jueves, 29 de enero de 2015

La belleza de la paternidad y de la maternidad


Queridos hermanos y hermanas:
En nuestra reflexión sobre la familia, hoy nos centramos sobre la palabra padre. Padre es una palabra universal, conocida por todos, que indica una relación fundamental cuya realidad es tan antigua como la historia del hombre. Es la palabra con la que Jesús nos ha enseñado a llamar a Dios, dándole un nuevo y profundo sentido, revelándonos, así, el misterio de la intimidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que es el centro de nuestra fe cristiana.


En nuestros días, se ha llegado a hablar de una “sociedad sin padre”. La ausencia de la figura paterna es entendida como una liberación a veces, sobre todo cuando el padre es percibido como la autoridad cruel que coarta la libertad de los hijos, o cuando éstos se sienten desatendidos por unos padres centrados únicamente en sus problemas, en su trabajo o la realización personal o caracterizados por su marcada ausencia del hogar. Todo esto crea una situación de orfandad en los niños y jóvenes de hoy, que viven desorientados sin el buen ejemplo o la guía prudente de un padre. Todas las comunidades cristianas y la comunidad civil deben estar atentas a la ausencia de la figura paterna, pues ésta deja lagunas y heridas en la educación de los jóvenes. Sin guías de los que fiarse, los jóvenes pueden llenarse de ídolos, que terminan robándoles el corazón, robándoles la ilusión y robándoles las auténticas riquezas, robándoles la esperanza.

DIOS NOS SALVA EN UN PUEBLO, NO EN LOS GRUPITOS QUE HACEMOS NOSOTROS CON NUESTRAS FILOSOFÍAS O NUESTRO MODO DE ENTENDER LA FE


No siguen la vía nueva inaugurada por Jesús cuantos privatizan la fe encerrándose en “élites” que desprecian a los demás. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
No privatizar la fe
Al comentar la Carta a los Hebreos, el Papa Francisco afirmó que Jesús “es la vía nueva y viva” que debemos seguir como Él quiere. Porque hay formas equivocadas de vida cristiana. Jesús “da los criterios para no seguir modelos equivocados. Y uno de estos modelos equivocados es privatizar la salvación”:
“Es verdad, Jesús nos ha salvado a todos, pero no en general, ¿no? A todos, a cada uno, con nombre y apellido. Y ésta es la salvación personal. Verdaderamente yo soy salvado, el Señor me ha mirado, ha dado su vida por mí, ha abierto esta puerta, esta vía nueva para mí, y cada uno de nosotros puede decir ‘para mí’".
"Existe el peligro de olvidar que Él nos ha salvado individualmente pero en un pueblo. En un pueblo. El Señor siempre salva en el pueblo. Desde el momento en que llama a Abraham, le promete que formará un pueblo. Y el Señor nos salva en un pueblo. Por esto el autor de esta Carta nos dice: ‘Prestemos atención los unos a los otros'. No hay una salvación sólo para mí. Si yo entiendo la salvación así, me equivoco; equivoco el camino. La privatización de la salvación es un camino equivocado”.
Comunicar fe, esperanza y caridad
Son tres los criterios para no privatizar la salvación: “la fe en Jesús que nos purifica”, la esperanza que “te hace ver las promesas e ir adelante” y “la caridad: es decir, prestemos atención los unos a los otros, para estimularnos recíprocamente en la caridad y en las obras buenas”:
“Y cuando yo estoy en una parroquia, en una comunidad – cualquiera que sea – yo esto allí, yo puedo privatizar la salvación y estar allí un poco socialmente. Pero para no privatizarla debo preguntarme a mí mismo si yo hablo, comunico la fe; hablo, comunico la esperanza; hablo, hago y comunico la caridad".
"Si en una comunidad no se habla, no se anima uno al otro en estas tres virtudes, los componentes de aquella comunidad han privatizado la fe. Cada uno busca su propia salvación, no la salvación de todos, la salvación del pueblo. Y Jesús ha salvado a cada uno pero en un pueblo, en una Iglesia”.
Grupitos eclesiales que desprecian a los demás
El autor de la Carta a los Hebreos – prosiguió explicando el Papa – da un consejo “práctico” muy importante: “no desertéis de nuestras reuniones, como algunos tienen la costumbre de hacer”. Esto sucede “cuando nosotros estamos en una reunión – en la parroquia, en el grupo – y juzgamos a los demás”, “hay una especie de desprecio hacia los demás. Y ésta no es la puerta, la vía nueva y viva que el Señor ha abierto, ha inaugurado”:
“Desprecian a los demás; abandonan la comunidad total; abandonan el pueblo de Dios; han privatizado la salvación: la salvación es para mí y para mi grupito, pero no para todo el pueblo de Dios. Y esta es una equivocación muy grande. Es lo que llamamos ‘las elites eclesiales’. Cuando en el pueblo de Dios se crean estos grupitos, piensan que son buenos cristianos, también – quizás – tengan buena voluntad, pero son grupitos que han privatizado la salvación”.
Dios nos salva en un pueblo, no en las élites
“Dios – subrayó el Papa – nos salva en un pueblo, no en las élites que hemos hecho nosotros con nuestras filosofías o nuestro modo de entender la fe. Estas no son gracias de Dios".
Preguntémonos: "¿Yo tengo tendencia a privatizar la salvación para mí, para mi grupito, para mi élite? ¿O no me alejo del pueblo de Dios y estoy siempre en comunidad, en familia, con el lenguaje de la fe, de la esperanza y el lenguaje de las obras de caridad?".

El Papa Francisco concluyó pidiendo: “Que el Señor nos dé la gracia de sentirnos siempre pueblo de Dios, salvados personalmente. Eso es verdad: Él nos salva con nombre y apellido, pero salvados en un pueblo, no en el grupito que yo hago para mí”.

ASÍ SON LOS QUE BUSCAN AL SEÑOR


Del salmo 23:

Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el mundo y todos sus habitantes:
porque Él la fundó sobre los mares,
Él la afianzó sobre los ríos.


Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor

¿Quién puede subir al monte del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente.


Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Ése recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.



Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor