Todos los cristianos, obispos,
sacerdotes y monjas venzan la tentación de una doble vida, Jesús llama a
la Iglesia a servir y no a servirse de, pidamos al Señor esta gracia. Son
exhortaciones del Papa Francisco en su homilía en la Misa que celebró en Capilla
de la Casa de Santa Marta.
El cristiano está llamado a servir, no a
servirse de los demás
Poniendo en guardia contra los
‘trepadores’, ‘apegados al dinero’ que hacen tanto daño a la Iglesia y
recordando a los numerosos ‘siervos que sirven’, el Santo Padre habló de la
contraposición de dos figuras de siervos. Y destacó la grandeza de San Pablo,
que se entregó al servicio siempre, acabando en Roma, donde fue
traicionado por algunos de los suyos. La grandeza del Apóstol de las gentes
provenía de Jesús, reiteró el Papa, haciendo hincapié en que Dios le había dado
la gracia de ser ministro de Jesucristo, siervo para servir:
«Les digo cuánta alegría me da, que me
conmuevo, cuando a esta Misa vienen algunos curas y me saludan: ‘Padre, vine a
ver a mi gente, porque desde hace 40 años soy misionero en Amazonia’... O una
monja que dice: ‘trabajo desde hace 30 años en un hospital en África…’ O cuando
veo siempre sonriendo a una monjita que desde hace 30, 40 años atiende a
discapacitados en un hospital. Esto se llama servir, ésta es la alegría de la
Iglesia: ir siempre más allá, ir más allá y dar la vida. Esto es lo que hizo
Pablo: servir».
No a los trepadores apegados al dinero
en la Iglesia, como pide Jesús
El Papa recordó la radicalidad del
Evangelio, la llamada de Jesucristo:
«También en la Iglesia hay quienes, en
lugar de servir, de pensar en los demás, se sirven de la Iglesia: los
trepadores, los apegados al dinero. Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto
así. Es triste decirlo ¿no? La radicalidad del Evangelio, la llamada de
Jesucristo: servir, estar al servicio de, no detenerse, ir más allá,
olvidándose de sí mismos. Y la comodidad del estatus: he logrado un estatus y
vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos, de los que habla Jesús,
que se paseaban en las plazas, haciéndose ver por los demás».
Tras reiterar que Jesús nos muestra el
modelo de Pablo, alentó a pedir la gracia de vencer toda tentación de una doble
vida:
«Sin embargo, cuando la Iglesia es
tibia, ensimismada, incluso con afán de negocios sin escrúpulos, no se puede
decir que es una Iglesia que ministra, que está al servicio, sino que se sirve
de los demás. Que el Señor nos de la gracia que dio a Pablo, ese punto de honor
de ir adelante siempre, renunciando a las comodidades tantas veces, y que nos
salve de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones
de una doble vida: me hago ver como ministro, como el que sirve, pero en el
fondo me sirvo de los demás».
(CdM – RV)
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