sábado, 29 de abril de 2017

29 de abril: santa Catalina de Siena, virgen, doctora de la Iglesia y patrona de Europa


Esta mujer de salud débil fue un portento de actividad apostólica, de acción política y diplomática a favor de la Iglesia.
Nació en Siena, en la calle de los Tintoreros, el año 1347. Hija gemela con Giovanna, dato que no tiene nada de particular, salvo si se tiene en cuenta que antes que ellas le habían nacido a sus padres veintidós hermanos y aún después les vino el benjamín.
Hija de un tintorero, Giacomo Benincasa, casado con Lapa de Puccio del Pagianti. No aprendió nunca a escribir, aunque no por eso deja de ser Doctora de la Iglesia. Cuando le llegó el momento de decir cosas al mundo, siempre dictó su pensamiento irresistible.
Cuando tenía dieciséis años, ingresó en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo que eran llamadas «mantellate» por su manto negro sobre un hábito blando ceñido con una correa, y que se dedicaban a la atención de pobres y enfermos. Eran la Tercera Orden dominicana. La peste negra, que se llevó por delante más de un tercio de la ciudad, supuso una ocasión para vivir con heroísmo su amor al prójimo.
Terriblemente atormentada con tentaciones sutiles combatidas con mortificación interior y mucha penitencia exterior, se entregó a una actividad incansable, recibiendo abundantes gracias místicas y entremezclando dulzura en el trato con Jesús y con la Virgen. Fuerte por su espíritu de oración y penitencia, se dispuso a influir en personas de toda clase y condición con sus palabras y escritos. Muy pronto comenzó a dictar cartas sobre temas espirituales, que la proporcionaron todavía más admiración. En 1374, Raimundo de Capua, futuro rector general de la orden dominica, se convirtió en su director espiritual, quedando desde entonces asociado de forma estrecha a todas sus actividades.
Trabajó incansablemente por la paz y concordia de las ciudades; se la vio en Lucca, donde trató de impedir la alianza con Florencia, en contra del papa; o acercándose en misión de paz al castillo de Roca de Tentennano, en la Val d’Orca, para intentar apaciguar fuegos de pasiones y aplacar odios enconados; o en Florencia, en rebeldía y condenada a la pena de entredicho, a donde fue enviada por el papa para entablar negociaciones a pesar del tumulto y amenazas de muerte por parte de los florentinos, consiguiendo la paz, aunque ya fuera en tiempos de Urbano VI.
Defendió con energía los derechos y la libertad del Papa en aquellos tiempos difíciles del exilio de Avignon, a donde se desplazó, en 1376, para intervenir ante Gregorio XI, en nombre de Florencia, entonces en guerra con el pontificado, buscando el bien de la Cristiandad tan necesitada de reforma de costumbres en todas partes, de reforma en el clero alto y bajo, en los religiosos y en los fieles. Aunque solo tenía veintinueve años, vio personalmente al Pontífice, pidió su retorno a Roma y convenció al indeciso y endeble papa Gregorio XI para que concluyera el exilio en Avignon. Constató con amargura la triste situación de la Iglesia, atestada de eclesiásticos mundanos, metidos en política hasta los huesos, olvidados de la vida interior propia y de los fieles; previó el terrible cisma y el antipapa; se refugió en la contemplación de la misericordia divina y en el abandono en su providencia; fue cuando dictó su Diálogo que resume toda la existencia y misión de Catalina.
Extremadamente fiel al papa, ya consumado el Cisma de Occidente en el 1378, llevó adelante en Roma una campaña a favor del verdadero papa Urbano VI. Habla con los cardenales en el Consistorio, manda cartas a los príncipes y personas influyentes, se propone hacer ver a todos que los males y renuncias actuales de la Iglesia solo tienen solución con una ola de santidad en la jerarquía y en el pueblo.
