martes, 29 de noviembre de 2016

El director de Cáritas Jerusalén denuncia el clima de violencia diaria en Tierra Santa

En su habitual mensaje a la red Cáritas Internationalis con motivo del Día de Solidaridad con el Pueblo Palestino, que se celebra este martes, el director de Cáritas Jerusalén, Raed Abusahlia, denuncia el clima de violencia que se sigue viviendo a diario en Tierra Santa y lanza un llamamiento a «reafirmar nuestro compromiso de traducir la solidaridad en acciones positivas» orientadas al diálogo y la negociación.
Este el texto del mensaje:
Queridos amigos y compañeros,
La violencia diaria continúa en Tierra Santa. Con cada día que pasa, la gente de la región está perdiendo el sentido de entendimiento mutuo de nuestra humanidad y futuro común.
Esto es sólo ocurre porque los palestinos siguen desplazados a causa de las demoliciones de viviendas en el área C de Cisjordania. Los asentamientos violan el derecho internacional, pero todavía están allí y aún más, se están expandiendo. Cientos de nuevos asentamientos se están construyendo y miles están planificados para los próximos años.
Los niños no deben ser encarcelados, pero alrededor de 500 a 700 niños palestinos son arrestados, detenidos y procesados cada año en el sistema de tribunales militares israelíes.
La situación en Gaza sigue siendo la misma. Los cortes constantes de electricidad, el escaso acceso al agua potable, la desnutrición de los niños y las mujeres embarazadas, el desempleo, la pobreza y las violaciones de los derechos humanos se han convertido en la norma.
Las conversaciones de paz han colapsado y han sido reemplazadas por un ciclo de violencia, animadversión y destrucción.
Nosotros, en Cáritas Jerusalén, somos testigos de estas violaciones humanitarias y hacemos todo lo posible para aliviar el dolor y el sufrimiento de los palestinos en Tierra Santa.
Creemos que no hay soluciones militares a este conflicto e injusticia. Los pueblos palestino e israelí enfrentan un destino común en tierras compartidas. Por lo tanto, la única solución es a través de negociaciones directas, el fin de la ocupación, el cese de la hostilidad y las provocaciones. Pero es imposible seguir negociando indefinidamente; por lo tanto, debe imponerse un calendario y un plan de acción para que se llegue a una solución lo antes posible, de una vez por todas.

El próximo año conmemoraremos los 100 años de la promesa de Balfour, los 50 años de ocupación y, al mismo tiempo, de los 50 años de Cáritas Jerusalén sirviendo con amor. La ocupación y Cáritas Jerusalén tienen la misma edad. Esperamos y rezamos para que esta sea la ocasión para celebrar el final del sufrimiento para nuestros dos pueblos.
En este Día Internacional, oremos para que las partes creen un ambiente propicio para negociaciones significativas y reafirmemos nuestro compromiso de traducir la solidaridad en acciones positivas.
Fr. Raed Abusahlia, director general. Cáritas Jerusalén
Apoyo de Cáritas Española
Cáritas Española mantiene una larga trayectoria de colaboración con esta Cáritas hermana a través del apoyo a los grupos y personas más vulnerables y desfavorecidas. La acción prioritaria se dirige a garantizar el acceso a la salud, la seguridad alimentaria, la capacitación laboral y el fomento de la participación y empoderamiento de estos grupos en la sociedad.
Además, Cáritas Española impulsa en Tierra Santa a través de Cáritas Jerusalén numerosas iniciativas centradas en la promoción del voluntariado. De igual modo, en el marco de la economía solidaria, se apoya la actividad de grupos tradicionales de artesanos por medio de la importación y comercialización de sus productos en nuestras comunidades, parroquias y tiendas de comercio justo.
Todas estas acciones forman parte de la estrategia de trabajo Iniciativa por la Paz establecida entre ambas Cáritas con el objetivo de que todos los proyectos de desarrollo que se lleven a cabo, además de garantizar la cobertura de las necesidades más básicas de la población empobrecida, contribuyan también a la construcción de la paz en Tierra Santa.
Cáritas

