lunes, 11 de septiembre de 2017

Texto completo de la homilía del papa Francisco en el puerto de Contecar


En la misa celebrada en el puerto de Cartagena, en Colombia, en la zona Contecar, el papa Francisco realizó una amplia y articulada homilía que reproducimos a continuación.
Texto completo de la homilía:
«En esta ciudad, que ha sido llamada «la heroica» por su tesón hace 200 años en defender la libertad conseguida, celebro la última Eucaristía de este viaje a Colombia. También, desde hace 32 años, Cartagena de Indias es en Colombia la sede de los Derechos Humanos porque aquí como pueblo se valora que «gracias al equipo misionero formado por los sacerdotes jesuitas Pedro Claver y Corberó, Alonso de Sandoval y el Hermano Nicolás González, acompañados de muchos hijos de la ciudad de Cartagena de Indias en el siglo XVII, nació la preocupación por aliviar la situación de los oprimidos de la época, en especial la de los esclavos, por quienes clamaron por el buen trato y la libertad» (Congreso de Colombia 1985, ley 95, art. 1).
Aquí, en el Santuario de san Pedro Claver, donde de modo continuo y sistemático se da el encuentro, la reflexión y el seguimiento del avance y vigencia de los derechos humanos en Colombia, la Palabra de Dios nos habla de perdón, corrección, comunidad y oración. En el cuarto sermón del Evangelio de Mateo, Jesús nos habla a nosotros, a los que hemos decidido apostar por la comunidad, a quienes valoramos la vida en común y soñamos con un proyecto que incluya a todos. El texto que precede es el del pastor bueno que deja las 99 ovejas para ir tras la perdida, y ese aroma perfuma todo el discurso: no hay nadie lo suficientemente perdido que no merezca nuestra solicitud, nuestra cercanía y nuestro perdón.
Desde esta perspectiva, se entiende entonces que una falta, un pecado cometido por uno, nos interpele a todos pero involucra, en primer lugar, a la víctima del pecado del hermano; ese está llamado a tomar la iniciativa para que quien lo dañó no se pierda. En estos días escuché muchos testimonios de quienes han salido al encuentro de personas que les habían dañado. Heridas terribles que pude contemplar en sus propios cuerpos; pérdidas irreparables que todavía se siguen llorando, sin embargo han salido, han dado el primer paso en un camino distinto a los ya recorridos. Porque Colombia hace décadas que a tientas busca la paz y, como enseña Jesús, no ha sido suficiente que dos partes se acercaran, dialogaran; ha sido necesario que se incorporaran muchos más actores a este diálogo reparador de los pecados. «Si no te escucha, busca una o dos personas más» (Mt 18,15), nos dice el Señor en el Evangelio.
Hemos aprendido que estos caminos de pacificación, de primacía de la razón sobre la venganza, de delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los procesos de la gente. No se alcanza con el diseño de marcos normativos y arreglos institucionales entre grupos políticos o económicos de buena voluntad. Jesús encuentra la solución al daño realizado en el encuentro personal entre las partes. Además, siempre es rico incorporar en nuestros procesos de paz la experiencia de sectores que, en muchas ocasiones, han sido invisibilizados, para que sean precisamente las comunidades quienes coloreen los procesos de memoria colectiva. «El autor principal, el sujeto histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es una clase, una fracción, un grupo, una élite. No necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo. Se trata de un acuerdo para vivir juntos, de un pacto social y cultural» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 239). Nosotros podemos hacer un gran aporte a este paso nuevo que quiere dar Colombia. Jesús nos señala que este camino de reinserción en la comunidad comienza con un diálogo de a dos.
Nada podrá reemplazar ese encuentro reparador; ningún proceso colectivo nos exime del desafío de encontrarnos, de clarificar, perdonar. Las heridas hondas de la historia precisan necesariamente de instancias donde se haga justicia, se dé posibilidad a las víctimas de conocer la verdad, el daño sea convenientemente reparado y haya acciones claras para evitar que se repitan esos crímenes. Pero eso sólo nos deja en la puerta de las exigencias cristianas.
A nosotros se nos exige generar «desde abajo» un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, respondemos con la cultura de la vida, del encuentro. Nos lo decía ya ese escritor tan de ustedes, tan de todos: «Este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata, sino con una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de un país enardecido donde nos levantamos temprano para seguirnos matándonos los unos a los otros… una legítima revolución de paz que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante casi dos siglos hemos usado para destruirnos y que reivindique y enaltezca el predominio de la imaginación» (Gabriel García Márquez, Mensaje sobre la paz, 1998).
¿Cuánto hemos accionado en favor del encuentro, de la paz? ¿Cuánto hemos omitido, permitiendo que la barbarie se hiciera carne en la vida de nuestro pueblo? Jesús nos manda a confrontarnos con esos modos de conducta, esos estilos de vida que dañan el cuerpo social, que destruyen la comunidad. ¡Cuántas veces se «normalizan» procesos de violencia, exclusión social, sin que nuestra voz se alce ni nuestras manos acusen proféticamente!
Al lado de san Pedro Claver había millares de cristianos, consagrados muchos de ellos; sólo un puñado inició una corriente contracultural de encuentro. San Pedro supo restaurar la dignidad y la esperanza de centenares de millares de negros y de esclavos que llegaban en condiciones absolutamente inhumanas, llenos de pavor, con todas sus esperanzas perdidas. No poseía títulos académicos de renombre; más aún, se llegó a afirmar que era «mediocre» de ingenio, pero tuvo el «genio» de vivir cabalmente el Evangelio, de encontrarse con quienes otros consideraban sólo un deshecho. Siglos más tarde, la huella de este misionero y apóstol de la Compañía de Jesús fue seguida por santa María Bernarda Bütler, que dedicó su vida al servicio de pobres y marginados en esta misma ciudad de Cartagena.1
En el encuentro entre nosotros redescubrimos nuestros derechos, recreamos la vida para que vuelva a ser auténticamente humana. «La casa común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida humana, de cada hombre y cada mujer; de los pobres, de los ancianos, de los niños, de los enfermos, de los no nacidos, de los desocupados, de los abandonados, de los que se juzgan descartables porque no se los considera más que números de una u otra estadística. La casa común de todos los hombres debe también edificarse sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la naturaleza creada» (Discurso a las Naciones Unidas, 25 septiembre 2015).
También Jesús nos señala la posibilidad de que el otro se cierre, se niegue a cambiar, persista en su mal. No podemos negar que hay personas que persisten en pecados que hieren la convivencia y la comunidad: «Pienso en el drama lacerante de la droga, con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles, en la devastación de los recursos naturales y en la contaminación; en la tragedia de la explotación laboral; pienso en el blanqueo ilícito de dinero así como en la especulación financiera, que a menudo asume rasgos perjudiciales y demoledores para enteros sistemas económicos y sociales, exponiendo a la pobreza a millones de hombres y mujeres; pienso en la prostitución que cada día cosecha víctimas inocentes, sobre todo entre los más jóvenes, robándoles el futuro; pienso en la abominable trata de seres humanos, en los delitos y abusos contra los menores, en la esclavitud que todavía difunde su horror en muchas partes del mundo, en la tragedia frecuentemente desatendida de los emigrantes con los que se especula indignamente en la ilegalidad» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2014, 8), e incluso en una «aséptica legalidad» pacifista que no tiene en cuenta la carne del hermano, la carne de Cristo. También para esto debemos estar preparados, y sólidamente asentados en principios de justicia que en nada disminuyen la caridad.
No es posible convivir en paz sin hacer nada con aquello que corrompe la vida y atenta contra ella. A este respecto, recordamos a todos aquellos que, con valentía y de forma incansable, han trabajado y hasta han perdido la vida en la defensa y protección de los derechos de la persona humana y su dignidad. Como a ellos, la historia nos pide asumir un compromiso definitivo en defensa de los derechos humanos, aquí, en Cartagena de Indias, lugar que ustedes han elegido como sede nacional de su tutela. Finalmente Jesús nos pide que recemos juntos; que nuestra oración sea sinfónica, con matices personales, distintas acentuaciones, pero que alce de modo conjunto un mismo clamor.
Estoy seguro de que hoy rezamos juntos por el rescate de aquellos que estuvieron errados y no por su destrucción, por la justicia y no la venganza, por la reparación en la verdad y no el olvido. Rezamos para cumplir con el lema de esta visita: «¡Demos el primer paso!», y que este primer paso sea en una dirección común. «Dar el primer paso» es, sobre todo, salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor. Y Él nos pide siempre dar un paso decidido y seguro hacia los hermanos, renunciando a la pretensión de ser perdonados sin perdonar, de ser amados sin amar. Si Colombia quiere una paz estable y duradera, tiene que dar urgentemente un paso en esta dirección, que es aquella del bien común, de la equidad, de la justicia, del respeto de la naturaleza humana y de sus exigencias. Sólo si ayudamos a desatar los nudos de la violencia, desenredaremos la compleja madeja de los desencuentros: se nos pide dar el paso del encuentro con los hermanos, atrevernos a una corrección que no quiere expulsar sino integrar; se nos pide ser caritativamente firmes en aquello que no es negociable; en definitiva, la exigencia es construir la paz, «hablando no con la lengua sino con manos y obras» (san Pedro Claver), y levantar juntos los ojos al cielo: Él es capaz de desatar aquello que para nosotros pareciera imposible,
Él ha prometido acompañarnos hasta el fin de los tiempos, Él no dejará estéril tanto esfuerzo. ___________________________
1 También ella tuvo la inteligencia de la caridad y supo encontrar a Dios en el prójimo; ninguno de los dos se paralizó ante la injusticia y la dificultad. Porque «ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible. Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso» (Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 227).
ZENIT

«Estamos a punto de terminar el trabajo que nos encargó el Papa»


Nuria Calduch-Benages (Barcelona, 1957) ha visitado Málaga para participar en las Jornadas de la Asociación Bíblica Española. Esta biblista, autoridad mundial en Sagrada Escritura, es la única mujer española en la Comisión de Estudio del Diaconado Femenino impulsada por el Papa Francisco
¿Puede contarnos algo del trabajo de la comisión sobre el diaconado femenino?
No puedo dar explicaciones relativas al trabajo realizado, porque así nos lo han pedido. El Papa nos pidió una investigación desde el ámbito histórico, teológico y antropológico, en torno al papel de la mujer en las primeras comunidades cristianas, y desde el momento en que nos convocaron hemos ido trabajando con mucha regularidad y seguimos avanzando. Estamos llegando casi al final del recorrido. Creo que la conclusión del trabajo de esta comisión no está lejano.
Y todo a raíz de la petición lanzada al Papa por una religiosa en la Asamblea de Superioras Generales de mayo de 2016.
Sí. Nació de una manera espontánea, no premeditada. De hecho, nació a raíz de una pregunta que una religiosa dirigió al Papa. Este escuchó, reflexionó y decidió crear una comisión de estudio. Y ahí estamos. Son cosas que una nunca hubiera pensado. Deseamos que nuestro trabajo sea para bien de todos.
¿Cómo interpreta las palabras del Papa de que hay que promover la participación activa de la mujer en la comunidad eclesial?
El Papa lo cree, lo predica e intenta que eso se haga realidad en la medida de lo posible. Yo estoy completamente de acuerdo y ofrezco mi pequeño grano de arena para que las mujeres podamos ir logrando más espacios. Si miro hacia el pasado, nuestro espacio se ha agrandado y llegamos a ciertos ámbitos antes reservados solo a los varones y clérigos. Hay que ser optimistas y agradecer también todos los esfuerzos de tantas personas y en particular de varias mujeres que han ido abriendo caminos. De todos modos, queda mucho por hacer. En la Iglesia los varones ocupan casi todo el espacio posible, las posiciones de responsabilidad, de toma de decisiones… El nuestro es un trabajo lento y hay que contar con muchas ayudas para llegar a espacios más compartidos.
¿Cómo se consiguen ensanchar esos espacios de participación femenina en la Iglesia de los que usted habla? ¿Cuál es el granito de arena que podemos aportar nosotras para contribuir a ello?
Hay muchas mujeres competentes, responsables y comprometidas con la Iglesia que pueden hacer aportaciones muy valiosas. Pero hay que contar con ellas, invitarlas, ofrecerles ámbitos y puestos de trabajo, responsabilidades y visibilidad. Y eso en la Iglesia no depende en primera instancia de las mujeres.
Su visita a Málaga responde a su participación en las Jornadas de la Asociación Bíblica Española. ¿Qué significan?
Las jornadas son una ocasión privilegiada que los y las biblistas españoles tenemos para encontrarnos, ya que la mayoría no nos vemos con frecuencia. Para mí, que vivo en el extranjero, es una oportunidad única de encuentro con mis colegas, no sólo para vernos sino para ponernos al día de las cuestiones científicas, publicaciones, proyectos… es un enriquecimiento mutuo. La vida de la asociación hace crecer también el entusiasmo de los biblistas jóvenes hacia el estudio y la difusión de la Biblia. Esto es muy importante: que las nuevas generaciones se hagan miembros de la Asociación y que participen activamente, porque necesitamos los relevos.
En estas jornadas abordó usted la figura del extranjero en el Antiguo Testamento. Nuestro mundo ha globalizado el comercio, las comunicaciones, pero también el crimen, el terrorismo, el miedo… y lejos de crecer en la fraternidad universal, nos vemos atenazados por la desconfianza hacia el extranjero. ¿Cuál es la enseñanza más importante que nos deja la Biblia para iluminar la situación actual a este respecto?
Aunque mi ponencia trataba del Antiguo Testamento, respondo con una página en el Evangelio: «Era extranjero y me acogisteis. – ¿Cuándo, Señor? – Cada vez que lo hicisteis con uno de estos pequeños que son mis hermanos, lo hicisteis conmigo» (cf. Mt 25,31-46). Acoger al extranjero es acoger al Señor, porque el Señor nos habla mediante él, mediante esa persona que necesita nuestra ayuda. Me atrevo a completar la enseñanza evangélica con mis propias palabras: acoger al extranjero es acogerme también a mí mismo; es acoger la distancia que me separa del otro, y, sobre todo, es acoger la libertad que me permite escucharlo, respetarlo y amarlo.
¿Qué pregunta le hace usted a la Biblia con más frecuencia cuando la estudia?
