viernes, 16 de octubre de 2015

Duro mensaje del Papa a la ONU con motivo del Día Mundial de la Alimentación Francisco, a la FAO: "Somos responsables de los dos tercios de la población mundial que carece de protección"

Bergoglio quiere hacerse "portavoz de las arduas preocupaciones" de los excluidos por el sistema
"Cada vez más la desigualdad es el resultado de esa cultura que descarta y excluye a muchos de nuestros hermanos y hermanas". En un mensaje dirigido al director general de la FAO, José Graziano da Silva, con motivo del Día Mundial de la Alimentación, el Papa Francisco señala "la responsabilidad" de la comunidad internacional "hacia los dos tercios de la población mundial que carece de protección social, incluso mínima".
Francisco comienza su escrito poniendo "en primer plano a tantos hermanos nuestros que pasan hambre y malnutrición, sobre todo por la distribución inicua de los bienes de la tierra". Para Bergoglio, la seguridad alimentaria "se divisa aún como una meta lejana para muchos".
"Somos testigos, a menudo mudos y paralizados, de situaciones que no se pueden vincular exclusivamente a fenómenos económicos, porque cada vez más la desigualdad es el resultado de esa cultura que descarta y excluye a muchos de nuestros hermanos y hermanas de la vida social", denuncia el Papa, quien subraya "la responsabilidad" de la comunidad internacional "hacia los dos tercios de la población mundial que carece de protección social, incluso mínima".
Un dato aún más alarmante por el hecho de que "la mayoría de esas personas viven en las zonas más desfavorecidas de aquellos países donde ser pobre es una realidad olvidada y la única fuente de supervivencia está ligada a una escasa producción agrícola, a la pesca artesanal o a la cría de ganado en pequeña escala", sostiene el pontífice, quien insiste en que "es natural que yo me haga portavoz de las arduas preocupaciones que me han confiado. Su vulnerabilidad, en efecto, tiene repercusiones muy gravosas en su vida personal y familiar, ya abrumada por el peso de tantas contrariedades o por jornadas agotadoras y sin límite de tiempo, como no sucede en tantas otras categorías de trabajadores".
"Las condiciones de las personas hambrientas y malnutridas pone de manifiesto que no es suficiente ni podemos contentarnos con un llamado general a la cooperación o al bien común", añade Bergoglio, quien se pregunta: "¿Es aún posible concebir una sociedad en la que los recursos queden en manos de unos pocos y los menos favorecidos se vean obligados a recoger sólo las migajas?"
La respuesta "no puede limitarse a buenas intenciones y propósitos", sino en trabajar por "la salud, la educación, la calidad de vida, la participación en los procesos de decisión".
"Pienso en los más desfavorecidos, en aquellos que, por la falta de protección social, sufren las nocivas consecuencias de una crisis económica persistente o de fenómenos relacionados con la corrupción y el mal gobierno, además de padecer los cambios climáticos que afectan a su seguridad alimentaria. Son personas, no números, y reclaman que las apoyemos, para poder mirar el futuro con un mínimo de esperanza. Piden a los gobiernos y a las instituciones internacionales que actúen cuanto antes, haciendo todo lo posible, aquello que dependa de su responsabilidad", concluye el Papa, quien reclama a la FAO "una solidaridad transformada en gestos tangibles, que requiere compartir y no sólo una mejor gestión de los riesgos sociales y económicos o una ayuda puntual con motivo de catástrofes y crisis ambientales".

"La Iglesia no tiene la misión de tratar directamente estos problemas desde el punto de vista técnico. Sin embargo, los aspectos humanos de estas situaciones no la dejan indiferente. La creación y los frutos de la tierra son dones de Dios concedidos a todos los seres humanos, que son al mismo tiempo custodios y beneficiarios. Por ello han de ser compartidos justamente por todos", subraya el Papa, que muestra su esperanza en laAgenda 2030 para el Dearrollo Sostenible aprobada en Naciones Unidas. "Espero que no se quede sólo en un conjunto de reglas o de posibles acuerdos. Confío que inspire un modelo diverso de protección social, tanto en el plano internacional como nacional".
Jesús Bastante

Homilía del Papa: La hipocresía es un virus en la sombra

Es necesario rezar mucho para no dejarse contagiar por el “virus” de la hipocresía, esa actitud farisaica que seduce con las mentiras estando en la sombra. Es el apremio de Jesús que el Papa Francisco invitó a acoger al comentar el Evangelio del día durante la homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Santo Padre afirmó que la hipocresía no tiene color, sino que más bien juega con las tonalidades. Se insinúa y seduce en “claroscuro”, con “la fascinación de la mentira”. El Papa se detuvo a considerar la escena presentada en el pasaje evangélico de Lucas  Jesús y los discípulos en medio de una muchedumbre en la que se atropellaban unos a otros – poniendo de manifiesto la genuina advertencia de Cristo a los suyos: “Cuídense de la levadura de los fariseos”. Francisco observó que la levadura “es algo pequeñísimo”, pero Jesús habla como si quisiera decir “virus”. Como “un médico” que dice “a sus colaboradores” que estén atentos a los riesgos de un “contagio”:
“La hipocresía es ese modo de vivir, de obrar, de hablar, que no es claro. Quizás sonríe,  tal vez está serio… No es luz, no es tiniebla… Se mueve de una manera que parece no amenazar a nadie, como la serpiente, pero tiene el atractivo del claroscuro. Tiene esa fascinación de no mostrar las cosas claras, de no decir las cosas claramente; la fascinación de la mentira, de las apariencias… A los fariseos hipócritas, Jesús también les decía que estaban llenos de sí mismos, de vanidad, que a ellos les agradaba pasear por las plazas haciendo ver que eran importantes, gente culta…”.
Sin embargo Jesús tranquiliza a la multitud. “No tengan miedo”, afirma, porque “no hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido”. Como si quisiera decir – observó Francisco –  que esconderse “no ayuda”, si bien “la levadura de los fariseos” llevaba y lleva “a la gente a amar más a las tinieblas que a la luz”:
“Esta levadura es un virus que enferma y te hará morir. ¡Estén atentos! Esta levadura te lleva a las tinieblas. ¡Estén atentos! Pero hay uno que es más grande que esto: es el Padre que está en el Cielo. ‘¿Acaso cinco pájaros no se venden por dos monedas? Y sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. También los cabellos de su cabeza están todos contados’. Y después la exhortación final: ‘¡No tengan miedo! ¡Valen más que muchos pájaros!’. Ante todos estos temores que nos ponen aquí y allá, y allá, y que nos pone el virus, la levadura de la hipocresía farisea, Jesús nos dice: ‘Hay un Padre. Hay un Padre que los ama. Hay un Padre que los cuida’”.

Hay un solo modo para evitar el contagio – sostuvo el Papa Bergoglio –. Es el camino que indica Jesús: orar. La única solución – concluyó – para no caer en esa “actitud farisaica que no es ni luz ni tinieblas”, sino que está “a mitad” de un camino que “jamás llevará a la luz de Dios”:
“Oremos. Oremos tanto. ‘Señor, custodia tu Iglesia, que somos todos nosotros: custodia a tu pueblo, el que se había reunido y se apretujaba entre sí. Custodia a tu pueblo, para que ame la luz, la luz que viene del Padre, que viene de Tu Padre, que te ha enviado a Ti para salvarnos. Custodia a tu pueblo para que no se vuelva hipócrita, para que no caiga en la tibieza de la vida. Custodia a tu pueblo para que tenga la alegría de saber que hay un Padre que nos ama tanto”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
-«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía.
Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más.
Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo.
¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios.
Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados.
Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

Palabra del Señor.