domingo, 31 de marzo de 2013

Acepta que Jesús Resucitado entre en tu vida

Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos acaso con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos no lo podemos conseguir?
 
No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a él.
 
Pero volvamos al Evangelio, a las mujeres, y demos un paso hacia adelante. Encuentran la tumba vacía, el cuerpo de Jesús no está allí, algo nuevo ha sucedido, pero todo esto todavía no queda nada claro: suscita interrogantes, causa perplejidad, pero sin ofrecer una respuesta.
 
Y he aquí dos hombres con vestidos resplandecientes, que dicen: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6). Lo que era un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor – el ir al sepulcro –, ahora se transforma en acontecimiento, en un evento que cambia verdaderamente la vida.
 
Ya nada es como antes, no sólo en la vida de aquellas mujeres, sino también en nuestra vida y en nuestra historia de la humanidad. Jesús no está muerto, ha resucitado, es el Viviente. No es simplemente que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el Hijo de Dios, que es el que vive (cf. Nm 14,21-28; Dt 5,26, Jos 3,10). Jesús ya no es del pasado, sino que vive en el presente y está proyectado hacia el futuro, Jesús es el «hoy» eterno de Dios.
 
Así, la novedad de Dios se presenta ante los ojos de las mujeres, de los discípulos, de todos nosotros: la victoria sobre el pecado, sobre el mal, sobre la muerte, sobre todo lo que oprime la vida, y le da un rostro menos humano. Y este es un mensaje para mí, para ti, querida hermana y querido hermano.
 
Cuántas veces tenemos necesidad de que el Amor nos diga: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros mismos, en la tristeza, en la amargura..., y es ahí donde está la muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive.
 
Acepta entonces que Jesús Resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida!
 
Si hasta ahora has estado lejos de él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la seguridad de que él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere.
 
De la homilía de la Vigilia Pascual del Papa Francisco

sábado, 30 de marzo de 2013

Descenso de Jesús a los infiernos

"¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio porque el Rey duerme. «La tierra temió sobrecogida» porque Dios se durmió en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios en la carne ha muerto y el Abismo ha despertado.



Va a buscar a nuestro primer padre como si fuera la oveja perdida. Quiere absolutamente visitar «a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte». El, que es al mismo tiempo Hijo de Dios, hijo de Eva, va a librar de su prisión y de sus dolores a Adán y a Eva.


El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: Mi Señor esté con todos. Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: Y con tu espíritu. Y tomándolo por la mano le añade: «Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz».


Yo soy tu Dios que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo: tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: Salid; y a los que se encuentran en las tinieblas: iluminaos; y a los que dormís: levantaos.
 

A ti te mando: «despierta tú que duermes», pues no te creé para que permanezcas cautivo en el Abismo; «levántate de entre los muertos», pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.
 

Por ti yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al Abismo; por ti me he hecho hombre, «semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos»; por ti que fuiste expulsado del huerto he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado. Contempla los salivazos de mi cara que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas que he soportado para reformar de acuerdo con mi imagen tu imagen deformada.
 

Contempla los azotes en mis espaldas que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados que habían sido cargados sobre tu espalda. Contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero; por ti los he aceptado, que maliciosamente extendiste una mano al árbol.
 

Dormí en la cruz y la lanza atravesó mi costado por ti, que en el paraíso dormiste y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del costado. Mi sueño te saca del sueño del Abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.
 

Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilará; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
 

El trono de los querubines está preparado, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos, se han embellecido los eternos tabernáculos y las moradas, los tesoros abiertos y el reino de los cielos que existe antes de los siglos está preparado. "
De una homilía antigua sobre el grande y santo Sábado (PG 43, 439. 451. 462-463)

La soledad de la Virgen. Fray Luis de Granada


Después de esto considera cómo fue quitado aquél santo cuerpo de la cruz y recibido en los brazos de la Virgen.

Abrázase la Madre con el cuerpo despedazado, apriétalo fuertemente en sus pechos, para sólo esto le quedaban fuerzas; mete su cara entre las espinas de la sagrada cabeza, júntase rostro con rostro, tíñese la cara de la Madre con la sangre del Hijo y riégase la del Hijo con las lágrimas de la Madre.

