jueves, 11 de mayo de 2017

Andrea Riccardi: «Hacen falta más laicos, hombres y mujeres, que hablen de Dios»



Andrea Riccardi, fundador de Sant´Egidio, habla en Madrid sobre conversión pastoral
La conversión pastoral desde las periferias según el Papa Francisco es el tema sobre el que ha hablado este miércoles Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant´Egidio, durante el homenaje que la archidiócesis de Madrid ha prestado a los presbíteros que este año cumplen sus bodas de oro y plata sacerdotales.
«En este tiempo pascual debemos darnos cuenta de que no siempre es fácil encontrar a Cristo resucitado», afirmó Riccardi, pues «el mismo Evangelio muestra que solo lo podemos encontrar si salimos. Jesús se encuentra cuando salimos de nuestro ambiente habitual. El Resucitado siempre nos espera en el futuro y en otro lugar; el presente es un tiempo poco acogedor para el Evangelio. Por eso el Papa repite insistentemente su invitación a salir de los lugares donde nos encontramos más cómodos».
En esta dinámica de Iglesia en salida, el fundador de Sant´Egidio alertó: «Hoy el conservadurismo pastoral nos dice: “Con que hagas lo que siempre se ha hecho, harás bien”. Sin embargo, el Papa nos empuja a comunicar el Evangelio dejando de lado nuestro aparato ideológico y estructural. En cierta manera, es el último tren que podemos coger para llegar a un tiempo nuevo».
En este sentido, Riccardi resaltó la responsabilidad de los laicos en la evangelización, pues «hoy la Iglesia es muchas veces demasiado clerical, y sin embargo hacen falta hombres y mujeres que hablen de Dios. Los sacerdotes son necesarios como pastores, guías y directores de conciencia, pero la Iglesia como pueblo profético requiere laicos misioneros. No laicos clericalizados, sino laicos que hablen del Evangelio, que creen un clima de amistad con los demás, que hagan realidad lo que el Papa dice acerca de que el Evangelio no crece por proselitismo, sino por atracción. Esta es la clave fundamental para la evangelización hoy».
Para el fundador de Sant´Egidio, «el calor y la amistad son más atractivos que la predicación. Una Iglesia de amigos verdaderos sabe comunicar la misericordia en el mundo», porque lamentablemente «nuestras ciudades son ciudades sin amigos», y por eso «no hay misión sin amistad».
Riccardi recordó asimismo que «no hay evangelización sin conversión personal, porque no se trata de ir aplicando las directrices del Papa, sino de convertirnos», y junto a ello tener la capacidad de «ver con el corazón», especialmente las necesidades de «los pobres, los enfermos, los jóvenes y las familias».
Amar a todos sin excepción
Las palabras de Andrea Riccardi abrieron el acto de homenaje a los 20 sacerdotes que este año cumplen sus bodas de plata sacerdotales, y a los 37 que ya llevan 50 años en el ministerio. A ellos el cardenal Osoro recordó que «es una maravilla nuestra vocación, esa pasión de Cristo por amar a pesar de todo». El arzobispo de Madrid invitó a los sacerdotes a vivir «desde la lógica del Evangelio, que no es la del dominio, sino la de la entrega de la vida a los demás». Por eso «no podemos ir con dureza, ni detenernos ante los límites del otro». Al contrario, «nuestra caricia nunca debe terminar, sino que debemos dársela a todos sin excepción, incluso a aquellos que piensan todo lo contrario que nosotros».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Alfa y Omega

