martes, 8 de marzo de 2016

Padre, me abandono en tus manos

Padre, me abandono en tus manos,
el abandonarse es un compromiso solo con
y en la madurez de Cristo Jesús.

Es un dejarse ir.
es una ruptura con las cuerdas por las cuales
uno manipula, controla, administra,
la fuerza de la propia vida.
El abandonarse es no manejar nada,
no esperar nada,
el abandonarse es recibir todas las cosas
de manera en que uno recibe un regalo
con las manos abiertas,
y el corazón abierto.
El abandonarse es ser dirigido,
no por las necesidades humanas, sino por Dios,
el abandonarse es más que un compromiso,
es no hacer nada para Dios, sino dejar que
todo sea hecho por Dios.

El abandonarse se hace solamente en la
esperanza de que la vida de Dios rodee
todas las cosas,
de que venga su Reino,
de que su voluntad sea cumplida.


Publicado por Reflejos de Luz Pastoral 

El arzobispo de Madrid apunta "la necesidad de otro idioma, el del corazón".Juan José Omella: "No podemos quedarnos tranquilos hasta que la última persona salga de la pobreza"


El arzobispo de Barcelona clausuró, junto a Carlos Osoro, el mes solidario en la parroquia de El Pilar

El arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella, clausuró este lunes por la tarde el mes solidario de la parroquia Nuestra Señora del Pilar. Tras la celebración de la Eucaristía, impartió una conferencia sobre la instrucción pastoral Iglesia servidora de los pobres. Aunque el prelado reconoció que quizá se había tardado en hacer un diagnóstico público de la crisis, destacó que muchos obispos sí llevaban mucho tiempo tratando el tema, fundamentalmente en sus cartas pastorales, y puso en valor la labor que siempre han realizado instituciones de Iglesia como Cáritas o Manos Unidas en favor de los más necesitados.
Hoy, según resaltó, vivimos «una crisis económica y de valores» y «no podemos quedarnos tranquilos hasta que la última persona salga de la pobreza». Tenemos que aprender a «mirar con los ojos de Dios» y no como «un sociólogo», para ver los «rostros» de cada persona en vez de números. «O la economía se reestructura en torno a la persona o volveremos a caer en otra crisis», abundó en otro momento de su intervención.
De acuerdo con la citada instrucción pastoral, lograrlo pasa por «una conversión de cada uno para no dejarnos atrapar por esta sociedad tan materialista» y por «mayor colaboración entre todos», que nos lleve a un «gran pacto social contra la pobreza». Los creyentes, según explicó monseñor Omella, tenemos que jugar un papel destacado en este cambio porque, si tenemos presente «el mensaje de Jesús», no solo estamos llamados a evangelizar a través de la liturgia o las catequesis, sino «también a través del compromiso social desde el Evangelio».
En este sentido, recordó la primera campaña de Manos Unidas, que tenía por lemaHambre de pan, hambre de cultura, hambre de Dios y sintetiza muy bien la idea de que los católicos debemos estar al lado de los últimos procurándoles alimento y ayuda, pero también mostrándoles a Dios. El Papa Francisco -al que la gente admira «no tanto por lo que dice sino por lo que hace»- le de Error Se ha producido un error al procesar el fichero jó muy clara esta doble tarea en una visita ad limina. En ella detalló que, siendo arzobispo de Buenos Aires, una señora le contó emocionada cuanta ayuda le había dado Cáritas pero lamentó que, cuando tenía «hambre de Dios», tuvo que acudir a los protestantes. No se trata de hacer «proselitismo», sino de lograr «que vean que estamos ahí por servicio al Señor», subrayó monseñor Omella.
El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, siguió con interés la conferencia y a la conclusión de la misma tuvo unas palabras de agradecimiento para el arzobispo de Barcelona por mostrar «la necesidad de otro idioma: el del corazón que nos acerca a todos». «Él es experto», apostilló.
 (Archimadrid)

