sábado, 31 de mayo de 2014

La vida cristiana no es una fiesta, sino “alegría en esperanza”, dijo el Papa Francisco en su homilía

“Su tristeza se cambiará en alegría”. Esta promesa de Jesús a sus discípulos fue el centro de la homilía del Papa Francisco de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. 

El Pontífice proclamó como un himno a la alegría cristiana, que, observó, no se puede comprar, sino sólo recibir como don del Señor. La alegría de los cristianos, dijo, es “alegría en esperanza”.
 

San Pablo era muy valiente, porque tenía la fuerza del Señor. El Papa Francisco desarrolló su homilía a partir de esta constatación, centrada, como hemos dicho, en la alegría del cristiano. Ciertamente, observó, algunas veces también el Apóstol de las gentes tenía miedo. “Nos sucede a todos nosotros en la vida – añadió – que tengamos un poco de miedo”. Y nos preguntamos – dijo el Papa – si “no sería mejor bajar un poco el nivel y no ser tan cristianos y buscar un compromiso con el mundo”. Pero Pablo – prosiguió – sabía que cuanto “él hacía no les gustaba a los judíos ni a los paganos”, pero no se detiene y por eso debe soportar problemas y persecuciones. Y esto – agregó Francisco – “nos hace pensar en nuestros miedos, en nuestros temores”. A la vez que recordó que también Jesús en el Getsemaní tuvo miedo y angustia. Mientras en su despedida dice claramente a sus discípulos que el “mundo se alegrará” por sus sufrimientos, como sucederá con los primeros mártires en el Coliseo:
 

“Y nosotros debemos decirnos la verdad: no toda la vida cristiana es una fiesta. ¡No toda! Se llora, tantas veces se llora. Cuando estás enfermo; cuando tienes un problema en tu familia con un hijo, con una hija, la esposa, el marido; cuando ves que el sueldo no alcanza hasta fin de mes y tienes un hijo enfermo; cuando ves que no puedes pagar la cuota del crédito inmobiliario de la casa y se deben ir… Tantos problemas, tantos que nosotros tenemos. Pero Jesús nos dice: ‘¡No tengas miedo!’. ‘Sí, estarán tristes, llorarán y también la gente se alegrará, la gente que está contra ti’”.


“También hay otra tristeza – prosiguió el Papa –: la tristeza que nos llega a todos nosotros cuando vamos por un camino que no es bueno”. Cuando, “por decirlo sencillamente”, “vamos a comprar la alegría, la alegría, esa del mundo, esa del pecado, al final hay un vacío dentro de nosotros, hay tristeza”. Y ésta – reafirmó – “es la tristeza de la mala alegría”. La alegría cristiana, en cambio, “es alegría en esperanza, que llega”:
“Pero en el momento de la prueba nosotros no la vemos. Es una alegría que es purificada por las pruebas y también por las pruebas de todos los días: ‘Su tristeza se cambiará en alegría’. Pero cuando vas a lo de un enfermo o a lo de una enferma que sufre tanto es difícil decir: ‘¡Ánimo! ¡Coraje! ¡Mañana tendrás alegría!’. ¡No, no se puede decir! Debemos hacerla sentir como la hizo sentir Jesús. También nosotros, cuando estamos precisamente en la oscuridad, que no vemos nada: ‘Yo sé, Señor, que esta tristeza se cambiará en alegría. ¡No sé cómo, pero lo sé!’. Un acto de fe en el Señor. ¡Un acto de fe!”
 


Para comprender la tristeza que se transforma en alegría – dijo más adelante el Papa – Jesús toma el ejemplo de la mujer que da a luz: “Es verdad, en el parto la mujer sufre tanto, pero después, cuando el niño está con ella, se olvida”. Lo que queda, por tanto, es “la alegría de Jesús, una alegría purificada”. Esa es “la alegría que queda”. Una alegría – reconoció Francisco – “escondida en algunos momentos de la vida, que no se siente en los momentos feos, pero que viene después: una alegría en la esperanza”. Éste, por tanto, “es el mensaje de la Iglesia de hoy: ¡no tener miedo!”:
“Ser valeroso en el sufrimiento y pensar que después viene el Señor, después viene la alegría, después de la oscuridad sale el sol. Que el Señor nos de a todos nosotros esta alegría en la esperanza. Y el signo de que nosotros tenemos esta alegría en esperanza es la paz. Cuántos enfermos, que están en el final de la vida, con los dolores, tienen esa paz en el alma… Ésta es la semilla de la alegría, ésta es la alegría en la esperanza, la paz. ‘¿Tú tienes paz en el alma en el momento de la oscuridad, en el momento de las dificultades, en el momento de las persecuciones, cuando todos se alegran por tu mal? ¿Tienes paz? Si tienes paz, tú tienes la semilla de aquella alegría que vendrá después’. Que el Señor nos haga comprender estas cosas”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

Visitación de la Virgen María a su prima Isabel


Evangelio según San Lucas 1,39-56.

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: 

"¡Tú eres bendita entre todas las mujeres 
y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá 
lo que te fue anunciado de parte del Señor".

María dijo entonces: 

"Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: 
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación 
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, 
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono 
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos 
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, 
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

miércoles, 28 de mayo de 2014

En su audiencia general el Papa Francisco agradece a Dios y a cuantos hicieron posible su peregrinación a Tierra Santa

Queridos hermanos y hermanas:
Como saben, fui como peregrino a Tierra Santa. Doy gracias a Dios y a cuantos lo han hecho posible. Esta peregrinación tenía tres propósitos: El primero, conmemorar el encuentro del Papa Pablo VI y del Patriarca Atenágoras, hace 50 años, un gesto profético en el arduo pero esperanzador camino hacia la unidad de los cristianos. Con tal motivo, junto al actual Patriarca de Constantinopla, Su Santidad Bartolomé, hemos rezado pidiendo al Buen Pastor la fuerza necesaria para proseguir con tesón hacia la plena comunión.

El segundo propósito ha sido animar el proceso de paz en Oriente Medio. He querido llevar a todos en el corazón, exhortándolos a ser artesanos de la paz y agradeciendo a las autoridades los esfuerzos en favor de los refugiados y su compromiso por apaciguar los conflictos. Además, he invitado a los presidentes de Israel y de Palestina a venir al Vaticano, para rezar juntos por la paz.
El tercer propósito ha sido confirmar en la fe a las comunidades cristianas, que sufren tanto, y expresarles la gratitud de la Iglesia por su valiente presencia en Oriente Medio y su impagable testimonio de esperanza y caridad.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a pedir al Señor por nuestros hermanos de Tierra Santa, por la paz en Oriente Medio y por la unidad de los cristianos. Muchas gracias.«¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!»
También en sus saludos a los miles de peregrinos de todo el mundo que participaron en su audiencia general de este miércoles, el Papa Francisco hizo resonar su constante invitación a rezar y a trabajar por la paz en Tierra Santa y en todo Oriente Medio. Alentando asimismo a que la oración sostenga a todos en el camino hacia la unidad plena de la Iglesia.

Tras reiterar que su Viaje Apostólico a Tierra Santa ha sido una gracia para él y para toda la Iglesia, destacó que pudo alentar asimismo a tantas personas que sufren por conflictos, discriminaciones y por causa de su fe
en Cristo. «¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!», destacó el Obispo de Roma, con el salmo 133, dirigiéndose a los hermanos y hermanas de lengua árabe, en particular, a los provenientes de Jordania y de Tierra Santa. Y les agradeció por su generosa y afectuosa acogida, asegurándoles - una vez más - que los lleva siempre en su corazón y en sus oraciones, pidiendo al Señor para ellos un bien abundante, una prosperidad continua y una paz duradera.

El Papa Francisco agradeció a los peregrinos polacos y a cuantos con su oración lo han sostenido espiritualmente en los días de su Peregrinación a Tierra Santa y pidió que sigan rezando por todos los que residen en la tierra de Jesús y en todo Oriente Medio: ¡que esta región del mundo pueda gozar la paz y la fraternidad que nuestro Señor Jesucristo nos ha donado a todos!
En vísperas ya de concluir el mes mariano de mayo, dirigiéndose a los jóvenes, enfermos y recién casados, el Santo Padre deseó a los queridos jóvenes «que la Madre de Dios sean su refugio en los momentos más difíciles». A los queridos enfermos, «que los sostenga, para que afronten con valentía su cruz cotidiana». Y, a los queridos recién casados «que sea su referencia, para que sus familias sean hogares de oración y comprensión recíproca».
(CdM - RV)


 

Encuentro del Papa con los periodistas volviendo de Tierra Santa

En el vuelo de regreso a Roma, el Papa, tal como había dicho al emprender su Peregrinación a Tierra Santa, mantuvo un encuentro de cerca de 50 minutos con los periodistas que lo acompañaron en estos tres días tan intensos, del II Viaje Apostólico internacional de su Pontificado. El Papa Francisco fue respondiendo a las preguntas con su característica forma directa, serena, sencilla y espontánea. El Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y de nuestra emisora, el Padre Federico Lombardi, agradeció al Obispo de Roma su cordial disponibilidad para el encuentro con los medios de comunicación, «después de un viaje matador» - como el mismo Papa había bromeado, citando lo que había leído en algún artículo. Y luego el P Lombardi señaló que los periodistas se habían organizado por grupos lingüísticos y que no había puesto límites a las preguntas, como desea el Santo Padre. Por lo que fueron afrontando diversos temas. La primera pregunta fue la del grupo italiano, presentada por Cristiana Caricato, de TV2000.
Se refirió a los gestos que el Papa Francisco cumplió en estos días y que dieron la vuelta al mundo: su mano en el muro de Belén, la señal de la cruz, el beso a los supervivientes, en el Yad Vashem. Así como el beso en el Santo Sepulcro, ... Bartolomé... y muchos otros. Fueron, gestos pensados, queridos. Y qué piensa el Santo Padre sobre las repercusiones de esos gestos, como el de la invitación a los presidentes israelí y palestino al Vaticano, para rezar por la paz:

martes, 27 de mayo de 2014

EL ABRAZO DE LAS TRES RELIGIONES


El Papa Francisco en Jerusalén: "Musulmanes, cristianos y judíos reconocen a Abrahám, si bien cada uno de manera diferente, como padre en la fe y un gran ejemplo a imitar. Él se hizo peregrino, dejando a su gente, su casa, para emprender la aventura espiritual a la que Dios lo llamaba.

Queridos hermanos, queridos amigos, desde este lugar santo lanzo un vehemente llamamiento a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abrahán:

Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas.

Aprendamos a comprender el dolor del otro.
Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia.
Trabajemos juntos por la justicia y por la paz.
¡Salam!".

En la imagen, el Papa Francisco conversa con el líder musulmán Omar Abud (a la izquierda) y el rabino Abraham Skorka en el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén, ayer lunes.

El Papa en la explanada de las mezquitas: que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia

A primera hora de la mañana el Santo Padre se desplazó a la Explanada de las Mezquitas, también conocida como el Monte del Templo. Se trata de una explanada artificial con forma trapezoidal que ocupa un sexto de la superficie de la Ciudad Vieja de Jerusalén. 

El área es relevante para las tres religiones monoteístas, es tres veces sagrada. Para los judíos era el lugar donde Abraham tendría que haber sacrificado a Isaac, así como el del templo de Salomón. Para los musulmanes es la tercera etapa de peregrinación, después de la Meca y la Medina. Y para los cristianos, en cambio, es el lugar donde Cristo habló de la destrucción del Templo de Jerusalén. 

En esta explanada se encuentran dos de los templos más importantes del islam: la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca.


''Siguiendo las huellas de mis Predecesores -dijo el Papa- y, sobre todo, la luminosa estela dejada por el viaje de Pablo VI, hace ya cincuenta años –el primer viaje de un Papa a Tierra Santa–, he tenido mucho interés en venir como peregrino a visitar los lugares que han visto la presencia terrena de Jesucristo. 

Pero mi peregrinación no sería completa -destacó- si no incluyese también el encuentro con las personas y comunidades que viven en esta Tierra, y por eso, me alegro de poder estar con ustedes, fieles musulmanes, queridos hermanos''. Francisco recordó la figura de Abraham 'que vivió como peregrino en estas tierras'. ''Musulmanes, cristianos y judíos reconocen a Abraham, si bien cada uno de manera diferente, como padre en la fe y un gran ejemplo a imitar. Él se hizo peregrino, dejando a su gente, su casa, para emprender la aventura espiritual a la que Dios lo llamaba''.

El Papa continuó hablando de Abraham, el peregrino, al que describió como ''una persona que se hace pobre, que se pone en camino, que persigue una meta grande apasionadamente, que vive de la esperanza de una promesa recibida'' y aseguró que ''ésa debería ser también nuestra actitud espiritual. 
 


Nunca podemos considerarnos auto suficientes, dueños de nuestra vida; no podemos limitarnos a quedarnos encerrados, seguros de nuestras convicciones. Ante el misterio de Dios, todos somos pobres, sentimos que tenemos que estar siempre dispuestos a salir de nosotros mismos, dóciles a la llamada que Dios nos hace, abiertos al futuro que Él quiere construir para nosotros''. 'En nuestra peregrinación terrena no estamos solos -continuó-: nos encontramos con otros hermanos, a veces compartimos con ellos un tramo del camino, otras veces hacemos juntos una pausa reparadora.

''Así es el encuentro de hoy, -continuó- y lo vivo con particular gratitud: se trata de un agradable descanso juntos, que ha sido posible gracias a su hospitalidad, en esa peregrinación que es nuestra vida y la de nuestras comunidades. Vivimos una comunicación y un intercambio fraterno que pueden reponernos y darnos nuevas fuerzas para afrontar los retos comunes que se nos plantean. De hecho, no podemos olvidar que la peregrinación de Abraham ha sido también una llamada a la justicia: Dios ha querido que sea testigo de su actuación e imitador suyo. También nosotros quisiéramos ser testigos de la acción de Dios en el mundo y por eso, precisamente en este encuentro, oímos resonar intensamente la llamada a ser agentes de paz y de justicia, a implorar en la oración estos dones y a aprender de lo alto la misericordia, la grandeza de ánimo, la compasión''.

Antes de concluir, el Pontífice lanzó un llamamiento ''a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abraham: Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas -dijo-. Aprendamos a comprender el dolor del otro. Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz''.

Finalizado su discurso, el Santo Padre se trasladó al Muro Occidental, conocido como el "Muro de las Lamentaciones".

lunes, 26 de mayo de 2014

“Aquí nació la Iglesia y nació en salida”, el Papa en el Cenáculo

Es un gran don que el Señor nos hace al reunirnos aquí, en el Cenáculo, para celebrar la Eucaristía.


Mientras los saludo con fraterna alegría, deseo dirigir un pensamiento afectuoso a los Patriarcas Orientales Católicos que se han sumado en estos días a mi peregrinaje. Deseo agradecerles por su significativa presencia, para mí particularmente preciosa, y les aseguro que tienen un lugar especial en mi corazón y en mi oración.
 

Aquí, donde Jesús consumó la Última Cena con los Apóstoles; donde, Resucitado, se apareció en medio de ellos; donde el Espíritu Santo descendió con potencia sobre María y los discípulos, aquí nació la Iglesia, y nació en salida. Desde aquí salió, con el Pan partido entre las manos, las llagas de Jesús en los ojos, y el Espíritu de Amor en el corazón.
Jesús resucitado, enviado por el Padre en el Cenáculo, comunicó a los Apóstoles su mismo Espíritu y con su fuerza los envió a renovar la faz de la tierra (cf. Sal 104,30).
Salir, partir, no quiere decir olvidar. La Iglesia en salida custodia la memoria de aquello que ocurrió aquí. El Espíritu Paráclito le recuerda cada palabra, cada gesto, y le revela su sentido.



El Cenáculo nos recuerda el servicio, el lavatorio de los pies, que Jesús realizó como ejemplo para sus discípulos. Lavarse los pies los unos a los otros significa acogerse, aceptarse, amarse, servirse mutuamente. Quiere decir servir al pobre, al enfermo, al excluido. A aquél que me parece antipático, a aquél que me da fastidio.
El Cenáculo nos recuerda, con la Eucaristía, el Sacrificio. En cada Celebración Eucarística, Jesús se ofrece por nosotros al Padre, para que nosotros podamos unirnos a Él, ofreciendo a Dios nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras alegrías y nuestros dolores…, ofrecer todo en sacrificio espiritual.
 

El Cenáculo también nos recuerda la amistad. “Ya no los llamo servidores, –dijo Jesús a los Doce– (…) yo los llamo amigos” (Jn 15,15). El Señor nos hace amigos suyos, nos confía la voluntad del Padre y se nos da Sí mismo. Ésta es la experiencia más hermosa del cristiano, y en modo particular del sacerdote: hacerse amigo del Señor Jesús. Descubrir en su corazón que Él es Amigo.

El Cenáculo nos recuerda la despedida del Maestro y la promesa de reencontrarse con sus amigos. “Cuando vaya…, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén también ustedes” (Jn 14,3). Jesús no nos deja, no nos abandona nunca, nos precede en la Casa del Padre y allá nos quiere llevar con Él.
 

Pero el Cenáculo recuerda también la mezquindad, la curiosidad –“¿quién es aquél que traiciona?”–, la traición. Y puede ser cualquiera de nosotros, y no sólo y siempre los demás quien haga revivir estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados.
 

El Cenáculo nos recuerda el compartir, la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. ¡Cuánto amor, cuánto bien ha brotado del Cenáculo! ¡Cuánta caridad ha salido de aquí, como un río de su fuente, que al inicio es un arroyo y después se ensancha y se hace grande… Todos los santos han bebido de aquí. El gran río de la santidad de la Iglesia siempre encuentra su origen aquí, siempre de nuevo, del Corazón de Cristo, de la Eucaristía, de su Santo Espíritu.
El Cenáculo, finalmente, nos recuerda el nacimiento de la nueva familia, la Iglesia –Nuestra Santa Madre Iglesia Jerárquica– constituida por Cristo Resucitado. Una familia que tiene una Madre, la Virgen María. Las familias cristianas pertenecen a esta gran familia, y en ella encuentran luz y fuerza para caminar y renovarse, mediante las fatigas y las pruebas de la vida. A esta gran familia están invitados y llamados todos los hijos de Dios de todo pueblo y lengua, todos hermanos e hijos de un Único Padre que está en los Cielos.
Éste es el horizonte del Cenáculo: el horizonte del Resucitado y de la Iglesia.
De aquí parte la Iglesia en salida, animada por el soplo vital del Espíritu. Recogida en oración con la Madre de Jesús, revive siempre la espera de una renovada efusión del Espíritu Santo: ¡“Envía, Señor, tu Espíritu, y renueva la faz de la tierra”! (cf. Sal 104,30).

"Hombre, ¿quién eres? ¿En qué te has convertido? ¿Qué horror has sido capaz de hacer?”: El Papa reza en el memorial del holocausto

Una de les etapas más conmovedoras del recorrido del Papa por Jerusalén en la mañana de este lunes fue la visita al Memorial de Yad Vashem, monumento a la memoria del Holocausto, que contiene algunas urnas con las cenizas de las víctimas de varios campos de concentración nazis. El Papa recorrió a pie con el director del Centro el perímetro del mausoleo. En la sala de la remembranza, después de encender la llama del recuerdo, deponer una corona de flores, saludar a algunos supervivientes del holocausto y leerse un texto del Antiguo Testamento, ante el primer ministro y las autoridades, Francisco hizo una reflexión sobre la fuerza y el dolor del mal deshumano del hombre y sobre las “estructuras del pecado”, que contrastan con la dignidad de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios. Éstas fueron las palabras del Papa:

“Adán, ¿dónde estás?” (cf. Gn 3,9).
¿Dónde estás, hombre? ¿Dónde te has metido?
En este lugar, memorial de la Shoah, resuena esta pregunta de Dios: “Adán, ¿dónde estás?”.
Esta pregunta contiene todo el dolor del Padre que ha perdido a su hijo.
El Padre conocía el riesgo de la libertad; sabía que el hijo podría perderse… pero quizás ni siquiera el Padre podía imaginar una caída como ésta, un abismo tan grande.
Ese grito: “¿Dónde estás?”, aquí, ante la tragedia inconmensurable del Holocausto, resuena como una voz que se pierde en un abismo sin fondo…
Hombre, ¿quién eres? Ya no te reconozco.
¿Quién eres, hombre? ¿En qué te has convertido?
¿Cómo has sido capaz de este horror?
¿Qué te ha hecho caer tan bajo?
… ¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado?
¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal?
¿Quién te ha convencido de que eres dios? No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que te los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios.
Señor, escucha nuestra oración, escucha nuestra súplica, sálvanos por tu misericordia. Sálvanos de esta monstruosidad.
Señor omnipotente, un alma afligida clama a ti. Escucha, Señor, ten piedad.
Hemos pecado contra ti. Tú reinas por siempre (cf. Ba 3,1-2).
Acuérdate de nosotros en tu misericordia. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu aliento de vida.
¡Nunca más, Señor, nunca más!
ER RV

domingo, 25 de mayo de 2014

Oración del Papa ante el muro de división


Durante el recorrido desde el Palacio presidencial, hasta la Plaza del Pesebre, lugar de la Santa Misa de este domingo, el Papa Francisco bajó del jeep para acercarse al muro que divide Belén de Israel, se detuvo en oración por algunos minutos y luego apoyó su frente en dicho muro. (CdM - RV)

