viernes, 15 de agosto de 2014

Santo Padre ¡cuente con nosotros!

Tras las huellas del Papa en Corea, nuestro enviado especial, Raúl Cabrera, nos habla de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María presidida por el Papa Francisco
Santo Padre ¡cuente con nosotros!Francisco tuvo unas horas de merecido reposo la noche del jueves luego del largo viaje y la intensa primera jornada de actividades en Seúl. Pasadas las ocho de la mañana del viernes 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de María y Fiesta nacional de la Liberación de la República de Corea, el Papa dejó la Nunciatura Apostólica para dirigirse a Daejeon. Con su séquito recorrió más de cien kilómetros en un modernísimo tren de alta velocidad. Entre cantos, oraciones y momentos de meditación, en el estadio de la Copa Mundial del 2002 esperaban ya más de cincuenta mil fieles concentrados alegremente desde muy temprano. Una imagen característica del paso de Francisco se repitió también en esta ciudad: en un lento avanzar del papamóvil, el Obispo de Roma recorrió el campo deteniéndose a bendecir y saludar a quien le tendía la mano o lo llamaba con insistencia. La ceremonia se realizó en coreano y en latín y estuvo marcada por el recuerdo de las 300 victimas del barco Sewol, con la presencia de unos cuarenta familiares. Un conmovedor testimonio lo dio el padre de uno de los muertos con su peregrinación de 900 kilómetros cargando una cruz para ver al Papa, y pidiendo ser bautizado. El Santo Padre lo hará el sábado en la Nunciatura Apostólica.
Iglesia en camino: Mons. Lázaro Yu, obispo de Daejeon, prestó su voz para saludar al Papa a nombre de los presentes, notando que la Iglesia católica de Corea, de Iglesia que solamente recibía, se está transformando en una Iglesia que comparte y dona. Es una Iglesia aun afligida por el sufrimiento de las divisiones y tensiones, dijo, y que vive en el luto a causa del accidente que ha causado el hundimiento de la Sewol. El Obispo Yu subrayó la certeza de que la visita del Papa, que se realiza en este período de crisis tan delicado y difícil, se convertirá en una preciosa ocasión para testimoniar la palabra ‘levántate e ilumina el mundo’.“En muchas oportunidades ha pedido al pueblo de Dios rezar por usted y su ministerio apostólico, le recordó .” Acogiendo su deseo y en espera de su venida a Corea, los fieles de la diócesis de Daejeon han rezado con particular devoción, dijo al Papa el Monseñor Yu, contándole que en este periodo los fieles coreanos han rezado el Rosario por Francisco más de 15 millones de veces.
Con precisión asiática el Obispo de Daejeon agregó que los coreanos han celebrado la Santa Misa según las intenciones del Pontífice más de dos millones de veces. Hemos rezado juntos una oración especial por el Papa 3.289,179 veces puntualizó, prometiendo a Francisco seguir rezando por él. “Queremos comprometernos en vivir para la Iglesia y por el Papa ¡Santo Padre cuente con nosotros!”
RC-RV

Papa Francisco: transformar el mundo según el plan de Dios Amor. La Asunción de María nos muestra la esperanza y libertad cristiana real

Homilía Asunción de la Virgen María
Daejeon, Estadio de la Copa del Mundo 15 de agosto de 2014
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En unión con toda la Iglesia celebramos la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a la gloria del cielo. La Asunción de María nos muestra nuestro destino como hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Como María, nuestra Madre, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno. Ésta es nuestra vocación.
La “gran señal” que nos presenta la primera lectura –una mujer vestida de sol coronada de estrellas (cf. Ap 12,1)– nos invita a contemplar a María, entronizada en la gloria junto a su divino Hijo. Nos invita a tomar conciencia del futuro que también hoy el Señor resucitado nos ofrece. Los coreanos tradicionalmente celebran esta fiesta a la luz de su experiencia histórica, reconociendo la amorosa intercesión de María en la historia de la nación y en la vida del pueblo.
En la segunda lectura hemos escuchado a san Pablo diciéndonos que Cristo es el nuevo Adán, cuya obediencia a la voluntad del Padre ha destruido el reino del pecado y de la esclavitud y ha inaugurado el reino de la vida y de la libertad (cf. 1 Co 15,24-25). La verdadera libertad se encuentra en la acogida amorosa de la voluntad del Padre. De María, llena de gracia, aprendemos que la libertad cristiana es algo más que la simple liberación del pecado. Es la libertad que nos permite ver las realidades terrenas con una nueva luz espiritual, la libertad para amar a Dios y a los hermanos con un corazón puro y vivir en la gozosa esperanza de la venida del Reino de Cristo.
Hoy, venerando a María, Reina del Cielo, nos dirigimos a ella como Madre de la Iglesia en Corea. Le pedimos que nos ayude a ser fieles a la libertad real que hemos recibido el día de nuestro bautismo, que guíe nuestros esfuerzos para transformar el mundo según el plan de Dios, y que haga que la Iglesia de este país sea más plenamente levadura de su Reino en medio de la sociedad coreana. Que los cristianos de esta nación sean una fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales y el espíritu de competición desenfrenada que genera egoísmo y hostilidad. Que rechacen modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño.


Como católicos coreanos, herederos de una noble tradición, ustedes están llamados a valorar este legado y a transmitirlo a las generaciones futuras. Lo cual requiere de todos una renovada conversión a la Palabra de Dios y una intensa solicitud por los pobres, los necesitados y los débiles de nuestra sociedad.
Con esta celebración, nos unimos a toda la Iglesia extendida por el mundo que ve en María la Madre de nuestra esperanza. Su cántico de alabanza nos recuerda que Dios no se olvida nunca de sus promesas de misericordia (cf. Lc 1,54-55). María es la llena de gracia porque «ha creído» que lo que le ha dicho el Señor se cumpliría (Lc 1,45). En ella, todas las promesas divinas se han revelado verdaderas. Entronizada en la gloria, nos muestra que nuestra esperanza es real; y también hoy esa esperanza, «como ancla del alma, segura y firme» (Hb 6,19), nos aferra allí donde Cristo está sentado en su gloria.
Esta esperanza, queridos hermanos y hermanas, la esperanza que nos ofrece el Evangelio, es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo experimenta amargura interior y vacío. Esta desesperación ha dejado secuelas en muchos de nuestros jóvenes. Que los jóvenes que nos acompañan estos días con su alegría y su confianza no se dejen nunca robar la esperanza.
Dirijámonos a María, Madre de Dios, e imploremos la gracia de gozar de la libertad de los hijos de Dios, de usar esta libertad con sabiduría para servir a nuestros hermanos y de vivir y actuar de modo que seamos signo de esperanza, esa esperanza que encontrará su cumplimiento en el Reino eterno, allí donde reinar es servir. Amén.