El Señor nos da la gracia y la alegría de abrir el
nuevo Año litúrgico iniciando con su primera etapa: el Adviento, el período que
conmemora la venida de Dios entre nosotros. [...]
Precisamente el misterio grande y fascinante del
Dios con nosotros, es más, del Dios que se hace uno de nosotros, es lo que
celebraremos en las próximas semanas caminando hacia la santa Navidad. Durante
el tiempo de Adviento sentiremos que la Iglesia nos toma de la mano y, a imagen
de María santísima, manifiesta su maternidad haciéndonos experimentar la espera
gozosa de la venida del Señor, que nos abraza a todos en su amor que salva y
consuela. [...]
Dios nos ama de modo profundo, total, sin
distinciones; nos llama a la amistad con él; nos hace partícipes de una
realidad por encima de toda imaginación y de todo pensamiento y palabra: su
misma vida divina. [...] «Cristo, el nuevo Adán —afirma el concilio Vaticano
II— en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta
plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su
vocación... El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo,
con todo hombre» (Gaudium et spes, 22). Creer en Jesucristo conlleva también
tener una mirada nueva sobre el hombre, una mirada de confianza, de esperanza.
Benedicto XVI, Homilía, Sábado 27 de noviembre de 2010