sábado, 31 de octubre de 2015

Mons. Romero “pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos”

Queridos hermanos en el Episcopado, autoridades, sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, hermanos y hermanas.
      Con mucha alegría recibo hoy su visita y, al darles la más cordial bienvenida, deseo manifestarles también mi afecto por todos los hijos de la querida nación salvadoreña. Agradezco a Mons. José Luis Escobar, Presidente de la Conferencia Episcopal, sus amables palabras. A todos ustedes, muchas gracias por su presencia calurosa y entusiasta.
        Los trae a Roma la alegría por el reconocimiento como beato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta la entrega de su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía, Sacrificio del amor supremo, sellando con su propia sangre el Evangelio que anunciaba.
        Desde los inicios de la vida de la Iglesia, los cristianos, persuadidos por las palabras de Cristo, que nos recuerda que «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo» (Jn 12,24), hemos tenido siempre la convicción de que la sangre de los mártires es semilla de cristianos, como dice Tertuliano. Sangre de un gran número de cristianos mártires que también hoy, de manera dramática, sigue siendo derramada en el campo del mundo, con la esperanza cierta que fructificará en una cosecha abundante de santidad, de justicia, reconciliación y amor de Dios. Pero recordemos que mártir no se nace. Es una gracia que el Señor concede, y que concierne en cierto modo a todos los bautizados. El Arzobispo Romero recordaba: «Debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe, incluso si el Señor no nos concede este honor... Dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener espíritu de martirio, es entregarla en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en ese silencio de la vida cotidiana; dar la vida poco a poco» (Audiencia General, 7 enero 2015).
        El mártir, en efecto, no es alguien que quedó relegado en el pasado, una bonita imagen que engalana nuestros templos y que recordamos con cierta nostalgia. No, el mártir es un hermano, una hermana, que continúa acompañándonos en el misterio de la comunión de los santos, y que, unido a Cristo, no se desentiende de nuestro peregrinar terreno, de nuestros sufrimientos, de nuestras angustias. En la historia reciente de ese querido país, al testimonio de Mons. Romero, se ha sumado el de otros hermanos y hermanas, como el padre Rutilio Grande, que, no temiendo perder su vida, la han ganado, y han sido constituidos intercesores de su pueblo ante el Viviente, que vive por los siglos de los siglos, y tiene en sus manos las llaves de la muerte y del abismo (cf. Ap 1,18). Todos estos hermanos son un tesoro y una fundada esperanza para la Iglesia y para la sociedad salvadoreña. El impacto de su entrega se percibe todavía en nuestros días. Por la gracia del Espíritu Santo, fueron configurados con Cristo, como tantos testigos de la fe de todos los tiempos.
        Queridos amigos salvadoreños, a pocas semanas del inicio el Jubileo extraordinario de la Misericordia, el ejemplo de Mons. Romero constituye para su querida nación un estímulo y una obra renovada de la proclamación del Evangelio de Jesucristo, anunciándolo de modo que lo conozcan todas las personas, para que el amor misericordioso del Divino Salvador invada el corazón y la historia de su buena gente. El santo pueblo de Dios que peregrina en el Salvador tiene aún por delante una serie de difíciles tareas, sigue necesitando, como el resto del mundo, del anuncio evangelizador que le permita testimoniar, en la comunión de la única Iglesia de Cristo, la auténtica vida cristiana, que le ayude a favorecer la promoción y el desarrollo de una nación en busca de la verdadera justicia, la auténtica paz y la reconciliación de los corazones.
        En esta ocasión, con tanto afecto por cada uno de ustedes aquí presentes y por todos los salvadoreños, hago míos los sentimientos del beato Monseñor Romero, que con fundada esperanza ansiaba ver la llegada del feliz momento en el que desapareciera de El Salvador la terrible tragedia del sufrimiento de tantos de nuestros hermanos a causa del odio, la violencia y la injusticia. Que el Señor, con una lluvia de misericordia y bondad, con un torrente de gracias, convierta todos los corazones y la bella patria que les ha dado, y que lleva el nombre del Divino Salvador, se convierta en un país donde todos se sientan redimidos y hermanos, sin diferencias, porque todos somos una sola cosa en Cristo nuestro Señor (cf. Mons. Óscar Romero, homilía en Aguilares, 19 junio 1977).
        Quisiera añadir algo también que quizás pasamos de largo… el martirio de monseñor Romero no fue puntual en el momento de su muerte, fue un martirio, testimonio de sufrimiento anterior: persecución anterior hasta su muerte. Pero también posterior porque una vez muerto -yo era sacerdote joven y fue testigo de eso- una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirió se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado.
         No hablo de oídas, he escuchado esas cosas, ósea que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir, bueno ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias. Eso da fuerza, solo Dios sabe, solo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces a personas que ya han dado su vida o han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua.
         Por intercesión de Nuestra Señora de la Paz, cuya fiesta hemos celebrado hace pocos días, invoco la bendición de Dios sobre ustedes y todos los amadísimos hijos e hijas de esa bendita tierra.
        Muchas gracias.
(from Vatican Radio)

