacer entrar en el recinto de la vida eterna. De ahí su admonición a no fiarse de supuestos videntes y cartománticos que nos llevan por un camino equivocado.

La puerta, el camino y la voz. Partiendo del Evangelio del día, el Pontífice se refirió al pasaje del Buen Pastor, para detenerse en tres realidades determinantes para la vida del cristiano. Y observó, ante todo, la advertencia de Jesús: “El que no entra en el recinto de las ovejas por la puerta”, sino que lo hace por otra parte, “es un ladrón y un bandido”. Porque Él es la puerta, y “no hay otra”.

Preguntémonos siempre si tomamos decisiones en nombre de Jesús

“Jesús  – destacó el Obispo de Roma – siempre hablaba a la gente con imágenes sencillas: toda aquella gente sabía cómo era la vida de un pastor”. Y aprendieron que “sólo se entra por la puerta del recinto de las ovejas”. Los que quieren entrar por otra parte, por la ventana o por otra parte, en cambio, son delincuentes:

“De manera tan clara habla el Señor. No se puede entrar en la vida eterna por otra parte que no sea la puerta, es decir, que no sea Jesús’. Es la puerta de nuestra vida y no sólo de la vida eterna, sino también de nuestra vida cotidiana. Esta decisión, por ejemplo, ¿yo la tomo en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús, o la tomo un poco – digámoslo con un lenguaje sencillo – la tomo de contrabando? ¡Sólo se entra en el recinto por la puerta, que es Jesús!”

Seguir a Jesús, no a los cartománticos y supuestos videntes

Por tanto Jesús – prosiguió explicando el Pontífice – habla del camino. El pastor conoce a sus ovejas y las conduce afuera: “Camina delante de ellas y las ovejas lo siguen”. El camino es precisamente esto – dijo también el Papa Bergoglio – “seguir a Jesús” en el “camino de la vida, de la vida de todos los días”. Y añadió que no es posible equivocarse, porque “Él va por delante y nos indica el camino”:
“¡Quien siegue a Jesús no se equivoca! ‘Eh, Padre, sí, pero las cosas son difíciles… Tantas veces yo no veo claro qué cosa hacer… Me dijeron que allá había una vidente  y fui allá, o allí; fui a lo del cartomántico, que me tiró las cartas…’ – ‘¡Si tú haces esto, no sigues a Jesús! Sigues a otro que te da otro camino, diverso. Él delante indica el camino. No hay otro que pueda indicar el camino’. Jesús nos ha avisado: ‘Vendrán otros que dirán: el camino del Mesías es esto, esto… ¡No lo escuchen! No los escuchen a ellos. ¡El camino soy Yo!’. Jesús es la puerta y también el camino. Si lo seguimos a Él no nos equivocaremos”.

Podemos escuchar la voz de Jesús en las Bienaventuranzas


Francisco se detuvo por último en la voz del Buen Pastor.  Y señaló que “las ovejas lo siguen porque conocen su voz”. A la vez que se preguntó ¿cómo podemos conocer la voz de Jesús, e incluso defendernos “de la voz de aquellos que no son Jesús, que entran por la ventana, que son delincuentes, que destruyen, que engañan?”:
"‘Yo te daré la receta, sencilla. Tú encontrarás la voz de Jesús en las Bienaventuranzas. El que te enseñe un camino contrario a las Bienaventuranzas, es uno que ha entrado por la ventana: ¡no es Jesús!’. Segundo: ‘¿Tú conoces la voz de Jesús? Tú puedes conocerla cuando nos habla de las obras de misericordia. Por ejemplo, en el capítulo 25 de San Mateo: ‘Si alguien te dice aquello que Jesús dice allí, es la voz de Jesús’. Y tercero: ‘Tú puedes conocer la voz de Jesús cuando te enseña a decir ‘Padre’, es decir, cuando te enseña a rezar el Padrenuestro”.

“Es tan fácil la vida cristiana – comentó el Santo Padre al concluir – Jesús es la puerta; Él nos guía en el camino y nosotros conocemos su voz en las Bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir ‘Padre’. Acuérdense – terminó diciendo el Papa – ‘la puerta, el camino y la voz. Que el Señor nos haga entender esta imagen de Jesús, este icono: el pastor, que es puerta, indica el camino y nos enseña a nosotros a escuchar su voz’”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

El Papa consagra a 11 diáconos y les pide: ‘Sean misericordiosos, muy misericordiosos’

En una solemne ceremonia en el Vaticano que coincide con la 53° jornada mundial de oración por las vocaciones
 (ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco presidió en este cuarto domingo de Pascua la santa misa en la basílica de San Pedro, en la que confirió la ordenación presbiterial a 11 diáconos.
En la solemne ceremonia en el Vaticano que coincide con la 53° jornada mundial de oración por las vocaciones, el Santo Padre vestía paramentos crema y dorado, color predominante de los concelebrantes, entres los cuales estaban el cardenal Agostino Vallini, vicario generale del Papa para la diocesi di Roma, y los superiores y los párrocos de los seminaristas ordenados.
El orden sagrado es uno de los siete sacramentos de la Iglesia, que se confiere en la ceremonia de consagración a quienes que han recibido un particular llamado de Dios para ser sacerdotes y que exige la dedicación plena y libre disposición.
La emotiva ceremonia de ordenación que incluyó diversos ritos como la postración, la imposición de las manos y la consagración de las manos, fue acompañada con la música polifónica y gregoriana del Coro Pontificio de la Capilla Sixtina.
De los 11 diáconos ordenados, 9 provienen de seminarios romanos: Pontificio Seminario Romano Mayor, Almo Colegio Capránica, Colegio Diocesano Redemptoris Mater, Seminario de Nuestra Señora del Divino Amor. Em cambio los dos restantes provienen de otros Colegios.
La homilía que el Santo Padre ha pronunciado, es en sustancia la ritual prevista en la edición italiana del Pontifical Romano para la ordenación de los presbíteros. En las partes en las que Francisco añadió o improvisó, invitó a los nuevos ordenados a “leer y meditar asiduamente la palabra del Señor para creer en lo que ha leído, enseñar lo que han aprendido de la fe, vivir lo que han enseñado”. Y añadió” Hagan memoria de vuestra historia, de aquel don de la palabra que el Señor les dio, a través de la mamá, de la abuela, de los catequistas, de toda la Iglesia”.
“Por favor –exhortó el Papa– pido en nombre de Cristo y de la Iglesia les pido de sean misericordiosos, muy misericordiosos”. Les subrayó también: “No se olviden de esto, elegidos. Es el Señor que les ha llamado uno a uno” y que han sido constituidos “a favor de ellos, no a favor de uno mismo”. La homilía concluyó invitando a tener  siempre delante de los ojos el ejemplo del Buen Pastor, “que no ha venido para ser servido, sino para servir, no para quedarse en sus comodidades sino para salir y buscar salvar lo que estaba perdido”.
Después de la consagración de los nuevos presbíteros el Santo Padre visiblemente emocionado les saludó uno a uno.
Concluida la santa misa, la ceremonia concluyó con el canto del Regina Coeli.

MI ALMA TIENE SED DE TI, SEÑOR , DIOS MÍO

Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el Rostro de Dios?

Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA EN ABUNDANCIA

Evangelio según San Juan 10,1-10.

Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.

El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.

Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".

Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia."