viernes, 21 de agosto de 2015

SEÑOR ME CANSA LA VIDA. ANTONIO MACHADO.


Señor, me cansa la vida,
tengo la garganta ronca
de gritar sobre los mares,
la voz de la mar me asorda.

Señor, me cansa la vida,
y el universo me ahoga.
Señor, me dejaste solo,
solo, con el mar a solas.

O tú y yo jugando estamos
al escondite, Señor, 
o la voz con que te llamo
es tu voz.

Por todas partes te busco
sin encontrarte jamás,
y en todas partes te encuentro
sólo por irte a buscar.

DICHOSO EL QUE ESPERA EN EL SEÑOR

Del Salmo 145: 

Alaba, alma mía, al Señor

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él

Alaba, alma mía, al Señor

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos

Alaba, alma mía, al Señor

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

Alaba, alma mía, al Señor

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Alaba, alma mía, al Señor

AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS, Y AL PRÓJIMO COMO A TÍ MISMO


Evangelio según San Mateo 22,34-40.


Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. 

Este es el más grande y el primer mandamiento.

El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".