viernes, 6 de noviembre de 2015

Juan José Omella, nuevo arzobispo de Barcelona con el sello inconfundible del Papa Francisco

"No parece este nombramiento políticamente correcto (...): todos se encontrarán con sorpresas"

"Martínez Sistach deja una iglesia reforzada en la comunión, institucionalmente ordenada, con presencia social"
El nombramiento de Juan José Omella como nuevo arzobispo de Barcelona ha sorprendido aunque ya era oficiosa desde hace quince días su designación. El secreto pontificio en el tiempo del poder de la comunicación también en este caso ha sucumbido, algo que ya ha dejado de extrañarnos con la que está cayendo. No parece este nombramiento políticamente correcto. En plena crisis social, política e institucional entre Cataluña y el Estado español los sectores de horizonte independentista apostaban por un obispo catalán mientras que los sectores que se ubican en la unidad de España ven con buenos ojos alguien que aseguran que será de su cuerda.

Como es justo dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios,probablemente los de una orilla y los de la otra se encontrarán con sorpresasrespecto a sus expectativas. El envío a Barcelona de Juan José Omella ha de ser entendido en clave del momento eclesial y de la apuesta del papa Francisco por una iglesia en salida auténticamente misionera desde el servicio a los pobres con el Evangelio en la mano.

La decisión del papa es por un obispo que tiene una larga trayectoria de sintonía en el espíritu franciscano. No es un teólogo forjado en la academia, tampoco un canonista experimentado en regular la comunión ni en su trayectoria era previsible el encargo de la iglesia de una gran ciudad en un momento complejo como el que vive la sociedad catalana. Sus dedicaciones preferentes han sido la cercanía a las personas, el estilo de pastor que siente pasión por la Palabra dicha desde el corazón como atestiguan sus homilías, la dedicación ministerial a los más pobres como muestra su trayectoria de misionero en Zaire, el hecho de ser consiliario general de Manos Unidas y su presencia en la comisión de pastoral desde su ordenación como obispo en 1996 hasta hoy, que es su presidente, y desde la que ha mantenido una relación constante con Cáritas, también internacionalmente.

Es cierto que, en general, a la iglesia de Barcelona le hubiera gustado un pastor catalán pero también es verdad que es una iglesia comprometida con las propuestas y los caminos que en este momento abre el papa Francisco. Esto hará que sea un obispo bien recibido y poco a poco querido. Además Barcelona tiene en su historia y en su momento actual una fuerte dimensión católica-universal a la vez que una fuerte conexión con la identidad catalana. En este sentido, hay que recordar lo que supone la presencia del nuevo arzobispo como miembro de la Congregación para los Obispos, lugar clave de la reforma. Lo que sin duda ayudará en estos momentos donde construir puentes es tan necesario. 


El hecho de llegar de fuera de la Conferencia Episcopal Tarraconense le impone el reto de situarse en la realidad del país, asunto nada sencillo. Venir de una diócesis como Calahorra y La Calzada-Logroño es pasar de una iglesia de proximidad y cercanía a una iglesia mucho más compleja, con una realidad de secularidad de larga implantación y con unos componentes políticos, institucionales y sociales de gran alcance. Aunque a veces llegar de lejos ayuda a ganar en libertad y arrojo para afrontar los retos y su trayectoria de pastoral social le hace bienvenido en un momento donde la pobreza y la desigualdad encienden señales de alarma.

Los once años largos de episcopado del cardenal Martínez Sistach dejan una iglesia reforzada en la comunión, institucionalmente ordenada, con una presencia social discreta pero apreciada y con posibilidades de llevar adelante Evangelii Gaudium. Aunque también una iglesia minoritaria con necesidad de cambios en las personas y estructuras pastorales para aproximarse a las generaciones de familias jóvenes y de sus hijos, una generación casi ausente en este momento de la vida eclesial.
En la estela de papa Francisco nos pedirá que recemos por él. Lo necesitará.

