Todos pedimos y todos esperamos conseguir lo que pedimos: mejoras, confort, comodidades, privilegios ...
Todos pedimos y son pocos los que dan.
Son pocos los que imitan a Cristo, cuyas manos nunca pidieron y siempre dieron; y porque siempre dieron, se le fueron gastando de tal forma,que hasta se le llegaron a perforar.
Nuestras manos,a semejanza de las suyas,tambièn pueden gastarse y romperse de tanto dar: dar consuelo,dar ayuda, dar comprensión, dar fuerza; dar, dar y siempre dar.
Es la mejor manera de realizarse uno mismo, aun a costa de que se nos perforen las manos, como las de Cristo.
No debemos contentarnos con dar, ni aun con darnos esporadicamente; debemos estar en constante disposición y actitud de darnos; debemos hacer del darnos algo asi como una especie de estado de vida.
Isabel, del libro "Los cinco minutos de Dios"
Frente al Santísimo Sacramento uno podría preguntarse ¿y dónde están ahora las manos de Jesús, que lo tenemos escondido en un pedacito de pan? No diré nada nuevo: observo mis manos. Estas manos pueden ser orantes, dar misericordia, ser enérgicas, sensibles, amorosas. Pueden volver a abrir las escrituras respetuosamente y escribir sobre la arena. Sí, parecen mis manos, pero Jesús quiere usarlas y son, en realidad, suyas. Observa tus manos. También pueden ser orantes, enérgicas, sensibles, amorosas y, si tú lo permitieras, podrían regalar al mundo bendiciones y misericordia. Sí, también son tuyas, pero Jesús las quiere suyas. ¡Cuántas manos podría tener Jesús hoy si se las entregáramos!
ResponderEliminarLas manos de Jesús, las tuyas -tú que lees- y las mías -yo que escribo. Nuestras manos. Las manos de Jesús.
Tomado de www.encuentra.com