miércoles, 8 de junio de 2016

“Si cuidas el planeta, combates la pobreza” de Cáritas, Manos Unidas, REDES, Confer y Justicia y Paz.La Iglesia española lanza sus “diez mandamientos” para la lucha por el medio ambiente y contra la desigualdad


La “Laudato Si”, eje de una campaña para cambiar el sistema que esquilma los recursos naturales y a las personas.  "Si cuidas planeta, combates la pobreza". La Iglesia española, a través de sus principales organizaciones sociales, se une al Papa Francisco y lanza sus "Mandamientos" por el cuidado de la hermana Tierra y de quienes formamos parte de ella. A partir del impulso dado por la encíclica "Laudato Si", Cáritas, Confer, Manos Unidas, Justicia y Paz y REDES se han agrupado en torno a "Enlázate por la Justicia".
Estos son los "diez mandamientos" de la Iglesia para el cuidado de la creación, que centrarán el trabajo en los dos próximos años, desde este mes de junio hasta mediados de 2018:
ü  Apoyarás la causa de los pobres;
ü  Redescubrirás el valor de la simplicidad en tu propia vida;
ü  Valorarás la importancia de tus comportamientos cotidianos;
ü  Apreciarás la diversidad de nuestro mundo;
ü  Animarás una conversión personal, eclesial y comunitaria;
ü  Impulsarás las decisiones necesarias, aunque sean costosas;
ü  No supeditarás tu acción a los intereses económicos;
ü  Bucearás en tu propia tradición espiritual;
ü  Asumirás los consensos científicos;
ü  y Superarás el paradigma tecnocrático.
 "Si cuidas el planeta, combates la pobreza". Una campaña que retoma el impulso lanzado por estas organizaciones, y que busca entender, con el Papa, que no se puede trabajar por el medio ambiente sin defender los derechos de los empobrecidos y que, a la par, no se puede acabar con la pobreza si no cambiamos un sistema económico injusto, que esquilma las recursos naturales y humanos.
Así se expresó Ana Isabel González, responsable de Justicia y Paz en la rama de Confer, para quien este proyecto "es fruto de la campaña que iniciamos desde Enlázate por la Justicia, que desde hace más de dos años llevamos a cabo Cáritas, Manos Unidas, Justicia y Paz, Confer y Redes". Un proceso de "reflexión sobre nuestra identidad, sobre lo que podemos aportar a la Iglesia en el ámbito de la lucha contra la pobreza". Porque, pese a quien pese, la presencia social de la Iglesia en el mundo de los empobrecidos es muy fuerte, aunque haya que reforzarla públicamente. Por ello, representantes de la Conferencia Episcopal acompañaban la presentación de la campaña, que subrayaron el apoyo directo de los obispos, especialmente de monseñor Omella, presidente de la Comisión de Pastoral Social, y la implicación de las diócesis.
"Hace justo un año -explica Ana- el Papa publicaba 'Laudato Si'", la auténtica hoja de ruta de este tercer milenio, "y ya entonces acogimos con agradecimiento este documento y expresamos el deseo de que esta idea central, que pone en estrecha vinculación la degradación medioambiental y la injusticia que padecen muchos pueblos, nos impulsaba a poner en marcha un marco común de trabajo".

Un esfuerzo por denunciar "el actual modelo de desarrollo basado en el crecimiento y el consumo, que esquilma el planeta, que prioriza el bienestar de unos pocos sobre los derechos de las personas más vulnerables". Y es que "la comunidad católica en España tenemos el reto de aplicar las cuestiones medioambientales como elemento fundamental de nuestro trabajo por el Reino. El Papa nos ha llamado a una conversión ecológica. Reconocemos la grandeza del desafío que se nos presenta".
Jesús Bastante


EL PASO DEL JORDÁN. ORÍGENES


En el paso del río Jordán, el arca de la alianza guiaba al pueblo de Dios. Los sacerdotes y levitas que la llevaban se pararon en el Jordán, y las aguas, como en señal de reverencia a los sacerdotes que la llevaban, detuvieron su curso y se amontonaron a distancia, para que el pueblo de Dios pudiera pasar impunemente. Y no te has de admirar cuando se te narran estas hazañas relativas al pueblo antiguo, porque a ti, cristiano, que por el sacramento del bautismo has atravesado la corriente del Jordán, la palabra divina te promete cosas mucho más grandes y excelsas, pues te promete que pasarás y atravesarás el mismo aire. Oye lo que dice Pablo acerca de los justos: Seremos arrebatados en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. 

