sábado, 30 de enero de 2016

El Padre Angel, desde Lesbos: "Es una vergüenza lo que estamos viendo"

Cada día llega a la isla 1.500 personas y permanecen en los campamentos unas 4.100
 Como dijo ya el Papa Francisco hace más de un año, el Mar Egeo, y también el Mediterráneo, se ha convertido en el mayor cementerio de Europa
El Padre Angel, presidente de Mensajeros de la Paz está visitando este fin de semana la isla de Lesbos, Grecia, donde cada día llevan más de mil personas provenientes de Turquía en pequeños botes. El Padre Angel ha dicho desde Lesbos que "sigue siendo una vergüenza lo que estamos viendo aquí. Como dijo ya el Papa Francisco hace más de un año, el Mar Egeo, y también el Mediterráneo, se ha convertido en el mayor cementerio de Europa".
"Hemos visto ya la crudeza de la vida de esta gente que lo único que quiere es vivir", añadió. Mensajeros de la Paz tiene montado un dispositivo en colaboración con la ONG Remar para atender a estos refugiados que llegan a la isla empapados después de hacer una travesía de unos seis kilómetros, que en muchos casos se convierte en su tumba debido al mal tiempo.
Mensajeros de la Paz y Remar llevan desde primeros de diciembre apoyando a estos refugiados y dando de comer a cientos de personas que permanecen unos días hasta que logran embarcar en un ferry hasta Atenas.
Cada día llega a la isla 1.500 personas y permanecen en los campamentos unas 4.100.
Desde la capital griega los refugiados viajan en dirección al norte de Europa. Mensajeros tiene con Remar un punto de apoyo en Atenas, otro en Croacia y tres en Serbia donde se reparten miles de raciones y alimentos. Igualmente tiene unas cuatrocientas camas en Presevo, en Serbia.

 (Mensajeros de la Paz).-

¡Todo cristiano es portador de Cristo! Audiencia Jubilar del Papa

Queridos hermanos y hermanas,
Entramos día tras día en lo principal del Año Santo de la Misericordia. Con su gracia, el Señor guía nuestros pasos mientras atravesamos la Puerta Santa y se nos acerca para permanecer siempre con nosotros, no obstante nuestras faltas y nuestras contradicciones. No nos cansemos jamás de sentir la necesidad de su perdón, porque cuando somos débiles su cercanía nos hace fuertes y nos permite vivir con mayor alegría nuestra fe.
Quisiera indicarles hoy la estrecha relación que existe entre la misericordia y la misión. Como recordaba San Juan Pablo II: «La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia y cuando acerca a los hombres a las fuentes de misericordia» (Enc. Dives in misericordia, 13). Como cristianos tenemos la responsabilidad de ser misioneros del Evangelio. Cuando recibimos una bella noticia, o cuando vivimos una bella experiencia, es natural que sintamos la exigencia de comunicarla también a los demás. Sentimos dentro de nosotros que no podemos contener la alegría que nos ha sido donada y queremos extenderla. La alegría suscitada es tal que nos lleva a comunicarla.
Y debería ser la misma cosa cuando encontramos al Señor. La alegría de este encuentro, de la misericordia: comunicar la misericordia del Señor. Es más, el signo concreto que de verdad hemos encontrado a Jesús es la alegría que sentimos en el anunciarlo también a los demás. Y esto no es “hacer proselitismo”: esto es hacer un don. Si, yo te doy aquello que me da alegría a mí. Leyendo el Evangelio vemos que esta ha sido la experiencia de los primeros discípulos: después del primer encuentro con Jesús, Andrés fue a decirlo enseguida a su hermano Pedro (Cfr. Jn 1,40-42), y
la misma cosa hizo Felipe con Natanael (Cfr. Jn 1,45-46). Encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor. Este amor nos transforma y nos hace capaces de transmitir a los demás la fuerza que nos dona. De alguna manera podremos decir que desde el día del Bautismo nos es dado a cada uno de nosotros un nuevo nombre agregado a aquel que ya nos dan mamá y papá, y este nombre es “Cristóforo”: todos somos “Cristóforos”. ¿Qué cosa significa? “Portadores de Cristo”. Es el nombre de nuestra actitud, una actitud de portadores de la alegría de Cristo, de la misericordia de Cristo. ¡Todo cristiano es un “Cristóforo”, es decir un portador de Cristo!
La misericordia que recibimos del Padre no nos es dada como una consolación privada, sino nos hace instrumentos para que también los demás puedan recibir el mismo don. Existe una estupenda circularidad entre la misericordia y la misión. Vivir de misericordia nos hace misioneros de la misericordia, y ser misioneros nos permite siempre crecer más en la misericordia de Dios. Por lo tanto, tomemos en serio nuestro ser cristianos, y comprometámonos a vivir como creyentes, porque sólo así el Evangelio puede tocar el corazón de las personas y abrirlo para recibir la gracia del amor, para recibir esta grande misericordia de Dios que acoge a todos. Gracias.
(Traducción del italiano: Renato Martinez – Radio Vaticano)


¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?

Tiene que ver con la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, en la que la luna llena les permitió huir sin ser descubiertos
Qué grande para los cristianos es celebrar, vivir y prolongar en la vida la presencia real del Señor en la liturgia. La liturgia permite a lo largo del año celebrar los misterios de la vida de Jesús teniendo su resurrección como eje. Y a este año se le conoce como ciclo o año litúrgico.
El concepto de año litúrgico suele asociarse con una expresión del evangelista Lucas 4, 19 tomada a su vez del libro del profeta Isaías 61, 2; se trata de la “proclamación del año de gracia del Señor”, es decir, del llamado a vivir el año como un tiempo de gracia y salvación.
Y el Año litúrgico se regula entre la fecha móvil de la Pascua (según el ciclo lunar), y su inicio, también móvil, relacionado con la Navidad.
La Navidad se celebra durante el solsticio de invierno (según el ciclo solar) convirtiendo la celebración popular pagana del nacimiento del sol invicto, en la celebración del nacimiento de Jesús.
¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha? Porque cambia la fecha de la fiesta de Pascua. Y la fiesta de Pascua de resurrección es móvil porque está ligada a la pascua judía.
El pueblo judío celebraba la fiesta de Pascua, llamada también ‘Fiesta de la Libertad’, conmemorando el fin de la esclavitud y su salida de Egipto.
Y según el judaísmo, los hebreos deben celebrar cada año la fiesta de Pascua durante toda una semana entre el 14 (la víspera del 15) y el 21 del mes de Nisan; días que empiezan con la primera luna llena de primavera.
El mes de Nisan es el primer mes del calendario hebreo bíblico (Ex 12, 2) porque en este mes salió el pueblo de Israel de Egipto. Dicho mes cae entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
Y la fiesta de Pascua la fijaban en base al año lunar y no al año solar del calendario civil. Recordemos que en las antiguas civilizaciones se empleaba el calendario lunar para calcular el paso del tiempo.
¿Por qué los judíos celebran su pascua con la primera luna llena de primavera? Porque la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y esto les permitió a los judíos huir de noche sin ser descubiertos por el ejército del Faraón al no depender de lámparas.
¿Y qué tiene que ver la Pascua judía con la Pascua cristiana? En la última cena, llevada a cabo el Jueves Santo, los apóstoles celebraron con Jesús la Pascua Judía, conmemorando el éxodo del pueblo de Israel, guiados por Moisés.
Podemos pues estar seguros que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua, era una noche de luna llena.


Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo en día de luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril.
Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.
Esta movilidad afecta no sólo a las fiestas que están relacionadas con la Pascua, sino también al número de semanas del tiempo ordinario; son las llamadas fiestas movibles, que varían cada año juntamente con la solemnidad de la Pascua, de la cual dependen.
Y el calendario civil vigente en Occidente se basa en la liturgia cristiana, pues el calendario gregoriano se fijó a partir  de la celebración de la Pascua de resurrección del Señor.
En un principio el cristianismo celebraba la Pascua (la resurrección del Señor) exactamente la misma fecha de la pascua judía; posteriormente Roma, tras una decisión del concilio de Nicea (año 325), impuso que la Pascua cristiana fuese en domingo.
Lo que estableció el Concilio de Nicea fue que esta fecha iba a estar marcada por la Luna, más exactamente por la Luna llena. El Domingo de Resurrección sería pues el domingo siguiente a la primera Luna llena primaveral en el hemisferio norte.
Ahora si el día de luna llena cae en domingo, la Pascua cristiana siempre se celebrará el domingo siguiente para no hacerla coincidir con la Pascua judía, según su calendario lunar.