Francisco: "Un creyente no puede hablar sobre la pobreza y llevar una vida de faraón"

"Santa Marta no es una jaula, pero me falta la calle", confiesa el Papa a un diario holandés


"Me digo a mí mismo: ahora tengo un puesto importante, pero en diez años ya nadie te conocerá"


«La Iglesia debe hablar con la verdad y también con el testimonio: el testimonio de la pobreza. Un creyente no puede hablar sobre la pobreza o sobre los ‘sin techo' y llevar una vida de faraón». En pleno escándalo «vatileaks», con la Iglesia en la mira por el uso «desenvuelto» de las finanzas vaticanas, Papa Francisco responde en una entrevista al periodista holandés Stijn Fens, del diario "Straatnieuws" de la ciudad de Hilversum.
«Yo quisiera -añadió el Pontífice argentino en la entrevista- un mundo sin pobres. Nosotros debemos luchar contra esto. Y la codicia humana siempre existe, la falta de solidaridad, el egoísmo crean a los pobres. Por eso me parece un poco difícil imaginar un mundo sin pobres». «Si usted piensa en los niños explotados por el trabajo esclavo -continuó-, o en los niños explotados para el abuso sexual. Y otra forma de explotación:matar a los niños para quitarles los órganos, el tráfico de órganos. Matar a los niños para quitarles los órganos es codicia. Por esto no sé si podremos hacer este mundo sin pobres, porque el pecado existe siempre y nos lleva al egoísmo. Pero debemos luchar, siempre, siempre...».
Bergoglio insistió sobre el tema de la pobreza: «Jesús vino al mundo sin techo y se hizo pobre. La Iglesia quiere abrazar a todos y decir que es un derecho tener un techo sobre ti. En los movimientos populares se trabaja con tres 't' españolas: Trabajo, Techo y Tierra. La Iglesia predica que cada persona tiene el derecho a estas tres cosas». Pero hay que tener cuidado con dos tentaciones: «la vida de faraón» y hacer acuerdos con gobiernos. Estos últimos «se pueden hacer, pero deben ser acuerdos claros, acuerdos transparentes. Porque siempre existe la tentación de la corrupción en la vida pública. Tanto politica como religiosa». Por ejemplo, indicó, «nosotros administramos este palacio, pero las cuentas son vigiladas para evitar la corrupción».

«Yo recuerdo que una vez, con mucho dolor, vi, cuando la Argentina bajo el régimen de los militares entró en guerras con la Gran Bretaña por las Islas Malvinas, que la gente daba cosas, y vi que muchas personas, incluso católicos, que se encargaban de distribuirlas, se las llevaban a casa. Una vez le hice una pregunta a un ministro de la Argentina, un hombre honesto -continuó el Papa. Uno que dejó su puesto porque no podía estar de acuerdo con algunas cosas un poco oscuras. Le pregunté: ‘Cuando ustedes envían ayuda, sea comida, ropa, dinero, a los pobres y a los indigentes, de eso que envían, ¿cuánto llega allá, tanto en dinero como en gasto?'. Me dijo: ‘El 35%'. Significa que el 65 % se pierde. Es la corrupción: un trozo para mí, otro para mí...».
El Pontífice también habló sobre su vida cotidiana en la Casa Santa Marta, recordando, como en muchas otras ocasiones, que «no es una jaula», pero que «me falta la calle». «No puedo vivir acá -dijo Bergoglio hablando sobre el Palacio Apostólico-, simplemente por motivos mentales. Me haría daño. Al principio parecía una cosa extraña, me pedí quedarme aquí, en Santa Marta. Y esto me hace bien, porque me siento libre. Como en el comedor en donde comen todos. Y cuando llego temprano como con los empleados. Encuentro a la gente, la saludo, y esto hace que la jaula de oro no sea tanto una jaula. Pero me falta la calle».
Marc, uno de los vendedores del periódico holandés por las calles, también hizo algunas preguntas al Papa, después de haberlo invitado a comer una pizza un día a cualquier restaurante («Me gustaría -dijo Francisco- pero no vamos a poder hacerlo. Porque nada más salgo de acá, viene la gente. Cuando fui a cambiarme los lentes, eran las siete de la noche. No había mucha gente en la calle. Me llevaron a la óptica y salí del coche, y ahí había una mujer que me vio y gritó: ‘¡El Papa!'. Y luego yo estaba adentro y afuera toda la gente»). ¿Cuando era pequeño, soñaba con ser Papa? «Cuando era pequeño -reveló Bergoglio-, no había tiendas en las que se vendían cosas. En cambio estaba el mercado, en donde estaba el carnicero, el de la fruta, etcétera... Yo iba con mi mamá y la abuela para hacer la compra. Era chico, tenía cuatro años. Y una vez me preguntaron: ‘¿Qué te gustaría ser de grande?'. Y dije: ‘¡El carnicero!'».
Y en relación con el cambio radical que representó en su vida la elección como Obispo de Roma, Jorge Mario Bergoglio indicó: «Llegó y no lo esperaba. No perdí la paz. Y esto es una gracia de Dios. No pienso tanto en el hecho e ser famoso. Me digo a mí mismo: ahora tengo un puesto importante, pero en diez años ya nadie te conocerá. Sabes, hay dos tipos de fama: la fama de los ‘grandes', que han hecho grandes cosas, como Madame Curie, y la fama de los vanidosos. Pero esta última es como una burbuja de jabón».