De News.va

¡Palestinos e israelíes emprendan el feliz éxodo hacia la paz! alienta el Papa

 Es hora de poner fin al sufrimiento y tener la valentía de la paz, que traerá incontables beneficios para los pueblos de esta región y para todo el mundo, los cristianos anhelan seguir contribuyendo al bien común. En Belén, donde nació Jesús, el Príncipe de la Paz, el Papa desde lo más profundo de su corazón, alentó, por el bien de todos, a poner fin a las dramáticas consecuencias de la duración del conflicto en Oriente Medio. 

En la ceremonia de bienvenida, agradeciendo al presidente del Estado de Palestina, Mahmoud Abbas, con un saludo cordial a los representantes del Gobierno y a todo el pueblo palestino, exhortó a emprender con sabiduría «el precioso camino de la paz, para que las espadas se transformen en arados y esta Tierra vuelva a florecer en la prosperidad y en la concordia».
Reiterando su cercanía a los que sufren ante esta situación, cada vez más dolorosamente inaceptable, el Papa señaló la apremiante necesidad de que «se redoblen pues los esfuerzos y las iniciativas para crear las condiciones de una paz estable, basada en la justicia, en el reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad. Ha llegado el momento de que todos tengan la audacia de la generosidad y creatividad al servicio del bien, el valor de la paz, que se apoya en el reconocimiento, por parte de todos, del derecho de dos Estados a existir y a disfrutar de paz y seguridad dentro de unos confines reconocidos internacionalmente». 

«Animo a los pueblos palestino e israelí, así como a sus respectivas autoridades, a emprender este feliz éxodo hacia la paz con la valentía y la firmeza necesaria para todo éxodo. La paz basada en la seguridad y la mutua confianza será el marco de referencia estable para afrontar y resolver los demás problemas y una ocasión para un desarrollo equilibrado, que sirva de modelo para otras áreas en crisis», afirmó el Obispo de Roma.
Y refiriéndose luego con afecto a la activa comunidad cristiana, recordó que los cristianos desean seguir desempeñando su significativa contribución al bien común de la sociedad, participando de las alegrías y sufrimientos de todo el pueblo como ciudadanos de pleno derecho, junto con los demás ciudadanos a los que consideran como hermanos.Poniendo de relieve asimismo las buenas relaciones entre la Santa Sede y el Estado de Palestina, los trabajos para elaborar un Acuerdo entre las Partes, abarcando diversos aspectos de la vida de la comunidad católica, la libertad religiosa – una de las condiciones para la paz – así como la hermandad y la armonía, el Papa destacó que las cosas que tenemos en común son tantas y tan importantes que es posible encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y con la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios.
(CdM - RV)


Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.


Evangelio según San Juan 14,15-21.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.
Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".
De News.va

sábado, 24 de mayo de 2014

Oración de gracias


Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Papa Francisco: «¡Salam!» Jordania, tierra rica en historia y de gran significado religioso para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam

«Con la esperanza de que esta visita contribuya a incrementar y promover relaciones buenas y cordiales entre Cristianos y Musulmanes». En su primer discurso, en Amán, en la ceremonia de bienvenida, el Papa Francisco, empezó agradeciendo a Dios el poder comenzar su peregrinación, visitando el Reino Hachemita de Jordania - siguiendo las huellas de sus predecesores Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI - y agradeciendo al Rey Abdullah II, por sus cordiales palabras de bienvenida, y por ser conocido como «hombre de paz», con el vivo recuerdo del reciente encuentro en el Vaticano.
Abrazando al pueblo de Jordania, «tierra rica en historia y de gran significado religioso para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam», el Papa Bergoglio señaló que este País «acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y de otras zonas en crisis, en especial de la vecina Siria, destruida por un conflicto que está durando demasiado tiempo».
Y, alentando el reconocimiento y la ayuda de la comunidad internacional, reiteró el compromiso de la Iglesia Católica, dentro de sus posibilidades, en la asistencia a los refugiados y a los necesitados, sobre todo mediante Caritas Jordania.
Junto con «su dolor, ante las fuertes tensiones en la región medio-oriental», y «su gratitud a las autoridades jordanas», animándolas «a seguir esforzándose por lograr la tan deseada paz duradera en toda la Región», el Obispo de Roma señaló que «para esto, es necesario y urgente encontrar una solución pacífica a la crisis siria, además de una justa solución al conflicto entre israelíes y palestinos».
Luego, renovó su profundo respeto y consideración a la comunidad Musulmana, y expresó reconocimiento por el liderazgo de Su Majestad el Rey en la promoción del entendimiento de las virtudes proclamadas por el Islam y la serena convivencia entre los fieles de las diversas religiones.
Un saludo lleno de afecto dirigió también el Papa a las comunidades cristianas – ahora numéricamente minoritarias - presentes en el País desde los tiempos apostólicos, que contribuyen al bien común de la sociedad en la que están plenamente insertadas. Comunidades que pueden profesar con tranquilidad su fe, respetando la libertad religiosa, que es un derecho humano fundamental, con el anhelo firme – dijo el Obispo de Roma de que «sea tenido en gran consideración en todo Oriente Medio y en el mundo entero».
(CdM - RV)