Nada, pues, ha de temer el justo, ya que toda la creación estará a su servicio. Oye también lo que Dios promete al justo por boca del profeta: Cuando pases por el fuego, la llama no te abrasará, porque yo, el Señor, soy tu Dios. Vemos, por tanto, cómo el justo tiene acceso a cualquier lugar, y cómo toda la creación se muestra servidora del mismo. Y no pienses que aquellas hazañas son meros hechos pasados y que nada tienen que ver contigo, que los escuchas ahora: en ti se realiza su místico significado. En efecto, tú, que acabas de abandonar las tinieblas de la idolatría y deseas ser instruido en la ley divina, eres como si acabaras de salir de la esclavitud de Egipto. Al ser agregado al número de los catecúmenos y al comenzar a someterte a las prescripciones de la Iglesia, has atravesado el mar Rojo y, como en aquellas etapas del desierto, te dedicas cada día a escuchar la ley de Dios y a contemplar la gloria del Señor, reflejada en el rostro de Moisés. 

Cuando llegues a la mística fuente del bautismo y seas iniciado en los venerables y magníficos sacramentos, por obra de los sacerdotes y levitas, parados como en el Jordán, los cuales conocen aquellos sacramentos en cuanto es posible conocerlos, entonces también tú, por ministerio de los sacerdotes, atravesarás el Jordán y entrarás en la tierra prometida, en la que te recibirá Jesús, el verdadero sucesor de Moisés, y será tu guía en el nuevo camino. Entonces tú, consciente de tales maravillas de Dios, viendo cómo el mar se ha abierto para ti y cómo el río ha detenido sus aguas, exclamarás: ¿Qué te pasa, mar, que huyes, y a ti, Jordán, que te echas atrás? ¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; colinas, que saltáis como corderos? Y te responderá el oráculo divino: En presencia del Señor se estremece la tierra, en presencia del Dios de Jacob; que transforma las peñas en estanques, el pedernal en manantiales de agua.


De las homilías de Orígenes, presbítero, sobre el libro de Josué
(Hom. 4, 1: PG 12, 842-843)

Fuente: News. Va

COMENTARIO DE BENEDICTO XVI AL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5,17-19.



“Después de las «bienaventuranzas», que son su programa de vida, Jesús proclama la nueva Ley, su Torá, como la llaman nuestros hermanos judíos. 
En efecto, el Mesías, con su venida, debía traer también la revelación definitiva de la Ley, y es precisamente lo que Jesús declara: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud». 

Y, dirigiéndose a sus discípulos, añade: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 5, 17.20). Pero ¿en qué consiste esta «plenitud» de la Ley de Cristo, y esta «mayor» justicia que él exige?

Jesús lo explica mediante una serie de antítesis entre los mandamientos antiguos y su modo proponerlos de nuevo. Cada vez comienza diciendo: «Habéis oído que se dijo a los antiguos...», y luego afirma: «Pero yo os digo...». Por ejemplo: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”; y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: “todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado”» (Mt 5, 21-22). Y así seis veces. 
Este modo de hablar suscitaba gran impresión en la gente, que se asustaba, porque ese «yo os digo» equivalía a reivindicar para sí la misma autoridad de Dios, fuente de la Ley. La novedad de Jesús consiste, esencialmente, en el hecho que Él mismo «llena» los mandamientos con el amor de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo que habita en Él.

Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción del Espíritu Santo, que nos hace capaces de vivir el amor divino. Por eso todo precepto se convierte en verdadero como exigencia de amor, y todos se reúnen en un único mandamiento: ama a Dios con todo el corazón y ama al prójimo como a ti mismo. «La plenitud de la Ley es el amor», escribe san Pablo (Rm 13, 10). 

Queridos amigos, quizás no es casualidad que la primera gran predicación de Jesús se llame «Sermón de la montaña». Moisés subió al monte Sinaí para recibir la Ley de Dios y llevarla al pueblo elegido. Jesús es el Hijo de Dios que descendió del cielo para llevarnos al cielo, a la altura de Dios, por el camino del amor.

Es más, Él mismo es este camino: lo único que debemos hacer es seguirle, para poner en práctica la voluntad de Dios y entrar en su reino, en la vida eterna”.
(Benecdicto XVI, Ángelus del 13 de febrero de 2011)

QUIEN CUMPLA Y ENSEÑE LOS MANDAMIENTOS SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS


Evangelio según San Mateo 5,17-19. 

Jesús dijo a sus discípulos: 

«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 

Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. 

El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. 

En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»