miércoles, 20 de enero de 2016

El Papa recuerda en su catequesis que el Bautismo es fuente de esperanza para todos.


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hemos estuchado el texto bíblico que este año guía la reflexión en la Semana de Oración para la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Esta semana. Tal pasaje de la Primera Carta de san Pedro ha sido elegido por un grupo ecuménico de Letonia, encargado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.
Al centro de la catedral luterana de Riga hay una fuente bautismal del siglo XII, el tiempo en que Letonia fue evangelizada por san Meinardo. Aquella fuente es un signo elocuente de un sólo origen de la fe reconocida por todos los cristianos de Letonia, católicos, luteranos y ortodoxos. Tal origen es nuestro Bautismo común. El Concilio Vaticano II afirma que «el Bautismo constituye el vínculo sacramental de la unidad vigente entre todos aquellos que por medio de él han sido regenerados» (Unitatis redintegratio, 22). La Primera Carta de Pedro está dirigida a la primera generación de los cristianos para hacerlos conscientes del don recibido con el Bautismo y de las exigencias que implica. También nosotros, en esta Semana de Oración, estamos invitados a redescubrir todo esto, y a hacerlo juntos, yendo más allá de nuestras divisiones.

En primer lugar, compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y tenemos necesidad de ser salvados, redimidos, liberados del mal. Es este el aspecto negativo, que la Primera Carta de Pedro llama «tinieblas» cuando dice: «[Dios] los ha llamado fuera de las tinieblas para conducirlos a su admirable luz». Esta es la experiencia de la muerte, que Cristo ha hecho propia, y que es simbolizada en el Bautismo al ser sumergidos en el agua, y a la cual sigue el resurgir, símbolo de la resurrección a la nueva vida en Cristo. Cuando nosotros cristianos decimos que compartimos un solo Bautismo, afirmamos que todos nosotros –católicos, protestantes y ortodoxos- compartimos la experiencia de estar llamados de las tinieblas feroces y alienantes al encuentro con el Dios vivo, pleno de misericordia. Todos de hecho, lamentablemente, tenemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón, desprecio. Volver a partir del Bautismo quiere decir reencontrar la fuente de la misericordia, fuente de esperanza para todos, porque ninguno está excluido de la misericordia de Dios, ninguno está excluido de la misericordia de Dios.
El compartir esta gracia crea un vínculo indisoluble entre nosotros los cristianos, así que, en virtud del Bautismo, podamos considerarnos todos realmente hermanos. Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si, a causa de nuestros pecados, no somos todavía un pueblo plenamente unido. La misericordia de Dios, que actúa en el Bautismo, es más fuerte de nuestras divisiones, es más fuerte. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, nosotros nos transformamos siempre más plenamente en pueblo de Dios, y nos transformamos también en capaces de anunciar a todos sus obras maravillosas, precisamente a partir de un simple y fraterno testimonio de unidad. Nosotros cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales. Este es un testimonio concreto de unidad.
En conclusión, queridos hermanos y hermanas, todos nosotros cristianos, por la gracia del Bautismo, hemos obtenido misericordia de Dios y hemos sido recibidos en su pueblo. Todos, católicos, ortodoxos y protestantes, formamos un sacerdocio real y una nación santa. Esto significa que tenemos una misión común, que es aquella de transmitir la misericordia recibida a los otros, comenzando por los más pobres y abandonados. Durante esta Semana de Oración, rezamos para que todos nosotros discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada parte de la tierra. Gracias.
(Traducción por Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

Colaborar juntos para llevar la misericordia, es deseo del Papa en la semana por la unidad de los cristianos