Felices las mujeres…Vivir con la solidaridad por bandera


Felices las mujeres que se dejan seducir por los sueños, que tienen la sensibilidad, la fortaleza y el ánimo a flor de piel, que disfrutan creando, poniéndose hermosas para salir de fiesta, divirtiéndose, aprendiendo, compartiendo, amando.
Felices las mujeres que intentan crecer en humanidad, que se esfuerzan por alcanzar nuevas metas personales, de formación, profesionales, optando por la cooperación con todos y todas y rechazando, en este empeño, el seguir las pautas competitivas que la sociedad patriarcal impone.
Felices las mujeres que se sienten plenas desde su hondón personal; que necesitan vivir con la solidaridad por bandera, para poder sentirse una parte activa de la humanidad; que gritan y se enfurecen contra cualquier abuso de poder; que caminan erguidas, dichosas de ser como son.
Felices las mujeres que se sienten a gusto con su propio cuerpo, que no se agobian cuando suben de talla, que se sienten orgullosas de la edad que tienen, que les gusta lo que ven cada vez que se miran al espejo.
Felices las mujeres que llevan a cabo las actividades con las que más se realizan personalmente, que disfrutan del camino que recorren cada día, que se encuentran contentas cuando están en casa, en el trabajo o tomando una copa con los amigos.
Felices las mujeres que tienen verdaderos amigos y amigas con las que poder compartir todo lo que les pasa en la vida, las dificultades cotidianas, las lágrimas amargas, las alegrías y las esperanzas, los momentos de satisfacción y de tristeza.
Felices las mujeres que se comprometen por conseguir los derechos negados y la dignidad de todas las mujeres del mundo, en especial de las más oprimidas y excluidas; contra la violencia y los asesinatos machistas; para poner su granito de arena en la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y fraterna.
Felices las mujeres que son fértiles siempre que dan a luz una más honda amistad; cuando crean alternativas; cuando son fieles a sus principios y creencias; cuando generan vida de cualquier forma a su alrededor: con la justicia, el amor, la cercanía; cuando alumbran semillas de liberación para sí mismas, para sus compañeras de camino y luchas, para los hombres, para la sociedad.
Felices las mujeres que tienen a su lado hombres que luchan con ellas contra el machismo, por la igualdad de derechos, que sienten y lloran ante sus sufrimientos y se alegran y festejan sus victorias con las sonrisas que iluminan su horizonte común, compartido.


(Miguel Ángel Mesa Bouzas)

El arzobispo de Santiago defiende un "feminismo cristiano".Reconocer su dignidad, también en la Iglesia

"Las lamentables situaciones de violencia exigen justicia"

El arzobispo de Santiago de Compostela,Julián Barrio, considera "importante poder hablar de un feminismo cristiano para presentar los principios en los que se fundamenta esta causa", en el día de la celebración mañana del Día internacional de la Mujer.

En una carta pastoral divulgada hoy, Barrio reconoce que hay una situación de discriminación y opina que es una "buena ocasión para reflexionar sobre qué estamos haciendo individual y colectivamente para que la mujer sea estimada en igualdad real con el hombre".

En su carta, ejemplifica los casos de "mayor paro entre las mujeres que entre los hombres; jóvenes obligadas a dejar en edad temprana sus estudios; dificultades mayores para acceder a puestos de trabajo; imposibilidad de conciliar la vida familiar y laboral; cuando no lamentables situaciones de violencia o de abusos que escandalizan, exigen justicia y necesitan sanación".

Barrio no evoca en ningún momento la discriminación de la mujer en el seno de la Iglesia católica, pero dice que un "reconocimiento de la dignidad de la mujer" constituiría "el primer paso a dar para promover su plena participación tanto en la vida eclesial como en la social y pública".

(RD/EP)

En el Día Internacional de la Mujer, reclama un diálogo riguroso para promover el desarrollo. Manos Unidas denuncia la "feminización de la pobreza, la desigualdad y la exclusión"

