jueves, 5 de enero de 2017

Cáritas, CONFER y Justicia y Paz reclaman una política de fronteras que evite "la inhumanidad del alambre"



Las entidades de acción social de la Iglesia en España -Cáritas, CONFER y Justicia y Paz- que integramos la red intraeclesial "Migrantes con Derechos" y que estamos presentes en ambos lados de la frontera de Ceuta expresamos nuestro dolor por los sucesos ocurridos en la madrugada del 1 de enero en el perímetro de la valla fronteriza entre la Ciudad Autónoma de Ceuta y Marruecos.
Consideramos que las medidas y actuaciones adoptadas en torno a la frontera únicamente consiguen incrementar aún más si cabe el sufrimiento, dolor y muerte de las personas migrantes y de los solicitantes de protección internacional.
Crece nuestra impotencia ante las esperanzas truncadas de estas personas, que, en su penosa travesía de miles de kilómetros por el corazón de África, llevan a sus espaldas un largo historial de abusos, agresiones y precariedad extrema, mientras esperan la ocasión de llegar a Europa en busca de un futuro de dignidad y derechos para ellos y sus familias.
Necesitamos un modelo de gestión de fronteras que no se centre únicamente en temas de seguridad, sino que también se comprometa con el respeto a la vida, la integridad personal y los derechos humanos. Es urgente, por ello, que todos nos preguntemos qué es lo que está fallando a la hora de articular una política de fronteras basada en los principios humanitarios y capaz de garantizar vías de acceso seguras a las personas que huyen de la miseria y la violencia que asola sus países.
Reiteramos nuestro rechazo a las devoluciones sumarias. Apelamos, en este sentido, al dictamen del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que ya en 2015 advirtió que la enmienda a la Ley de Extranjería aprobada en su día no avala las devoluciones automáticas, además de recordar el imperativo formulado para que España cumpla en esta materia sus obligaciones internacionales con el respeto a los derechos humanos.
No queremos acostumbrarnos al inmenso sufrimiento humano del que somos testigos a diario en las vidas de tantas personas que siguen llegando desde África y que intentan acceder a Europa en busca de una vida segura y digna. Hacemos un llamamiento a la comunidad cristiana y a toda la ciudadanía para mantenerse alerta ante las causas de esta sangrante realidad humana y trabajar juntos para evitar esta inhumanidad del alambre, y para que su dolor y sufrimiento no se conviertan en una rutina deshumanizadora.

Nuevamente recordamos la exhortación del Papa Francisco ante el Parlamento Europeo: "Europa será capaz de hacer frente a las problemáticas asociadas a la inmigración si es capaz de proponer con claridad su propia identidad cultural y poner en práctica legislaciones adecuadas que permitan tutelar los derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes".
(IVICON/Red Migrantes con Derechos)

Un grupo de jóvenes cristianos de la ciudad natal de Jesús visitaron las tres diócesis levantinas



