viernes, 24 de febrero de 2017

¿Cómo me puedo relacionar con mi ángel de la guarda?


Ya sabemos cuál es la misión de los santos ángeles de la guarda: conducirnos al Cielo y a la salvación eterna. Pero, ¿cómo nos relacionamos concretamente con ellos, en el día a día?

Antes que nada, nuestros ángeles son nuestros amigos. No existen secretos entre nosotros. Ellos saben todo lo que hacemos y –al contrario de los demonios, que no ven a Dios cara a cara– saben también lo que pensamos.

En relación a ellos es bueno saludarlos e invocarlos durante el día, recordando también a los ángeles de los demás. Al saludar a alguien, es interesante crear el hábito de saludar también a su santo ángel. Eso, además de ayudar a la relación con la persona, nos ayuda a honrar a una persona santa, que está junto a ella y, al mismo tiempo, al lado de Dios.

En las Sagradas Escrituras, el ángel Rafael se ofrece para acompañar al joven Tobías en su viaje: “Díjole Tobías: ‘¿Conoces la ruta de Media?’ Respondió: ‘Sí; he estado allá muchas veces y conozco al detalle todos los caminos” (Tb 5, 5-6).

Los ángeles conocen las cosas mucho mejor que nosotros. Por eso, también les podemos pedir consejos, siempre que pasemos por alguna dificultad o peligro. Su ayuda es importante especialmente frente a las tentaciones; al final, ellos fueron colocados a nuestro lado para librarnos del infierno y llevarnos al cielo.

De los santos, también aprendemos valiosas lecciones para realizar con nuestros ángeles de la guarda.
El papa san Juan XXIII, por ejemplo, cuando tenía que resolver algún problema difícil durante su trabajo en la nunciatura de París, apostaba por la “diplomacia de los ángeles”: mandaba a su santo ángel a hablar con los ángeles de sus interlocutores, para que ellos ayudaran a solucionar cualquier cuestión.

El Padre Pío de Pietrelcina insistía mucho con sus hijos espirituales, para que le enviaran a sus ángeles de la guarda, frente a cualquier necesidad. Era frecuente que el santo no durmiera en la noche, al atender los pedidos de sus hijos espirituales que le presentaban por medio de sus ángeles.

Santa Teresita del Niño Jesús, en su poesía A mi Ángel de la Guarda, escribe:
“Tú que los espacios cruzas
más rápido que el relámpago,
vuela por mí muchas veces
al lado de los que amo.
Seca el llanto de tus ojos
con la pluma de tu ala,
y cántales al oído
cuán bueno es nuestro Jesús.
¡Oh, diles que el sufrimiento
tiene también sus encantos!
Y luego, murmúrales
quedo, muy quedo, mi nombre”.


Vale recordar también que no sólo las personas poseen ángeles de la guarda, también las instituciones, las parroquias, las diócesis, la ciudades y los países. Cuando san Juan María Vianney entró en Ars, impregnado de la conciencia de lo sobrenatural, no dejó de saludar al ángel de aquella parroquia, y a los ángeles de todos sus parroquianos.
San Francisco de Sales, en la carta a un obispo, recomendó que él invocara al ángel de su diócesis. Y en Portugal, existe una fiesta para el ángel del país, el mismo que se apareció a los pastorcillos de Fátima.
Al final, lo que es importante principalmente es imitar a los ángeles de la guarda, buscando ser como ángeles para los otros y haciendo todo lo posible para que ellos lleguen al cielo, donde, un día, contemplaremos todos juntos, el rostro de Dios.
Aleteia

ANTES TE CONOCÍA SOLO DE OIDAS, PERO AHORA TE HAN VISTO MIS OJOS. VIVIR SANAMENTE LA ENFERMEDAD


Si consideramos la salud como algo mucho más personal y global que el mal funcionamiento o deterioro de algún órgano del cuerpo, podemos vivir sanamente la enfermedad. Ya que vivir en paz consigo mismo, integrando los límites de la naturaleza, reconociendo la "naturalidad" de la enfermedad, siendo sujeto activo, son signos saludables.
Luchar por la salud   
Si nuestra actitud ante la enfermedad pretende ser cristiana, no puede menos que ser igual a la que tuvo Cristo: curar, atender al enfermo con entrañas de misericordia como el Buen Samaritano (Lc 10, 29ss). El sentido central de las curaciones realizadas por Jesús, más que mostrarnos su poder y dominio por encima de la naturaleza, consiste precisamente en manifestar que el Reino de Dios toma cuerpo en la persona del enfermo al reintegrarlo consigo mismo y con la comunidad.
Así la salud que nos ofrece Jesús y que es posible vivir en medio de la enfermedad mientras se lucha contra ella, implica la superación del aislamiento y de la marginación de cara a reapropiarse del propio cuerpo, de la propia mente, de toda la persona, para recobrar la normalidad de las relaciones y vivir la misión de testimoniar el amor de Dios (Mt 5, 1-20).
El cristiano debe luchar para hacer la mayor y mejor experiencia de salud en cualquier situación que se encuentre, aún en medio a la enfermedad incurable.
Hay que intentar eliminar todo el sufrimiento innecesario, luchar contra todo sufrimiento injusto y evitable, y mitigar en lo posible el sufrimiento inevitable asumiendo aquello que no se puede superar, en actitud de fidelidad a Dios. 
Integrar el sufrimiento inevitable
Luchar contra la enfermedad, implica asumir aquello que no es superable. Vivir sanamente la enfermedad conlleva vivir pacíficamente con el hecho de que la naturaleza humana es vulnerable.
Sabemos que parte del sufrimiento experimentado en la enfermedad, es ajeno a la misma enfermedad, viene de la percepción distorsionada, idealizada o dramatizada, de la misma realidad. No sólo, pues, hay que luchar contra la enfermedad y sus causas, sino también contra el dolor producido por la misma.
No hablamos de resignación, la resignación no es cristiana ya que indica abandono de sí o fatalismo. Integrar el sufrimiento, hace referencia al sujeto activo ante el propio mal, ser dueño, capaz de aceptar lo inevitable viviendo, aún en medio de ello, con la libertad propia del cristiano, con la capacidad de poner en práctica los valores. 
Vivir los valores en la enfermedad
Según Vicktor Frankl, la vida con sufrimiento, sin sentido a primera vista, puede tenerlo a partir de los valores que sea capaz de vivir. Él, que pasó por campos de concentración nazis, distingue diferentes tipos de valores:
- Valores de acción o de creación: ejercicio de las propias potenciales humanas y personales.
- Valores de asimilación: integración de cuanto positivo podamos encontrar en lo que nos rodea, interiorizándolo.
- Valores de soportación: Pensar en cómo sufrir, el dolor soportado auténticamente, conduciría a un enriquecimiento de la persona. El dolor que es afrontado, del cual no se huye y en el cual es capaz de introducirse la dinámica del amor.
Hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones el  sufrimiento impide tomar una determinada actitud ante él.
El cristiano ante la enfermedad grave
En la enfermedad grave, anuncio o vivencia de la posibilidad o proximidad de la muerte, el cristiano estaría llamado a:
- Reconciliarse con la vida, haciendo un balance positivo de la misma.
- Reasumir las propias opciones fundamentales, reafirmar los propios valores o cambiarlos si vemos otra opción para hacer el bien.
- Elaborar el luto por las pérdidas, ya que la enfermedad es un proceso de continuas pérdidas, el cristiano está llamado a aprender a separarse.
- Abrir el horizonte y ver más allá de las propias miserias y limitaciones, creer en la continuidad de la historia y en la aportación que cada uno hace o ha hecho en ella: ver las propias huellas vivas en alguien o en  algo por lo que ha valido y vale la pena vivir.
- Vivir la tensión propia de la esperanza: Vivir las relaciones impregnadas con un amor que supera todo mal.
Desde un punto de vista cristiano, para vivir serenamente la enfermedad tenemos como punto de referencia el modelo como Jesús ha vivido su propio sufrimiento y su propia muerte. A Él nos vamos a dirigir como modelos de relaciones sanas en medio del dolor.
VIVIR LA ENFERMEDAD EN CLAVE DE RELACIÓN SANA
Es deber de un buen cristiano atender a las propias necesidades con delicadeza: cuidarse, curarse. Se puede vivir de manera sana la tristeza, el miedo y la agresividad desencadenadas por la enfermedad.
Permitirse a sí mismo sentir y ser capaz de dar nombres a los sentimientos puedes ser parte de partida para una relación sana con los demás y con Dios.
Permitir aflorar serenamente los recuerdos hirientes del pasado, para que sean vividos y aprovecharlos para hacer un proceso de pacificación consigo mismo, reconociéndose también en los propios recuerdos. Se trata de vivir reconciliados consigo mismo.
Vivir la relación sanamente con los demás:
A veces, los demás son carne de cañón de la propia agresividad, desencadenada por la enfermedad.
A veces, los demás son "el propio infierno" porque no consiguen comprender el dolor del enfermo o no consiguen transmitir comprensión.
Otras veces, los demás son para el enfermo la fuente de la propia esperanza y lugar de consuelo, lugar donde apoyarse para caminar y salir adelante.
La experiencia de la enfermedad, el contacto con la propia vulnerabilidad puede ser ocasión para abrirse a los demás, así como hacerse más sensible y comprensivo para con los límites ajenos.
Hay enfermos que dicen que han descubierto nuevos valores con ocasión de la enfermedad.
Jesús, ante la angustia producida por la conciencia de la cercanía de la propia muerte, ha buscado la proximidad de sus amigos, ha intensificado las relaciones con ellos e incluso ha saboreado el malestar producido por la frustración en esta búsqueda, "¿no habéis podido velar conmigo'" (Mt 26, 40)
Vivir sanamente la relación con Dios: orar en la enfermedad
Ayuda mucho el ver como Jesús ha vivido su propio sufrimiento. Los sentimientos, reacciones, actitudes, comportamientos de Jesús ante la proximidad de la muerte son fuentes de inspiración y de ayuda para los enfermos y familiares.
Cuando el sufrimiento se instala en el hombre creyente, en la oración se reconoce que no hay dolor humano que pueda ser superado de forma distinta a como lo supera Dios mismo: por medio del amor.
Mientras Jesús hace la experiencia del abandono absoluto, sigue diciendo "Padre", se mantiene fiel en la oscuridad. Esta es la paradoja del creyente en medio del sufrimiento se sumerge en el misterio infinito de Dios.
Ante el sufrimiento último, ante la noche de la fe donde los sentimientos de abandono y el dolor se sobreponen, la tentación y la angustia no pueden ser superadas si no es con la decisión de cumplir la voluntad de Dios: "No sea lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú" (Mc 14, 36).
No se trata de una abandono irresponsable, sino de una actitud confiada mediante la cual se da testimonio de fe absoluta y de amor totalmente desprendido de sí..
Pero esta autenticidad llevada hasta el final y que encontramos en el modo de relacionarse de Jesús con el Padre en medio de la incomprensión del Misterio, podrá  darse también en el enfermo cristiano si es cultivada en todo encuentro, no sólo al final de la vida.
Lo que está en juego es la oración, es decir, la relación de diálogo con Dios.
 CONCLUSIONES
Todos nuestros sufrimientos, pérdidas y despedidas: sean de los seres queridos y de las cosas que hemos amado o sean las pérdidas propias que limitan cada vez más nuestra fuerza física, nos colocan ante la realidad de la muerte, que es el resumen de todas limitaciones.
Pueden ser leídas desde una mirada que no ve sino absurdo y sinsentido en la existencia humana. O podemos entenderlas desde la hondura de una espiritualidad de la entrega, como confianza en Dios y parte de su misteriosa pedagogía hacia la salvación
Nuestras pérdidas, nuestros sufrimientos, pueden enseñarnos algo más de nosotros mismos, de los demás y de Dios, pues ayudan a que el individuo se detenga, mire hacia atrás de otro modo y examine distinguiendo entre lo accidental y lo esencial, entre lo que vale la pena y lo que es pura apariencia.
Los sufrimientos nos preparan para hacernos más amigos de nuestras sombras y de las muertes que nos habitan y que a menudo le ocultamos a los demás, porque para ser plenamente humanos hemos de mirar la totalidad de lo que somos.
Necesitamos del proceso espiritual que nos permita afrontar desde Dios aquello que nos arrancará de nuestros amores para vivirlos definitivamente desde el Amor.
Un proceso espiritual que tiene que llevarnos a acoger el tiempo que llega, con sus quiebras y disminuciones, y descubrirlo como tiempo de Dios, que quiere hacernos más suyos.
Y haciendo que la vida fluya de nosotros hacia los otros pasando el relevo y aprendiendo a morir, con la esperanza de un nuevo comienzo que dejamos en las manos de los demás, con confianza.
La disminución total es "saberse por entero en las manos de Dios y aceptar que toda la iniciativa es suya", como  dijo el P. Arrupe.
Necesitamos la oración:
Como decía santa Teresa de Jesús "Orar es tratar de amistad, estando muchas veces a solas con Quien sabemos nos ama"
Jesús hace vida de oración, ora con el Padre, ora por nosotros y nos enseña a orar al Padre. Orar para conocernos mejor: "Jamás nos acabamos de conocer si no intentamos conocer a Dios", san Juan de la Cruz.
Hablarle como Padre, pedirle como Padre, contarle nuestros sufrimientos y pedirle remedio para ellos.
Santa Teresa decía: Cuando miramos hacia dentro y encontramos a Dios, consuela mucho ver que encontramos con quien hablar y entender que nos oye y los sentimientos de ternura que nos despierta"
"Si estáis con trabajos o tristes, miradle camino al huerto o miradle cargado con la cruz, miraros a Él con unos ojos tan hermosos y piadosos y olvidará sus dolores para consolar los vuestros, solo porque os vais con Él a consolar y porque volvéis la cabeza a mirarle"
Mirar a Jesús
Jesús en la angustia de su pasión abrió su corazón y su ser a la acción de Dios y por eso su cruz es para los cristianos icono de que somos barro y fragilidad, dolor y muerte. Pero también es signo de que estamos de determinación y resistencia, de entrega. Porque la cruz es camino que conduce a ganar, el derecho a tener voz cuando pase la guerra, a ser luz para los pueblos y sus gentes.

"En la muerte, como en un océano, vienen a confluir nuestras disminuciones bruscas y graduales... Superemos la muerte descubriendo a Dios en ella. Y lo divino se hallará instalado en el corazón de nosotros mismos; en el último reducto que parecía escapársele... Cristo ha vencido a la muerte, no sólo reprimiendo sus desafueros, sino embotando su aguijón. En virtud de la resurrección nada hay que mate necesariamente, sino que todo en nuestras vidas es susceptible de convertirse en contacto bendito de las manos divinas  y en bendita influencia de la voluntad de Dios... Tal es el hecho que domina toda explicación y toda discusión[1]

Precisamente, la resurrección de Jesús dice que todo es susceptible de convertirse en bondad. Encontrar a Dios en el sufrimiento para rendir la vida ante el Misterio, en actitud de entrega: "Tomad, Señor y recibid"


H. de Carmen



El Arzobispado de Toledo vuelve a negar la "devolución simbólica" de Santa María la Blanca a los judíos


¿Sinagoga, iglesia, museo? ¿Del Estado, de la Iglesia o de los judíos? Cada cierto tiempo, la polémica regresa a Toledo a cuenta de Santa María la Blanca. En esta ocasión, después de que el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, hubiera reclamado al arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, su "devolución simbólica".
En respuesta, la diócesis emitió un comunicado en el que subraya que "la titularidad eclesiástica de la antigua sinagoga de Santa María la Blanca queda perfectamente demostrada con la aportación documental que custodia el Arzobispado de Toledo y no ofrece ningún tipo de dudas".
La nota episcopal reconoce que, originariamente, el edificio fue construido como sinagoga, y que en 1411 se transformó en templo cristiano "tras las matanzas de judíos en el reino de Castilla del año 1391". De ahí, se convirtió en ermita, cuartel y almacén, hasta que en 1929 el rey Alfonso XIII devolvió la propiedad al Arzobispado.
Dado que la inscripción en el registro a nombre de la Iglesia tuvo lugar en 1930, la diócesis consdiera que "la Iglesia de Toledo goza de todos los derechos legítimos que le concede la legislación española", una posesión "pacífica y ampliamente aceptada". En la actualidad, su uso es sobre todo cultural.
Ante la petición de "cesión" a la comunidad judía, la diócesis recuerda cómo en 1992, la Santa Sede puso a su disposición el edificio para iniciar conversaciones con el Estado de Israel, "que no llegaron a dar fruto". En el año 2000, de nuevo, cuando Juan Pablo II la ofreció a cambio de que se devolviese a la Iglesia católica el Cenáculo de Jerusalén. Así, considera la diócesis, es Roma quien tiene la potestad de decidir o no sobre el futuro de Santa María la Blanca.
Por su parte, la FCJE pide a la Iglesia católica una "devolución simbólica" del edificio a la comunidad judía. Esto es, que se reconozca como sinagoga, y que se devuelva a Patrimonio Nacional. "Hablamos de una devolución simbólica en el sentido de que esa sinagoga debe ser reconocida como sinagoga, devuelta al patrimonio del Estado, abierta a todo el mundo; no hemos planteado culto alguno, nada que se le parezca, todo se puede hablar pero no lo hemos planteado así, nunca lo hemos reivindicado, ni exigido", explicaba en declaraciones a Ep su presidente, Isaac Querub.
"Nosotros apreciaríamos mucho una declaración y un gesto de la Iglesia católica siguiendo la tendencia del Vaticano, y el ejemplo de otros países de Europa", ha subrayado. En concreto, ha recordado el reciente caso de Palermo, donde el arzobispado ha cedido a la comunidad judía local el oratorio de una iglesia ubicada en la zona del antiguo barrio judío.
En el caso de Toledo, Querub precisa que la sinagoga fue "arrebatada a la comunidad judía antes de la expulsión" y es "un símbolo para los judíos del mundo entero", pues "no está en cualquier ciudad sino en Toledo" que tuvo "una presencia judía importantísima".
Querub asegura haber pedido por carta una reunión al arzobispo de Toledo, y no haber recibido respuesta. Sin embargo, la diócesis contesta que, si bien hubo dos encuentros entre el arzobispo y el líder judío en los que se habló de la cuestión, se convino una reunión después de Navidad. El Arzobispado asegura no haber recibido petición oficial por escrito. Y, entretanto, Santa María de la Blanca vuelve a estar bajo los focos, no por su inobjetable belleza, sino por una nueva, y vieja, contienda interreligiosa.
 (Jesús Bastante/Ep)

PAPA FRANCISCO SOBRE EL EVANGELIO DE SAN MARCOS (10,1-12)





Queridos amigos, como comentario al Evangelio de hoy, publicamos unas palabras del Papa Francisco en la conferencia de prensa del vuelo de regreso del viaje pastoral a Estados Unidos, en septiembre de 2015: 
Aquellos que piensan en un “divorcio católico” se equivocan porque este último documento (el Papa se refiere a su Motu Proprio ‘Mitix Iudex Dominus Iesus’, sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio) ha cerrado la puerta al divorcio que podía entrar por la vía administrativa. 

La mayoría de los Padres sinodales en el Sínodo (el Papa se refiere al Sínodo sobre la familia del 2014) pidió agilizar los procesos de nulidad matrimonial, porque hay procesos que duran ya 10-15 años. Una sentencia, y después otra sentencia y ulteriormente si hay apelación, la apelación, y de nuevo otra apelación… y no se termina nunca. (...) 

Este documento, este Motu proprio, facilita los procesos en cuanto al tiempo, pero no se trata de un divorcio, porque el matrimonio es indisoluble cuando es sacramento, y esto la Iglesia no, no lo puede cambiar. Es doctrina. El matrimonio es un sacramento indisoluble. 

El procedimiento de nulidad sirve para comprobar si aquello que parecía un sacramento en realidad no había sido un sacramento: por falta de libertad, por ejemplo, o por falta de madurez, o por enfermedad mental… son tantos los motivos que llevan, después de un estudio, de una investigación, a decir: “No, allí no ha habido sacramento”; por ejemplo, porque la persona no era libre. 

Un ejemplo: ahora no es muy común, pero en ciertos sectores de la sociedad sí es común –al menos en Buenos Aires lo era–: los matrimonios cuando la novia quedaba encinta. “Se tiene que casar”. Yo en Buenos Aires aconsejaba a los sacerdotes que se negaran a casarlos, casi les prohibía celebrar el matrimonio en esas condiciones. Nosotros lo llamamos “matrimonio de prisa”, sólo para salvar todas las apariencias. Nace el niño y a algunas parejas les va bien, pero no hay libertad. Luego, les va mal, se separan… y dicen “yo fui obligado a casarme porque tenía que reparar esa situación”: esta sería una causa de nulidad. 

Las causas de nulidad son muchas, las pueden encontrar en internet, ahí están todas (...). El “divorcio católico”: no, eso no existe. O nunca hubo matrimonio –y esto es la nulidad, porque no existió– o si existió el matrimonio, es indisoluble. Esto queda claro. Gracias”.

LO QUE DIOS HA UNIDO, QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE






Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,1-12):

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.

Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».

Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?».

Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».

Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. 

Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.

Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera, Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Palabra del Señor

Homilía del Papa: No aplazar la conversión


No escandalizar a “los pequeños” con la doble vida, porque el escándalo destruye. Es la invitación que hizo el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
“Córtate la mano”, “arráncate el ojo”, pero “no escandalices a los pequeños”, es decir a los justos, “aquellos que confían en el Señor, o que sencillamente creen en el Señor”. Francisco comenzó su reflexión a partir del Evangelio del día, del que se desprende que, en efecto, para el Señor el escándalo es destrucción:
“Pero, ¿qué cosa es el escándalo? El escándalo es decir una cosa y hacer otra; es la doble vida, la doble vida. La doble en todo: yo soy muy católico, yo voy siempre a Misa, pertenezco a esta asociación y a esta otra; pero mi vida no es cristiana, no pago lo justo a mis empleados, exploto a la gente, soy sucio en los negocios, hago blanqueo de dinero… doble vida. Y tantos católicos son así. Y escandalizan. Cuántas veces hemos oído  – todos nosotros, en el barrio y en otras partes  – ‘pero, para ser católico como aquel, es mejor ser ateo’. Ese es el escándalo. Te destruye. Te derriba. Y esto sucede todos los días. Basta ver el telediario o leer los periódicos. En los periódicos hay tantos escándalos, y también está la gran publicidad de los escándalos. Y con los escándalos se destruye”.
El Papa Bergoglio ofreció el ejemplo de una empresa importante que estaba a punto de la quiebra. Las autoridades querían evitar una huelga justa, que no habría hecho bien, y querían hablar con las autoridades de la compañía. Los trabajadores, además, no tenían dinero para sus necesidades básicas porque no recibían el sueldo. Y el responsable, un católico, estaba de vacaciones de invierno en una playa de Oriente Medio, y la gente se enteró aunque la noticia no salió en los periódicos. “Estos son los escándalos”, dijo Francisco:
“Jesús dice, en el Evangelio, sobre los que escandalizan, sin decir la palabra escándalo, pero se entiende: ‘Tú llegarás al Cielo y llamarás a la puerta y: ‘¡Soy yo, Señor!’ – ‘Sí, ¿no te acuerdas? Yo iba a la iglesia, estaba cerca de ti, pertenecía a tal asociación, hago esto… ¿no te acuerdas de todas las ofrendas que hice?’ ‘Sí, recuerdo. Las ofrendas, aquellas las recuerdo: todas sucias. Todas robadas a los pobres. No te conozco’. Aquella será la respuesta de Jesús a estos escandalosos que tienen doble vida”.
La doble vida se produce por seguir las pasiones del corazón, los pecados capitales que son las heridas del pecado original”, esconder las pasiones, pero seguirlas, explicó el Papa. Y precisamente la primera Lectura exhorta a no secundarlas y a no confiar en las riquezas, no decir: “Me basto a mí mismo”. Además, Francisco invitó a no retardar la conversión:
“A todos nosotros, a cada uno de nosotros, nos hará bien, hoy, pensar si hay algo de doble vida en nosotros, aparecer justos, parecer buenos creyentes, buenos católicos, pero por debajo hacer otra cosa; si hay algo de doble vida, si hay una confianza excesiva: ‘Pero, sí, el Señor después me perdonará todo, y yo sigo…’. Si hay algo que decir: ‘Sí, esto no va bien, me convertiré, pero hoy no: mañana’. Pensemos en esto. Y aprovechemos la Palabra del Señor y pensemos que el Señor en esto es muy duro. El escándalo destruye”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)