El eco de su alma se refleja con claridad en las más de 400 cartas que se conservan; en ellas aparecen con frecuencia juntos dos temas: la reforma y la cruzada.
En Pisa había recibido el premio de los estigmas de la Pasión para expiar por los pecados de la Iglesia y el anillo de las esposas –que significa unidad–, para rubricar la unión mística con el Esposo.
Esta defensora de los derechos divinos y peleona contra los enemigos de dentro de la Iglesia murió en la primavera del 1380, el 29 de abril, con treinta y tres años, al desmoronarse su cuerpo en holocausto, como ella misma refirió: «Sabed que muero de pasión por la Iglesia». En la Vía del Papa, cerca del convento y de la iglesia de Santa María de Minerva que tienen los dominicos, donde ella tenía su habitación cuando estaba en Roma, dictó sus últimas cartas-testamento interrumpidas por la exclamación «pequé, Señor, compadécete de mí», haciendo recaer sobre sus hombros el peso de los pecados de infidelidad, las debilidades endémicas, los desmayos y transigencias con el mundo que habían cometido los demás.
Pío II la canonizó en 1461. Doctora desde que el papa Pablo VI la nombró en 1970.
En la inauguración de las sesiones del Sínodo de obispos del 1999, cuando se preparaba la Iglesia para el comienzo del tercer milenio, el Sumo Pontífice la declaró Patrona de Europa, junto a Edith Stein y Brígida de Suecia, queriendo colocar tres figuras femeninas junto a los patronos Benito, Cirilo y Metodio para subrayar el papel que las mujeres han tenido y tienen en la historia eclesial y civil del continente.
Archimadrid.org

«La formación religiosa es un antídoto contra los extremismos»



Riay Tatary, presidente de la Comisión Islámica de España e imán de la Mezquita Central de Madrid, aboga por promover «foros de diálogo y convivencia interreligiosa» donde los creyentes de diversas confesiones puedan «conocerse mejor y sin prejuicios»
El Papa visita El Cairo, epicentro en los últimos meses de importantes avances en el diálogo interreligioso, por ejemplo con la firma de la Declaración de convivencia recíproca islámico-cristiana. ¿Qué importancia cree usted que tienen estos pasos?
Junto a la Declaración de Marrakech de 2016 constituyen la reafirmación de los principios islámicos correctos de ciudadanía inclusiva en una sociedad con mayorías y minorías religiosas que deben convivir en el respeto y en la ayuda recíproca, de modo que en un grupo humano de mayoría musulmana se defienda a la minoría cristiana, porque son nuestros vecinos, conciudadanos e incluso nuestra familia. Las instituciones religiosas marcan este camino como referente que da el ejemplo que seguir.
¿Qué reacción le provoca la violencia en nombre de la religión?
Es una tremenda usurpación de la religión que molesta a los creyentes y esconde otros intereses. Como español nacido en Damasco, mi cotidianeidad ha sido desde pequeño jugar, estudiar y vivir juntos cristianos, judíos y musulmanes, sin tener que hablar de tolerancia, porque ya la vivíamos de forma natural. El pretexto religioso en la propaganda de grupos armados se evidencia artificial.
¿Qué idea de laicidad se ajusta a las enseñanzas del islam?
El concepto de aconfesionalidad estatal de nuestro marco jurídico es óptimo para la neutralidad y el desarrollo de la vida de todos los ciudadanos. Política y religión se deben respetar y cooperar, como dice la Constitución.
¿Cómo ve usted la presencia de la asignatura de Religión en la escuela?
Existiendo el peligro para nuestros jóvenes de sectas nocivas y bandas armadas, es necesaria una buena formación religiosa para los creyentes, y humanista para el resto. Actualmente actúan violentamente en varios países grupos armados de budistas, cristianos, judíos, musulmanes, ateos, etc. Debemos ser realistas, también los laicos, y cooperar para que desde la escuela tengan los hombres y mujeres del mañana una base robusta para rechazar aberraciones teológicas y tendencias violentas.
