sábado, 20 de mayo de 2017

Así cambió el cristianismo la sociedad romana


Normalmente es poco conocida la influencia que el cristianismo ejerció en la transformación de la sociedad antigua mediante la cristianización del derecho romano y la legislación posterior de los reinos germánicos. Sin embargo, supuso un gran avance en la promoción del ser humano
El emperador Constantino, aconsejado e inspirado por hombres de Iglesia y por laicos cristianos desde el Edicto de Milán del año 313, comenzó a impregnar de ideas cristianas el antiguo derecho romano con elementos como el respeto a la persona y un nuevo espíritu de justicia. Nos encontramos así con normas para impedir coger los bueyes del campesino y protegerle contra las usurpaciones de los propietarios ricos, la defensa de la herencia de los hijos huérfanos de madre frente al padre y la prohibición de marcar a fuego a los delincuentes en el rostro porque este «ha sido formado a imagen de la belleza celeste». Hacia el año 320 hallamos una primera floración de la legislación cristianizada, que tendrá su pleno desarrollo años más tarde. Surgen entonces medidas a favor de la Iglesia, así como el reconocimiento del derecho de liberar a los esclavos con la simple declaración hecha en un templo en presencia de los sacerdotes, además de que los clérigos podrían concedérsela a los suyos, incluso sin formalidad legal alguna.
En las cuestiones económico-sociales, de beneficencia y de costumbres, hay hechos que resultan igualmente importantes: la institución del domingo como día de descanso obligatorio, la condena del rapto de muchachas y de la prostitución de las domésticas de albergue, la protección de los prisioneros contra la brutalidad de los carceleros y de los esclavos contra sus dueños. También el Estado se hizo cargo de la tutela de huérfanos y viudas.
Las iglesias como lugares de refugio
Una medida importante fue conceder a la Iglesia el derecho de asilo, es decir, el reconocimiento de las iglesias como lugares de refugio. Asimismo, se dio a los obispos el derecho de interceder ante los jueces con el fin de obtener la gracia de los condenados, y en este sentido intervinieron en varias ocasiones san Agustín y san Ambrosio.
Muy notoria fue la modificación que la Iglesia promovió en los derechos que la patria potestas romana daba al padre sobre los hijos y que, en ocasiones, podía ser terrible, tendiendo ahora hacia la paterna pietas, con un impulso grande del papel de la madre y de los propios derechos de los hijos. Esto posibilitó la libertad de los hijos para contraer matrimonio, la influencia de la madre en la educación del hijo, el deber de sustentar a los hijos y también el de los hijos de atender a los padres cuando se hallasen necesitados…
La Iglesia condenaba también la venta de los hijos por los padres y el abandono de los niños (los llamados expósitos), algo muy frecuente en la sociedad antigua y que, en realidad, era una consecuencia de la extensión de la patria potestas; muchos de estos niños expósitos solían acabar en la esclavitud, el amancebamiento, la pederastia o la prostitución, por lo cual los escritores eclesiásticos lucharon ardientemente contra ello. Constantino impuso una primera restricción a esta práctica y varios emperadores orientales favorecerían luego la labor de la Iglesia en la acogida y promoción humana y social de estos niños.
Combatiendo el aborto desde el siglo IV
La Iglesia también combatió el aborto, igual que ya lo había hecho la medicina antigua, pues había alcanzado una gran propagación. La legislación sinodal se ocupó del asunto desde comienzos del siglo IV y defendió intrépidamente el derecho a la vida del no nacido. Otro aspecto singular de la influencia cristiana sobre la sociedad fue la abolición de los combates de gladiadores.
No hay que olvidar la reducción de la esclavitud, mediante la recomendación del buen trato a las personas que se encontraban en este estado, las manumisiones llevadas a cabo por amos cristianos, la recaudación de las limosnas de la libertad para liberar esclavos, el reconocimiento legal del matrimonio entre ellos o la veneración de santos esclavos. Constantino otorgó toda una serie de disposiciones que suavizaban sus condiciones de vida, entre ellas la supresión de la crucifixión como castigo, y permitió que los senadores se casaran con esclavas. San Agustín pensaba que la esclavitud era contraria a la voluntad de Dios y opinaba que había surgido por la injusticia y la violencia entre los hombres, pues Dios había creado al hombre libre.
Santiago Cantera, OSB

Alfa y Omega

No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo




Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 18-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Palabra del Señor.