Fueron recibidos por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares Llovera, a quien los jóvenes obsequiaron con un cáliz y una patena hechos en Belén. Ambos, realizados con madera de olivo, han sido grabados con el anagrama de Cáritas. La visita se produjo en el marco de un programa de colaboración entre Cáritas Española y Cáritas Jerusalén
La Comunidad Valenciana ha acogido esta última semana a un grupo de ocho jóvenes palestinos cristianos en el marco de una visita organizada por Cáritas Española y fruto de la colaboración de Cáritas Jerusalén con varias Cáritas diocesanas, fundamentalmente la de Valencia, aunque también las de Orihuela-Alicante y Segorbe-Castellón, que en los últimos años organizaron un campo de trabajo en verano, en Belén, en el que convivieron palestinos y voluntarios valencianos. Este martes se despidieron de nuestro país.
Los jóvenes palestinos participaron durante los últimos días de diciembre y los primeros de enero en distintas iniciativas, entre sociales, culturales y medioambientales, al tiempo que tuvieron encuentros con un carácter más eclesial. Entre otras actividades, visitaron la sede de Cáritas y a los acogidos del programa Mambré para personas sin hogar, así como la catedral, la parroquia de San Nicolás y la Albufera. Por ejemplo, fueron recibidos por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares Llovera, a quien los jóvenes obsequiaron con un cáliz y una patena hechos en Belén. Ambos, realizados con madera de olivo, han sido grabados con el anagrama de Cáritas.
Por su parte, el cardenal Cañizares –que estuvo acompañado por el vicario de Acción Caritativa y Social, José María Taberner, y el director de Cáritas Diocesana de Valencia, Ignacio Grande– agradeció el regalo y les dijo que siempre les tiene presentes en sus oraciones, al tiempo que manifestó su solidaridad con las situaciones de sufrimiento e injusticia que viven en su país.
Según explica a Alfa y Omega Ignacio Grande, «este año decidimos que fueran ellos los que vinieran a visitarnos en vez de ir nosotros para que, así, pudieran conocer nuestra realidad diocesana y los proyectos en los que estamos embarcados». Aun así, los jóvenes palestinos regalaron su testimonio de cómo viven la fe en medio de las dificultades, «una fe que tienen muy enraizada y de la que dan razón sin ningún complejo».
Los jóvenes palestinos también se acercaron a Orihuela-Alicante, donde pudieron dar su experiencia para sensibilizar a los fieles de esta diócesis sobre la realidad que viven los cristianos de Tierra Santa.
Y este lunes estuvieron en la diócesis de Segorbe-Castellón, donde ofrecieron su experiencia en un abarrotado salón de actos de la Casa Sacerdotal. Hablaron de las celebraciones en los Santos Lugares, de la fe en un contexto de falta de libertad y seguridad o de cómo se vive en permanente estado de excepción. Antes, visitaron un albergue gestionado por Cáritas, en el que, además, ayudaron al reparto de comida.
El balance, añade el director de Cáritas Valencia, ha sido muy positivo tanto en los encuentros en las distintas diócesis como en Algemesí, la ciudad que acogió a los jóvenes palestinos durante su estancia en nuestro país.
F.O.

Con la alegría de los Magos, entra y adóralo. Cardenal Osoro.


La revolución más grande que los cristianos hemos de hacer es vivir desde el núcleo donde mejor se manifiesta el Amor y la Verdad misma que Dios nos ha regalado y que se hizo visible en Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Este Amor y Verdad es el que tiene que llenar nuestro corazón. Aquí está la revolución que no mata, da vida: «Amad a vuestros enemigos» (cfr. Lc 6, 27). Y esto no es rendirse ante el mal, es responder como nos dice Jesús: con el bien. Las palabras que salen de sus labios, el padrenuestro, son las que han de configurar nuestro mundo. Tenemos un Padre que nos dice que todos los hombres somos hermanos. No estamos huérfanos.
Es un Padre que nos ama y nos llena de su amor, que nos hace vivir con su amor en este mundo, haciendo de él la gran familia de los hijos de Dios. Puede que algunos tilden esto de buenismo o que haya aprovechados que se valen de quienes utilizan esta medicina para seguir haciendo daño, pero no tienen futuro, ni siquiera presente. Cuando los cristianos hemos dejado de vivir así, no hemos metido en las entrañas de esta humanidad esa revolución que provoca el cambio verdadero y paraliza el odio.
En el mensaje que nos has regalado con motivo de la reciente Jornada Mundial de la Paz, el Papa Francisco recuerda que hace 50 años, en el primer mensaje que dirigió a todos los hombres de buena voluntad, el Papa Pablo VI decía así: «Ha aparecido finalmente con mucha claridad que la paz es la línea única y verdadera del progreso humano (no las tensiones de nacionalismos ambiciosos, ni las conquistas violentas, ni las represiones portadoras de un falso orden civil)». Francisco subraya que «la violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado». Todos vemos lo que acontece en muchos lugares de la tierra: emigración forzada, sufrimientos, desapariciones de personas... a pesar de que Dios nos ha revelado que somos hermanos y que es posible hacer un mundo donde las necesidades de los jóvenes, las familias, los ancianos y los enfermos sean cubiertas y atendidas. ¿Qué es lo que pasa para no hacer posible la paz?
Hay unas palabras del Evangelio que siempre me han impresionado y que al comenzar el año os quiero entregar: «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen pensamientos perversos» (Mc 7, 21). Estas palabras me hacen preguntarme: ¿Qué es lo que estamos dando para llenar el corazón del hombre? ¿Qué regala esta cultura, qué aportan nuestros planes de educación? ¿Qué propuestas nos hacen quienes tienen la misión de dirigir la sociedad y los pueblos? ¿Construimos sociedades abiertas o cerradas? Además de tener dinero, medios para salir adelante e ideas que se proponen como únicas, ¿construimos y damos posibilidades para tener otra mirada sobre los demás y otro corazón?
El momento que vive la humanidad, esta aldea común, es singular para pensar y decidir tomar rumbos diferentes que den salidas a todos. La no violencia se impone. Los cristianos la proponemos como modo de ser y de vivir, convencidos del amor de Dios y de su poder, sin miedo a afrontar la vida con las armas de la verdad y del amor. Alguien podrá decirme: «Esas son palabras». Yo respondo: «Son hechos reales». Mientras estuvo en este mundo, Jesús nos enseñó a vivir en realidades muy concretas. Dios se hace Hombre y nos enseña a llenar de su amor el corazón de todos, sin excluir a nadie, a llenarlo de paz, de reconciliación, de fraternidad. Nos enseña a ayudarnos mutuamente, a mirar siempre donde está mi hermano sea quien sea; tanto si está a mi lado como si está a mucha distancia no puedo desentenderme de él.
Para adentrarnos en lo que el Papa Francisco nos dice en su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz –titulado precisamente La no violencia: un estilo de política para la paz–, esta semana os propongo que contempléis tres verdades necesarias con el texto de los Magos de Oriente (cfr. Mt 2, 1-12). Ellos son representativos de toda la humanidad:
1. Mira a Jesús que es Luz, Amor y Verdad. En el corazón del ser humano y en el corazón de esta humanidad hay una necesidad profunda de Luz, de vivir de las fuerzas que sacan adelante la vida, de no vivir huérfano de lo más necesario para construir la propia vida y las relaciones humanas: amor y verdad. Al seguir la estrella, los Magos de Oriente representan a tantos hombres que dejaron todo por seguir la orientación de lo que está en lo más profundo del corazón. Los Magos, que son presencia de toda la humanidad, se acercaron a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos? Porque hemos visto salir la estrella y venimos a adorarle». Sí, hemos visto lo que necesitamos y a este lugar nos envía quien hizo lo que existe y quien nos hizo a su imagen. La necesidad de ver a Jesús, verdadero Hombre y verdadero Dios, está inscrita en lo profundo del ser humano, en su núcleo de existencia. Lo que da paz, seguridad, nido verdadero donde aposentarse al ser humano, es Dios mismo. No somos huérfanos; precisamente por ello, cuando desconocemos a quien es Verdad y Amor, lo buscamos de modos diferentes.
2. No te dejes engañar por el poder. El encuentro con Herodes es el encuentro con quien vive engañado, creyendo que su poder es el que salva. Es un poder sin amor ni verdad. Es un poder que deja huérfanos a quienes lo aceptan y creen que pueden vivir de él. Cuando no hay amor y verdad, hay miedos, hay recelos, se crean discrepancias, se rompen lazos de unión, se tiran puentes. Y todo porque lo que importa es mantenerme en el poder, para mi servicio y mis ideas. Los que piensan de otra manera no importan, a la fuerza tienen que pensar como yo. Herodes no puede consentir otra manera de alcanzar el poder, que es el que buscan los Magos, desde la verdad y el amor. Por eso dice a los Magos: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Los Magos vieron sus intenciones: no buscaba vivir del amor y de la verdad, deseaba mantener la tensión que hace inviable la convivencia.
3. Déjate guiar por la Luz de la que tienes necesidad para vivir y hacer vivir. ¡Qué manera más discreta y profunda de decirnos donde está la verdad! «La estrella que habían visto salir [...] vino a pararse encima donde estaba el niño». Y «se llenaron de inmensa alegría», habían encontrado lo que buscaban, lo que toda persona necesita, lo que esta familia humana necesita para salir adelante. Tiene rostro humano, nos revela quién es el hombre y quién es Dios. Por eso, ellos «entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después abriendo los cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra [...] se retiraron a su tierra por otro camino».
¿Cómo mostrar a los hombres esta realidad que llena la vida y la historia de sentido, de fuerza, de amor y de verdad? Son necesarios cuatro pasos que te invito a dar: a). Llena la vida de la verdadera alegría: Jesucristo; b). Entra en su casa como los Magos y dale la mano a María para que te enseñe a vivir en la Verdad y en el Amor que tiene un rostro: Jesucristo; c). Arrodíllate y adóralo, si tú eres valioso para los demás es por ser imagen de Él. Atrévete a vivir siendo imagen de Él, solamente lo puedes hacer con su gracia, su amor y su verdad; d). Dale lo que eres. Hazle la ofrenda de tus tesoros. Tu gran tesoro es ser hijo de Dios y hermano de todos los hombres. Él se hizo Hombre para enseñárnoslo. Vive y enseña a vivir así a los hombres.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos Card. Osoro Sierra, arzobispo de Madrid