¿Qué aporta una buena formación religiosa en la escuela?
Aporta una guía moral, ética y religiosa, tendente al bien común solidario, y en el campo doctrinal aporta un sólido antídoto contra los extremismos violentos.
Usted es vicepresidente del Consejo Musulmán de Cooperación en Europa. ¿Le preocupa el auge del populismo islamófobo en Europa?
Con sentido de Estado, para tener paz social se debe tratar por igual a todos los ciudadanos y contrarrestar los eslóganes excluyentes contra las minorías. Los discursos de enfrentamiento deben ser contrarrestados con información veraz.
Muchos musulmanes dicen que están discriminados en su día a día en España. ¿Cuáles son sus problemas?
Aunque la situación no es igual por toda la geografía española, la discriminación comienza en los colegios, cuando ven que ellos no tienen clases de religión y sus compañeros sí; en los institutos, cuando una joven siente el rechazo hiriente a su pañuelo. Y sigue después cuando quiere incorporarse a la vida laboral y es descartada entrevista tras entrevista de trabajo. Cuando llega el momento de enterrar a un abuelo o a un padre, te encuentras con que los cuerpos de tus seres queridos son rechazados en el cementerio municipal con altanería. A todo esto se añaden los comentarios despectivos a la religión musulmana en el trabajo, en el barrio… O las paradas policiales fuera de protocolo.
¿Qué soluciones propone?
Campañas didácticas e igualdad de trato. No sirve enseñar en los centros educativos la tolerancia si luego el centro es intolerante. Los niños y jóvenes captan la hipocresía social rápidamente, por lo que la inspección educativa debe estar atenta.
Buena parte de la comunidad musulmana en España es inmigrante, pero sus hijos ya no lo son. ¿Empieza una nueva fase en la presencia de esta religión?
Empezó hace tiempo. Ya hay nietos y bisnietos de personas que en su día adoptaron la nacionalidad española. Ha habido diversos periodos con más o menos inmigración, pero lo importante es comprender que los musulmanes somos ciudadanos españoles acompañados por musulmanes inmigrantes, todos con derechos y deberes, esperando una igualdad de trato y de oportunidades, sin agravios comparativos.
¿Se puede hablar entonces de un islam europeo o español?
El islam, como el cristianismo, es universal, y en cada comunidad se reviste de características culturales propias. El islam encaja perfectamente en el orden constitucional y legal español y europeo.
Hablaba usted recientemente en un acto con el cardenal Osoro de la necesidad de un diálogo interreligioso más a pie de calle, no solo por parte de los líderes religiosos ¿Alguna propuesta en este sentido?
Es necesario que desde las instituciones religiosas, parroquias y mezquitas, interesemos a los ciudadanos creyentes en acercarse a foros de diálogo y de convivencia interreligiosa donde poder conocerse mejor y sin prejuicios. Tenemos que proporcionar los espacios y los eventos, y luego interesar e implicar a los vecinos de toda convicción religiosa, o incluso humanista.
Ricardo Benjume
Alfa y Omega

El Papa pide ante líderes musulmanes un «‘no’ alto y claro» a la violencia en nombre de Dios


Francisco afirma que el mundo tiene «necesidad de constructores de paz, no de provocadores de conflictos; de bomberos y no de incendiarios»
En el primer discurso de un Papa en el centro teológico de mil doscientos millones de musulmanes sunníes, el Papa Francisco ha afirmado vigorosamente que «los líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia disfrazada de presunta sacralidad».
Ante los participantes en la Conferencia Internacional de Paz organizada por la Universidad de Al Azhar para deslegitimar frontalmente los fundamentalismos religiosos, el Papa ha invitado a denunciar «todo intento de justificar cualquier forma de odio en nombre de la religión, y condenarlo como una falsificación idolátrica de Dios».
Una y otra vez, los maestros del Islam y los invitados cristianos y judíos aplaudían con entusiasmo frases de Francisco que no dejaba ningún resquicio y se expresaba en términos religiosos comunes como «Su nombre es Santo. Dios es paz. Por tanto, solo la paz es santa, y no se puede perpetrar ninguna violencia en nombre de Dios, pues sería profanar su nombre».
Aunque estos pronunciamientos en el centro de referencia teológica de los musulmanes no conseguirán desarmar a los terroristas fanáticos, al menos les quitan toda legitimidad religiosa y disminuyen su capacidad de convocatoria entre jóvenes idealistas.
A tenor de los discursos del gran imán de la Universidad de Al Azar, Ahmed al Tayyeb, y del Papa Francisco, los yihadistas son, sencillamente, falsificadores de la religión, personas mentirosas que falsean el mensaje de Mahoma y de los que nadie se debe fiar.
En una línea de sintonía con las intervenciones de otros participantes, el Santo Padre ha afirmado que, en este cuadro de violencia terrorista, «la religión no es un problema, sino que forma parte de la solución».
En varios pasajes de su discursos, el Papa ha puesto el acento en la necesidad de educar mejor para la paz a las nuevas generaciones, pues «del mal solo sale el mal, y de la violencia solo sale la violencia».

Diálogo sincero
Según Francisco, «es necesario educarles a la apertura y al diálogo sincero con los demás, reconocido los derechos y las libertades fundamentales de los demás, especialmente la libertad religiosa». Este es el mejor camino para ser «constructores de civilización», pues «para hacer frente a la barbarie que sopla sobre el odio e incita a la violencia, es necesario formar generaciones que hagan frente a la lógica incendiaria del mal con el paciente cultivo del bien»
Retomando ideas desarrolladas por Benedicto XVI, quien propuso una «sana laicidad» en su exhortación apostólica de 2012 «Iglesia en Medio Oriente», el Papa hizo notar una paradoja contemporánea: por una parte algunos «intentan relegar la religión a la esfera privada», mientras que otros intentan «borrar la distinción entre la esfera religiosa y la política» creando sistemas teocráticos o imponiendo leyes religiosas como normas civiles.
Hablando en tierra egipcia resultaba muy apropiado mencionar el Decálogo recibido por Moisés en el Monte Sinaí. En ese código que es la base de toda civilización, resuena, según Francisco, el mandamiento de «no matarás», pues «Dios ama la vida, nunca deja de amar al hombre y por eso lo exhorta a frenar los caminos de la violencia».
La parte final de su discurso ha sido una invitación a promover la paz, mencionando específicamente que «nosotros como cristianos, no podemos invocar a Dios como Padre de todos los hombres si rechazamos comportarnos como hermanos respecto a algún grupo de hombres creados a imagen de Dios». Esas palabras, que arrancaron el enésimo aplauso, eran una cita del la declaración «Nostra Aetate» del Concilio Vaticano II.
Según Francisco, «hoy tenemos necesidad de constructores de paz, no de provocadores de conflictos; de bomberos y no de incendiarios».
En esa línea ha invitado a combatir las bolsas de pobreza y explotación, «donde crecen más fácilmente los extremismos» y a «bloquear los flujos de dinero y de armas hacia quienes fomentan la violencia».
Con valentía, el Papa ha afirmado que «es necesario frenar la proliferación de armas» pues «solo dejando claras las turbias maniobras que alimentan el cáncer de la guerra se pueden prevenir sus causas reales». Esa tarea corresponde a «los responsables de las naciones, de las instituciones y de la información».
En sus palabras de saludo los participantes en la Conferencia Internacional de Paz y de especial agradecimiento al Papa, el gran imán de la Universidad de Al Azhar hizo notar que ni el Islam, ni el judaísmo ni el cristianismo son religiones violentas aunque, por desgracia, haya terroristas en cada una de ellas.
