viernes, 9 de septiembre de 2016

Homilía del Papa: paz en el corazón, para la paz de la humanidad


Como se había anunciado, en la fiesta de la Natividad de la Virgen María, el 8 de septiembre, después de la pausa del verano romano, el Papa Francisco reanudó la celebración de la Santa Misa matutina, en la Capilla de la Casa de Santa Marta, con la participación de algunos fieles.

Mientras «estamos viviendo en guerra y todos piden la paz», el Santo Padre reiteró que la paz no se construye tanto en los grandes encuentros internacionales. La paz es un don de Dios que nace en lo pequeño de cada día. Como en el corazón, o en un sueño, como le pasó a San José, cuando un ángel le dijo que no temiera en recibir a María, su esposa, porque ella donará al mundo al Emanuel, «el ‘Dios con nosotros’: ¡Él es la paz!».

«Que todos podamos crecer en la unidad y en la paz». Con la oración colecta, hizo hincapié en que la paz es un don, en el que debemos crecer y que debemos hacer crecer. Un don que «tiene su camino de vida» y que cada uno tiene que trabajar para hacer que crezca:

«Y este camino de santos y pecadores nos dice que nosotros también debemos acoger el don de la paz y hacerle camino en nuestra vida, hacer que entre en nosotros, hacer que entre en el mundo. La paz no se hace de un día para el otro; la paz es un don, pero un don que debe ser trabajado cada día. Por ello, podemos decir que la paz es un don que se vuelve artesanal en las manos de los hombres. Somos nosotros, los hombres, los que tenemos que dar un paso hacia la paz, cada día: es nuestro trabajo. Es nuestro trabajo con el don recibido: hacer la paz».

La importancia de lo que puede parecer más pequeño

Con la liturgia del día en que se celebra la Natividad de María, el Papa destacó que si no hay paz en el corazón, en lo pequeño de nuestro día a día, no puede haber paz en el mundo:

«La paz es un don, es un don artesanal que todos debemos trabajar, todos los días, pero trabajarlo en las cosas pequeñas: en lo pequeño del día a día. No bastan los grandes manifiestos por la paz, los grandes encuentros internacionales, si luego esta paz no se hace en lo pequeño. Aún más, puedes hablar de la paz con palabras estupendas, dar una gran conferencia… Pero si en lo pequeño de tu vida, en tu corazón no hay paz, en tu familia no hay paz, en tu barrio no hay paz, en tu puesto de trabajo no hay paz, tampoco habrá paz en el mundo».

Para que pueda haber paz en el mundo, pacificar primero nuestro corazón, antes de hablar de la paz.

El Papa invitó a plantearnos algunas preguntas:

«¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Está en paz? Si no está en paz, antes de hablar de paz, primero haz que haya paz en tu corazón. ¿Cómo está tu familia hoy? ¿Está en paz? Si no eres capaz de llevar adelante en paz a tu familia, a tu presbiterio, a tu congregación, no bastan palabras de paz para el mundo. Ésta es la pregunta que quisiera presentar hoy: ¿cómo está el corazón de cada uno de nosotros? ¿Está en paz? ¿Cómo está la familia de cada uno de nosotros? ¿Está en paz? Es así ¿no? Para llegar al mundo en paz».

(CdM – RV)

(from Vatican Radio)
  

Fernando Sebastián: "Amoris Laetitia no es ambigüedad, sino realismo y misericordia, y si me apuran, justicia"


Sinceramente, no entiendo cómo mentes tan preclaras dicen que la exhortación de Francisco sobre la familia es ambigua. Dice claramente lo que quiere decir. Lo que pasa es que dice lo que algunos no pueden aceptar porque no lo entienden.
El Papa repite varias veces la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia. Insiste en el carácter institucional e irrevocable del matrimonio. Explica preciosamente por qué este, siendo una institución del orden de la creación, es a la vez sacramento, signo e instrumento de la unión con Cristo y de la gracia de Dios, alianza de amor irrevocable, camino de purificación y santificación.
Presenta su indisolubilidad como un don de Dios por el cual los cónyuges llegan a ser el uno para el otro signo y presencia del amor irrevocable y fiel de Dios para cada uno de nosotros.
Pero, a la vez, el Papa piensa en los muchos cristianos y no cristianos que no perciben la grandeza del matrimonio ni su valor humano y religioso; y piensa también en los muchos cristianos que han fracasado en su matrimonio, han rehecho su vida como han podido y, al atardecer de la vida, quieren ponerse a buenas con Dios y la Iglesia. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los mandamos al infierno?
Ante esto, el Papa recomienda atención y misericordia. Las situaciones personales son muy diferentes. No bastan las normas generales ni las absoluciones generales, pero tampoco las condenas generales. Hay que tener en cuenta las circunstancias concretas, atenuantes o agravantes, que puede haber en cada historia.
Lo de las circunstancias atenuantes también es doctrina tradicional de la Iglesia. Siempre nos lo han enseñado así. Pero ahora el Papa nos invita a aplicar esta doctrina de siempre a la vida matrimonial, teniendo en cuenta la confusión en que viven muchas personas estas cuestiones de la sexualidad y del matrimonio. Esto no es ambigüedad, sino realismo y misericordia, y si me apuran, justicia.
Fernando Sebastián, en Vida Nueva 

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?


Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
« ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está un discípulo sobre su maestro, sí bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».
Palabra del Señor.