La Pascua cristiana siempre se celebra en día domingo sin tener en cuenta si fue o no el día exacto en que históricamente resucitó Jesús.
Fuente: Aleteia

El Papa envía a 1.071 "misioneros de la Misericordia"

!,4 millones de personas han peregrinado a Roma en este mes.


Serán finalmente 1.071 los llamados "misioneros de la misericordia" que el papa Francisco enviará a todos los rincones del mundo para absolver los pecados, incluso los considerados más graves, como el aborto, durante el Año Santo que concluirá el 20 de diciembre.
El presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización y encargado de la organización del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, Rino Fisichella, anunció hoy el número final de estos "misioneros", una de las novedades de este Año Santo que convocó Francisco.
Fisichella explicó en una rueda de prensa quese había previsto unos movilizar a unos 800 misioneros, pero que al final serán 1.071 "debido a las numerosas peticiones de los obispos y de las candidaturas que han llegado al Vaticano".
En la bula en la que Francisco convocó el Jubileo se explicaba que estos misioneros serán enviados personalmente por el papa el próximo Miércoles de Ceniza, el 10 de febrero, con una celebración en la basílica de San Pedro, y que deberán ser, físicamente, "símbolos de la Misericordia que la Iglesia está llamada a experimentar durante este año".
Los misioneros, recordó Fisichella, proceden de todos los continentes, y especificó que llegan de "países lejanos y de fuerte significado" como Birmania, Líbano, China, Corea del Sur, Tanzania, Emiratos Árabes, Israel, Burundi, Vietnam, Zimbabue, Letonia, Timor Este, Indonesia, Tailandia y Egipto, entre otros.
El papa Bergoglio recibirá a cerca 700 de ellos el 9 de febrero y les indicará en un discurso cuál debe ser su misión.
El día siguiente en la ceremonia se les concederá la facultad de absolver los pecados, incluidos aquellos reservados a la sede apostólica, es decir que sólo puede perdonar el papa o los organismos designados por la Santa Sede
Estos son los que implican la excomunión "latae sententiae" (automática) y son "apostasía, herejía, cisma, profanación de la Eucaristía; atentado o violencia física contra el papa o la ordenación de obispos".
Los misioneros también podrán absolver el pecado del aborto, algo que hasta ahora sólo podían hacer el papa y los obispos.

(RD/Agencias)

COMENTARIO AL EVANGELIO DE LA TEMPESTAD CALMADA POR BENEDICTO XVI

Acabamos de escuchar el pasaje evangélico de la tempestad calmada… Jesús increpa al viento y ordena al mar que se calme, lo interpela como si se identificara con el poder diabólico. En la Biblia el mar se considera como un elemento amenazador, caótico, potencialmente destructivo, que sólo Dios, el Creador, puede dominar, gobernar y silenciar. (…)

El gesto solemne de calmar el mar tempestuoso es claramente un signo del señorío de Cristo sobre las potencias negativas e induce a pensar en su divinidad: "¿Quién es este —se preguntan asombrados y atemorizados los discípulos—, que hasta el viento y las aguas le obedecen?" (Mc 4, 41). Su fe aún no es firme; se está formando; es una mezcla de miedo y confianza. 
Por el contrario, el abandono confiado de Jesús al Padre es total y puro. Por eso, por este poder del amor, puede dormir durante la tempestad, totalmente seguro en los brazos de Dios. 

Pero llegará el momento en el que también Jesús experimentará miedo y angustia: cuando llegue su hora, sentirá sobre sí todo el peso de los pecados de la humanidad, como una gran ola que está punto de abatirse sobre Él. Esa sí que será una tempestad terrible, no cósmica, sino espiritual. Será el último asalto, el asalto extremo del mal contra el Hijo de Dios. Sin embargo, en esa hora Jesús no dudó del poder de Dios Padre y de su cercanía.

(…) El soplo del Espíritu Santo es más fuerte que cualquier viento contrario e impulsa la barca de la Iglesia y a cada uno de nosotros. Por eso debemos vivir siempre con serenidad y cultivar en el corazón la alegría, dando gracias al Señor. "Es eterna su misericordia". Amén. 
(Benedicto XVI, homilía del 21 de junio de 2009)

¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!



Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-41
Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos:
-«Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole:
-«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
-«¡ Silencio, enmudece! »
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
-«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?»
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
-« ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen! »
Palabra del Señor.

Homilía del Papa en Santa Marta: Pecadores sí, corruptos jamás

Oremos a Dios para que la debilidad que nos induce a pecar jamás se transforme en corrupción. A este tema, tantas veces afrontado, el Papa Francisco dedicó su homilía de la misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Refiriéndose a la historia bíblica de David y Betsabé, el Santo Padre Francisco subrayó que el demonio induce a los corruptos a no sentir, a diferencia de otros pecadores, la necesidad del perdón de Dios.
Se puede pecar de tantas maneras y por todo se puede pedir sinceramente perdón a Dios, sabiendo sin dudar que aquel perdón será obtenido. El problema nace con los corruptos. La cosa pésima de un corrupto – volvió a repetir el Papa Francisco – es que “un cor

rupto no tiene necesidad de pedir perdón”, porque le basta el poder sobre el que se basa su corrupción.
Dios no me sirve
Es el comportamiento que el rey David adopta cuando se enamora de Betsabé, esposa de un oficial suyo, Urías, que está combatiendo lejos. El Papa recorrió – citando incluso los pasos omitidos de la lectura para mantener su brevedad –la vicisitud narrada por la Biblia. Después de haber seducido a la mujer y de haber sabido que está embarazada, David arquitecta un plan para cubrir el adulterio. Llama del frente a Urías y le ofrece que vaya a su casa a descansar. Urías, hombre leal, no quiere ir a estar con su mujer mientras su hombres mueren en la batalla. Entonces, David lo intenta nuevamente, esta vez haciéndolo embriagar, pero ni siquiera esto funciona:
“Esto puso un poco en dificultad a David, quien se dijo: ‘Pero no, yo puedo lograrlo…’. Y escribió una carta, como hemos oído: ‘Pongan a Urías como capitán, en el frente de la batalla más dura, después déjenlo solo, para que sea herido y muera”. La condena a muerte. Este hombre, fiel – fiel a la ley, fiel a su pueblo, fiel a su rey – lleva consigo la condena a muerte”.
La “seguridad” de la corrupción
“David es santo, pero también pecador”. Cae en la lujuria y sin embargo – consideró Francisco – Dios lo “quería tanto”. Además, el Papa observó que “el grande, el noble David” así se siente seguro – “porque el reino era fuerte” – y después de haber cometido adulterio hace todo lo posible con tal de organizar la cuestión, incluso de manera mentirosa, hasta urdir y ordenar el asesinato de un hombre leal, haciéndolo pasar por una desgracia de guerra:
“Este es un momento en la vida de David que nos hace ver un momento por el cual todos nosotros podemos pasar en nuestra vida: es el paso del pecado a la corrupción. Aquí David inicia, da el primer paso hacia la corrupción. Tiene el poder, tiene la fuerza. Y por esto la corrupción es un pecado más fácil para todos nosotros que tenemos algún poder, ya sea poder eclesiástico, religioso, económico, político… Porque el diablo nos hace sentir seguros: ‘Yo lo logro’”.
“Pecadores sí, corruptos jamás”
La corrupción – de la que después por gracia de Dios David se rescatará – tiene el corazón mellado por aquel “muchacho valeroso” que había afrontado al filisteo con la honda y cinco piedras. El Santo Padre concluyó afirmando que deseaba subrayar sólo esto: “Hay un momento en que el hábito del pecado o un momento en que nuestra situación es tan segura y somos bien vistos y tenemos tanto poder” que el pecado deja “de ser pecado” y se convierte en “corrupción”. Y dijo que una de las peores cosas de la corrupción es que el corrupto no tiene necesidad de pedir perdón:
“Hagamos hoy una oración por la Iglesia, comenzando por nosotros, por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes, por los consagrados, por los fieles laicos: ‘Pero, Señor, sálvanos, sálvanos de la corrupción. Pecadores sí, Señor, lo somos todos, ¡pero corruptos jamás!’. Pidamos esta gracia”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).