domingo, 15 de enero de 2017

Los inmigrantes nos juzgarán


La actitud que adoptemos ante las personas inmigrantes dirá qué tipo de cristianos somos en este momento de la historia
El Papa dedica la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado a los migrantes menores, los más indefensos dentro de esos alrededor de 250 millones de hombres y mujeres que lo han dejado todo para escapar de la miseria o la guerra. Su huida está llena de peligros. Las políticas migratorias de los estados –denuncia Francisco–, se centran en blindar las fronteras, lo que acentúa la situación de vulnerabilidad y deja a estas personas a merced del crimen organizado. El Papa menciona la prostitución forzosa, el trabajo esclavo y el reclutamiento en redes mafiosas o en milicias armadas. Hay convenciones internacionales y leyes que deberían impedir esto, como recuerda el mensaje la Conferencia Episcopal Española, pero se incumplen sistemáticamente debido a «la irrelevancia política de los niños en situación de exclusión». De modo que, en el mejor de los casos, según denuncian los obispos, tras sufrir «las penalidades propias del camino migrante», estos chicos se ven empujados a «la calle, donde, si acaso, con otros menores emprenderán la huida permanente hacia adelante para que las autoridades no los internen en los centros preparados para acogerlos», y crecerán en un ambiente plagado de «violencia, intereses bastardos y trapicheos».
La llegada al país de destino de un migrante suele ir acompañada de penosas formas de discriminación en todos los órdenes de la vida, lo cual, lejos de facilitar la integración, genera rechazo en personas que, en su mayoría, terminarán asentándose en nuestros países (en 2016 solo un tercio de los extranjeros con orden de expulsión fueron deportados de la UE, según Eurostat). Siquiera por pragmatismo habría que replantearse muchas cosas. Pero el Papa recuerda además a los cristianos el mandamiento de acoger al forastero. Francisco asegura que el fenómeno de la inmigración es «un signo de los tiempos», mensaje que enfatiza al hacerse cargo él personalmente –de forma temporal– de la pastoral de migraciones en la Santa Sede. Con ello, nos está diciendo también que la actitud que adoptemos ante los inmigrantes dirá qué tipo de cristianos somos en este momento de la historia.
Alfa y Omega

En España hay más de 3.000 menores inmigrantes solos


Según el último registro de Menores Extranjeros No Acompañados (con fecha de 2015) en España hay más de 3.000 menores extranjeros solos. La inmensa mayoría, 2.917, son marroquíes y su primera parada es la ciudad de Melilla, donde el centro público está saturado e incluso carga con denuncias por malos tratos. Los menores acaban viviendo en la calle y delinquen porque no tienen nada para comer
Melilla es la primera ciudad de acogida de la mayoría de los menores inmigrantes no acompañados (MENAS) que llegan a España –los niños que llegan de Marruecos son el grupo más numeroso, sumando cerca de 2.900). Solo en La Purísima, el centro de tutela de titularidad pública de la ciudad melillense, hay 340 niños viviendo, pese a que el centro tiene capacidad para 140. «El centro es un descontrol administrativo y formativo», afirman desde la ONG Prodein. Además se conocen casos de malos tratos a los chicos. «Yo misma he denunciado a algunos educadores por agresiones, y también por chantajear a los médicos forenses para falsear la edad de los niños y hacerlos pasar por mayores de edad para no tener que tutelarlos», señalaba Rosa García, activista de Prodein, hace unos meses a Alfa y Omega.
Aunque según la ONG la tutela en La Purísima no garantiza mucho: «El derecho a permanecer en el centro, con una comida de calidad bajísima y una cama o colchón en el suelo». Poco más. La excusa es la masificación, pero según Rosa García, «hasta en lo más básico se está errando. Por ley, a los nueve meses de llegar a España un menor tiene derecho a la residencia. Pero yo conozco casos de chavales que llevan dos años o más en el centro y nadie les ha informado de que tienen que ir a huellar a la Policía». Los que sí han huellado tienen que renovar la tarjeta de residencia, «pero nadie les explica cómo y cuándo. No hay seguimiento». Si no lo hay para los menores, mucho menos para los que cumplen 18 años, «que se quedan en la calle, totalmente desamparados por la ley».
Ante este panorama, muchos niños prefieren buscarse las castañas solos. Saben que el centro no es garantía de tarjeta de residencia, y ante las agresiones, mejor dormir tranquilos. Aunque sea entre fríos y peligros. «Ahora mismo debe de haber unos 80 menores en las calles de Melilla. Algunos tienen 8 años», señala la activista de Prodein. Sobrevivir en la calle no es fácil, así que «trapichean, roban… porque no tienen nada que comer. Y huyen constantemente de las Fuerzas de Seguridad», con las que a veces hay conflicto.
Solo en un par de meses tres niños murieron en la ciudad. Uno se cayó por el acantilado, lugar donde van a dormir por la noche los menores, jugándose la vida. Otro murió en el agua, intentando llegar desde Nador. El último falleció esta Navidad, ahogado por el frío y los efectos de esnifar pegamento.
Mercedarios en Madrid
El programa La Merced Casas de Refugiados e Inmigrantes Menores y Jóvenes no acompañados surgió, en 1987, como una respuesta inmediata a las necesidades de los menores y jóvenes que llegan a España sin la protección de un adulto responsable de su tutela. Para lograrlo, cuentan, en Madrid, con la Casa Madre, donde reciben a los chicos menores como primera acogida, y cuatro pisos tute- lados para jóvenes que ya han cumplido los 18 años.
En la Casa Madre conviven religiosos con una decena chicos de diversas nacionalidades, junto con el equipo de educadores y trabajadores sociales. Explica el padre Luis Callejas, director del programa, que su misión «es dar una respuesta ante las nuevas esclavitudes que aparecen. Nos sentimos como profetas que lanzamos un aviso a la sociedad, para denunciar las injusticias que sufren los menores no acompañados en España. La voz de esta gente que no tiene voz. No se les escucha. Mientras son menores, se les protege, pero, al cumplir los 18, dejan de existir».
El trabajo que hacen con los más de 500 chavales que han pasado por las casas, en los últimos 23 años, no es otro que recomponer sus vidas maltratadas: a las carencias familiares y afectivas se unen problemas de idioma, integración social, incertidumbre ante el futuro, procesos inciertos de regularización y la inestabilidad personal propia de la adolescencia. Funcionan como su familia provisional y, en muchos casos, son el lugar de referencia permanente en España, aunque ya no vivan allí: «Lo más importante que aprenden es a convivir: compartimos mesa y creencias; funcionamos como una gran familia», concluye el padre Luis.
Cristina Sánchez Aguilar
Alfa y Omega

«Lo he visto y he dado testimonio»


Aunque con la fiesta del Bautismo del Señor se concluye el tiempo de Navidad, las lecturas del domingo II del tiempo ordinario están todavía relacionadas con la presentación-aparición de Cristo ante los hombres. En este sentido, la Epifanía, que significa manifestación, se prolonga con el Bautismo del Señor y con las primeras apariciones de la vida pública del Salvador. Solo así se comprende la llamativa cercanía entre las ideas centrales abordadas en el Evangelio del domingo pasado y las del pasaje de hoy. Una vez más, esta aparente repetición en la temática elegida pretende que profundicemos sobre la identidad, procedencia y misión de Jesucristo, conforme se nos ha transmitido por el evangelista Juan. Si en el día del Bautismo del Señor, Mateo describía el acontecimiento, hoy nos detenemos en el significado profundo de este hecho.
La importancia de los testigos
Llama la atención que por dos veces aparezca la palabra testimonio en el fragmento que tenemos ante nosotros. La primera, en boca del Evangelista, cuando dice: «Y Juan [Bautista] dio testimonio diciendo»; la segunda, en boca del Bautista, constatando que «yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios». Si nos fijamos, la manera que Dios ha elegido para revelarse no se circunscribe únicamente a los gestos y a las palabras de su Hijo, aun cuando se trate de acontecimientos inauditos o milagrosos. Todo ello habría caído en el olvido pocos años después de la muerte y resurrección del Señor, de no ser porque ha habido quien nos lo ha transmitido. En consonancia con este método, la elección de las lecturas de las celebraciones litúrgicas de los últimos domingos realza, al menos de dos maneras, la función indispensable de los testigos ante lo que sucede. En primer lugar, se asigna un papel relevante y activo a las personas ante las que Jesús se manifiesta: los pastores, los Magos o Juan Bautista y sus discípulos. En efecto, la presencia en la carne de Dios entre los hombres se realiza ante individuos concretos, asentados en un lugar y en un momento histórico determinado. No estamos ante un relato mitológico, sino ante una realidad visible y palpable por todos los allí presentes. En segundo lugar, los relatos del evangelista Juan han ocupado un puesto central durante estos días. Él se erige como testigo privilegiado de la salvación de Dios llevada a cabo por Jesucristo.
«Este es el Cordero de Dios»
Ahora bien, ¿cuál es el contenido fundamental de la manifestación que hoy tiene lugar? Nos lo refiere el Evangelista, en boca de Juan Bautista, al principio y al final del pasaje. A través de dos declaraciones, el fragmento se focaliza en la identidad y la misión de Jesús: «este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» y «este es el hijo de Dios». Todo israelita que oía hablar del cordero, pensaba de inmediato en la víctima del sacrificio. Ya en el libro del Génesis, cuando Abrahán se dispone a sacrificar a su hijo, se hace notar que faltaba el cordero para el sacrificio. La muerte de Cristo en la cruz hizo comprender que el verdadero cordero no consistía ya en un animal, sino en el propio Hijo de Dios. La referencia a Cristo como Cordero se ha arraigado de tal manera en la fe cristiana, que la liturgia contempla que los fieles nos dirijamos durante la misa varias veces a Cristo aclamándolo como cordero, destacando la letanía Agnus Dei durante la fracción del pan. Por otra parte, se enuncia la misión del Señor, al afirmar «que quita el pecado del mundo». Con ello se incide en el deseo de Dios de que «mi salvación alcance hasta el confín de la tierra», tal y como leemos en la primera lectura de hoy, tomada del libro de Isaías.
Daniel A. Escobar Portillo
Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid

Alfa y Omega

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (evangelio de hoy)



Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 29-34

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venia hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
"Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el bautiza con Espíritu Santo."
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
Palabra del Señor.