En la Semana de Oración por la unidad de los cristianos que se desarrolla del 18 al 25 de enero, en la catequesis del 20 de enero de 2016, el Papa invitó a pedir que todos los discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada rincón de la tierra.
Francisco dijo que todos estamos llamados a redescubrir nuestro bautismo, y a hacerlo juntos todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, dejando atrás lo que nos divide. “Compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y que necesitamos la salvación que Dios nos ofrece, todos experimentamos la misma llamada a salir de las tinieblas e ir al encuentro de Dios lleno de misericordia. Precisamente en el bautismo, nos sumergimos en la fuente de la misericordia y de la esperanza, de la que nadie está excluido, esta experiencia de gracia crea un vínculo indisoluble entre los bautizados, de modo que nos consideremos realmente hermanos y miembros de un solo pueblo de Dios, capaz de anunciar las maravillas que él ha obrado a partir del testimonio sencillo y fraterno de la unidad, así como del compromiso mutuo de poner en práctica las obras de misericordia corporales y espirituales, realizando así nuestra común misión de transmitir a los otros la misericordia recibida, empezando por los pobres y abandonados”.

Poner en práctica las obras de misericordia espirituales y corporales, testimonio concreto de la unidad de los cristianos

El don del Bautismo, común a todos los cristianos, y su significado. “Queridos hermanos y hermanas: el texto de la primera carta de san Pedro que hemos escuchado, centra la reflexión de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos. En él, el Apóstol se dirige a la primera generación de fieles para que tomen conciencia del don que han recibido por el bautismo. Del mismo modo, todos nosotros, durante esta Semana de Oración, estamos llamados a redescubrir nuestro bautismo, y a hacerlo juntos todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, dejando atrás lo que nos divide”.
“Compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y que necesitamos la salvación que Dios nos ofrece, todos experimentamos la misma llamada a salir de las tinieblas e ir al encuentro de Dios lleno de misericordia”.
Somos realmente pueblo santo de Dios, aunque si a causa de nuestros pecados, aún no estamos plenamente unidos. Todos hacemos experiencia del egoísmo, que genera división, cerrazón y desprecio, observó el Papa en su catequesis impartida en italiano, de ahí que redescubrir el Bautismo signifique “reencontrar la fuente de la misericordia y de esperanza para todos” porque – recalcó - “nadie está excluido de la misericordia de Dios”.
“Precisamente en el bautismo, nos sumergimos en la fuente de la misericordia y de la esperanza, de la que nadie está excluido, esta experiencia de gracia crea un vínculo indisoluble entre los bautizados, de modo que nos consideremos realmente hermanos y miembros de un solo pueblo de Dios, capaz de anunciar las maravillas que él ha obrado a partir del testimonio sencillo y fraterno de la unidad, así como del compromiso mutuo de poner en práctica las obras de misericordia corporales y espirituales, realizando nuestra común misión de transmitir a los otros la misericordia que hemos recibido, empezando por los pobres y abandonados”.
La misericordia de Dios es más fuerte que nuestras divisiones. En la medida en que recibimos la gracia de la misericordia, dijo Francisco, “nos convertimos siempre más plenamente en pueblo de Dios”. “Los cristianos podemos anunciar a todos la fuerza del Evangelio, comprometiéndonos a compartir las obras de misericordia corporales y espirituales, que son un testimonio concreto de unidad”.
“En esta Semana de Oración  -concluyó el pontífice - pidamos que todos los discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada rincón de la tierra. Que Dios los bendiga”.
(GM - RV)

¡Bendito el Señor, mi alcázar!


Sal 143, 1. 2. 9-10 
¡Bendito el Señor, mi alcázar!
Bendito el Señor, mi Roca, 
que adiestra mis manos para el combate, 
mis dedos para la pelea.
¡Bendito el Señor, mi alcázar!
Mi bienhechor, mi alcázar, 
baluarte donde me pongo a salvo, 
mi escudo y refugio, 
que me somete los pueblos.
¡Bendito el Señor, mi alcázar!
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, 
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: 
para ti que das la victoria a los reyes 
y salvas a David, tu siervo, de la espada maligna.
¡Bendito el Señor, mi alcázar!

¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?


Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
-«Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó:
-«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
-«Extiende la mano».
La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Palabra del Señor.