sábado, 23 de julio de 2016

SANTA BRÍGIDA DE SUECIA, PATRONA DE EUROPA


Santa Brígida (1303-1373), fue madre de ocho hijos. 

Además, junto con Santa Catalina de Siena, fue una de las grandes propugnadoras de la vuelta del Papa a Roma desde Aviñón. 

Escribió libros que, aunque no destacan por su calidad literaria, sí fueron importantes en el terreno de la mística. 

Peregrina a Santiago de Compostela y a Tierra Santa, su mensaje reformador de unidad dentro de la Iglesia tuvo eco en el mundo de su tiempo. 

"La pasión por la unidad cristiana sostuvo su vida. 

Este compromiso ha llegado hasta nosotros a través de la misteriosa corriente de la gracia que supera las barreras del tiempo y el espacio", expresó Juan Pablo II en referencia a ella. 

La Santa hizo gestiones a favor de la paz entre Francia e Inglaterra durante la Guerra de los Cien Años, y entre las facciones católicas surgidas del exilio del Papa a la ciudad francesa de Aviñón. 

La Iglesia canonizó a Birgitta Birgersdotter en 1391. Santa Brígida es hasta ahora la única santa de nacionalidad sueca. Su fiesta litúrgica se celebra el 23 de julio.


Elevación de la mente a Cristo salvador, De las oraciones atribuidas a santa Brígida

Alabanza eterna a ti, mi Señor Jesucristo, por todos y cada uno de los momentos que, en la cruz, sufriste las mayores amarguras y angustias por nosotros, pecadores; porque los dolores agudísimos procedentes de tus heridas penetraban intensamente en tu alma bienaventurada y atravesaban cruelmente tu corazón sagrado, hasta que dejó de latir y exhalaste el espíritu e, inclinando la cabeza, lo encomendaste humildemente a Dios, tu Padre, quedando tu cuerpo invadido por la rigidez de muerte.
Bendito seas tú, mi Señor Jesucristo, que con tu sangre preciosa y tu muerte sagrada redimiste las almas y, por tu misericordia, las llevaste del destierro a la vida eterna.
Bendito seas tú, mi Señor Jesucristo, que, por nuestra salvación, permitiste que tu costado y tu corazón fueran atravesados por la lanza y, para redimirnos, hiciste que de él brotara con abundancia tu sangre preciosa mezclada con agua.
Gloria a ti, mi Señor Jesucristo, porque quisiste que tu cuerpo bendito fuera bajado de la cruz por tus amigos y reclinado en los brazos de tu afligidísima madre, que ella lo envolviera en lienzos y fuera enterrado en el sepulcro, permitiendo que unos soldados montaran guardia.
Honor por siempre a ti, mi Señor Jesucristo, que enviaste el Espíritu Santo a los corazones de los discípulos y aumentaste en sus almas el inmenso amor divino.
Bendito seas tú, glorificado y alabado por los siglos, Señor Jesús, que estás sentado sobre el trono en tu reino de los cielos, en la gloria de tu divinidad, viviendo corporalmente con todos tus miembros santísimos, que tomaste de la carne de la Virgen. Y así has de venir el día del juicio a juzgar a las almas de todos los vivos y los muertos: tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

"La enfermedad más grave no es la lepra o la tuberculosis, sino la soledad" El Papa Francisco prologa un libro sobre madre Teresa de Calcuta.

«La enfermedad más grave no es la lepra o la tuberculosis, sino la soledad...Esta es la causa de tantos desordenes, divisiones y guerras que hoy nos afligen», lo dice el Papa Francisco en el prefacio al libro"Amamos a quien no es amado" ("Amiamo chi non è amato"), publicado en esta mañana en el diario italiano el Corriere della Sera. El texto recoge dos intervenciones inéditas pronunciadas por Madre Teresa de Calcuta en 1973, en Milán, donde encontró a un grupo de jóvenes y religiosas.
En el prefacio, el Santo Padre se dirige a los jóvenes a quienes encontrará la próxima semana en Polonia con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud: "Sean constructores de puentes para romper la lógica de la división, del rechazo, del miedo de unos contra otros, pónganse al servicio de los pobres...". El Papa ha resumido su reflexión sobre el texto en cinco palabras: oración, caridad, misericordia operosa, familia y jóvenes.