¿Cómo no hablas ahora, Reina del cielo? ¿Cómo han atado los dolores vuestra lengua? La lengua estaba enmudecida, mas el corazón allá dentro hablaría con entrañable dolor al Hijo dulcísimo y le diría:


Hijo mío, ¿Qué haré sin ti? ¿Adónde iré? ¿Quién me remediará? Los padres y los hermanos afligidos venían a rogarte por sus hijos y por sus hermanos difuntos, y tú, con tu infinita virtud y clemencia, los consolabas y socorrías. Mas yo que veo muerto a mi hijo, y a mi padre, y mi hermano y mi Señor, ¿a quién rogaré por Él? ¿Quién me consolará? ¿Dónde está el buen Jesús Nazareno, Hijo de Dios vivo, que consuela a los vivos y da vida a los muertos? ¿Dónde está aquel grande Profeta poderoso en obras y palabras?


¡Oh dulcísimo hijo mío! ¿qué haré sin ti? Ya no limpiaré tu rostro asoleado y fatigado de los caminos y trabajos. Ya no te veré más sentado a mi mesa comiendo y dando de comer a mi alma con tu divina presencia. Ya no me veré más a tus pies oyendo las palabras de tu dulce boca. Fenecida en ya mi gloria; hoy se acaba mi alegría y comienza mi soledad.
Cómo dura poco la alegría en la tierra y se siente mucho el dolor después de mucha prosperidad! ¡Oh Belén y Jerusalén, cuán diferentes días he llevado en vosotros! ¡Qué noche fue aquella tan clara y qué día este tan oscuro! ¡Qué rica entonces y qué pobre ahora!

¡Oh ángel bienaventurado!, ¿dónde están ahora aquellas tan grandes alabanzas de la antigua salutación? Entonces me llamaste llena de gracia; ahora estoy llena de dolor. Entonces, bendita entre las mujeres; ahora, la más afligida entre las mujeres. Entonces dijiste: El Señor es contigo; ahora también está conmigo, mas no vivo, sino muerto, como lo tengo en mis brazos.

¡Oh muerte!, ¿por qué eres tan cruel que me apartas de aquel en cuya vida está la mía? Más cruel eres a las veces en perdonar que en matar. Piadosa fuera para mí si nos llevaras a entrambos; mas ahora fuiste cruel en matar al hijo y más cruel en perdonar a la madre. 

viernes, 29 de marzo de 2013

Anoche apresaron al Maestro


Anoche apresaron al Maestro… fue después de celebrar la Pascua… había estado con los suyos… primero, lavó sus pies para enseñarles que su misión era servir… e instituyó la Eucaristía… y oró… oró por Él… oró por ellos… oró por todos… también por nosotros… para que hoy también entendiéramos y siguiéramos su ejemplo… siendo humildes… sirviéndole en nuestros hermanos… acudiendo a Él en la Eucaristía…

Salió con ellos al Huerto… su alma estaba “triste hasta la muerte”… y les pidió orar… pero se durmieron… igual que nosotros hoy, que nos adormilamos ante lo que Él nos pide… dejamos que el “cansancio” nos domine… así es más fácil, así es “excusable” el no-hacer… pero Él tomó fuerzas del Padre para enfrentar su Pasión… tomó fuerzas por ti, por mí, por todos… y salió a encontrarse con el traidor…
Con un beso le entregó… modelo de hipocresía ese Judas… tantas enseñanzas, tantos signos, tantas oraciones… y al final, escogió hacer el mal… y nosotros hoy buscamos como justificar su pecado… así, tal vez así, encontraremos como justificar el nuestro… las tantas veces que, como aquel, lo vendemos por una miseria… y le fallamos… y le volvemos a fallar…
Sus amigos corrieron… sintieron miedo… y uno de ellos… el osado… el que con determinación había dicho “hasta la muerte te seguiré”… hasta ese le negó… así también nosotros… cuando la vida nos exige… cuando viene la prueba y el Maestro nos pide aguantar… nosotros también corremos despavoridos… negamos y renegamos… y olvidamos nuestras promesas de serle fiel… pero Él, como a Pedro, siempre nos tiende su mano… nos comprende y nos perdona… y nos invita a tratar otra vez…
Y llegó ante Caifás… toda una vida esperándolo… y no le reconoció… peor aún, ya todo estaba decidido… la envidia engendró el odio, el odio la maldad, y esta, a su vez, la muerte… calumnias, mentiras y falsedades se derramaban por doquier… y entre golpes y desprecios… entre burlas y canalladas… sellaron su destino… ¡Cuántos allí se horrorizaban por lo que sucedía!, mas se quedaron callados… así como nosotros, cuando vemos que le ofenden de obra o de palabra… a Él o a su Iglesia… y nos sorprendemos… y nos indignamos… pero hasta ahí llega nuestra “obligación”… cambiamos la mirada y callamos… y nos hacemos cómplices silentes de la traición…
Esta mañana estuvo donde Pilato… y la “justicia” no encontró causa… pero faltó el coraje… faltó valor… y les ofreció un trueque: el Justo por el criminal… pero el pueblo… aquellos que antes le aclamaron como Rey, ahora pedían a Barrabás… aquellos que días antes gritaban “Hosanna”, ahora exigían su crucifixión… y cuantos habemos que hoy… después de recibirle con vítores y glorias… que después de entregarle todo y abrirle el corazón… corremos a crucificarle a la primera tentación…

Pilato mando a azotarle como última opción… tal vez así se calme el pueblo y le dejen ir… ¡cuanta crueldad!, no se le ahorró ni una pizca de sufrimiento… azote tras azote… cada uno de los pecados de la humanidad fueron tatuados en su ser… azote tras azote… sin tregua… sin compasión… y todavía hoy – tú y yo – seguimos azotando al Señor… con cada pecado y con cada ofensa… nos convertimos en el verdugo sanguinario que levanta el flagelo para imprimir nuestra infidelidad en su ser…
Y trenzaron su corona… espina tras espina las hincaron en su cabeza… espina tras espina y Él no se quejó… Jesús, el Cristo, guardó silencio y aceptó cada una de las burlas y la humillación… y le cargaron el madero… así, sin más ni más… total, era cuestión de unas horas para llegar a su Hora final… así también nosotros, nos burlamos y le humillamos cada vez que le encontramos en aquel que necesita… total, ¿y a nosotros qué nos va?

El camino de la Cruz fue largo… ya no habían fuerzas… una caída y otra y otra… pero había que llegar… como diciendo, “de ti espero lo mismo, que perseveres siempre hasta el fin”… entonces hubo dos que aliviaron su carga, la Verónica y el de Cirene… una por compasión, el otro por obligación… pero ambos fueron transformados y premiados en su corazón… quien carga la Cruz del Señor, aunque sea solo un instante, nunca vuelve a ser el mismo… así también hoy día, a veces surge alguno que en medio del camino se lanza a sus pies… y su vida cambia… y se transforma… y se libera… y ya no vuelve a ser igual…

Y el encuentro con su Madre… una gota de ternura en medio de un mar de sufrimiento… cómo consuela… cómo alivia… cómo le dio fuerzas para seguir y continuar…!!! Así también es Ella para nosotros… bálsamo que reconforta y que reanima… que nos impulsa hacia delante… con fe… con esperanza… seguros de llegar…

Llegó Jesús al Gólgota y con Él, el momento de la crucifixión… una mano… la otra… los pies… cada clavo arrancaba de Él un nuevo sufrimiento… un nuevo dolor… cuanto había que expiar por cada hombre… cuantos pecados que perdonar… y allí, con la respiración entrecortada, escuchó como Dimas lo defendía y le pedía perdón… “Hoy estarás conmigo”… a él le prometía el Cielo, mientras que el otro, el malo, elegía para sí la condenación… así también nosotros, somos libres para escoger… podemos acudir a su Misericordia o llenarnos de soberbia y rechazar para siempre su perdón…
Y pidió perdón por todos… por los de allí y por los de acá… por los que creían y por los que no… y los que se burlaban de su gesto, al ver en Él tanta bondad, rabiaban llenos de coraje y querían humillarle más… pero no sabían lo que hacían… la envidia, el orgullo, la arrogancia… estaban ciegos y no reconocían al Mesías, al Hijo de Dios, que estaba entregándose para su redención… hoy también hay muchos ciegos que pasan por la vida sin encontrase con el Señor… aunque camine con ellos… aunque los llame y los espere… prefieren no mirarle y le niegan y rechazan su amor

Desde lo alto de la Cruz miraba a aquellos hombres… y en medio de todos por fin la divisó… era su Madre a quien buscaba… y junto a Ella, aquel que no le abandonó… el discípulo, el amado, el que se mantuvo firme hasta el final… y el que – en tu nombre y en el mío – recibió su mayor regalo, su mayor bien, su Madre… para ser también Madre de él… y Madre tuya… y Madre mía… y de todos los que dicen ser amigos y discípulos de Él…

Y llegó la Hora… ya todo se había cumplido, nada quedaba ya por hacer… sólo entregar el Espíritu al Padre… y expiró… se rasgó el velo del Templo y la tierra tembló… y al clavar en su costado la lanza, el soldado por fin en Él creyó… así, como nosotros, que cuando vemos que se ha ido… cuando vemos todo lo que ha hecho y lo que nos dejó… entonces le reconocemos… y nos arrepentimos… y queremos su perdón…

Lo bajaron de la Cruz… y José, el de Arimatea, le envolvió en una sábana y lo fueron a enterrar… le dijeron adiós… y mientras rodaban la piedra, el cansancio y la desesperanza, la sorpresa y la confusión… se iba haciendo presa de ellos… pero María… aquella que desde siempre creyó… aquella que todavía espera… y que nos invita a esperar… aquella que todavía aguarda… y que nos dice, “no hay por que dudar… es cosa de tres días… ¡confiad…!”
De Tengo sed de ti

jueves, 28 de marzo de 2013

No me mueve, mi Dios, para quererte

 
 
 No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


miércoles, 27 de marzo de 2013

En tus manos, Señor, pongo mi vida


En tus manos, Señor, pongo mi vida
con todas sus angustias y dolores;
que en ti florezcan frescos mis amores
y que halle apoyo en ti mi fe caída.

Quiero ser como cera derretida
que modelen tus dedos creadores;
y morar para siempre sin temores
de tu costado en la sangrienta herida.

Vivir tu muerte y tus dolores grandes,
disfrutar tus delicias verdaderas
y seguir el camino por donde andes.

Dame, Señor, huir de mis quimeras,
dame, Señor, que quiera lo que mandes
para poder querer lo que tú quieras. Amén.

-Himno de los Laudes, Liturgia de las Horas

LA PACIENCIA DE DIOS POR EL PAPA FRANCISCO



Reflexionar sobre la paciencia de Dios. La paciencia que Dios tiene por nosotros es reflejo de la infinita paciencia que Jesús tuvo hacia Judas. Esta fue la invitación de papa Francisco en la breve homilía que dio en la misa de hoy, en la capilla de la residencia Santa Marta, situada en el interior del Vaticano 

Lo indicó la Radio Vaticano, al comentar la misa cotidiana del santo padre, en donde se está alojando. 

El papa Francisco se inspiró en la escena del Evangelio de hoy, en el cual Judas critica la iniciativa de María, hermana de Lázaro, de ungir los pies de Jesús con trescientos gramos de precioso perfume. `Mejor habría sido --dijo Judas- venderlo y dar la ganancia a los pobres. 

Juan precisa en el Evangelio que a Judas no le interesaban los pobres sino el dinero que robaba. 

Y entretanto, observó el papa, “Jesús no le dijo: Tú eres un ladrón, sino que fue paciente con Judas, buscando atraerlo a hacia Él con su paciencia y con su amor”. 

Nos hace bien --agregó- en esta semana santa, meditar sobre la paciencia de Dios, la paciencia que el Señor tiene hacia nosotros, con nuestras debilidades y nuestros pecados”. 

Y sobre la estrofa de Isaías en la primera lectura el papa Francisco precisó que la paciencia de Jesús, que es la paciencia del mismo Dios. 

“Cuando se piensa en la paciencia de Dios, esto es un misterio”, dijo. Y añadió: “¡cuánta paciencia nos tiene!”. Y repitió: “como aquel padre que el Evangelio dice que vio de lejos al hijo que se había ido con todo el dinero de su herencia”. 

“¿Y por qué lo vio desde lejos?” Se preguntó el papa. “Porque todos los días iba a ver desde lo alto si su hijo volvía”. Esta, repitió Francisco, “es la paciencia de Dios, esta es la paciencia de Jesús”. Y concluyó: “Pensemos esta semana en una relación personal: “¿Cómo fue en mi vida la paciencia de Jesús conmigo? Solamente esto. Y entonces saldrá de nuestro corazón una sola palabra: “ ¡Gracias Señor, gracias por tu paciencia!”. 
Papa Francisco

lunes, 25 de marzo de 2013

Señor, tú sabes que te amo

Señor, tú sabes que te amo.

Aunque muchas veces me olvide verte en mis hermanos.
Aunque tú no seas siempre el centro de mi vida, ¡qué fácil es ponerse excusas, para mirar o otro lado que no seas Tú!. 
Aunque no dedique suficiente tiempo en hablar contigo, en mirarte, en darte gracias, en pedirte perdón...

Señor, tú sabes que te amo.