Ahmed al Tayyeb propuso trabajar juntos en favor de las personas necesitadas, del mantenimiento de la moralidad, de la protección del ambiente y, sobre todo, hacer frente juntos a las políticas de hegemonía y de «choque de civilizaciones».
Juan Vicente Boo. El Cairo (ABC)
Alfa y Omega

Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a los pequeños


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.

Francisco y Tawadros firman Declaración Conjunta: “Esfuerzo común en la búsqueda de la unidad”

 Al finalizar el Encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca de los Coptos, Tawadros II, firmaron una Declaración Conjunta en la Sede del patriarcado de El Cairo.
En la declaración resaltan el privilegio de estar juntos en Egipto, “una señal de que nuestra relación es cada año más sólida, y de que seguimos creciendo en cercanía, fe y amor en Cristo nuestro Señor”.
Tawadros II y Francisco constatan que esta experiencia común de comunión antes de la separación reviste un significado especial para los esfuerzos actuales, encaminados a restaurar la plena comunión. “La mayor parte de las relaciones que existieron en los primeros siglos entre la Iglesia Católica y la Iglesia Copta Ortodoxa han continuado hasta nuestros días, escriben, a pesar de las divisiones, y han sido recientemente revitalizadas. Suponen un desafío para que intensifiquemos nuestros esfuerzos comunes y perseveremos en la búsqueda de la unidad visible en la diversidad, bajo la guía del Espíritu Santo”.
La Declaración Conjunta recuerda que, “cuando los cristianos oran juntos, se dan cuenta de que lo que los une es mucho más de lo que los divide”. Por eso, el anhelo de unidad se inspira en la oración de Cristo «que todos sean uno». En este sentido invitan a profundizar nuestras raíces comunes en la única fe apostólica.
“Intensifiquemos nuestra incesante oración por todos los cristianos de Egipto y de todo el mundo y, especialmente, por los de Oriente Medio. Las trágicas experiencias y la sangre derramada por nuestros fieles, que han sido perseguidos y asesinados por la única razón de ser cristianos, nos recuerdan aún más que el ecumenismo del martirio es el que nos une y nos anima en el camino hacia la paz y la reconciliación”, constatan.
(Renato Martinez – Radio Vaticano)
Texto completo de la Declaración Conjunta firmada por el Papa Francisco y Tawadros II
DECLARACIÓN FINAL DE SU SANTIDAD FRANCISCO Y SU SANTIDAD TAWADROS II
1.     Nosotros, Francisco, Obispo de Roma y Papa de la Iglesia Católica, y Tawadros II, Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de San Marcos, damos gracias a Dios en el Espíritu Santo porque nos ha concedido la gozosa oportunidad de encontrarnos una vez más para intercambiar nuestro abrazo fraternal y unirnos de nuevo en una misma oración. Damos gloria al Todopoderoso por los vínculos de fraternidad y amistad que unen la Sede de San Pedro y la Sede de San Marcos. El privilegio de estar juntos aquí en Egipto es una señal de que nuestra relación es cada año más sólida, y de que seguimos creciendo en cercanía, fe y amor en Cristo nuestro Señor. Damos gracias a Dios por este amado Egipto, «patria que vive dentro de nosotros», como solía decir Su Santidad el Papa Shenouda III, «el pueblo bendecido por Dios» (cf. Is 19,25), con su antigua civilización faraónica, su herencia griega y romana, su tradición copta y su presencia islámica. Egipto es el lugar donde la Sagrada Familia encontró refugio, tierra de mártires y santos.
2.     Nuestro profundo vínculo de amistad y fraternidad tiene su origen en la plena comunión que existía entre nuestras Iglesias en los primeros siglos y que se fue expresando de muchas maneras a través de los primeros Concilios Ecuménicos, remontándose al Concilio de Nicea en el año 325 y a la contribución del valeroso Padre de la Iglesia san Atanasio, que se ganó el título de «Defensor de la Fe». Nuestra comunión se manifestaba a través de la oración y de prácticas litúrgicas similares, de la veneración de los mismos mártires y santos, y a través del crecimiento y difusión del monaquismo, siguiendo el ejemplo del gran san Antonio, conocido como el Padre de todos los monjes.