Hablando de la oración, el Pontífice recuerda que "la Madre Teresa nos invita incansablemente a recurrir a la fuente del Amor, Jesús crucificado y resucitado, presente en el sacramento de la Eucaristía, para luego tener la fuerza de socorrerlo en los más pobres entre los pobres, con el corazón lleno de alegría". La Madre Teresa, señala el Papa, iniciaba su jornada participando a la Santa Misa y la terminaba con la adoración a Jesús Sacramentado, sólo así, podía transformar su trabajo en oración.
"La caridad, la segunda palabra que indica el Papa, significa hacerse próximos a las periferias de los hombres y de las mujeres que encontramos cada día, sentir compasión por los hombres en el cuerpo y en el espíritu - sólo es posible cuando la necesidad y las heridas de los demás son acogidos en el corazón - es hacerse testigos de la caricia de Dios para cada herida humana". De este modo seremos capaces, agrega el Pontífice, de ofrecer lo que las personas necesitan, es decir, la presencia y cercanía de Dios misericordioso.
Efectivamente, la tercera palabra es misericordia operosa. También se podría decirobras de misericordia corporales y espirituales señala el Obispo de Roma, es decir, hacerse cargo de cada hombre y de todos los hombres, especialmente en este Año Santo de la Misericordia. En este sentido, la Madre Teresa había hecho de las páginas del Evangelio la guía de su vida, el camino hacia la santidad, y también podría serlo para nosotros".
Familia es la cuarta palabra con la cual el Papa resume el texto. En ella sobre sale la figura y la presencia de la madre, como nos lo recuerda la Madre Teresa: "Las madres son el corazón de la casa y son ellas las que forman la familia, aceptando, amando y cuidando amorosamente a sus hijos... De hecho, muchos sufrimientos de los jóvenes son causados en la vida familiar. Es la madre quien hace de la casa un nido de amor. A veces ser madre puede ser una experiencia verdaderamente ardua, puede ser una cruz; pero está con nosotros la Virgen, la mejor de las madres que siempre nos enseña a tener ternura con nuestros hijos".
Finalmente, juventud, la quinta palabra. Y es precisamente a ellos, a los jóvenes a quienes se dirige el Papa Francisco, a ellos les pide no perder la esperanza, no dejarse robar el futuro, que está en sus manos. A los jóvenes los invita a permanecer en el Señor y amarlo con todas sus fuerzas, para así ser constructores de puentes para romper la lógica de la división, del rechazo, del miedo de unos contra otros, de ponerse al servicio de los pobres, de afrontar con valentía la vida, que es un don de Dios.

COMENTARIO DEL PAPA FRANCISCO AL EVANGELIO DE HOY: PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA



La parábola del trigo y la cizaña afronta el problema del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios. La escena tiene lugar en un campo donde el dueño siembra el trigo; pero una noche llega el enemigo y siembra la cizaña, término que en hebreo deriva de la misma raíz del nombre «Satanás» y remite al concepto de división. Todos sabemos que el demonio es un «sembrador de cizaña», que siempre busca dividir a las personas, las familias, las naciones y los pueblos. 

Los servidores querrían quitar inmediatamente la hierba mala, pero el dueño lo impide con esta motivación: «No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo». Porque todos sabemos que la cizaña, cuando crece, se parece mucho al trigo, y hay peligro de que se confundan.

La enseñanza de la parábola es doble. Ante todo, dice que el mal que hay en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Es curioso, el maligno va de noche a sembrar la cizaña, en la oscuridad, en la confusión; él va donde no hay luz para sembrar la cizaña. Este enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, de tal modo que es imposible a nosotros los hombres separarlos claramente; pero Dios, al final, podrá hacerlo.

Y aquí pasamos al segundo tema: la contraposición entre la impaciencia de los servidores y la paciente espera del propietario del campo, que representa a Dios. Nosotros a veces tenemos una gran prisa por juzgar, clasificar, poner de este lado a los buenos y del otro a los malos... Dios en cambio sabe esperar. 

Él mira el «campo» de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero ve también los brotes de bien y espera con confianza que maduren. Dios es paciente, sabe esperar. Qué hermoso es esto: nuestro Dios es un padre paciente, que nos espera siempre y nos espera con el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos. Él nos perdona siempre si vamos a Él.

La actitud del propietario es la actitud de la esperanza fundada en la certeza de que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y es gracias a esta paciente esperanza de Dios que la cizaña misma, es decir el corazón malo con muchos pecados, al final puede llegar a ser buen trigo. 

Pero atención: la paciencia evangélica no es indiferencia al mal; no se puede crear confusión entre bien y mal. Ante la cizaña presente en el mundo, el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, alimentar la esperanza con el apoyo de una firme confianza en la victoria final del bien, es decir de Dios. 

Al final, en efecto, el mal será quitado y eliminado: en el tiempo de la cosecha, es decir del juicio, los encargados de cosechar seguirán la orden del patrón separando la cizaña para quemarla. 

Ese día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquél que ha sembrado el buen trigo en el mundo y que se ha convertido Él mismo en «grano de trigo», murió y resucitó. Al final todos seremos juzgados con la misma medida con la cual hemos juzgado: la misericordia que hemos usado hacia los demás será usada también con nosotros. 

Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en paciencia, esperanza y misericordia con todos los hermanos”.
(Papa Francisco, Ángelus del 20-7-2014)

PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA




Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-30):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. 

Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: 

"Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" 

Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." 

Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" 

Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.»

Palabra del Señor