Son muchas, pero hay una especial: «¿a qué responde este texto bíblico?». Cuando leemos en el libro de Ben Sira «¡Sálvanos, Dios del universo!» (Eclo 36, 1), me pregunto quién está hablando, por qué este grito, qué está pasando a ese orante para que hable así, en qué circunstancias su súplica, qué hay detrás de ella. Todos los textos responden a una situación vivida por el autor, por la comunidad, una situación que no es etérea, sino radicada en una situación histórica, y eso te da la clave de lectura, qué es lo que se esconde detrás de los textos.
¿Tiene fin el estudio de la Sagrada Escritura?
No, el estudio nunca tiene fin, y el de la Biblia tampoco. La Biblia es un pozo de riqueza, de sabiduría, y cuánto más se la estudia, el horizonte se ensancha y una descubre que hay tantos y tantos detalles que nos pasan desapercibidos y merecen nuestra atención…
El Papa nos invita a acudir a la Biblia tanto como al móvil, pero estamos muy lejos de seguir su consejo.
¿Por qué se nos cae de las manos la Biblia?
Simplemente por desconocimiento, no es mala voluntad ni aversión. La Biblia es el libro más leído en todo el mundo, aunque quizás en nuestros ambientes sea prácticamente desconocido. Pero cuando las personas se acercan a ella, la leen, la estudian y la trabajan personalmente o en grupo, les parece maravillosa y se enganchan.
Muchas veces creemos saber ya lo que la Palabra de Dios nos dice, simplemente porque la hemos escuchado o leído muchas veces…
Es una tentación y te hace perder la capacidad de entrar en el texto y de sacarle lo mejor de él. Desconectamos porque pensamos que ya nos lo sabemos, pero no es cuestión de saber, sino de dejarse tocar por el texto con paciencia, en silencio, buscando los matices, las conexiones… eso requiere tiempo, es un proceso de lectura atenta, un proceso largo y muy personal.
Para el estudioso de la Biblia ¿existe el riesgo de pasar solo por el tamiz de la inteligencia ese objeto de estudio, y no dejarlo calar por el corazón?
El proceso de lectura cubre todas las etapas, pero la finalidad del trato con la Biblia no es el estudio objetivo. La Biblia es un libro vital, un libro de fe que quiere incidir en la vida de aquel que lo lee, por tanto este proceso hermenéutico tiene que desembocar en una vivencia personal enraizada en la vida actual del lector o lectora. La Lectio Divina o lectura orante, por ejemplo, y tantos otros métodos de lectura que existen en la actualidad ayudan a esta circularidad: la vida ilumina el texto y éste ilumina la vida. El punto final es la persona, su relación consigo misma, con Dios y con los demás.
¿Qué respuestas encuentra el ser humano, y concretamente la mujer, en la Sagrada Escritura?
El estudio de nuestras «antepasadas bíblicas» es una guía para reflexionar y buscar respuestas a la situación actual de la mujer, no solo en la sociedad y en el mundo sino también en la Iglesia. Nos separan dos mil años de distancia y ciertamente no se pueden hacer saltos mortales. Ahora bien, las situaciones y los problemas que aparecen en la Biblia son humanos (es decir universales). Leídas a la luz de la fe, las narraciones bíblicas transmiten el amor por la vida, por los demás, por el bien del pueblo y por Dios. Estos elementos pueden tener incidencia en nuestra vida actual. En cuanto a la mujer, hay historias muy significativas y algunas heroínas bíblicas son actualísimas. Basta pensar en Rut, Judit o Ester.
¿Cuál es su favorita?
Bueno, mi favorita es un poco particular porque no es de carne y hueso: me refiero a Doña Sabiduría, una figura misteriosa pero que trabaja duro (ríe).
En una época de renacimiento de la causa feminista, vemos que sin embargo aumenta la violencia y la injusticia a la que se somete a la mujer. ¿Qué puede aportar la Iglesia?
La realidad es muy dura y me hace estremecer la situación en que viven muchas mujeres en su propio hogar, y que repercute no solo en ellas, sino en los hijos, en las futuras generaciones. ¿Cómo erradicar este sometimiento y esta violencia que viven mujeres y niñas? Se habla mucho del movimiento feminista. En realidad el feminismo es una lucha por la justicia, no es nada más que eso. Una lucha legítima y que debería ser abanderada por todos. La Iglesia ha hecho mucho en favor de la mujer y ante situaciones de precariedad, violencia e injusticia siempre se pone en favor del oprimido. Tenemos la responsabilidad primera de luchar por todas estas mujeres que ven pisoteados sus derechos. La discriminación, la injusticia y la opresión del más débil es intolerable.
Ana María Medina/Diócesis de Málaga

Francisco reza ante las reliquias de san Pedro Claver


Tras rezar el Ángelus en la entrada al templo, el papa Francisco ha visitado el santuario de san Pedro Claver, donde ha rezado ante las reliquias del santo jesuita.
El Santo Padre, al entrar en el templo, ha saludado a varios representantes de la comunidad afroamericana de Cartagena, y a los numerosos obispos y sacerdotes allí presentes.
Cuatro niños vestidos de blanco le han entregado unas flores, que el Papa ha depositado ante las reliquias de san Pedro Claver, misionero jesusita que entregó su vida al servicio de los esclavos negros en Cartagena de Indias.
Asimismo, el Papa se ha reunido con el rector del santuario y con unos 300 jesuitas que se han congregado en el santuario para recibir al Pontífice. También ha saludado, de manera privada, a 65 religiosos de la comunidad de jesuitas de este santuario.
El Santo Padre se ha trasladado en papamóvil al monasterio de Santo Domingo, cercano al santuario de san Pedro Claver, donde comerá con la comunidad de religiosos en el claustro.
ZENIT

Francisco recuerda a los venezolanos refugiados en Colombia


El Papa honra la memoria del santo español que defendió a los esclavos africanos ante la incomprensión del mundo y de miembros de la propia Iglesia
El Papa volvió a pedir por Venezuela en sus últimas horas de estancia en Colombia. Durante el rezo del Ángelus en la iglesia de san Pedro Claver, en Cartagena de Indias, el Pontífice aseguró su «oración por cada uno de los países de Latinoamérica», pero «de manera especial por la vecina Venezuela», de donde provienen muchas personas que «han encontrado en esta tierra colombiana un lugar de acogida», recordó Francisco.
La dramática situación en el país vecino, donde la crisis política ha conducido a una crisis humanitaria por falta de alimentos y medicinas, ha estado muy presente a lo largo de toda la visita a Colombia del Papa, que el jueves se reunió con cinco obispos venezolanos tras la Misa celebrada en el Parque Simón Bolívar de Bogotá. Ya en el viaje rumbo a Colombia, Francisco se dirigió a los periodistas cuando, obligado por un huracán, el avión se desvió de su camino para atravesar Venezuela. Aprovechando esta situación, el Papa pidió una oración «para que se pueda dar el diálogo y el país encuentre una buena estabilidad mediante el diálogo con todos».
El Papa hizo «un llamamiento para que se rechace todo tipo de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la grave crisis que se está viviendo y afecta a todos, especialmente a los más pobres y desfavorecidos de la sociedad», subrayando que lo hacía desde una ciudad que es «sede de los derechos humanos». Así lo establece una ley colombiana de 1995, en recuerdo a san Pedro Claver y otros jesuitas del siglo XVII que defendieron a contracorriente los derechos de los oprimidos.
En la iglesia que custodia las reliquias del santo español, el Papa bendijo las primeras piedras de dos instituciones para asistir a personas necesitadas. «Todavía hoy, en Colombia y en el mundo –denunció el Obispo de Roma–, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y sus propios derechos».
De ahí la vigencia de quien, el día de su profesión solemne, se hizo llamar el «esclavos de los negros para siempre». «Él esperaba las naves que llegaban desde África al principal mercado de esclavos del Nuevo Mundo», recordó el Papa. «Muchas veces los atendía solamente con gestos, gestos evangelizadores, por la imposibilidad de comunicarse, por la diversidad de los idiomas. Pero una caricia trasciende todos los idiomas. Sin embargo, Pedro Claver sabía que el lenguaje de la caridad, de la misericordia era comprendido por todos. De hecho, la caridad ayuda a comprender la verdad y la verdad reclama gestos de caridad: van juntas, no se pueden separar. Cuando sentía repugnancia hacia ellos –porque pobrecitos venían en un estado que repugnaba– Pedro Claver le besaba las llagas».
El Pontífice acudió a esta penúltima cita de su viaje en Colombia con un ojo hinchado. Al tratar de saludar a un niño, Francisco se golpeó contra el parabrisas del papamóvil y se abrió una ceja, cuando el conductor se vio obligado a frenar bruscamente debido a la aglomeración de gente que había saludo a la calle a ver al Papa. Domenico GIani, comandanta de la Gendarmería Vaticana, le hizo una rápida cura que le permitió seguir el programa con una sonrisa permanente dibujada en los labios.
Ricardo Benjumea

El Papa se despide de Colombia: el protagonista de la reconciliación «es la gente, no una fracción o una élite»


El proceso requiere mucho más que «marcos normativos y arreglos institucionales»
Después de haberse volcado durante cinco días en apoyar la reconciliación nacional en Colombia, el Papa Francisco ha advertido en su mensaje de despedida que «el autor principal, el sujeto histórico de este proceso, es la gente y su cultura, no es una clase, una fracción, un grupo, una élite», pues «no necesitamos un proyecto de unos pocos para unos pocos».
En la homilía de la misa para unas ochocientas mil personas, en el puerto de contenedores de Cartagena de Indias, el Santo Padre ha dicho a los colombianos que «las heridas profundas de la historia requieren instancias donde se haga justicia y se dé a las victimas la posibilidad de conocer la verdad», así como que «haya acciones claras para evitar que se repitan esos crímenes».
Según el Papa, el «camino de pacificación» no puede quedar solo en manos de la política o la administración pública, pues «no se alcanza solo con el diseño de marcos normativos y arreglos institucionales».
Francisco ha citado unas palabras muy claras de Gabriel García Márquez: «Este desastre cultural no se arregla ni con plomo ni con plata, sino con una educación para la paz».
Hacia el final de la homilía, el Papa ha propuesto otro elemento de la reconciliación cristiana, que a veces no resulta fácil: «Hoy rezamos juntos por el rescate de aquellos que estuvieron errados, pero no por su destrucción; rezamos por la justicia y no la venganza, por la reparación en la verdad y no el olvido».
Terminada la Misa, el Santo Padre se dirigió al aeropuerto de Cartagena de Indias para emprender el vuelo de regreso a Roma.
Juan Vicente Boo/Enviado especial a Colombia. ABC

Estaban al acecho para ver si curaba en sábado.


Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
Palabra del Señor.

Cartagena, Padre Elkin Acevedo de San Francisco: "Queremos transmitir al Santo Padre que somos una Iglesia en salida "

¿Cuáles son las primeras dificultades que se encuentran?
El barrio de San Francisco y todas las comunidades circunvecinas, teniendo en cuenta que Cartagena es la segunda ciudad más desigual del país, afronta dificultades en relación al acceso a los servicios de educación, en relación a la venta y el consumo de sustancias alucinógenas, al narcotráfico, la trata de personas, la violencia intrafamiliar, la inseguridad. Dinámicas todas que son generadas por las dificultades sociales que acontecen.
En medio de esta realidad, la Iglesia evangelizadora se esfuerza por transformar esa realidad y para tratar de construir una sociedad más humana y justa en nuestro entorno particular.
¿En qué modo se ha preparado la comunidad para la visita del Santo padre al barrio?
Desde que se conoció la noticia de que el Santo padre venía visitar esta comunidad hemos hecho un itinerario comprometido para conocer la vida del Santo Padre, y haciendo un esfuerzo enorme por preparar, de una manera simbólica, el encuentro de la comunidad con él. También hemos preparado con toda la iglesia un himno con el que esperamos recibirlo al momento de su arribo aquí en Cartagena, y obviamente muchas demostraciones de cariño y aprecio. Y sobre todo nos hemos preparado espiritualmente en oración, en vigilias, un camino espiritual para recibir con los brazos abiertos no solamente al Santo Padre sino a aquel a quien nos trae el Santo Padre Francisco que es Jesucristo.
Hemos preparado la comunidad haciéndole entender que el Santo Padre es un emisario del Evangelio y la presencia de vida de Jesucristo en medio de nosotros y que en la persona del Santo padre queremos recibir a Jesucristo en cada una de nuestras vidas.
Talita Qum y María Revive, los dos proyectos que bendecirá el Papa
El Papa Francisco Santo conocerá allí dos proyectos sociales y bendecirá las piedras de dos obras que están lideradas por la arquidiócesis de Cartagena.
¿Qué trabajo se realiza en estas estructuras?
Las dos obras hacen parte del trabajo social de la archidiócesis de Cartagena y están dirigidas por el secretariado de pastoral social de la arquidiócesis (SEPAS).
Talita Qum es un programa que trabaja con 70 niñas en condición de vulnerabilidad y que busca establecer con ellas es un espacio de prevención, y generarles un espacio de protección, teniendo en cuenta que son parte de comunidades muy vulnerables y que están expuestas a temas que tienen que ver con violencia intrafamiliar, deserción escolar, trata de personas. Tratamos de generar un entorno protector, inspirados fundamentalmente en la dinámica del Evangelio. El programa se llama Talita Qum y está inspirado en el texto de Marcos 5, 42 "a te lo digo niña, levántate", en el cual la hija de Jairo muere, y el encuentro con el Maestro hace que la niña se levante. Está inspirado en esta dinámica y buscamos, con este ejercicio, tratar de que las niñas tengan un proyecto de vida sostenible y que sean autoras de su propio desarrollo interior integral, capaces de transformar también los entornos de las familias a las que pertenecen.
La segunda obra que será bendecida por el Santo Padre que también es una experiencia que acompaña el Secretario de Pastoral Social de la Arquidiócesis, es un trabajo con habitantes de calle, pobres sin techo.
La ciudad de Cartagena tiene aproximadamente unos 1000 habitantes que viven en las calles. De esos 1000 habitantes, nosotros estamos trabajando con 130 y con ellos realizamos un trabajo itinerante. Se reparten de lunes a viernes una ración de comida diaria, procuramos darles ropa digna y hacer un proceso en el cual puedan enlazar, en alguna manera, los vínculos familiares, también restituirles o hacer un puente para que se les reconozcan sus derechos y que puedan tener acceso a la salud, recuperar documentos de identidad y, sobre todo, hacerles sentir el calor la cercanía y el amor que les transmitimos cada uno de los equipos de Misioneros que trabajan en favor de este proyecto, haciéndoles sentir que ellos también son hijos de Dios, que ellos cuentan en una sociedad particularmente excluyente, y que para ellos sí hay una nueva oportunidad de vida.
El flagelo del turismo sexual en Cartagena
¿Cuán arraigado es el problema del turismo sexual en Cartagena?
Realmente el turismo sexual es un problema recurrente. Cartagena es la quinta ciudad del país en población y es la ventana turística del país hacia el exterior. Al ser una ciudad turística, que además tiene cuatro terminales marítimas, hace que los extranjeros en Cartagena sean permanentes, y, desafortunadamente, muchas de las personas, extranjeros y personas del país que vienen a visitar la ciudad, vienen en busca del turismo sexual y hay muchas, muchas personas, sobre todo adolescentes y jóvenes, que desafortunadamente se dedican a este tipo de prácticas, a causa de la pobreza y de la desigualdad social.
También es cierto que en este momento con la crisis que está enfrentando el vecino país de Venezuela hemos sido testigos del número creciente de inmigrantes de venezolanos que desafortunadamente también se dedican al tema de negocios ilícitos, y otro tanto, sobre todo mujeres, que se ven obligadas a recurrir con este tipo de prácticas que en nada contribuyen al respeto de su dignidad humana.
¿Hay forma de detener este tipo de turismo?
A nivel de gobierno local se han hecho enormes esfuerzos para tratar de superar este tipo de dificultades. Se trata de establecer un código de protección al menor. Sin embargo muchas actividades son clandestinas y, en algunos casos, las personas que se dedican a este tipo de prácticas son inducidas por sus núcleos familiares, entonces, eso hace que sea difícil controlar la situación. El gobierno local, y por supuesto la Iglesia, han hecho enormes esfuerzos para que este tipo de situaciones pueda ser superadas.
Algunas comunidades religiosas como las hermanas del Buen Pastor se dedican a trabajar con mujeres en contexto de prostitución y hemos tenido algunos avances. Sin embargo, el fenómeno está controlado por algunos grupos particularmente poderosos y a veces se hace difícil que efectivamente se pueda superar del todo este flagelo en una ciudad turística como Cartagena.
(from Vatican Radio)

