viernes, 9 de junio de 2017

El cardenal Osoro pide el cierre de los CIEs y la apertura de corredores humanitarios en España



"Sueño con que los corredores humanitarios vean la luz en España, con la ayuda de la Comunidad de Sant Egidio y de toda la Iglesia". El cardenal de Madrid, Carlos Osoro, abrió ayer las Jornadas de Delegados de Migraciones en Madrid, con una intervención en la que clamó por el cierre de los Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), y tuvo un emotivo recuerdo a Ignacio Echeverría.
En su intervención, Osoro señaló sus "sueños" y abordó el drama de refugiados y migrantes, así como la propuesta de la Doctrina Social de la Iglesia "frente a la cultura de la indiferencia". Una propuesta que pasa por el establecimiento en España de los corredores humanitarios que tan bin funcionan en Italia, y por alternativas dignas a los Centros de Internamiento de Extranjeros.
Unas cuestiones que el mismo Osoro tuvo la oportunidad de reclamar a los ministros de Justicia e Interior durante un encuentro celebrado hace varias semanas, y que podría ser clave de cara a la apertura de dichos corredores, que ya funcionan en Italia y acaban de abrirse también en Francia.
"No podemos ser ajenos a este inmenso desafío que afecta a cuan creíble resulta Dios cuando se afea su rostro por tanto dolor insufrible generado por la violencia o la injusticia", señaló el cardenal de Madrid, denunciando que los desplazamientos forzados por la guerra, el hambre, la persecución política, religiosa o cultural, el cambio climático o las hambrunas son "una de las más lacerantes heridas de nuestra humanidad".
En este punto, reclamó a la "vieja Europa" y a sus gobernantes "no abdicar de nuestro tiple origen cultural: la razón griega no puede ser desalojada por el emotivismo irracional; el derecho y la justicia romanos no pueden ser sustituidos por el miedo al diferente; y la compasión por la persona y su dolor, propia de la tradición judeo-cristiana, no puede ser olvidada sin más y descalificada como buenismo sin perdernos algo profundamente humano".
 Jesús Bastante

Osoro, a Ignacio Echeverría: "Gracias por tu testimonio de amor y entrega frente a la barbarie"



 "Ignacio Echeverría, DEP. Gracias por tu testimonio de amor y entrega frente a la barbarie. Rezo por ti y por tus familiares y amigos". El cardenal de Madrid, Carlos Osoro, mostraba en su perfil de Twitter el dolor y la solidaridad con los familiares del español fallecido el sábado pasado por intentar proteger a otras víctimas en el atentado yihadista de Londres.
Junto a Osoro, el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Luis Ángel de las Heras, también expreso su "cercanía a la familia de Ignacio Echeverría y nuestra DEP. Stop barbarie", mientras que el portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, expresaba "el pesar por la muerte de Ignacio Echeverría en el atentado de Londres, y la seguridad de nuestra oración y solidaridad".
Ignacio Echeverría, a quien la prensa inglesa llama "el héroe del monopatín", nació en El Ferrol, se crió en Madrid y era vecino de la localidad madrileña de Las Rozas. El sábado por la noche, tras ir a patinar con unos amigos, se topó con los terroristas, que estaban apuñalando a una mujer. "En ese momento se tiró de la bicicleta y golpeó al agresor con un monopatín mientras otros dos le agredían por detrás y se quedó tendido en el suelo. Fue un valiente; se enzarzó para salvar a la mujer", dice la familia.
Jesús Bastante

9 de junio: san Efrén, confesor y doctor de la Iglesia


Cuando se habla de Efrén, uno se sitúa en el siglo IV. Nació Efrén estando aún bien activas las persecuciones; lo más probable es que fuera en el año 306, en Nisibe (Siria), hijo de José. Su biografía, mezcla de leyenda y verdad, es difícil de recomponer con estrictos criterios históricos.
Sobre su condición hay dos tendencias: unos lo ven como sacerdote influyente que, consciente de su misión de pastor, que expone los dogmas, extirpa la herejía, procura quitar los vicios que machaca con sus escritos, y pretende elevar el nivel de la comunidad cristiana, haciendo que mejoren los hábitos y crezcan las virtudes. Otros lo ven siempre como un seglar perfectamente identificado con el progreso de la vida cristiana y que pone la vida con sus cualidades al total servicio del Evangelio; así, estos ven en el apostolado, actividad y enseñanzas de Efrén el trabajo y esfuerzo de un buen laico responsable (esa figura que ahora se llamaría promocionado). Sea como fuere, porque no hay más datos, Efrén –hay una tercera vía que lo presenta como diácono que por humildad no quiso ser sacerdote– vivió como un verdadero asceta que ocupaba sus días con la oración, la lectura y estudio de la Biblia; hombre fácil para la caridad y notable por su veneración de la Madre de Dios a la que dedica las mejores páginas de sus escritos –se le ha llamado cantor de la Inmaculada–, describiéndola purísima, sin mancha y perfectamente siempre virgen.
Se afirma que fue alumno de san Jacobo, obispo de Nisibe; lo acompañó como secretario al concilio de Nicea, del 325, y que fue maestro en la escuela que fundó el santo obispo a su vuelta de aquella magna reunión.
En Carmina Nisebiana canta las gestas de los cristianos de Nisibe cuando los persas se lo hicieron pasar mal por los acosos militares dirigidos por el rey Sapor; sus versos describen hechos portentosos de los cristianos, empleando para su composición las figuras bíblicas. Nisibe, su ciudad natal, le agradece haber sido salvada una vez del hambre y del saqueo por la oración de Efrén; provocó con sus ruegos la huida del ejército adversario, consiguiendo que Dios mandara una nube de insectos y reptiles que atacaron a la caballería enemiga hasta el punto de verse obligados a levantar el cerco.
Después del año 350, huye a Edesa –hoy Urfa (Irak)– para evitar convertirse en un esclavo de los paganos. Esta fue una ocasión para tomar contacto con la escuela de Taciano; conoció el Diatesaron, y este hecho le dará ideas para sus futuros comentarios profundos de la Biblia.
Se le conoce como polemista seguro contra el arrianismo; sabe combatir con argumentos y astucia a los filósofos que siguen a Bardesanes, naturalistas que fundamentan su modo de entender la vida a partir de la ciencia astral; Efrén ridiculizará sus afirmaciones sobre todo en lo que atañe a la doctrina que se refiere a la resurrección.
Efrén es el padre de creaciones poéticas cristianas que el viento llevó por todos los andurriales de la Iglesia antigua. Introdujo letras y melodías en los actos de culto divino; empleaba estas creaciones para realzar la celebración de los misterios y para rechazar las enseñanzas nocivas y los errores, para ridiculizar los vicios que era preciso rechazar, o resumir las verdades que era necesario conocer y creer. Luego esas canciones, inventadas como sencillas tonadillas, se escucharán en las casas y las plazas, consiguiendo que la piedad y la doctrina se hicieran populares.
La eclesiología que se encuentra en sus obras –con importante influencia en Oriente– presenta a la Iglesia concebida como «fuente de unidad». Sabe exponer la presencia de Cristo en la Eucaristía de modo magistral, con mayor claridad que hasta entonces ninguno supo exponerla en Oriente, afirmando que el cristiano tiene su mejor oportunidad de hacerse encontradizo con Dios en la comunión.
Los escritos –traducidos al griego, armenio, latín, eslavo, etiópico y más– contienen afirmaciones duras contra la avaricia de los ricos, advirtiéndoles que la llave para el cielo está en que atiendan con sus bienes a los famélicos por la mala cosecha. Y no perdió toda su fuerza en gastar tinta sobre pergaminos; él mismo levantó en Edesa el primer hospital para los menesterosos con las limosnas que personalmente consiguió.
Dispuso que lo enterraran bajo el altar. Su muerte –también con fecha incierta–, debió de suceder entre el 373 y el 378.
La Iglesia maronita celebra su fiesta el 28 de enero. La Iglesia de Occidente lo hace el 9 de junio.
Benedicto XV lo nombró doctor de la Iglesia en 1920.
Sus reliquias vinieron a Europa, principalmente de las manos de los cruzados.
Dicen de él que se fingió loco para evitar que lo eligieran obispo. Cuentan que una vez tuvo una visión en la que contemplaba cómo de su lengua nacía una vid naciente y creciente que se extendía por todo el mundo. Quizá la visión narrada como episodio sobrenatural de su vida no sea más que poner sobre Efrén un rasgo añadido que le enaltezca; pero desde luego es un buen resumen de su vida y obra, porque es un hecho que con su elocuencia arrebatada y florida, con el lirismo de sus escritos y la armonía de sus cantos, llegó a todas partes. De hecho, se le nombrará cariñosamente con los nombres de Arpa del Espíritu Santo y también de Poeta de los sirios.
Archimadrid.org

El cardenal Osoro reclama alternativas dignas a los CIE




El ejemplo de Ignacio Echeverría, el español asesinado en Londres, «nos dignifica a todos», dijo el cardenal Osoro al inaugurar en la tarde del jueves la Jornadas de Delegados y Agentes de Pastoral de Migraciones. El arzobispo de Madrid pidió al Gobierno la puesta en marcha de un corredor humanitario para refugiados
El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, inauguró este jueves las Jornadas de Delegados y Agentes de Pastoral de Migraciones, que alcanzan su edición número 27. El purpurado abordó el drama de la movilidad humana en nuestros días, la propuesta de justicia y compasión de la Iglesia frente a la cultura de la indiferencia, lo que dice la Doctrina Social de la Iglesia y, para terminar, compartió los sueños que tiene con respecto a esta realidad. Sueños que pasan por el establecimiento en España de los corredores humanitarios que tan bien funcionan en Italia y por alternativas dignas a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).
«No podemos ser ajenos a este inmenso desafío que afecta a cuan creíble resulta Dios cuando se afea su rostro por tanto dolor insufrible generado por la violencia o la injusticia», afirmó nada más comenzar su intervención. Tras subrayar que los desplazamientos forzados por la guerra, el hambre, la persecución política, religiosa o cultural, el cambio climático o las hambrunas son «una de las más lacerantes heridas de nuestra humanidad», dirigió sus palabras a la «vieja Europa» y a sus gobernantes.
«No podemos abdicar de nuestro tiple origen cultural: la razón griega no puede ser desalojada por el emotivismo irracional; el derecho y la justicia romanos no pueden ser sustituidos por el miedo al diferente; y la compasión por la persona y su dolor, propia de la tradición judeo-cristiana, no puede ser olvidada sin más y descalificada como buenismo sin perdernos algo profundamente humano».
Y añadió: «Esa es la lección de Jesús de Nazaret y esa ha sido la del joven madrileño matado en Londres, Ignacio Echeverría, cuya muerte por defender a una mujer de su verdugo nos dignifica a todos».
El cardenal aclaró también que lo que se reclama para los refugiados no es más que su derechos, que «obligan a los países y a la comunidad internacional». Y recordó una frase: «A nadie se dé por caridad, lo que le es debido por justicia».
Tuvo palabras para la labor en este campo de la Iglesia, que «no ha permanecido impasible ante la tragedia de los refugiados y ha venido dando respuestas coordinadas de atención a los refugiados y ofertas concretas a los gobernantes». Entre ellas, citó los corredores humanitarios, que pueden servir de pasarela a la seguridad de las personas en situación de extrema vulnerabilidad. «Esperemos que vean la luz en España con la ayuda de la Comunidad de Sant Egidio y de toda la Iglesia», añadió.
El de los corredores humanitarios es, de hecho, uno de los sueños que el cardenal Osoro tiene con relación a la movilidad humana. También que Europa y España cumplan con los cupos prometidos o que en la frontera sur de nuestro país «no se trate a las personas como fardos a devolver en origen». Sueña también con la desaparición del «cáncer» de la trata y el tráfico de personas, con el cierre de los Centros de Internamiento para Extranjeros o con la capacidad de los cristianos de compartir el tesoro precioso del Evangelio. «Son sueños. Tengo muchísimos más. ¡No renunciemos a soñar! Los sueños son la antesala obligada de aquello que después se acaba por conseguir», concluyó.
Fran Otero
Alfa y Omega

«En la celda hablaba con Dios a diario y le pedía que me ayudara a irme con dignidad»



Antonio Pampliega fue secuestrado por Al Qaeda en 2015. Pasó 10 meses encerrado en una celda. En ella «estaba con Dios» y «le pedía que no me dejara caer en depresión, que me diera fuerzas» porque «si Él pasó por un calvario hasta morir crucificado, yo tenía que pedirle que me ayudara a irme con la mayor dignidad posible»
Julio de 2015. El periodista Antonio Pampliega viaja junto a tres compañeros hacia la ciudad siria de Alepo. Quieren ver cómo se desarrolla allí la guerra y contarlo en sus respectivos medios. Llegando al destino, una furgoneta les cierra el paso y de ella se bajan miembros del Frente Al Nusra, grupo perteneciente a Al Qaeda, que los secuestra.
Comenzó entonces el cautiverio que lo mantuvo 299 días en una celda y que el periodista ha relatado en su libro En la oscuridad, diez meses secuestrado por Al Qaeda en Siria. Pampliega también ha hablado de su secuestro con Radio Loyola Campus.
En la celda, «en la que estuve solo durante 204 días, estaba Dios, con el que hablaba cada día», explica el periodista durante la entrevista. «Le pedía que no me dejara caer en depresión, que me diera fuerzas» porque «si Él pasó por un calvario hasta morir crucificado, yo tenía que pedirle que me ayudara a irme con la mayor dignidad posible. Si Él aguantó, yo también puedo».
Con la publicación del libro, el que «he llorado, reído y en el que he vomitado muchos sentimientos de culpa», Antonio quiere cerrar una etapa. «Necesito continuar con mi vida», explica. También espera que «pueda servirle de ayuda a gente que esté en un momento complicado de su vida».

Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote: «No se puede ser sacerdote a la carta ni esclavo de la moda»




Este jueves, 8 de junio, la Iglesia celebra la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. En esta jornada de santificación sacerdotal, el monasterio de las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote ha acogido, un año más, la celebración de una solemne Eucaristía, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y concelebrada por numerosos presbíteros.
En un claustro colmado de sacerdotes madrileños, así como de seminaristas y fieles provenientes de diferentes zonas de la capital, el prelado ha realzado las palabras del salmo 39 que toda la asamblea ha pronunciado –con una sola fe y en una misma voz– durante la Eucaristía: «"Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad" es lo que nos enseña Jesucristo en esta fiesta». Una celebración que nace en la Iglesia, ha destacado, «por la insistencia de un hombre de Dios, D. José Mª García Lahiguera, fundador de esta congregación». Por ello, «agradecemos al Señor que, a través de Lahiguera, podamos reunirnos después de tantos años, y tener delante a Cristo como sacerdote», quien «nos sigue alentando a prestar la vida a los que somos sacerdotes y a los que llama el Señor, para hacer presente el ministerio mismo de Jesucristo». Nosotros tenemos que poner muy poco, ha dicho: «Nada… solamente tenemos que prestarle la vida».
Oblatas: las manos sacerdotales de Jesús
El cardenal, en medio de su predicación, ha querido agradecer «de manera especial» a la comunidad de oblatas que «mantienen la vida en este monasterio» su entrega y oración, así como «vuestro modo de dar la vida por los sacerdotes y para que el Señor siga llamando jóvenes al ministerio sacerdotal y prolongue, en esta historia, el ministerio de Jesús como sacerdote».
«El Señor ha puesto en nuestra vida un cántico nuevo –ha resaltado–, en nuestra boca y en nuestra propia existencia». Y «nos lo ha dado Él: nos abrió el oído y ha hecho que llenemos nuestras entrañas para ver la grandeza del misterio y del ministerio de Jesucristo» para que, así, «proclamemos la salvación y nunca cerremos los labios a esta salvación que el Señor nos ofrece a todos nosotros».
Siempre preparados para despedirse
En un silencio que se hacía presencia viva y habitada por quien los convocaba, el prelado ha centrado su homilía en tres palabras: entrega, enseñanza y una pregunta. El Señor, ha aseverado, «nos pide una entrega, la que realizó Él». Por ello, «un pastor debe de estar siempre preparado para despedirse. Siempre». Así, ha destacado que «uno de los pasos que debe hacer un sacerdote, siguiendo las huellas de Jesús, es prepararse para despedirse bien, en todos los lugares donde estemos». Con la mirada fija en cada uno de ellos, les ha animado a mirar al Señor «porque, a veces, mantenemos lazos que no tienen que ver con ese dar la vida, desligarnos de esos lazos que no están purificados por la Cruz de Jesús». Nosotros «estamos para dar rostro a Jesús, y nada más».
También ha resaltado una enseñanza: «El pastor vive inmerso en la cultura de su tiempo». «Estamos en un cambio de época» y, por eso, «no podemos decir ‘cómo quiero ser cura’, sino que tienes que serlo en el sitio, en el lugar y en las circunstancias en las que estás…». Porque, como ha insistido, «no se puede ser sacerdote a la carta, ni ser esclavos de la moda. Tenemos una única puerta, que es la de Jesucristo».
«Haced esto en memoria mía»
La tercera palabra que ha dirigido el cardenal se ha referido a una pregunta con la que «el Señor nos invita a darlo todo: el "tomad y comed, este es mi cuerpo" y el "tomad y bebed, esta es mi sangre" nos remite y nos hace ver que esta es la gran misión que tenemos que entregar a toda la Iglesia». Una espiritualidad eucarística «de éxodo, de darse, de peregrinación». Y, de este modo, «salir de la propia comodidad y atrevernos a llegar a todos, pero dando la vida: "Haced esto en memoria mía"».
Finalmente, el purpurado ha agradecido a todos los presentes su asistencia, tanto a los laicos como a los miembros de vida consagrada, «por la importancia que dais». Y también al ministerio sacerdotal, «para que acojamos de verdad lo que el Señor, en su Palabra, nos decía: vida entregada, vida que nos enseña y vida que ahora mismo nos sigue haciendo una pregunta aquí, en esta celebración, donde Jesús se va a hacer presente, de nuevo, en medio de nosotros», ha concluido.

¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David?





Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 35-37

En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:
«¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice:
"Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies".
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
Una muchedumbre numerosa le escuchaba a gusto.
Palabra del Señor.