martes, 8 de septiembre de 2015

Virgen María


Hoy, fiesta del nacimiento de la Virgen María, Estrella de la mañana, como la invoca San Bernardo, quiero poner nombres a la constelación celeste que corona a la Mujer vestida de sol y que tiene a la luna por pedestal, la dispuesta por Dios para ser madre suya.

María es la Inmaculada, la concebida sin pecado. Dios podía liberar a quien iba a ser madre de su Hijo de toda mancha de pecado, lo quiso y lo realizó. Ella es la sin-pecado.

María es la colmada de gracia, la amada de Dios; así la llama el ángel Gabriel como nombre propio, y esa identidad configura esencialmente la vida de la Nazarena.

María es la mujer creyente, la que se fía de Dios; así la saluda su prima Isabel: "Dichosa tu, que has creído". Ella es nuestra madre en la fe.

María es , que abandona su propio proyecto por el que le revela el Ángel de Dios: "Hágase en mí según tu Palabra".

María es la madre del Verbo encarnado: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un Hijo", el Hijo de Dios. Es la madre de Jesús de Nazaret, Dios y hombre verdadero, es también verdadera Madre de Dios.

María es la contemplativa por excelencia, ella "guardaba todas estas cosas en su corazón". Maestra en acoger la Palabra, meditarla y alumbrarla.

María es la mujer servicial: "Subió deprisa a la montaña a servir a su prima". Ella se tiene por esclava, servidora del Señor, y de cuantos tengan necesidad de su ayuda.

María es la mujer agradecida, sensible a los dones recibidos. No se cree con derechos y reconoce a quien es la causa de su privilegio: "Proclama mi alma la grandeza del Señor".

María es mujer solidaria, sensible, social. La vemos actuar en el marco de una boda de manera comprometida cuando le dice a su Hijo: "No tienen vino".

María es la mujer fuerte, no se arredra frente a la dificultad. "Junto a la Cruz estaba María, su madre".

María es la mujer orante; dialogó con el Ángel, acudió al templo con angustia buscando a su Hijo, se reunió con los discípulos a la esperan del don del Espíritu Santo.

María es la mujer ensalzada, gloriosa, colocada junto a su Hijo en el cielo.

Por todos estos motivos, a la vez que sentimos inmensa alegría, felicitamos a la Virgen María en la fiesta de cumpleaños.

Por el nacimiento de María se enciende nuestra esperanza, el sentido de nuestra peregrinación. Ella, Medianera de todas las gracias, permanece en el desierto como mujer entrañable.
Ángel Moreno de Buenafuente

Nacimiento de la Virgen María

La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fue fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición , en agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor.

El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David, señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazareth como cuna de María.

Sin embargo, ya en el siglo V existía en Jerusalén el santuario mariano situado junto a los restos de la piscina Probática, o sea, de las ovejas. Debajo de la hermosa iglesia románica, levantada por los cruzados, que aún existe - la Basílica de Santa Ana- se hallan los restos de una basílica bizantina y unas criptas excavadas en la roca que parecen haber formado parte de una vivienda que se ha considerado como la casa natal de la Virgen.

Esta tradición, fundada en apócrifos muy antiguos como el llamado Protoevangelio de Santiago (siglo II), se vincula con la convicción expresada por muchos autores acerca de que Joaquín, el padre de María, fuera propietario de rebaños de ovejas. Estos animales eran lavados en dicha piscina antes de ser ofrecidos en el templo. 

La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo


Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,1-16.18-23
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Díos-con-nosotros".»
Palabra del Señor

El Papa a las parroquias: 'Son una experiencia genuina de evangelización'



El papa Francisco se ha reunido este sábado en el Aula Pablo VI con miles de miembros de las Células Parroquiales de Evangelización, una realidad eclesial que fue fundada por el sacerdote italiano Pigi Perini, y cuyos estatutos han sido aprobados de manera definitiva por el Pontificio Consejo para los Laicos.

En su intervención, el Santo Padre ha dirigido unas palabras de agradecimiento al padre Perini, reconociendo el celo pastoral con el que ha trabajado, tratando de ser dócil al Espíritu Santo.
Además, ha manifestado su alegría por compartir con todos los presentes esta jornada de oración y reflexión, con la que celebran “el reconocimiento oficial que la Iglesia les ha ofrecido con la aprobación definitiva de sus estatutos”.
Acto seguido, el Pontífice ha dicho que “los estatutos ayudan a ir sobre el camino correcto, pero lo que hace la obra es el carisma”. “No sea que por cuidar demasiado los estatutos pierdan el carisma”, ha añadido.
En este sentido, ha explicado que su carisma está basado en “ser como una semilla mediante la cual la comunidad parroquial se interroga sobre su ser misionero, y por esto sienten irresistible dentro de ustedes la llamada a encontrarse todos para anunciar la belleza del Evangelio”.
El deseo misionero, ha advertido, “requiere ante todo escuchar la voz del Espíritu Santo, que continua hablando a su Iglesia y la empuja a recorrer senderos a la vez todavía poco conocidos, pero decisivos para la vía de la evangelización”.
Así, es necesario “ser fieles a la Palabra del Señor” y “permanecer siempre abiertos a esta escucha y tener cuidado de que no se agote nunca por el cansancio o las dificultades del momento”.
El Papa ha destacado que este carisma, con su trabajo cotidiano, ayuda a la comunidad parroquial a ser “una familia en la que se vuelve a encontrar la rica y multiforme realidad de la Iglesia”.
“Encontrarse en las casas para compartir las alegrías y las expectativas que están presentes en el corazón de cada persona es una experiencia genuina de evangelización que se asemeja mucho a lo que sucedía en los primeros tiempos de la Iglesia”, ha indicado.
Francisco ha animado a los participantes en el encuentro a desear la alegría y la simplicidad de corazón que los hará ser capaces “de acoger a todos sin juzgar a ninguno, para ofrecer la experiencia de la presencia de Dios y del amor de los hermanos”.
“Nuestro juicio es el Señor, y si te viene a la boca decir una palabra de juicio sobre el uno o el otro cierra la boca”, ha exhortado el Santo Padre, al tiempo que ha recordado que “el Señor nos ha dado el consejo: ‘No juzguen y no serán juzgados’”.
“La evangelización --ha proseguido el Pontífice-- siente fuertemente la exigencia de la acogida porque cada uno es uno de los primeros signos de la comunión que estamos llamados a testimoniar por haber encontrado a Cristo en nuestra vida”.
Por último, el Papa ha sugerido a los miembros de esta realidad eclesial que hagan de la Eucaristía “el corazón de vuestra misión de evangelización, para que cada Célula sea una comunidad eucarística donde la fracción del pan equivale a reconocer la presencia real de Jesucristo en medio de nosotros”. Y les ha invitado a “testimoniar siempre la ternura de Dios Padre y su cercanía a cada uno, sobre todo a quien es más débil y está solo”.