El arzobispo presentará su libro 'Búscate en mí. Los jóvenes conversan con Jesús' en la vigilia de este viernes


Fue tras la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia, en julio del año pasado, cuando el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, decidió plasmar en un libro lo que durante tantos años ha venido transmitiendo a jóvenes de distintas generaciones, «las grandes catequesis cristianas desde el inicio mismo de la Iglesia». También le animó la celebración del Año de la Misericordia, y así nació Búscate en mí. Los jóvenes conversan con Jesús (PPC), que presentará a los jóvenes de Madrid este viernes, Epifanía del Señor, en la vigilia de oración que comparte con ellos cada primera semana de mes.
El título nos lleva hasta santa Teresa de Jesús, pues «Búscate en mí» es una frase que un día oyó la santa andariega en la oración y que después comentó en uno de sus poemas. «En el fondo, es la pregunta que deseo que vosotros mismos respondáis: “Tú, joven de este siglo XXI, ¿dónde estás? ¿Quién eres?”. Cuando el ser humano se encuentra a sí mismo, entonces busca a Dios y se lanza a dar a los demás la bondad, la verdad y la belleza que ha encontrado. A todo eso te invito con este libro», explica el propio purpurado.
La obra está conformada por tres capítulos, en los que el cardenal Osoro aborda las oraciones del padrenuestro, el avemaría y el credo frase por frase, incluyendo algún dibujo suyo. Y no se trata de un libro al uso, sino, como él mismo dice, de «un libro que entre todos sigamos escribiendo con la convicción de que Dios es real y se manifiesta en todas partes». Por ello, al final de cada capítulo hay un apartado titulado «Ahora te toca a ti», en el que los jóvenes pueden plasmar sus «descubrimientos y vivencias mediantes reflexiones, relatos, poemas y dibujos según se indica en cada ocasión».
Concurso y ayuda a la Fundación Casa de la Esperanza: Espacio Contigo
Una vez completada su lectura, los jóvenes podrán participar en un concurso con premios, cuyas bases se darán a conocer próximamente; aunque, como afirma el arzobispo, el mayor premio es el de «hallar un sentido más profundo a vuestra vida y convertiros en discípulos misioneros del Señor».
Con este libro, cuyos beneficios irán a parar a la Fundación Casa de la Esperanza: Espacio Contigo, el cardenal Osoro suma una nueva aportación editorial tras la que se presentó el pasado mes de abril, Con rostro de misericordia. Cartas a los niños para que lean con sus padres, una recopilación de 52 escritos para los más pequeños que Osoro ha ido redactando a lo largo de su ejercicio pastoral.
Infomadrid / F. O.

COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (1,43-51) POR BENEDICTO XVI





“En la serie de los Apóstoles llamados por Jesús durante su vida terrena, hoy nuestra atención se centra en el apóstol Bartolomé (...) Tradicionalmente se lo identifica con Natanael: un nombre que significa "Dios ha dado". 

(...) Felipe comunicó a Natanael que había encontrado a "ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret" (Jn 1, 45). Como sabemos, Natanael le manifestó un prejuicio más bien fuerte: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?". Esta especie de contestación es, en cierto modo, importante para nosotros. En efecto, nos permite ver que, según las expectativas judías, el Mesías no podía provenir de una aldea tan oscura como era precisamente Nazaret.

Pero, al mismo tiempo, pone de relieve la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas manifestándose precisamente allí donde no nos lo esperaríamos. Por otra parte, sabemos que en realidad Jesús no era exclusivamente "de Nazaret", sino que había nacido en Belén (cf. Mt 2, 1; Lc 2, 4) y que, en último término, venía del cielo, del Padre que está en los cielos. 

La historia de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús no debemos contentarnos sólo con palabras. Felipe, en su réplica, dirige a Natanael una invitación significativa: "Ven y lo verás" (Jn 1, 46).

Nuestro conocimiento de Jesús necesita sobre todo una experiencia viva: el testimonio de los demás ciertamente es importante, puesto que por lo general toda nuestra vida cristiana comienza con el anuncio que nos llega a través de uno o más testigos. Pero después nosotros mismos debemos implicarnos personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús. 

De modo análogo los samaritanos, después de haber oído el testimonio de su conciudadana, a la que Jesús había encontrado junto al pozo de Jacob, quisieron hablar directamente con Él y, después de ese coloquio, dijeron a la mujer: "Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que este es verdaderamente el Salvador del mundo" (Jn 4, 42). 

Volviendo a la escena de vocación, el evangelista nos refiere que, cuando Jesús ve a Natanael acercarse, exclama: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" (Jn 1, 47). Se trata de un elogio que recuerda el texto de un salmo: "Dichoso el hombre... en cuyo espíritu no hay fraude" (Sal 32, 2), pero que suscita la curiosidad de Natanael, que replica asombrado: "¿De qué me conoces?" (Jn 1, 48). 

La respuesta de Jesús no es inmediatamente comprensible. Le dice: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi" (Jn 1, 48). No sabemos qué había sucedido bajo esa higuera. Es evidente que se trata de un momento decisivo en la vida de Natanael. 

Él se siente tocado en el corazón por estas palabras de Jesús, se siente comprendido y llega a la conclusión: este hombre sabe todo sobre mí, sabe y conoce el camino de la vida, de este hombre puedo fiarme realmente. Y así responde con una confesión de fe límpida y hermosa, diciendo: "Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel" (Jn 1, 49). En ella se da un primer e importante paso en el itinerario de adhesión a Jesús. 

Las palabras de Natanael presentan un doble aspecto complementario de la identidad de Jesús: es reconocido tanto en su relación especial con Dios Padre, de quien es Hijo unigénito, como en su relación con el pueblo de Israel, del que es declarado rey, calificación propia del Mesías esperado. 

No debemos perder de vista jamás ninguno de estos dos componentes, ya que si proclamamos solamente la dimensión celestial de Jesús, corremos el riesgo de transformarlo en un ser etéreo y evanescente; y si, por el contrario, reconocemos solamente su puesto concreto en la historia, terminamos por descuidar la dimensión divina que propiamente lo distingue. 

Sobre la sucesiva actividad apostólica de Bartolomé-Natanael no tenemos noticias precisas. (...) De todos modos, sigue estando ante nosotros para decirnos que la adhesión a Jesús puede vivirse y testimoniarse también sin la realización de obras sensacionales. Extraordinario es, y seguirá siéndolo, Jesús mismo, al que cada uno de nosotros está llamado a consagrarle su vida y su muerte. 
(Benedicto XVI, catequesis del 4 de octubre de 2006)

MAESTRO, TÚ ERES EL HIJO DE DIOS, TÚ ERES EL REY DE ISRAEL (EVANGELIO DE HOY)




Lectura del santo evangelio según san Juan (1,43-51):

En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme.»

Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»

Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»

Felipe le contestó: «Ven y verás.»

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»

Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»

Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»

Natanael respondió: «Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel.»

Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»

Y añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Papa: Para hablar de esperanza a quien está desesperado, hay que compartir su desesperación

 La esperanza cristiana vivida a partir de la experiencia del llanto. En la primera Audiencia General del nuevo año el Papa Francisco prosiguió con su serie de catequesis sobre la esperanza cristiana y meditó a partir de la lectura del profeta Jeremías, que habla de Raquel, esposa de Jacob y madre de José y Benjamín, quien llora por sus hijos que - en un cierto sentido  - han muerto yendo en el exilio: "El profeta Jeremías habla de Raquel que llora en Ramá porque sus hijos, que han salido para el destierro, ya no están. Raquel representa el dolor de tantas madres que también hoy lloran la pérdida de un hijo o de un ser querido y no encuentran consuelo. Ante el dolor de los demás debemos mostrar una gran delicadeza, y compartir su sufrimiento y su llanto si queremos que nuestras palabras puedan dar un poco de esperanza".
En la catequesis en italiano el Papa profundizó en este punto, al subrayar que Raquel "no quiere" ser consolada, y que dicho rechazo es manifiestación de la profundidad del dolor y de la amargura de su llanto: "ante la tragedia de la pérdida de los hijos,  -dijo - la madre no puede aceptar gestos o palabras de consuelo, que son siempre inadecuados, y nunca son capaces de menguar el dolor de una herida que no puede y no quiere ser sanada".
Un rechazo, el de Raquel, que nos enseña cuánta delicadeza se nos pide ante el dolor de los demás, pues, "para hablar de esperanza a quien está desesperado, es necesario compartir su desesperación", y "para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir al suyo, nuestro llanto". Si no puedo decir palabras así, con el llanto, con el dolor, dijo Francisco, "mejor el silencio; la caricia, el gesto y nada de palabras".
Prosiguiendo con la lectura, el Santo Padre habló de la respuesta de Dios al llanto de Raquel y la aplicación que de este texto realiza posteriormente el evangelista Mateo al referirse a la matanza de los niños en Belén: "Dios responde al llanto de Raquel con una promesa: el pueblo volverá del exilio y vivirá libre en la fe. Las lágrimas de Raquel han engendrado la esperanza. El evangelio de Mateo retoma este texto de Jeremías y lo aplica a la matanza de los niños en Belén, por parte de Herodes. El Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres y lo ha compartido hasta el final. En la cruz, Jesús nos entrega a su madre, convirtiéndola en madre del pueblo creyente. Allí, la muerte es vencida y se cumple de modo pleno la profecía de Jeremías. Las lágrimas de María, como las de Raquel, han engendrado la esperanza y una nueva vida".
Para ayudarnos a no olvidar que Jesús, ha entrado en el dolor de los hombres en la Cruz, el Papa ofreció un ejemplo nacido de su propia experiencia: "Cuando alguien se dirige a mí y me hace una pregunta difícil, por ejemplo: 'Me diga padre: ¿Por qué sufren los niños?', de verdad, yo no sé qué cosa responder. Solamente digo: 'Mira el Crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y tal vez ahí encontrarás una respuesta. No hay otras respuestas. Solamente mirando el amor de Dios que da en su Hijo que ofrece su vida por nosotros, se puede indicar el camino de la consolación'".
La catequesis en español concluyó con la invitación del pontífice a que pidamos a la Virgen que nos ayude a tener siempre viva nuestra esperanza en medio del dolor, y que con nuestra delicadeza y ternura sepamos ser instrumentos de la presencia y cercanía de Dios para el que sufre. 
(Griselda Mutual - Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)