Papa: Dios perdona como Padre. En Jesús apuesta su corazón por nosotros y la humanidad

«Dios se compadece por cada uno de nosotros y por la humanidad,  ha mandado a su Hijo, nuestro Señor Jesús para sanarla, para regenerarla, para renovarla», recordó el Papa Francisco en su homilía de la Misa, en la Capilla de la Casa de Santa Marta, que centró en la compasión de Dios.
El Santo Padre habló en español y puso de relieve que la compasión de Dios no tiene nada que ver con el tener lástima:
«Es interesante que en la parábola, que todos conocemos del hijo pródigo, se dice que cuando el padre – que es la figura de Dios que perdona – ve venir a su hijo se compadeció. La compasión de Dios no es tener lástima, no tiene nada que ver una cosa con la otra».
Puedo tener lástima de un perro que se está muriendo, pero la compasión de Dios, -  explicó el Papa -  es meterse en el corazón del otro, con corazón de Padre, por eso envió a su Hijo:
«Jesús curaba a la gente pero no era un curandero. Curaba a la gente como signo, además de curarla en serio, pero como signo de esa compasión de Dios, para salvar. Para volver a poner en su sitio. A la oveja perdida, en el corral… la moneda perdida, para aquella señora, en el monedero…
¡Dios se compadece! ¡Dios apuesta su corazón de Padre! ¡Apuesta su corazón por cada uno de nosotros! ¡Cuando Dios perdona, perdona como Padre! No como un empleado judicial, que lee un expediente y dice: sí, realmente puede ser absuelto, porque no hay materia tal…
¡Dios perdona de adentro! ¡Perdona porque se metió en el corazón de esa persona!»
Jesús ha sido enviado por el Padre para «traer la Buena Nueva, para liberar al que se siente oprimido», volvió a recordar el Obispo de Roma, para luego hacer hincapié en que Jesús ha sido enviado por el Padre para «meterse en cada uno de nosotros, liberándonos de nuestros pecados, de nuestros males y para llevarlos»:
«Y esto es lo que hace un cura: conmoverse, comprometerse con la vida de la gente. Porque un cura es sacerdote como Jesús es sacerdote. ¡Cuántas veces después nos tuvimos que ir a confesar! Pero ¡cuántas veces criticamos a los curas que no les interesa lo que les pasa que a sus feligreses, que no se preocupan. No, no es un buen cura, decimos. Un buen cura es el que se mete».
Un buen cura es el que se implica en todos los problemas humanos, volvió a señalar el Papa Francisco, que saludó al Card. Javier Lozano Barragán, que participó en la Misa, en ocasión de sus 60 años de sacerdocio. El Santo Padre se refirió al servicio que el purpurado mexicano ha ofrecido a la Iglesia y agradeció en particular su empeño en el dicasterio para los Agentes Sanitarios: «al servicio que la Iglesia brinda a los enfermos» - dijo. Y dando gracias a Dios por estos 60 años de sacerdocio, añadió que son un regalo que el Señor concede al Card. Barragán.
(CdM – RV)