La visita del Papa es una bendición de paz y esperanza

 "En mi corazón hay mucha esperanza y mucho futuro positivo para nuestro barrio y nuestras familias". La hermana Blanca Nubia López es la directora y el alma mater de la Obra Talita Qum para niñas en situación de vulnerabilidad. Religiosa de la congregación de las Hermanas de la Caridad del Buen Pastor, una congregación fundada en el 1835 que lleva 64 años trabajando en la comunidad de Cartagena con niñas adolescentes y en contexto de prostitución, es enviada como congregación a trabajar en la ciudad de Cartagena.
Cuando cuatro años atrás la congregación dice no poder continuar con el trabajo de niñas y adolescentes debido a la carencia de recursos y de personal, la religiosa, que conoce profundamente el contexto social de la ciudad, insiste en permanecer en allí para poder continuar con su misión.
"Gracias a Dios por mi congregación y por mi provincia, por tomar esta decisión, por aceptar que continuara y asumiera esta obra con todo el apoyo de la parroquia de San Francisco" expresa ante nuestros micrófonos:
La historia de la Obra Talita Qum
Tras la asunción de la obra con el apoyo de la parroquia de San Francisco, la arquidiócesis de Cartagena propone asumir esta obra desde la arquidiócesis: "mi corazón entonces se ensancha de inmensa alegría porque la obra se ensancha", dice la hermana Blanca. "Como dice mi fundadora, extendamos al Buen Pastor en las comunidades en donde hace falta la presencia de la misericordia y la ternura del amor del Buen Pastor".
Con la arquidiócesis de Cartagena en la cabeza de Monseñor Carvajal, la obra se empieza a extender. En este momento atiende a 70 niñas, pero la hermana Blanca proyecta que dentro de unos cinco o seis años ya no serán setenta, sino que podrá hablarse de quinientas o seiscientas niñas de los márgenes de la ciudad de Cartagena, "una ciudad amurallada con murallas construidas por los esclavos que venían de África, que hoy en día embellecen la ciudad cartagenera y que es la parte llamativa de la ciudad" pero que hoy "está rodeada de muchas murallas invisibles en donde los rostros de los pobres y marginados y los sin techo, no se ven".
Los rostros invisibles de los pobres y de los marginados
La intensa labor que realiza esta mujer valiente, junto a voluntarias y personas de buena voluntad, con el acompañamiento de la parroquia San Francisco de Asís y el apoyo de archidiócesis, está destinado a dignificar, rescatar y hacer visible los rostros de los niños, niñas y adolescentes, que, textuales palabras de religiosa "se nos pierden por el tráfico de personas, utilizados para el comercio sexual". Son "niños y niñas en situación de vulnerabilidad, no escolarizados, con el peligro de caer en la droga y en las pandillas".
"Santa María dice que la Iglesia es el navío de la congregación, y podemos ver como Dios está bendiciendo esta obra de una manera tan especial y tan visible en la presencia del Santo padre".
Tal como explica la hermana Blanca, la obra en este momento atiende setenta niñas del barrio San Francisco y del barrio la María de entre los nueve años hasta el su ingreso a la universidad. "La mayor tiene 17 años y está estudiando inglés en el Colombo. Es una bendición grandísima del cielo tener un rostro visible del testimonio de vida de nuestros niños, adolescentes y sus familias, - dice - porque el trabajo no sólo es con las niñas, sino también con las familias, porque de otro modo no tendría sentido".
El programa de la obra
"Vamos a los corazones de las familias, de los barrios, no nos da miedo meternos en las situaciones de barrios tan difíciles". "Como buenos pastores enviadas por la Iglesia, recorremos estos lugares sin temor y sin temblor, porque sabemos que el Pastor es bueno y está con nosotras".
El programa Talita Qum brinda formación integral a las niñas y adolescentes, su eje transversal es el anuncio del Evangelio y el fortalecimiento de los valores. Se acompaña a las niñas en las tareas escolares, en reuniones en el trabajo, con las familias en encuentros para padres y madres, y también en aquellos sólo para hombres, para hacer sí que ellos "se comprometan y se den cuenta que tienen una responsabilidad muy grande con sus hijas o hijastras".
El significado de la visita para Talita Qum y para la comunidad
La atención que el Santo Padre ha puesto en este esfuerzo adquiere diversos significados según la religiosa:
"Significa fortalecer la paz de la que tanto venimos hablando y negociando en Colombia con los grupos que están al margen de la ley, porque también en nuestros barrios se ha sentido esta violencia con las pandillas juveniles, y en ese sentido, el mensaje del Santo Padre es esperanzador para nuestros jóvenes. De manera especial, para traer paz a nuestro barrio y visibilizarlo, porque no es tenido en cuenta por el gobierno. La gente no viene a nuestro barrio San Francisco porque le da miedo por la inseguridad que hay. En cambio ahora, con la visita del Papa, todo el mundo quiere llegar, lo que demuestra que el Papa Francisco trae consigo cosas hermosas y demuestra que hay que apostarle al proyecto de vida, a los proyectos de los niños, de las mujeres, de los jóvenes. Asimismo la visita es esperanzadora, a la vez que es un llamado a la paz y a la reconciliación, porque tenemos familias divididas que necesitan reconciliarse con Dios. En mi corazón hay mucha esperanza y mucho futuro positivo para nuestro barrio y nuestras familias.
La señora Lorenza Pérez que visitó el Papa, es una mujer líder del barrio de San Francisco, uno de lugares en donde se vive más la violencia en el sector. Tiene 70 años y lleva 17 años atendiendo en el comedor a todos estos niños de escasos recursos y, de manera muy especial, al comedor donde se alimentan las niñas del programa Talita Qum. Se eligió a la señora Lorenza precisamente porque ella se ocupa del comedor de las niñas y por ser una mujer lideresa que sin tener recursos, es más, es una mujer de recursos muy escasos, es capaz de apostar por la responsabilidad social, por las personas más necesitadas.

(from Vatican Radio)