Papa: inaceptable el provecho económico por encima de la dignidad humana

Al recibir a los participantes en la ‘Mesa Redonda’ celebrada en Roma, sobre el tema inspirado en el lema de la misma fundación «Juntos nos comprometemos por el bien común global», el Obispo de Roma destacó la importancia de «asegurar que la comunidad global, formada por instituciones, empresas y representantes de la sociedad civil pueda alcanzar efectivamente los objetivos y obligaciones internacionales, solemnemente declarados y asumidos – como la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y los Objetivos de Desarrollo sostenible».
Y, en primer lugar quiso recordar, una vez más, que la cultura del descarte es inaceptable e inhumana:
«Ante todo, quisiera reiterar que es inaceptable, porque inhumano, un sistema económico mundial que descarta a hombres, mujeres y niños, por el hecho de que ya no parecen útiles, según los criterios de rendimiento de empresas u otras organizaciones. Precisamente este descarte de las personas constituye el retroceso y la deshumanización de cualquier sistema político y económico: aquellos que causan o permiten el descarte de los demás – refugiados, niños abusados o esclavizados, pobres que se mueren en las calles cuando hace frío – se vuelven, ellos mismos, como máquinas sin alma, aceptando implícitamente el principio de que, también ellos, tarde o temprano, serán descartados – es un boomerang esto, pero es la verdad - tarde o temprano, serán descartados cuando ya no serán útiles a una sociedad que ha puesto en el centro al dios dinero».
El Papa Francisco citó a San Juan Pablo II, que en 1991, ante la caída de sistemas políticos opresivos y la progresiva integración de los mercados, que ya llamamos globalización, puso en guardia contra el riesgo de que se difundiera por doquier la «ideología capitalista» y los fenómenos de marginación, explotación y alienación humanaque ignoran a las multitudes que viven en condiciones de miseria material y moral.
Y, recordó a Santa Teresa de Calcuta que «hizo oír su voz a los poderosos de la tierra para que reconozcan los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos»
Tras señalar que «lamentablemente los riesgos temidos por San Juan Pablo II se han verificado ampliamente», el Papa Francisco destacó que «al mismo tiempo, se han desarrollado y actuado tantos esfuerzos de individuos e instituciones para sanar los males producidos por una globalización irresponsable»:
«Ésta es la primera actitud que puede llevar a una globalización solidaria y cooperativa. Ante todo, es necesario que cada uno, personalmente, no sea indiferente ante las heridas de los pobres, sino que aprenda a compartir con los que sufren por las persecuciones, la soledad, el desplazamiento forzado o la separación de sus familias; con los que no tienen acceso a los cuidados sanitarios; con los que sufren el hambre, el frío o el calor.
Esta compasión hará que los operadores económicos y políticos puedan usar su inteligencia y sus recursos para controlar y monitorear los efectos de la globalización, pero también para ayudar a los responsables en los diversos ámbitos políticos – regionales, nacionales e internacionales – a corregir la ruta cada vez que sea necesario. La política y la economía, en efecto, deberían comprender el ejercicio de la virtud de la prudencia».
El Papa Francisco hizo hincapié asimismo en la Doctrina Social de la Iglesia:
«La Iglesia confía siempre, porque conoce las grandes potencialidades de la inteligencia humana que se deja ayudar y guiar por Dios, así como la buena voluntad de pequeños y grandes, pobres y ricos, empresarios y trabajadores. Por lo tanto los aliento a llevar adelante vuestro compromiso, siempre guiados por la Doctrina Social de la Iglesia, promoviendo una globalización cooperativa, junto con todos los actores implicados – sociedad civil, gobiernos, organismos internacionales, comunidades académicas y científicas y otros – y les deseo éxito en su trabajo».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)

