jueves, 22 de septiembre de 2011

PLEGARIA CONTRA LAS SEDUCCIONES DEL MAL. SALMO 141

Buenos días Señor, ahora necesito orar, necesito pedirte ayuda y necesito que me ayudes a ser mejor.

Salmo de David. 
Yo te invoco, Señor, ven pronto en mi ayuda:
escucha mi voz cuando te llamo;
que mi oración suba hasta ti como el incienso,
y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde
.
 Coloca, Señor, un guardián en mi boca
y un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes que mi corazón se incline a la maldad,
o a cometer delitos con hombres perversos.
¡No, nunca gustaré de sus manjares!

Que el justo me golpee como amigo y me corrija,
pero que el óleo del malvado no perfume mi cabeza:
yo seguiré oponiendo mi oración a sus maldades.


Pero mis ojos, Señor, están fijos en ti:
en ti confío, no me dejes indefenso.
Protégeme del lazo que me han tendido
y de las trampas de los que hacen el mal.
 ¡Caigan los malvados en sus propias redes,
mientras yo paso sin hacerme daño!

Huir de la tristeza

Cuántos de nosotros nos sentimos tristes, con esa tristeza infinita que hasta duele. Con esa sensación de soledad y desamparo que nadie comprende, sólo los que la padecemos.
¡Cuántas veces nos gustaría desaparecer! Irnos con el Padre, pero Dios tiene otros planes para nosotros.
En esos momentos estamos solos, con Jesús a nuestro lado, no podemos verlo con los ojos de la cara, pero sí con los ojos de la fe.
¡Cómo nos gustaria sentir sus poderosos brazos, sosteniéndonos, abrazándonos con un abrazo infinito!.
Lo importante es saber que está aquí, ahora mismo a mi lado, aunque no lo vea, aunque no lo oiga, pero está sosteniéndome con sus brazos para que no me hunda.
Esta fragmento de la carta de San Pablo a los Filipenses, que leímos este domingo, me sirve de ayuda:

"Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 20c-24. 27a
Hermanos:
Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mí muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.
Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
Palabra de Dios."

Ya sé que mi vida no es necesaria como ha sido la de Pablo, para sus contemporáneos y para todos nosotros. Pero si Dios me mantiene en este mundo, alguién puede necesitar mi pequeño granito de arena y eso me consuela y me permite "levantarme" y seguir adelante con la ayuda de Dios.
Espero que os sirva de ayuda.
H. de Carmen