Papa: Las ideologías cierran el corazón al Espíritu Santo

La verdadera doctrina une. En cambio, la ideología divide. Lo afirmó el Santo Padre, en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. En su reflexión, el Papa aludió al llamado Concilio de Jerusalén que, alrededor del año 49, decidió que los paganos convertidos al cristianismo no debían circuncidarse como pedía la Ley mosaica.
Ante la Primera Lectura propuesta por la liturgia del día, tomada de los Hechos de los Apóstoles, Francisco observó que también en la primera comunidad cristiana “había celos, luchas de poder, y algún que otro astuto que quería ganar y comprar el poder”. De modo que “los problemas siempre existieron”. “Somos humanos – dijo el Papa – somos pecadores” y las dificultades también están en la Iglesia, pero el hecho se ser pecadores nos lleva a la humildad y a acercarnos al Señor, “como Salvador de nuestros pecados”.
A propósito de los paganos a los que “el Espíritu Santo llama a convertirse en cristianos”, el Pontífice puso de manifiesto que los apóstoles y los ancianos eligen a algunos de ellos para ir a Antioquía junto a Pablo y Bernabé. Son dos los grupos de personas descriptos, y había “fuertes discusiones”, pero con “buen espíritu” y que causaba “confusión”:
“El grupo de los apóstoles que quieren discutir el problema y los otros que van y crean problemas, dividen, dividen a la Iglesia. Dicen que lo que predican los apóstoles no es lo que dijo Jesús, y que no es la verdad”.
Los apóstoles – destacó el Papa Francisco – discuten entre ellos y al final se ponen de acuerdo:
“Pero no es un acuerdo político, es la inspiración del Espíritu Santo que los lleva a decir: nada de cosas, nada de exigencias. Sólo estos que dicen: no comer carne en aquel tiempo, la carne sacrificada a los ídolos, porque era como hacer comunión con los ídolos, abstenerse de la sangre, de los animales sofocados y de las uniones ilegítimas”.
El Santo Padre evidenció a continuación la “libertad del Espíritu” que “pone de acuerdo”, Así – dijo – los paganos pueden entrar en la Iglesia “sin pasar por la circuncisión”. Se trató, en el fondo, de un “primer Concilio” de la Iglesia – añadió Francisco – “el Espíritu Santo y ellos, el Papa con los obispos, todos juntos”, que se reunió “para aclarar la doctrina” y que fue seguido, a lo largo de los siglos, por ejemplo por el de Éfeso o el del Vaticano II, porque “es un deber de la Iglesia aclarar la doctrina” a fin de que “se comprenda bien lo que Jesús ha dicho en los Evangelios, o cuál es el Espíritu de los Evangelios”:
“Pero siempre existió aquella gente que sin ningún cargo va a turbar a la comunidad cristiana con razonamientos que trastornan a las almas: ‘Eh, no. Éste que ha dicho eso es herético, aquello no se puede decir, aquello no, la doctrina de la Iglesia es ésta…”. Y son fanáticos de cosas que no son claras, como estos fanáticos que iban allí sembrando cizaña para dividir a la comunidad cristiana. Y éste es el problema: cuando la doctrina de la Iglesia, la que viene del Evangelio, la que se inspira en el Espíritu Santo – porque Jesús dijo: ‘Él les enseñará y les hará recordar lo que yo he enseñado’ – aquella doctrina se vuelve ideología. Y ésta es la gran equivocación de esta gente”.
Estos individuos –  explicó el Papa Francisco al concluir su reflexión – “no eran creyentes, estaban ideologizados”, tenían una ideología “que cerraba el corazón a la obra del Espíritu Santo”. En cambio, los apóstoles seguramente discutieron con fuerza, pero no estaban ideologizados. “Tenían el corazón abierto a lo que el Espíritu decía.
La exhortación final del Pontífice fue que no debemos asustarnos frente a las “opiniones de los ideólogos de la doctrina”. Sí, porque la Iglesia tiene “su propio magisterio, el magisterio del Papa, de los obispos, de los Concilios”, y debemos ir por este camino “que viene de la predicación de Jesús y de la enseñanza y asistencia del Espíritu Santo”, que es “siempre abierta, siempre libre”, porque la doctrina une, los Concilios unen a la comunidad cristiana”, mientras “la ideología divide”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)