Iglesias que curan heridas



La Red de Iglesias Hospital de Campaña, que lideran San Antón en Madrid y Santa Anna en Barcelona, se extenderá por otras ciudades del mundo con el apoyo de la Santa Sede. Octubre es la fecha probable de lanzamiento. Antes, se presentará a los arzobispos de cada urbe
«Yo, en las iglesias, no entro. Pero en una así, estoy dispuesto a hacerlo». La confesión es de un cámara de televisión a Peio Sánchez, rector de Santa Anna en Barcelona, cuando se presentó el proyecto de un templo abierto las 24 horas escondido en el centro de Barcelona, a un paso de las Ramblas y de la plaza Cataluña, justo detrás del Banco de España.
En Madrid, en San Antón, la iglesia que gestiona Mensajeros de la Paz con el padre Ángel a la cabeza en pleno barrio de Chueca, el que entra es José Miguel. Cocinero venezolano, recién llegado, sin papeles, sin dinero… Con una maleta gigante como única propiedad. Allí encuentra una casa, un lugar donde dormir, algo que llevarse a la boca, gente que le escucha, y que, tras meses de acompañamiento y acogida, le paga un billete de avión a Londres para no perder el trabajo de su vida. Lleva diez días en Londres y ninguno de ellos ha dejado de escribir a Esther Colado, la directora de San Antón. Y también ha buscado oportunidades para que otros, que estuvieron en su situación, puedan seguir sus pasos.
San Antón y Santa Anna, ejemplos de un nuevo paradigma de iglesia en las grandes ciudades que, desde España, pronto se extenderá por otras urbes internacionales para formar la Red de Iglesias Hospital de Campaña. Tal y como confirma a este semanario Peio Sánchez, esta red se constituirá el próximo mes de octubre, cuando esté listo el libro que sobre esta nueva realidad se está realizando, con artículos, entre otros, del padre Ángel, Victoria Molins o Dario Edoardo Viganò, por parte de la Santa Sede. Ese texto se propondrá a todos los arzobispos de grandes ciudades para que implementen estas iglesias hospital de campaña. Por el momento, solo las citadas iglesias de San Antón y Santa Anna tienen confirmada su presencia en la red, aunque, tal y como explica Peio Sánchez, existen casos parecidos en otros países que son susceptibles de sumarse a esta iniciativa.
La propuesta va muy en línea con la Pastoral de las Grandes Ciudades, que en los últimos años se ha trabajado a nivel internacional con el liderazgo de Barcelona, que acogió, con el apoyo explícito del Papa Francisco, dos encuentros –uno de expertos y otro de pastores– en 2014. Entonces, Francisco ya indicó el camino que seguir: «Hay que realizar un cambio en nuestra mentalidad pastoral. ¡Se debe cambiar! En la ciudad necesitamos otros mapas, otros paradigmas, que nos ayuden a volver a ubicar nuestros pensamientos y nuestras actitudes». Y añadía: «El testimonio concreto de la misericordia y ternura que trata de estar presente en las periferias existenciales y pobres, actúa directamente sobre los imaginarios sociales, generando orientación y sentido para la vida de la ciudad». Y así quedó de manifiesto en el documento de síntesis del encuentro de expertos, que recoge el cardenal arzobispo emérito de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, en el libro La Pastoral de las Grandes Ciudades (PPC): «Las iglesias de la gran ciudad deben ser puertos de salvación de la humanidad que habita en ella, lugares apetecibles y deseables que suscitan la elevación del espíritu y el rencuentro con el propio corazón. La gran ciudad necesita que las iglesias estén abiertas y sean lugares de silencio, encuentro y oración».
Propuesta simbólica y efectiva
En definitiva, no son más que hospitales de campaña, como el mismo nombre del proyecto reza, que siguen las indicaciones del Papa de «curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía y proximidad». Una metáfora que Carlo María Galli, teólogo de cabecera de Francisco, considera «elocuente», pues insiste en la necesidad «de salir, de ser callejera e itinerante, aunque pueda accidentarse». «Una Iglesia herida, doliente y compasiva puede desplegar una comunicación pastoral, simbólica y efectiva, cordial y solidaria de la misericordia de Dios a la humanidad contemporánea», sostiene el autor de Dios vive en la ciudad. Hacia una nueva pastoral urbana a la luz de Aparecida y del proyecto misionero de Francisco (Herder). Peio Sánchez, apostilla: «Por eso tomamos esta imagen, para curar a los heridos, pero también para ejercer la hospitalidad».
En Barcelona, esta propuesta rondaba a un grupo de personas tras la experiencia del padre Ángel en Madrid y fue una ola de frío, el pasado mes de enero, la que dio el impulso definitivo. Y así comenzó un proyecto de «puertas abiertas», donde todos pueden sentirse «acogidos, escuchados, confortados y acompañados». Acogida en la capilla de la Piedad, nada más cruzar la puerta del templo, un lugar pensado fundamentalmente para los sin techo, pero también para la acogida a todas las personas. En ese lugar se ofrecen también desayunos, café durante el día y asesoramiento de todo tipo por parte de los voluntarios. Allí está un matrimonio desahuciado, cuya hija, menor de edad, vive con una voluntaria mientras la abogada le encuentra una solución habitacional. El rector reconoce que tener a los pobres ahí, también durante las celebraciones, le ha acarreado críticas, pero responde que en Santa Anna «se acaba la dicotomía, que tiene que ver con un proceso de secularización, de que lo social va por un lado y la pastoral va por otro». Y afirma que, además, tiene mucho significado, «pues estás atendiendo a la gente y ahí está la imagen de la Piedad». También se refiere a la presencia de los pobres en esta capilla cuando hay alguna celebración en la nave central: «Cuando nos toca predicar y, de repente, sale el tema de los pobres, estamos oyéndolos. Están ahí y, por tanto, las referencias son más directas y la palabra se sella con el testimonio de la acción».
Cuatro espacios diferentes
Del espacio de la acogida al espacio de la escucha, porque Santa Anna tiene un lugar, la capilla del Santo Sepulcro y los cristianos perseguidos, para la escucha tanto ministerial como humana. Están a disposición sacerdotes y psicólogos que, en un espacio acogedor con mesas y butacas, escucharán y ayudarán a quien se acerque. Completan la propuesta de Santa Anna una capilla para la oración y el silencio, la de la Virgen de Montserrat, donde rezar ante el Santísimo y la nave central y el presbiterio, que es el lugar de culto. «La pastoral se mantiene y la presencia de los pobres inspira y sirve a la pastoral. Mucha gente se acerca porque es una iglesia que se abre…», añade Peio Sánchez.
La ventaja de Santa Anna es, entre otras cosas, el espacio. Cuenta, al ser un antiguo monasterio, con diversas estancias: un claustro donde realizar todo tipo de actividades, una sala capitular, así como habitaciones donde se han establecido oficinas. Espacios que se utilizan, por ejemplo, para celebraciones, encuentros o conciertos, como los que se han bautizado como Artistas en el Hospital de Campaña, cada domingo por la tarde.
En San Antón no deja de entrar gente, entre voluntarios, transeúntes y usuarios. Son miles las personas que han pasado por allí desde que se abriera hace ya más de dos años. Dos personas rezan en la capilla dedicada a la adoración; dos sin techo duermen en dos sillas –«Probablemente no había sitio cuando vinieron esta noche y duermen ahora», nos cuenta Esther Collado–; un sacerdote se pone a disposición del que lo necesite; un voluntario, que además duerme allí cada noche, se encarga del lavavajillas del desayuno. Una imagen a tamaño natural del Papa Francisco llama la atención; a su lado, el tuit del día. Detrás del altar, reza una frase, también del Papa: «Les pido perdón por todas las veces que los cristianos delante de una persona pobre o de una situación pobre, miramos para otro lado».
En San Antón no se mira hacia otro lado. Ni siquiera con los que no se dejan ayudar. Cuenta la directora que son muchos los rostros que llegaron destrozados por la droga, el alcohol, la calle… a esta iglesia y hoy tienen una vida digna. En los rostros siguen las marcas del sufrimiento, pero este ya es parte del pasado. Algunos se dejan ver por allí. «Si hubiesen encontrado la puerta cerrada, no habría estas oportunidades», sentencia.
Fran Otero @franoterof
Alfa y Omega

El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí


Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20
Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo:
- «En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado." Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».
Palabra del Señor.

El Papa: “María nos dice: Levántate, mira adelante, mira el horizonte, porque es Madre de esperanza”


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro itinerario de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy miramos a María, Madre de la esperanza. María ha atravesado más de una noche en su camino de madre. Desde la primera aparición en la historia de los Evangelios, su figura emerge como si fuera el personaje de un drama. No era simplemente responder con un “si” a la invitación del ángel: sin embargo ella, mujer todavía en la flor de la juventud, responde con valentía, no obstante no sabía nada del destino que le esperaba. María en aquel instante se presenta como una de las tantas madres de nuestro mundo, valerosa hasta el extremo cuando se trata de acoger en su propio vientre la historia de un nuevo hombre que nace.
Aquel “si” es el primer paso de una larga lista de obediencias – ¡larga lista de obediencias! – que acompañaran su itinerario de madre. Así María aparece en los Evangelios como una mujer silenciosa, que muchas veces no comprende todo aquello que sucede a su alrededor, pero que medita cada palabra y cada suceso en su corazón.
En esta disposición hay fragmento bellísimo de la psicología de María: no es una mujer que se deprime ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir por el camino correcto. No es mucho menos una mujer que protesta con violencia, que injuria contra el destino de la vida que nos revela muchas veces un rostro hostil. Es en cambio una mujer que escucha: no se olviden que hay siempre una gran relación entre la esperanza y la escucha, y María es una mujer que escucha, que acoge la existencia así como esa se presenta a nosotros, con sus días felices, pero también con sus tragedias que jamás quisiéramos haber encontrado. Hasta la noche suprema de María, cuando su Hijo es clavado en el madero de la cruz.
Hasta ese día, María había casi desaparecido de la trama de los Evangelios: los escritores sagrados dejan entrever este lento eclipsarse de su presencia, la suya permanece muda ante el misterio de un Hijo que obedece al Padre. Pero María reaparece justamente en el momento crucial: cuando buena parte de los amigos han desaparecido por motivo del miedo. Las madres no traicionan, y en aquel instante, a los pies de la cruz, ninguno de nosotros puede decir cual haya sido la pasión más cruel: si aquella de un hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la agonía de una madre que acompaña los últimos instantes de la vida de su hijo. Los Evangelios son lacónicos, y extremamente discretos. Registran con un simple verbo la presencia de la Madre: ella “estaba” (Jn 19,25). Ella estaba. No dicen nada de su reacción: si lloraba, si no lloraba… nada; ni mucho menos una pincelada para describir su dolor: sobre estos detalles se habrían luego lanzado la imaginación de los poetas y de los pintores regalándonos imágenes que han entrado en la historia del arte y de la literatura. Pero los Evangelios solo dicen: ella “estaba”. Estaba allí, en el momento más feo, en momento cruel, y sufría con su hijo. “Estaba”.
María “estaba”, simplemente estaba ahí. Estaba ahí nuevamente la joven mujer de Nazaret, ya con los cabellos canosos por el pasar de los años, todavía luchando con un Dios que debe ser sólo abrazado, y con una vida que ha llegado al umbral de la oscuridad más densa. María “estaba” en la oscuridad más densa, pero “estaba”. No se había ido. María está ahí, fielmente presente, cada vez que hay que tener una candela encendida en un lugar de neblina y tinieblas. Ni siquiera ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba en aquel instante abriendo para todos nosotros los hombres: está ahí por fidelidad al plan de Dios del cual se ha proclamada sierva desde el primer día de su vocación, pero también a causa de su instinto de madre que simplemente sufre, cada vez que hay un hijo que atraviesa una pasión. Los sufrimientos de las madres… todos nosotros hemos conocido mujeres fuertes, que han llevado adelante tantos sufrimientos de sus hijos…
La reencontraremos el primer día de la Iglesia, ella, Madre de esperanza, en medio a aquella comunidad de discípulos así tan frágiles: uno había negado, muchos habían huido, todos habían tenido miedo (Cfr. Hech 1,14). Pero ella, simplemente estaba allí, en el más normal de los modos, como si fuera del todo natural: en la primera Iglesia envuelta por la luz de la Resurrección, pero también por las vacilaciones de los primeros pasos que debía cumplir en el mundo.
Por esto todos nosotros la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo: es la Santa Madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la esperanza, incluso cuando parece que nada tiene sentido: ella siempre confiando en el misterio de Dios, incluso cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. En los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús ha regalado a todos nosotros, pueda siempre sostener nuestros pasos, pueda siempre decirnos al corazón: “Levántate. Mira adelante. Mira el horizonte”, porque Ella es Madre de esperanza. Gracias.
CLICK para ver las imágenes de la Audiencia General del Santo Padre.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)

Video mensaje del Papa Francisco por la peregrinación al Santuario de Fátima



A dos días de emprender su peregrinación al Santuario de Fátima, en ocasión del centenario de las Apariciones de la Beata Virgen María en la Cova da Iria, el Papa Francisco envió un video mensaje al pueblo portugués. Éstas son las palabras del Pontífice:

¡Querido pueblo portugués!
Faltan pocos días para nuestra peregrinación hasta la Vírgen de Fátima. Vivo una feliz expectativa por nuestro encuentro en la casa de la Madre. Sé bien que ustedes me quisieran tener también en sus casas y comunidades, en sus pueblos y ciudades. ¡He recibido la invitación! Me gustaría decir que quisiera aceptarla, pero ¡no me es posible! Desde ya, agradezco la comprensión con la cual las diferentes Autoridades han acogido mi decisión de limitar la visita a los momentos y eventos propios de la peregrinación al Santuario de Fátima, dando cita a todos ustedes a los pies de la Virgen Madre.
De hecho, es como pastor universal que me preparo a presentarme ante Ella, ofreciéndole el ramo de las más bellas ‘flores’ que Jesús me ha confiado para su cuidado (cf. Jn 21, 15-17), o sea los hermanos y las hermanas de todo el mundo, rescatados por su sangre, sin excluir a ninguno. ¿Lo ven? Tengo necesidad de tenerlos conmigo; necesito su unión (física o espiritual, lo importante es que sea de corazón) para mi ramo de flores, mi ‘rosa de oro’. Volviéndome junto a ustedes ‘un solo corazón y una sola alma’ (cf. Hch 4, 32), confiaré a todos a la Virgen, pidiéndole susurrar a cada uno: “Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios” (Aparición de junio 1917).
«Con María, peregrino en la esperanza y en la paz»: así dice el lema de esta peregrinación que es un entero programa de conversión. Me alegra saber que están preparando con intensa oración este momento bendito que lleva a la  conclusión de un centenario de momentos benditos. Esto ensancha nuestros corazones y los prepara a recibir los dones de Dios. Les agradezco por las oraciones y los sacrificios que ofrecen todos los días por mí y de los que tengo tanta necesidad, porque soy un pecador entre los pecadores, «un hombre de los labios impuros que vive en medio de un pueblo de los labios impuros». La oración ilumina mis ojos para saber mirar a los otros como Dios los ve, para amar a los otros como Él los ama.
En su nombre, voy hasta ustedes con la alegría de compartir con ustedes el Evangelio de la esperanza y de la paz. ¡El Señor los bendiga y la Virgen Madre los proteja!
(RC-RV)
(from Vatican Radio)