El Papa y el astrofísico ateo Stephen Hawking, juntos en el Vaticano por el medio ambiente



En su discurso ante la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, en la que está participando el astrofísico ateo, el Santo Padre ha alertado de la lentitud de los Gobiernos en la aplicación los acuerdos mundiales sobre ambiente y el clima. No es la primera vez que Hawking acude al Vaticano: En 2008 se vio con Benedicto XVI y en 1981 con san Juan Pablo II
El Papa ha alertado a los gobiernos de «la distracción y el retraso en la aplicación de los acuerdos mundiales sobre el ambiente» y ha invitado a los científicos a construir un modelo cultural para afrontar la crisis del cambio climático.
«En la modernidad hemos crecido pensando en ser los propietarios y dueños de la naturaleza, autorizados a saquearla sin ninguna consideración de sus potencialidades secretas y leyes evolutivas, como si se tratara de un material inerte a nuestra disposición», ha reprochado.
El Pontífice ha hecho estas declaraciones en su discurso durante el encuentro con la Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias que se celebra hasta el 29 de noviembre en el Vaticano, bajo el título Ciencia y sostenibilidad. Impacto de los conocimientos científicos y de la tecnología sobre la sociedad humana y el ambiente.
De este modo, ha llamado la atención sobre la «débil reacción de la política internacional» y la «concreta voluntad» de buscar el bien común y los bienes universales y la facilidad con que se tienen en cuenta los consejos de la ciencia basada en la situación del planeta.
Francisco ha señalado que los científicos «trabajan libres de intereses políticos, económicos o ideológicos» y a ellos corresponde la tarea de «construir un liderazgo que indique soluciones a temas que son afrontados en esta plenaria: el agua, las energías renovables y la seguridad alimentaria».
«Se está manifestando una renovada alianza entre la comunidad científica y la comunidad cristiana, que ven converger sus distintos enfoques de la realidad hacia esta finalidad compartida de proteger la casa común, amenazada por el colapso ecológico y del consecuente aumento de la pobreza y la exclusión social», ha evidenciado.
«No somos guardianes de un museo y de sus obras maestras que tenemos que desempolvar cada mañana sino colaboradores de la conservación y del desarrollo del ser y de la biodiversidad del planeta, y de la vida humana presente en él», ha agregado.
Así, ha indicado que el compromiso con el futuro de la tierra es «digno de estima» en cuanto que está plenamente orientado a la «promoción del desarrollo humano integral, de la paz, de la justicia, de la dignidad y de la libertad del ser humano».
Para el Papa la «conversión ecológica» comprende de forma «inseparable» tanto la asunción plena de la «responsabilidad humana» en lo relacionado con la creación y sus recursos, la «búsqueda de la justicia social», como la superación de un «sistema inicuo que produce miseria, desigualdad y exclusión».
Hawking con el Papa
A la recepción con el Papa también ha acudido el astrofísico británico Stephen Hawking, que está participando en el encuentro organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias.
Hawking, ateo declarado, ha negado en numerosas ocasiones la existencia de Dios y la posibilidad del diálogo entre fe y razón.
No es la primera vez que Hawking acude al Vaticano. De hecho, el astrofísico ha conocido personalmente a los dos últimos pontífices. Con Benedicto XVI se vio en 2008 y con Juan Pablo II, en 1981. Ambos encuentros, como el de ahora con Francsico, se produjeron en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias.
Alfa y Omega/Agencias


Cardenal Osoro, al comienzo del Adviento: «Dejad que entre el Señor y roture vuestra tierra»

El pasado domingo, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, presidió la Eucaristía del I domingo de Adviento en la catedral de Santa María la Real de la Almudena. En su homilía, el prelado señaló que comenzamos «alegres» el nuevo año litúrgico, «porque queremos entrar en la casa del Señor, como hemos cantado en el salmo 121». Alegres, dijo, «porque vamos a encontrarnos con nuestro Señor, porque queremos oír y celebrar el nombre de Dios, que es realmente el nombre nuestro». «Dios nos ha dado un nombre, y somos hijos de Dios y hermanos de los hombres».
Voviendo al salmo proclamado, deseó que la paz de Dios «llegue a todos los hombres, que ocupe la existencia de la Iglesia, la nueva Jerusalén, de la que somos parte»; que esta paz «nos dé seguridad, porque las armas que nos quiere entregar el Señor son las suyas». Y así, recordó, «esperamos la venida del Señor y queremos celebrar el nacimiento de Jesucristo».
Además, alentó a todos, en este tiempo de Adviento, a ponerse en camino: «Sí, nos lo está gritando el Señor» y «Él nos va a instruir a la hora de ir haciendo el camino, nos va a dar su luz y va a hacer posible que marchemos por las sendas que Él quiere, y no por las nuestras». Y, recordando la figura de la Madre de Dios, preguntó: «¿No es esto lo que hizo la Santísima Virgen María, una figura fundamental del Adviento, quien se puso en camino cuando vio que Dios iba a venir». Que esta Navidad, continuó, «no la celebremos de igual manera, sino como lo hizo Ella: caminemos, subamos, instruyámonos según el Señor».
«En el camino encontraremos dificultades», expuso el cardenal, «pero si nosotros caminamos instruidos por el Señor, por su luz, haremos posible que esas espadas que queremos poner para estropear a los demás, se conviertan en instrumentos de paz, de concordia, de reconciliación, de amor entre los hombres, de entrega y de servicio incondicional». «Todo lo cambia Dios» porque «de las espadas hace arados que roturan la tierra, para que dé más fruto».
En una catedral repleta de fieles, animó a cada uno de los presentes a dejar «que entre el Señor y roture vuestra tierra, mueva vuestro corazón, vuestras entrañas y vuestra vida». Este tiempo de Adviento, señaló, «es importante para ponernos de cara al Señor», así que «pongámonos en camino y caminemos a la luz del Señor».
Tiempo para conversar con Dios y entregar su rostro
El prelado, además, les pidió tener tiempo «para conversar con Dios» y para «entregar a los hombres el rostro de Jesucristo». Y hacerlo, dijo, «en este momento de la historia que vivimos: un momento especialmente importante para que los discípulos de Jesús entreguemos a esta situación en la que viven los hombres su rostro».
Recordando las palabras de san Pablo, reveló que «es importante que los discípulos de Cristo nos despertemos del sueño y descubramos que la salvación está cerca, y la salvación es Cristo». «Las tinieblas y la oscuridad no sirven para arreglar este mundo, y las oscuridades las damos los hombres cuando eliminamos a Dios de la historia».
Hoy, aseveró, «el Señor quiere cambiar nuestra vida, que nos pongamos en camino, que meditemos con Dios y que nos vistamos del Señor Jesucristo». Porque «Cristo no nos engaña, Él quita las tinieblas y la oscuridad de este mundo», pero «para ello hay que cambiar el corazón». Y hacerlo, señaló el cardenal, porque «el Señor nos pide que tengamos el coraje de existir: un coraje que es importante». Si no, «recordemos las crisis profundas de la historia de los hombres, los valores que se están perdiendo y que necesitamos para vivir». Así, incitó a todos a no vivir «frívolamente», dejando que Jesús «nos siga haciendo la misma pregunta: ¿Vivís despiertos o adormilados? ¿Vivís en la rutina de cada día, de ir marchando sin más, o vivís con meta? Porque el Señor, en el Evangelio, nos dice que no vivamos distraídos y nos recuerda que puede venir en cualquier momento».
Infomadrid / Carlos González

COMENTARIO DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (10,21-24)




"Quisiera ofrecer una imagen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas (cf.10,21-23), sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros.

El evangelista cuenta que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesús. Después de cumplir con esta misión de anuncio, los discípulos volvieron llenos de alegría: la alegría es un tema dominante de esta primera e inolvidable experiencia misionera. 

El Maestro Divino les dijo: «No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. En aquella hora, Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra...” (…) Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis.

Son tres las escenas que presenta san Lucas. Primero, Jesús habla a sus discípulos, y luego se vuelve hacia el Padre, y de nuevo comienza a hablar con ellos. De esta forma Jesús quiere hacer partícipes de su alegría a los discípulos, que es diferente y superior a la que ellos habían experimentado. 