Monseñor Fidel Herráez Vegas, nuevo arzobispo de Burgos

Madrid monseñor Fidel Herráez Vegas como nuevo arzobispo de Burgos, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) quiere hacer público el siguiente comunicado:
"Su Santidad el Papa Francisco ha nombrado este viernes a monseñor Fidel Herráez Vegas nuevo arzobispo de Burgos. Desde la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y sus diferentes Obras queremos transmitir a nuestro querido consiliario nacional nuestra más sincera y afectuosa felicitación.
Asimismo, en oración, encomendamos su nueva e importante misión apostólica a la intercesión de nuestros santos patronos, la Virgen Inmaculada y el apóstol San Pablo, así como a la de los beatos mártires, para que dé abundante fruto pastoral en la archidiócesis burgalesa".
La ACdP es una asociación centenaria de laicos que, en el momento actual, promueve, entre otras obras, el Colegio Mayor Universitario de San Pablo, la Fundación Abat Oliba, la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria, la Fundación San Pablo Andalucía CEU, la Fundación San Pablo Castilla y León CEU y la Fundación Universitaria San Pablo CEU.
El CEU es una institución educativa sin ánimo de lucro fundada en 1933 por el siervo de Dios Ángel Herrera Oria, integrada por tres universidades privadas (Madrid, Barcelona y Valencia), diez colegios y otros centros de enseñanza, en los que estudian más de treinta y un mil alumnos.


La persona sea centro de la economía ética y empresarios guiados por el Evangelio, pidió el Papa

Con el Evangelio y el Magisterio social de la Iglesia, los empresarios católicos sean artífices del desarrollo al servicio del bien común, en la familia, en el trabajo, en la sociedad y en el cuidado de la creación, con especial atención a los más necesitados, exhortó el Papa Francisco al recibir a numerosos miembros de la Unión Cristiana de Empresarios y Dirigentes, asociación eclesial, reconocida por los Obispos italianos.
El Santo Padre recordó la importancia de que se tutele «la armonización entre trabajo y familia» y el derecho de las trabajadoras, en su vocación a la maternidad y a la presencia en los hogares. Y puso de relieve asimismo que «las instituciones, los empresarios, los economistas, los organismos financieros y bancarios» y todos los sujetos implicados en el mundo laboral tienen la responsabilidad de actuar con «ética», «honradez» y «competencia».
Con su llamada a poner en el centro a la persona humana, alentó a los empresarios a mantener el Evangelio vivo en sus corazones, en sus mentes y en sus acciones. Y con su invitación a ser misioneros en la dimensión social del Evangelio, el Papa Francisco recordó el Jubileo de la Misericordia:
«Esta llamada a ser misioneros en la dimensión social del Evangelio, en el mundo difícil y complejo del trabajo, de la economía y de la empresa, conlleva también una apertura evangélica a las diversas situaciones de pobreza y de fragilidad. Se trata, también aquí, de una actitud, de un estilo con el cual llevar adelante los programas de promoción y asistencia, incrementando las numerosas y beneméritas obras concretas del compartir y de la solidaridad que sostienen en varias partes de Italia. Éste será también un modo que les es propio para poner en práctica la gracia del Jubileo de la Misericordia».
(CdM - RV)


«Los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia» San Agustín


De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos: «Los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia»

Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto a sí a sus elegidos y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda.¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. Dirá, en efecto, a los de su derecha: Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Y les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber, y lo que sigue.
Y a los de su izquierda ¿qué es lo que les tendrá en cuenta? Que no quisieron practicar la misericordia. ¿Y a dónde irán? Id al fuego eterno. Esta mala noticia provocará en ellos grandes gemidos. Pero, ¿qué dice otro salmo? El recuerdo del justo será perpetuo. No temerá las malas noticias. [...]

¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra. [...] 
Éstas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

Fuente: News.va

El Señor no rechaza a su pueblo.


Sal 93, 12-13a. 14-15. 17-18 

El Señor no rechaza a su pueblo.
Dichoso el hombre a quien tú educas, 
al que enseñas tu ley, 
dándole descanso tras los años duros.
El Señor no rechaza a su pueblo.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo, 
ni abandona su heredad: 
el justo obtendrá su derecho, 
y un porvenir los rectos de corazón.
El Señor no rechaza a su pueblo.
Si el Señor no me hubiera auxiliado, 
ya estaría yo habitando en el silencio. 
Cuando me parece que voy a tropezar, 
tu misericordia, Señor, me sostiene.
El Señor no rechaza a su pueblo.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido


Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1.7-11
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
-«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
"Cédele el puesto a éste."
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba."
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor