La Lectura de los Hechos de los Apóstoles
que hemos escuchado (16,22-34) presenta a un personaje un poco especial. Es el
carcelero de la cárcel de Filipos, donde Pablo y Silas fueron encerrados
después del amotinamiento de la gente contra ellos. Los magistrados primero
ordenan que les azoten y luego los mandan a la prisión, ordenando al carcelero
de hacer buena guardia. Es por esto que aquel hombre, en la noche, oído el
terremoto y viendo las puertas de la cárcel abiertas, se desespera y piensa en
suicidarse. Pero Pablo lo consuela y él, temeroso y lleno de maravilla, pide de
rodillas la salvación.
La narración nos dice que aquel hombre
da enseguida los pasos esenciales del camino de fe y de salvación: escucha la
Palabra del Señor, junto a sus familiares; lava las llagas de Pablo y Silas;
recibe el Bautismo con todos los suyos; y finalmente recibe a Pablo y Silas en
su casa, prepara la mesa y les da de comer, lleno de alegría. Todo el camino de
fe.
El Evangelio, cuando se anuncia y se
cree en él, impulsa a lavar los pies y las llagas de los que sufren y a
preparar para ellos la mesa. Simplicidad de gestos, donde la acogida de la
Palabra y del sacramento del Bautismo se acompaña de la acogida del hermano,
casi como si se tratara de un gesto único: acoger a Dios y acoger al otro;
acoger al otro con la gracia de Dios; acoger a Dios y manifestarlo en el
servicio al hermano. Palabra, Sacramentos y servicio están en interrelación y
se alimentan entre ellos, como se ve ya en este testimonio de la Iglesia de los
orígenes.
Podemos ver en este gesto todo el
significado de Caritas. Caritas es una gran Confederación, reconocida
ampliamente en el mundo por el trabajo que realiza. Caritas es la Iglesia
presente en muchas partes del mundo, y todavía debe lograr mayor difusión incluso
en las diferentes parroquias y comunidades, para renovar lo que sucedió en los
primeros años de la Iglesia. De hecho, la raíz de todo su servicio está
presente en la acogida, sencilla y obediente, de Dios y del prójimo. Esta es la
raíz. Si se quita esta raíz, Caritas muere. Y esta acogida se cumple
personalmente en ustedes, para que después vayan por el mundo, y lo sirvan en
el nombre de Cristo a quien han encontrado y que encuentran en cada hermano y
hermana a los cuales están cerca; y así se evita el hecho de limitarse a ser
una simple organización humanitaria. Y Caritas en cada una de las Iglesias
particulares, aunque la más pequeña, es la misma: no existen Caritas grandes y
Caritas pequeñas, todas son iguales. Pidamos al Señor la gracia de entender la
verdadera dimensión de Caritas; la gracia de no caer en el engaño de creer que
un centralismo bien organizado sea el camino; la gracia de entender que Caritas
está siempre en la periferia, en cada Iglesia particular; y la gracia de creer
que Caritas central es solamente de ayuda, servicio y experiencia de comunión
pero no es el jefe de todas.
Quien vive la misión de Caritas no es un
simple agente, sino un testigo de Cristo. Una persona que busca a Cristo y se
deja buscar por Cristo; una persona que ama con el espíritu de Cristo, el
espíritu de la gratuidad, el espíritu de la entrega. Todas nuestras estrategias
y planificaciones se quedan vacías si no llevamos en nosotros éste amor. No
nuestro amor, sino el Suyo. O mejor dicho, el nuestro purificado y fortalecido
por el Suyo.
Y de este modo se puede servir a todos y
preparar la mesa para todos. Esta también es una bella imagen que la Palabra de
Dios nos ofrece hoy: preparar la mesa. Dios nos prepara la mesa de la
Eucaristía, también ahora. Caritas prepara muchas mesas para quienes tienen
hambre. En estos meses han desarrollado la gran campaña “Una familia humana,
comida para todos”. Mucha gente espera también hoy comer lo suficiente. El
planeta tiene alimentos para todos, pero parece que falta la voluntad de
compartirla con todos. Preparar la mesa para todos, y pedir que haya una mesa
para todos. Hagamos todo lo que podamos para que todos tengan que comer, pero
también recordar a los poderosos de la tierra que un día Dios los llamará a su
juicio, y se manifestará si de verdad han buscado proveer los alimentos para Él
en cada persona (cfr. Mt 25,35) y si han actuado para que no se destruya el
ambiente, sino para que se pueda producir este alimento.
Y pensando a la mesa de la Eucaristía,
no podemos olvidar a nuestros hermanos cristianos que han sido privados por la
violencia sea de los alimentos para el cuerpo sea de aquellos para el alma: han
sido echados de sus casas y de sus iglesias, tantas veces destruidas. Renuevo,
una vez más, el llamamiento a no olvidar estas personas y estas
intolerables injusticias.
Junto a tantos otros organismos de
caridad de la Iglesia, Caritas revela por lo tanto la fuerza del amor cristiano
y el deseo de la Iglesia de salir al encuentro de Jesús en cada persona, sobre
todo cuando es pobre y sufre. Este es el camino que tenemos delante y con este
horizonte auguro que puedan desarrollar los trabajos en estos días. Los
encomiendo a la Virgen María, que ha hecho de la acogida de Dios y del prójimo
el criterio fundamental de su vida. Precisamente mañana celebraremos la Virgen
de Fátima, que se apareció para anunciar la victoria sobre el mal. Con un apoyo
tan grande no tenemos miedo de continuar nuestra misión.
Así sea.