Papa Francisco: el rostro de Jesús en los refugiados y discapacitados

Los refugiados y los jóvenes discapacitados. En esta gente Francisco ve el rostro de Jesús y su amor, que restituye dignidad y dona salvación.

En su tercer discurso, un Papa sensible a la difícil situación que enfrentan personas golpeadas por las crueles situaciones del mundo expresa, en primer lugar, su especial interés en encontrar a quienes “a causa de sangrientos conflictos, han tenido que abandonar su Patria y “han encontrado refugio en la acogedora tierra de Jordania” y a los “queridos jóvenes, que experimentan el peso de alguna limitación física”.
 


Recordando el bautismo de Jesús en este mismo lugar, el Santo Padre hace hincapié en la humildad de Jesús quien, compartiendo la condición humana, vino a este lugar para ser bautizado y “con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación”.

 En este contexto, el Obispo de Roma manifiesta abiertamente su aflicción por “los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente, por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio”. El pensamiento del Papa va en primer lugar a la tierra siria, lacerada por tres años de lucha fratricida y a sus innumerables víctimas, un drama que ha obligado a millones de personas a convertirse en refugiados y a emigrar a otros países.
 


Las palabras del Papa se dirigen luego a las autoridades y al pueblo jordano, agradeciendo por la generosa acogida de “un número elevadísimo de refugiados provenientes de Siria y de Iraq” y a todos los que prestan asistencia y solidaridad, como así también a las obras de caridad desarrolladas por instituciones de la Iglesia que, “sin distinción de credo religioso, pertenencia étnica o ideológica, manifiestan el esplendor del rostro caritativo de Jesús misericordioso”.
 


El Obispo de Roma exhorta a la comunidad internacional “para que no deje sola a Jordania ante la emergencia humanitaria”, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda, al tiempo que renueva su llamamiento a la paz de Siria subrayando que “nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas” y se vuelva al camino de las negociaciones, indicando como única solución el diálogo y una solución política.
Francisco invitó también a los jóvenes a unirse a su oración de paz, a colaborar en la construcción de una sociedad respetuosa de los más débiles y a ser “signos de esperanza”.
 


Renovando su deseo de que prevalezca la razón y la moderación, el Santo Padre Francisco auspició que Siria encuentre su paz, que “Dios convierta a los violentos y quienes tienen proyectos de guerra” – dijo - y fortalezca corazones y mentes de quienes obran por la paz.
(MCM-RV)


La paz es un don que hemos de buscar con paciencia y construir artesanalmente: misa del Papa en Amán

Durante la Santa Misa celebrada en el estadio Internacional de Amán, el Papa ha reflexionado sobre el pasaje del Evangelio en el que se lee la promesa que Jesús hace a sus discípulos para que el Padre les envíe otro Paráclito que estuviera siempre con ellos. 

“El primer Paráclito es el mismo Jesús; el “otro” es el Espíritu Santo”, ha dicho. “Jesús es el enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz”. El Santo Padre ha dedicado profundas palabras al significado de la paz: 

“La paz no se puede comprar, es un don que hemos de buscar con paciencia y construir ‘artesanalmente’” mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana.
(MZ-RV)

Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mi


Evangelio según San Juan 15,18-21.

Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí.

Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia.

Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes.
Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.»

viernes, 23 de mayo de 2014

JESÚS Y LAS MUJERES: REFLEXIONES DE HANS KÜNG

«... En la sociedad del tiempo de Jesús las mujeres no contaban para nada; debían evitar incluso en público la compañía masculina. Las fuentes judías contemporáneas están llenas de animosidad contra la mujer, quien –según Josefo-- vale en todos los aspectos menos que el hombre. Hasta con la propia mujer, así se aconseja, ha de hablarse poco y absolutamente nada con la extraña. Las mujeres vivían en lo posible retiradas de la vida pública; en el Templo solo tenían acceso hasta el patio de las mujeres y respecto a la obligación de la plegaria estaban equiparadas a los esclavos.

Los evangelios, sin embargo, cualquiera que sea la historicidad de los detalles biográficos, no tienen reparos en hablar de las relaciones de Jesús con determinadas mujeres. Lo cual quiere decir que Jesús se había liberado de la costumbre que imponía la segregación de la mujer. Jesús, en efecto, no muestra ningún desprecio por las mujeres, sino que las trata con sorprendente naturalidad: unas mujeres lo acompañan a él y sus discípulos desde Galilea a Jerusalén; él mismo siente un afecto personal hacia algunas mujeres; unas mujeres asisten también a su muerte y sepultura. La situación jurídica y humanamente tan precaria, de la mujer en la sociedad de aquel tiempo hubo de resultar considerablemente revalorizada al prohibir Jesús el divorcio por parte del marido, a quien solo bastaba presentar el libelo de repudio...»


Permanecer en el amor de Dios, con su paz y alegría, alienta el Papa

Custodia Señor el Espíritu Santo en nosotros, la gracia y paz que nos has regalado, para que no seamos cristianos avinagrados, invitó a pedir el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina de este jueves, en la capilla de la Casa de Santa Marta. 

Recordando que Jesús, antes de subir el Cielo, habló de tantas cosas, pero sobre todo reiteró «tres palabras clave»: «paz, amor y alegría», el Obispo de Roma hizo hincapié en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo. 

Casi un «protocolo» - en Mateo 25 – en el que «todos seremos juzgados». Con el Evangelio de este día, destacó el Papa Bergoglio, Jesús añade una cosa sobre el amor nueva y nos dice: «No sólo amen, sino permanezcan en mi amor»:
«La vocación cristiana es esto: permanecer en el amor de Dios. Es decir, respirar, vivir con ese oxígeno. Vivir gracias a ese aire. Permanecer en el amor de Dios, con esto cierra la profundidad de su discurso sobre el amor. Y añade... Y ¿cómo es su amor? «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes» - un amor que viene del Padre. 

La relación de amor entre él y el Padre es la relación de amor entre él y nosotros. Y a nosotros nos pide que permanezcamos en este amor que viene del Padre».

Paz y amor que no vienen del mundo, sino que vienen del Padre y de Jesús, que nos exhorta a permanecer en su amor. Amor que nos lleva a cumplir los mandamientos, volvió a señalar el Papa, reflexionando luego sobre la alegría cristiana:
«La alegría es como el signo del cristiano... un cristiano sin alegría o no es cristiano o está enfermo. No hay otra, no está bien de salud... como ya dije alguna vez, hay cristianos con cara de pimiento avinagrado, siempre con cara así... con el ceño fruncido... también el alma es así... (sonríe) allí está lo feo... esos no son cristianos. Un cristiano sin alegría no es cristiano. 

La alegría es como el sello del cristiano, también en el dolor, en las tribulaciones, aun en las persecuciones».
Paz, amor y alegría son tres palabras que nos deja Jesús, con el don del Espíritu Santo:
«...El gran olvidado de nuestra vida ¿eh?... Tendría ganas de preguntarles – pero no lo haré ¿eh? ¿Cuántos de ustedes le rezan al Espíritu Santo? no levanten la mano... Es el gran olvidado, el gran olvidado. Y Él es el don, el don que nos da la paz, que nos enseña a amar y que nos llena de alegría. En la oración le pedimos al Señor: ¡custodia tu don! Le pedimos la gracia que el Señor custodie al Espíritu Santo que está en nosotros. Que el Señor nos dé esta gracia: custodiar siempre al Espíritu Santo en nosotros. Ese Espíritu que nos enseña a amar, nos llena de alegría y nos da la paz»


(CdM - RV)