sábado, 9 de octubre de 2010

El Padre Nuestro, oración que resume todo el Evangelio

Padre Nuestro

«El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque él no dice “Padre mío” que estás en el cielo, sino ‘Padre nuestro”, a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el Cuerpo de la Iglesia.» (San Juan Crisóstomo)
Que estás en el cielo

«“Que estás en el cielo” no designa un lugar sino la majestad de Dios y su presencia en el corazón de los justos. El cielo, la Casa del Padre, constituye la verdadera patria hacia donde tendemos y a la que ya pertenecemos.» (2802)
Santificado sea tu nombre

«Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la altura de la majestad y la hondura de los juicios.» (San Francisco de Asís).
Venga a nosotros tu reino

«Para que reines tú en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu reino, donde se halla la visión manifiesta de ti, el perfecto amor a ti, tu dichosa compañía, la fruición de ti por siempre.» (San Francisco de Asís)
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo

«La voluntad de nuestro Padre es “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Timoteo 2,3-4)
Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
«Perdónanos: por tu inefable misericordia, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos. Así como nosotros y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que ple namente lo perdonemos, para que por ti amemos de verdad a los enemigos y en favor de ellos intercedamos devotamente ante ti, no devolviendo a nadie mal por mal, y para que procuremos ser en ti útiles en todo.» (San Francisco de Asís)
No nos dejes caer en la tentación.

«Dios no quiere imponer el bien, quiere seres libres. En algo la tentación es buena. Todos, menos Dios, ignoran lo que nuestra alma ha recibido de Dios, incluso nosotros. Pero la tentación lo manifiesta para enseñarnos a conocernos, y así, descubrirnos nuestra miseria, y obligarnos a dar gracias por los bienes que la ten tación nos ha manifestado.» (Orígenes)
Y líbranos del mal

«El Señor que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os guarda contra las astucias del Diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al Demonio. “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8, 31) (5. Ambrosio)