Papa: inaceptable el provecho económico por encima de la dignidad humana

Al recibir a los participantes en la ‘Mesa Redonda’ celebrada en Roma, sobre el tema inspirado en el lema de la misma fundación «Juntos nos comprometemos por el bien común global», el Obispo de Roma destacó la importancia de «asegurar que la comunidad global, formada por instituciones, empresas y representantes de la sociedad civil pueda alcanzar efectivamente los objetivos y obligaciones internacionales, solemnemente declarados y asumidos – como la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y los Objetivos de Desarrollo sostenible».
Y, en primer lugar quiso recordar, una vez más, que la cultura del descarte es inaceptable e inhumana:
«Ante todo, quisiera reiterar que es inaceptable, porque inhumano, un sistema económico mundial que descarta a hombres, mujeres y niños, por el hecho de que ya no parecen útiles, según los criterios de rendimiento de empresas u otras organizaciones. Precisamente este descarte de las personas constituye el retroceso y la deshumanización de cualquier sistema político y económico: aquellos que causan o permiten el descarte de los demás – refugiados, niños abusados o esclavizados, pobres que se mueren en las calles cuando hace frío – se vuelven, ellos mismos, como máquinas sin alma, aceptando implícitamente el principio de que, también ellos, tarde o temprano, serán descartados – es un boomerang esto, pero es la verdad - tarde o temprano, serán descartados cuando ya no serán útiles a una sociedad que ha puesto en el centro al dios dinero».
El Papa Francisco citó a San Juan Pablo II, que en 1991, ante la caída de sistemas políticos opresivos y la progresiva integración de los mercados, que ya llamamos globalización, puso en guardia contra el riesgo de que se difundiera por doquier la «ideología capitalista» y los fenómenos de marginación, explotación y alienación humanaque ignoran a las multitudes que viven en condiciones de miseria material y moral.
Y, recordó a Santa Teresa de Calcuta que «hizo oír su voz a los poderosos de la tierra para que reconozcan los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos»
Tras señalar que «lamentablemente los riesgos temidos por San Juan Pablo II se han verificado ampliamente», el Papa Francisco destacó que «al mismo tiempo, se han desarrollado y actuado tantos esfuerzos de individuos e instituciones para sanar los males producidos por una globalización irresponsable»:
«Ésta es la primera actitud que puede llevar a una globalización solidaria y cooperativa. Ante todo, es necesario que cada uno, personalmente, no sea indiferente ante las heridas de los pobres, sino que aprenda a compartir con los que sufren por las persecuciones, la soledad, el desplazamiento forzado o la separación de sus familias; con los que no tienen acceso a los cuidados sanitarios; con los que sufren el hambre, el frío o el calor.
Esta compasión hará que los operadores económicos y políticos puedan usar su inteligencia y sus recursos para controlar y monitorear los efectos de la globalización, pero también para ayudar a los responsables en los diversos ámbitos políticos – regionales, nacionales e internacionales – a corregir la ruta cada vez que sea necesario. La política y la economía, en efecto, deberían comprender el ejercicio de la virtud de la prudencia».
El Papa Francisco hizo hincapié asimismo en la Doctrina Social de la Iglesia:
«La Iglesia confía siempre, porque conoce las grandes potencialidades de la inteligencia humana que se deja ayudar y guiar por Dios, así como la buena voluntad de pequeños y grandes, pobres y ricos, empresarios y trabajadores. Por lo tanto los aliento a llevar adelante vuestro compromiso, siempre guiados por la Doctrina Social de la Iglesia, promoviendo una globalización cooperativa, junto con todos los actores implicados – sociedad civil, gobiernos, organismos internacionales, comunidades académicas y científicas y otros – y les deseo éxito en su trabajo».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)

El Papa y el Presidente de Palestina: “Reanudemos las negociaciones directas para poner fin a la violencia”

Esta mañana, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia al Sr. Mahmoud Abbas, Presidente del Estado de Palestina, el cual sucesivamente se reunió con el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, a quien acompañaba Mons. Paul Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados.
Durante las conversaciones cordiales se puso de relieve, ante todo, las buenas relaciones existentes entre la Santa Sede y Palestina, selladas por el Acuerdo Global de 2015, que atañe a los aspectos esenciales de la vida y la actividad de la Iglesia en la sociedad palestina. En este contexto, se recordó la importante contribución de los católicos en favor de la promoción de la dignidad humana y en la ayuda los necesitados, particularmente en los sectores de la educación, la salud y la asistencia.
Posteriormente se habló del proceso de paz en Oriente Medio expresando la esperanza de que se puedan reanudar las negociaciones directas entre las Partes para poner fin a la violencia que causa sufrimientos inaceptables a la población civil y a una solución justa y duradera. En este sentido se manifestó el deseo de que, con el apoyo de la Comunidad Internacional, se tomen medidas que fomenten la confianza mutua y contribuyan a crear un clima que permita tomar decisiones valientes en favor de la paz. No se dejó de recordar la importancia de la salvaguardia del carácter sacro de los Santos Lugares para los creyentes de las tres religiones abrahámicas.
Por último, se dedicó especial atención a los otros conflictos que afligen a la Región.
(Renato Martinez – Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)