Esta experiencia común de comunión antes de la separación reviste un significado especial para nuestros esfuerzos actuales, encaminados a restaurar la plena comunión. La mayor parte de las relaciones que existieron en los primeros siglos entre la Iglesia Católica y la Iglesia Copta Ortodoxa han continuado hasta nuestros días, a pesar de las divisiones, y han sido recientemente revitalizadas. Suponen un desafío para que intensifiquemos nuestros esfuerzos comunes y perseveremos en la búsqueda de la unidad visible en la diversidad, bajo la guía del Espíritu Santo.
3.     Recordamos con gratitud el histórico encuentro que tuvo lugar hace cuarenta y cuatro años entre nuestros predecesores, el Papa Pablo VI y el Papa Shenouda III, en un abrazo de paz y fraternidad, después de muchos siglos, cuando nuestros mutuos vínculos de amor no fueron capaces de expresarse a causa de la distancia que había surgido entre nosotros. La Declaración Común que firmaron el 10 de mayo de 1973 representó un hito en el camino del ecumenismo y sirvió como punto de partida para la Comisión para el Diálogo Teológico entre nuestras Iglesias, que ha dado muchos frutos y ha abierto el camino para un diálogo más amplio entre la Iglesia Católica y la entera familia de las Iglesias Ortodoxas Orientales. En esa Declaración, nuestras Iglesias reconocieron que, de acuerdo con la tradición apostólica, profesan «una misma fe en un solo Dios Uno y Trino» y «la divinidad del Unigénito Hijo Encarnado de Dios... Dios perfecto con respecto a su divinidad, y perfecto hombre con respecto a su humanidad». También se reconoció que «la vida divina nos es dada y alimentada a través de los siete sacramentos» y que «veneramos a la Virgen María, Madre de la Luz Verdadera», la «Theotokos».
4.     Con profunda gratitud recordamos nuestro encuentro fraterno en Roma, el 10 de mayo de 2013, y el establecimiento del 10 de mayo como el día en el que cada año profundizamos la amistad y la fraternidad entre nuestras Iglesias. Este renovado espíritu de cercanía nos ha permitido discernir una vez más que el vínculo que nos mantiene unidos lo recibimos de nuestro único Señor el día de nuestro Bautismo. Porque es a través del Bautismo que nos convertimos en miembros del único Cuerpo de Cristo que es la Iglesia (cf.1Co 12,13). Esta herencia común es la base de nuestra peregrinación hacia la plena comunión, a medida que crecemos en el amor y la reconciliación.
5.     Somos conscientes de que en esta peregrinación aún nos queda mucho camino por recorrer, sin embargo, no podemos ignorar lo mucho que ya hemos avanzado. Recordamos, en particular, el encuentro entre el Papa Shenouda III y san Juan Pablo II que, durante el Gran Jubileo del año 2000, vino a Egipto como peregrino. Estamos decididos a seguir sus pasos, movidos por el amor a Cristo, Buen Pastor, con la profunda convicción de que caminando juntos crecemos en la unidad. Que sepamos encontrar nuestra fuerza en Dios, fuente perfecta de comunión y amor.
6.     Este amor encuentra su expresión más profunda en la oración común. Cuando los cristianos oran juntos, se dan cuenta de que lo que los une es mucho más de lo que los divide. Nuestro anhelo de unidad se inspira en la oración de Cristo «que todos sean uno» (Jn 17,21). Profundicemos nuestras raíces comunes en la única fe apostólica, rezando juntos y buscando traducciones comunes de la Oración del Señor y también una fecha común para la celebración de la Pascua.
7.     Mientras caminamos hacia el día bendito en que finalmente podamos reunirnos en torno a la misma mesa Eucarística, podemos cooperar en muchas áreas y demostrar de manera tangible lo mucho que ya nos une. Podemos dar juntos un testimonio de los valores fundamentales como la santidad y la dignidad de la vida humana, la santidad del matrimonio y de la familia, y el respeto por toda la creación, que Dios nos ha confiado. Frente a muchos desafíos actuales como la secularización y la globalización de la indiferencia, estamos llamados a ofrecer una respuesta común cimentada en los valores del Evangelio y en los tesoros de nuestras respectivas tradiciones. A este respecto, nos sentimos animados a profundizar en el estudio de los Padres Orientales y Latinos, y a promover un fecundo intercambio en la vida pastoral, principalmente en la catequesis y en el mutuo enriquecimiento espiritual entre comunidades monásticas y religiosas.
8.     Nuestro testimonio cristiano compartido es una señal, llena de gracia, de reconciliación y esperanza para la sociedad egipcia y sus instituciones, una semilla plantada para que produzca frutos de justicia y de paz. Puesto que creemos que todos los seres humanos son creados a imagen de Dios, nos afanamos para que la tranquilidad y la concordia sean una realidad de la coexistencia pacífica entre cristianos y musulmanes, dando así testimonio de lo mucho que Dios desea la unidad y armonía de toda la familia humana y la igual dignidad de todo ser humano. Compartimos también la misma preocupación por el bienestar y el futuro de Egipto. Todos los miembros de la sociedad tienen el derecho y el deber de participar plenamente en la vida de la nación, pudiendo disfrutar de una ciudadanía plena y equitativa, y colaborar en la construcción de su país. La libertad religiosa, incluida la libertad de conciencia, arraigada en la dignidad de la persona, es la piedra angular de todas las demás libertades. Es un derecho sagrado e inalienable.
9.     Intensifiquemos nuestra incesante oración por todos los cristianos de Egipto y de todo el mundo y, especialmente, por los de Oriente Medio. Las trágicas experiencias y la sangre derramada por nuestros fieles, que han sido perseguidos y asesinados por la única razón de ser cristianos, nos recuerdan aún más que el ecumenismo del martirio es el que nos une y nos anima en el camino hacia la paz y la reconciliación. Porque como escribe san Pablo: «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1Co 12, 26).
10.  El misterio de Jesús, que murió y resucitó por amor, está en el corazón de nuestro camino hacia la plena unidad. Una vez más, los mártires son quienes nos guían. En la Iglesia primitiva, la sangre de los mártires fue semilla de nuevos cristianos. Así también en nuestros días, la sangre de tantos mártires será semilla de unidad entre todos los discípulos de Cristo, signo e instrumento de comunión y paz para el mundo.
11.  En obediencia a la acción del Espíritu Santo que santifica a la Iglesia, la custodia a lo largo de los siglos y la conduce hacia la unidad plena, aquella unidad por la que oró Jesucristo:
Hoy, nosotros, Papa Francisco y Papa Tawadros II, para complacer al corazón del Señor Jesús, así como también al de nuestros hijos e hijas en la fe, declaramos mutuamente que, con una misma mente y un mismo corazón, procuraremos sinceramente no repetir el bautismo a ninguna persona que haya sido bautizada en algunas de nuestras Iglesias y quiera unirse a la otra. Esto lo confesamos en obediencia a las Sagradas Escrituras y a la fe de los tres Concilios Ecuménicos reunidos en Nicea, Constantinopla y Éfeso.
Pedimos a Dios nuestro Padre que nos guíe, con los tiempos y los medios que el Espíritu Santo elija, a la plena unidad en el Cuerpo místico de Cristo.
12.  Sigamos pues las enseñanzas y el ejemplo del apóstol Pablo, que escribe: «[Esforzaos] en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos» (Ef 4, 3-6).
(from Vatican Radio)