La igualdad entre hombres y mujeres es una condición indispensable para acabar con el hambre
Este 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer; Manos Unidas aprovecha esta jornada para denunciar que la feminización de la pobreza, de la desigualdad y de la exclusión, sigue siendo una constante en el mundo.
Manos Unidas manifiesta que los problemas relacionados con la salud, la atención médica y sanitaria, la educación, la formación profesional, la legislación vigente, las costumbres, la violencia, los conflicto armados etc., así como la participación activa de la mujer en la vida social y en la actividad económica, son graves cuestiones que exigen un diálogo riguroso por parte de todos los implicados, para poder encontrar soluciones eficaces, estables y duraderas.
Grandes avances y mucho por andar
A lo largo de más de medio siglo de trabajo, Manos Unidas ha sido testigo de los enormes avances que se han producido en cuestiones de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. La mujer es, hoy, objeto de mayor protección legal y goza de más garantías jurídicas que nunca. Gracias al esfuerzo de gobiernos e instituciones, y con el papel indispensable de la sociedad civil en el reconocimiento de la dignidad de las mujeres, sus derechos y sus responsabilidades, se han alcanzado grandes mejoras en la instrucción de las niñas y en la promoción de las mujeres, factores fundamentales para desarraigar la pobreza y promover el desarrollo.
A pesar de ello, el camino por recorrer todavía es largo. La mujer sigue siendo víctima de la desigualdad y, como consecuencia de ello, de la pobreza, el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, el tráfico y la deportación para la explotación sexual, el desempleo y el trabajo esclavo, la discriminación, la exclusión de la vida pública y del ejercicio del poder. La discriminación de la mujer es patente en el acceso a la igualdad de oportunidades de desarrollo personal y comunitario. Esta discriminación lleva a la mujer a ser olvidada, marginada e, incluso, sometida a esclavitud.
Confianza en el esfuerzo

En los países en los que trabaja Manos Unidas, las mujeres son protagonistas de numerosas iniciativas de desarrollo personal, familiar y comunitario, aunque su labor pase tantas veces desapercibida o no sea reconocida. El esfuerzo de la mujer es en la mayoría de las ocasiones invisible. "Sin embargo, organizadas en asociaciones y cooperativas, en el ámbito agrario, educativo, sanitario, económico y cultural, entre otros, las mujeres son agentes fundamentales de desarrollo, de creación de renta familiar y de beneficios sociales", asegura Mª José Hernando, técnico del departamento de Estudios y Documentación de la ONGD.
"Conscientes del rol indiscutible que las mujeres juegan en todo el proceso de desarrollo,en el año 2015 Manos Unidas ha aprobado 85 proyectos dedicados exclusivamente a la promoción de la mujer, por importe de 5.284.691 euros. La mayoría de estas iniciativas se desarrollan en el sector educativo y de promoción social", informan.
Manos Unidas

EL SEÑOR ES NUESTRO REFUGIO Y FORTALEZA

Del Salmo 45:
 El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestra fortaleza es el Dios de Jacob
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestra fortaleza es el Dios de Jacob
Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestra fortaleza es el Dios de Jacob
El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestra fortaleza es el Dios de Jacob

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (5,1-3.5-16)


La Cuaresma es tiempo propicio para pedir al Señor, «para cada uno de nosotros y para toda la Iglesia», la «conversión a la misericordia de Jesús». Demasiadas veces, en efecto, los cristianos «son especialistas en cerrar las puertas a las personas» que, debilitadas por la vida y por sus errores, estarían, en cambio, dispuestas a recomenzar, «personas a las cuales el Espíritu Santo mueve el corazón para seguir adelante».

En el Evangelio de san Juan (5, 1-16) se narra acerca de una piscina —«llamada en hebreo Betesda»— caracterizada por «cinco soportales, bajo los cuales estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos». En ese sitio, en efecto, «había una tradición» según la cual «de vez en cuando bajaba del cielo un ángel» a mover las aguas, y los enfermos «que se tiraban allí» en ese momento «quedaban curados».

Por ello, explicó el Pontífice, «había tanta gente». Y, así, se encontraba también en ese sitio «un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años». Estaba allí esperando y Jesús le preguntó: «¿Quieres quedar sano?». El enfermo respondió: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua, cuando viene el ángel. Para cuando llego yo, otro se se me ha adelantado». 
«Es la acedia la que hacía que estuviese triste, que sea perezoso», destacó. Otra persona, en efecto, hubiese «buscado el camino para llegar a tiempo, como el ciego en Jericó, que gritaba, gritaba, y querían hacerle callar y gritaba más fuerte: encontró el camino». Pero él, postrado por la enfermedad desde hacía treinta y ocho años, «no tenía ganas de curarse», no tenía «fuerzas». 