Los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar de los demonios a las personas. Sin embargo, Jesús les advierte que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor recibido: «Porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10,20). A ellos se le ha concedido experimentar el amor de Dios, e incluso la posibilidad de compartirlo. 

Y esta experiencia de los discípulos es motivo de gozosa gratitud para el corazón de Jesús. Lucas entiende este júbilo en una perspectiva de comunión trinitaria: «Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo», dirigiéndose al Padre y glorificándolo. Este momento de profunda alegría brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños (cf. Lc 10,21). 

Dios ha escondido y ha revelado, y en esta oración de alabanza se destaca sobre todo el revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás. 

Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. 

En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación. 

«Sí, Padre, porque así te ha parecido bien» (Lc 10,21). Las palabras de Jesús deben entenderse con referencia a su júbilo interior, donde la benevolencia indica un plan salvífico y benevolente del Padre hacia los hombres. En el contexto de esta bondad divina Jesús se regocija, porque el Padre ha decidido amar a los hombres con el mismo amor que Él tiene para el Hijo. 

Jesús, al ver el éxito de la misión de sus discípulos y por tanto su alegría, se regocija en el Espíritu Santo y se dirige a su Padre en oración. En ambos casos, se trata de una alegría por la salvación que se realiza, porque el amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros, y por obra del Espíritu Santo, nos envuelve, nos hace entrar en la vida de la Trinidad. 

El Padre es la fuente de la alegría. El Hijo es su manifestación, y el Espíritu Santo, el animador. Inmediatamente después de alabar al Padre, como dice el evangelista Mateo, Jesús nos invita: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (11,28-30). 

La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría".
(Del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2014

DIOS SE REVELA A LOS PEQUEÑOS




Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,21-24):

En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:

«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor

Francisco reconoce que el Jubileo fue una “simple intuición” que Dios convirtió en “realidad”





El papa Francisco ha asegurado que tuvo una “simple intuición” cuando expresó el deseo de un Jubileo de la Misericordia. Sin embargo, ha reconocido que nunca hubiera pensado que “el Señor lo convirtiera en una realidad y que, sobre todo, se pudiera celebrar con tanta fe y alegría en las comunidades cristianas esparcidas por el mundo”.

En un encuentro con los organizadores y colaboradores del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en ocasión de la clausura del Año Santo, el Pontífice ha dado las gracias a todos los que de alguna manera han participado y ayudado en esta gran labor.

En particular, ha dado las gracias a monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, por el “compromiso precioso realizado durante estos meses”.

Asimismo, el Santo Padre ha asegurado que ha sido un año denso, lleno de iniciativas en toda la Iglesia, “donde se ha podido ver y tocar con la mano los frutos de la misericordia de Dios”.

También ha subrayado que la Puerta de la misericordia abierta en todas las catedrales y en los santuarios “ha consentido que los fieles no encontraran ningún obstáculo para experimentar el amor de Dios”. Ha sucedido algo verdaderamente extraordinario –ha añadido– que ahora es necesario incluir en la vida de cada día para convertir la misericordia en un compromiso y un estilo de vida permanente para los creyentes.

De este modo, Francisco ha asegurado a los presentes que todos ellos han hecho posible “que este evento de gracia se celebrara de forma segura, con gran afluencia de peregrinos y de forma que se pusiera de manifiesto el profundo valor espiritual que el Jubileo representa”.

Por ello, el Pontífice ha dado las gracias a todas las instituciones y autoridades implicadas en el Año Jubilar, así como al dicasterio vaticano encargado de la organización y a los voluntarios.

“Si tú quieres obtener misericordia, debes tú mismo ser misericordioso”. Estas palabras de san Agustín –ha indicado el Papa– puedan ser de consuelo para todos nosotros. “Con vuestro compromiso habéis expresado no solo el trabajo cotidiano, sino que habéis dado un verdadero servicio de misericordia a los millones de peregrinos que han llegado a Roma”. Finalmente ha deseado que este cansancio pueda “ser recompensado por la experiencia de misericordia que el Señor no dejará que os falte”.
Zenit