(RD/Vatican insider)

Papa: Iglesia y ministros de Jesús, sirviendo a Dios y no al dinero

Todos los cristianos, obispos,  sacerdotes y monjas venzan la tentación de una doble vida, Jesús llama a la Iglesia a servir y no a servirse de, pidamos al Señor esta gracia. Son exhortaciones del Papa Francisco en su homilía en la Misa que celebró en Capilla de la Casa de Santa Marta.
El cristiano está llamado a servir, no a servirse de los demás
Poniendo en guardia contra los ‘trepadores’, ‘apegados al dinero’ que hacen tanto daño a la Iglesia y recordando a los numerosos ‘siervos que sirven’, el Santo Padre habló de la contraposición de dos figuras de siervos. Y destacó la grandeza de San Pablo, que se entregó al servicio siempre, acabando en Roma, donde fue  traicionado por algunos de los suyos. La grandeza del Apóstol de las gentes provenía de Jesús, reiteró el Papa, haciendo hincapié en que Dios le había dado la gracia de ser ministro de Jesucristo, siervo para servir:
«Les digo cuánta alegría me da, que me conmuevo, cuando a esta Misa vienen algunos curas y me saludan: ‘Padre, vine a ver a mi gente, porque desde hace 40 años soy misionero en Amazonia’... O una monja que dice: ‘trabajo desde hace 30 años en un hospital en África…’ O cuando veo siempre sonriendo a una monjita que desde hace 30, 40 años atiende a discapacitados en un hospital. Esto se llama servir, ésta es la alegría de la Iglesia: ir siempre más allá, ir más allá y dar la vida. Esto es lo que hizo Pablo: servir».
No a los trepadores apegados al dinero en la Iglesia, como pide Jesús
El Papa recordó la radicalidad del Evangelio, la llamada de Jesucristo:
«También en la Iglesia hay quienes, en lugar de servir, de pensar en los demás, se sirven de la Iglesia: los trepadores, los apegados al dinero. Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto así. Es triste decirlo ¿no? La radicalidad del Evangelio, la llamada de Jesucristo: servir, estar al servicio de, no detenerse, ir más allá, olvidándose de sí mismos. Y la comodidad del estatus: he logrado un estatus y vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos, de los que habla Jesús, que se paseaban en las plazas, haciéndose ver por los demás».
Tras reiterar que Jesús nos muestra el modelo de Pablo, alentó a pedir la gracia de vencer toda tentación de una doble vida:
«Sin embargo, cuando la Iglesia es tibia, ensimismada, incluso con afán de negocios sin escrúpulos, no se puede decir que es una Iglesia que ministra, que está al servicio, sino que se sirve de los demás. Que el Señor nos de la gracia que dio a Pablo, ese punto de honor de ir adelante siempre, renunciando a las comodidades tantas veces, y que nos salve de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como ministro, como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los demás».
(CdM – RV)

YO BUSCO TU ROSTRO, SEÑOR, NO LO APARTES DE MÍ


Del Salmo 27: 

¡Señor, yo te invoco, apiádate de mí y respóndeme!

Mi corazón sabe que dijiste:
«Busquen mi Rostro».
Yo busco tu Rostro, Señor,
no lo apartes de mí.


¡Señor, yo te invoco, apiádate de mí y respóndeme!

No alejes con ira a tu servidor,
Tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.


¡Señor, yo te invoco, apiádate de mí y respóndeme!

Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.
Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano.


¡Señor, yo te invoco, apiádate de mí y respóndeme!

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.



¡Señor, yo te invoco, apiádate de mí y respóndeme!

Los hijos de este mundo son más astutos con su gente que con los hijos de la luz.



Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
"¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió:
"Cien barriles de aceite."
El le dijo:
"Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro:
"Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó:
"Cien fanegas de trigo."
Le dijo:
"Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.»
Palabra del Señor