Al mismo tiempo, tenía «amargura en el alma: “Pero el otro llega antes que yo y a mí me dejan a un lado”». Y tenía «también un poco de resentimiento». Era «de verdad un alma triste, derrotada, derrotada por la vida».
«Jesús tiene misericordia» de este hombre y lo invita: «Levántate. Levántate, acabemos esta historia; toma tu camilla y echa a andar». El Papa Francisco describió la siguiente escena: «Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Pero estaba tan enfermo que no lograba creer y tal vez caminaba un poco dudoso con su camilla sobre los hombros».

A este punto entraron en juego otros personajes: «Era sábado, ¿qué encontró ese hombre? A los doctores de la ley», quienes le preguntaron: «¿Por qué llevas esto? No se puede, hoy es sábado». Y el hombre respondió: «¿Sabes? Estoy curado». Y añadió: «El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla”».

Sucede, por lo tanto, un hecho extraño: «esta gente en lugar de alegrarse, de decir: “¡Qué bien! ¡Felicidades!”», se pregunta: «¿Quién es este hombre?». Los doctores comienzan «una investigación» y discuten: «Veamos lo que sucedió aquí... Debemos custodiar la ley».

Jesús «encuentra a este hombre más tarde y le dice: “Mira, has quedado sano, pero no vuelvas atrás —es decir, no peques más— para que no te suceda algo peor. Sigue adelante, sigue caminando hacia adelante”».

Y el hombre fue a los doctores de la ley para decir: «La persona, el hombre que me curó se llama Jesús. Es Aquel». Y se lee: «Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado». De nuevo comentó el Papa Francisco: «Porque hacía el bien también el sábado, y no se podía hacer».

Esta historia, dijo el Papa actualizando su reflexión, «se repite muchas veces en la vida: un hombre —una mujer— que se siente enfermo en el alma, triste, que cometió muchos errores en la vida, en un cierto momento percibe que las aguas se mueven, está el Espíritu Santo que mueve algo; u oye una palabra». Y reacciona: «Yo quisiera ir». Así, «se arma de valor y va». 

Pero ese hombre «cuántas veces hoy en las comunidades cristianas encuentra las puertas cerradas». Tal vez escucha que le dicen: «Tú no puedes, no, tú no puedes; tú te has equivocado aquí y no puedes. Si quieres venir, ven a la misa del domingo, pero quédate allí, no hagas nada más». Sucede de este modo que «lo que hace el Espíritu Santo en el corazón de las personas, los cristianos con psicología de doctores de la ley lo destruyen».

El Pontífice dijo que la Iglesia «es la casa de Jesús y Jesús acoge, pero no sólo acoge: va a al encuentro de la gente», así como «fue a buscar» a ese hombre. «Y si la gente está herida —se preguntó—, ¿qué hace Jesús?, ¿la reprende? No, va y la carga sobre los hombros». Esto, afirmó el Papa, «se llama misericordia». Precisamente de esto habla Dios cuando «reprende a su pueblo: “Misericordia quiero, no sacrificios”».

«Estamos en Cuaresma, tenemos que convertirnos». Alguien, dijo, podría reconocer: «Padre, hay tantos pecadores por la calle: los que roban, los que están en los campos nómadas... —por decir algo— y nosotros despreciamos a esta gente». Pero a este se le debe decir: «¿Y tú quién eres? ¿Y tú quién eres, que cierras la puerta de tu corazón a un hombre, a una mujer, que tiene ganas de mejorar, de volver al pueblo de Dios, porque el Espíritu Santo ha obrado en su corazón?». 

Incluso hoy hay cristianos que se comportan como los doctores de la ley y «hacen lo mismo que hacían con Jesús», objetando: «Pero este, este dice una herejía, esto no se puede hacer, esto va contra la disciplina de la Iglesia, esto va contra la ley». Y así cierran las puertas a muchas personas. Por ello, concluyó el Papa, «pidamos hoy al Señor» la «conversión a la misericordia de Jesús»: sólo así «la ley estará plenamente cumplida, porque la ley es amar a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos».
(Papa Francisco, homilía en santa Marta del 17 de marzo de 2015)
Es decir, quien se presenta a Jesús es «un hombre derrotado» que «había perdido la esperanza». Enfermo, pero —destacó el Papa Francisco— «no sólo paralítico»: estaba enfermo de «otra enfermedad muy mala», la acedia.

HAS QUEDADO SANO, NO PEQUES MÁS

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,1-3.5-16):
Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
El les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar».
Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?»
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Palabra del Señor