Aunque me hunda con frecuencia, olvidándome de que Tú estás alargándome tu mano para que yo la coja. 
Aunque muchas veces me puedan los problemas diarios, sin acordarme de que Tú estás ahí, a mi lado, apoyándome y amándome.
Aunque me abrumen mis defectos e imperfecciones, sin recordar que Tú me amas como soy, con mis defectos y mis virtudes.


Señor, tú sabes que te amo.

Aunque a veces me encuentre muy sola, pensando que nadie me comprende,  que no sé explicar lo que me pasa, y no dándome cuenta de Tú, mi Señor, conoces exactamente como soy y siempre, siempre estás a mi lado, comprendiéndome y sobre todo, amándome.

Señor, tú sabes que te amo.

Aunque esta Cuaresma no haya sido como deseaba, una verdadera Cuaresma de conversión.

Ayúdame, Señor, para que viva la Semana Santa contigo, a tu lado, acompañándote en esta semana que recuerda tu Pasión, Muerte y Resurrección, que pasaste por todos nosotros, pero también por mi.

H. de Carmen

domingo, 24 de marzo de 2013

Dos Papas orando juntos


Jesús dijo, «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo... en medio de ellos» (Mt 18, 19-20).

¿Imaginas la fuerza de esta oración...? Dos Papas, Francisco y Benedicto XVI, orando juntos por el bien del mundo y de la Iglesia... cuando Dios nos concede una gracia tan enorme es porque la prueba que se avecina es grande... unamos nuestras oraciones a las suyas... y pidámosle a Dios que su Santa Voluntad se realice sobre toda la Creación... DLB
 
 
 

Foto: Jesús dijo, «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 19-20).

¿Imaginas la fuerza de esta oración...? Dos Papas, Francisco y Benedicto XVI, orando juntos por el bien del mundo y de la Iglesia... cuando Dios nos concede una gracia tan enorme es porque la prueba que se avecina es grande... unamos nuestras oraciones a las suyas... y pidámosle a Dios que su Santa Voluntad se realice sobre toda la Creación... DLB!



 

Domingo de Ramos


Parece que todo nos anima a que sea un domingo de fiesta, los ramos, las palmas, los gritos de júbilo...y sin embargo la tradición nos sorprende en la santa misa de este día, relatándonos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
!Qué cercano estaba el día en que sería entregado a los sumos sacerdotes, a los grandes personajes y autoridades, Anás, Caifás, Pilato, Herodes y luego al mismo pueblo que ahora lo vitorea y más tarde pedirá su crucifixión.
 

Repasamos toda esta historia (que siempre es la misma, dirán algunos) pero que siempre es diferente según la medite nuestro corazón.
 


El Domingo de Ramos abre la puerta a la semana de los días más amargos, más crueles para el Dios que se hizo hombre por amor, por amor a rodos los hombres y en ese "todos" estaba yo.

La agonía en el Getsemaní, una oración al Padre con temblores de miedo, sus palabras "una tristeza en el alma hasta la muerte" y bajo el resplandor de la luna llena de Pascua, allá en el Huerto de los Olivos, nuestro Salvador postrado en tierra, se cubre de sudor y se llena de amarga soledad. Necesita la compañía de sus amigos, "velad conmigo" pero ellos se durmieron. 
 

Y después el beso que traiciona, la flagelación, las espinas, la cruz, los clavos en pies y manos, la lanza que penetra en su costado, la muerte. "Al que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros, como el propio pecado, para que, por medio de él, nosotros sintamos la fuerza salvadora de Dios" (Cor 5:21).


"El fue triturado por nuestros crímenes, sobre él descargó el castigo que nos sana" (Is 53:5).


Cristo se acerca al Padre en esa hora de redención, los pecados de la humanidad están sobre Cristo misteriosamente. El pecado es el rechazo a Dios. Cristo está entre los hombres de todos los tiempos y ese amor es rechazado, pisado. 


Hay que meditar sobre esto:


Yo soy la causa pero también el destinatario de la redención, soy el fin de la obra redentora de Cristo. 


Entremos pues, con la fe y la alegría del Domingo de Ramos, alabando a Jesús desde nuestros corazones, con la confianza y amor que es nuestro Señor, y preparándonos con la lectura de la Pasión, escuchando la Palabra de Dios (el mismo Dios que nos habla) para acompañar a Cristo en la Pasión, 
 

Y desde la cruz con nuestra Madre para todos los seres humanos. María que al pie de la cruz nos recibe como hijos que aunque algunas veces perdamos el rumbo, será nuestro faro de luz que nos conducirá amorosamente hasta su Hijo 
Ma. Esther de Ariño 

lunes, 18 de marzo de 2013

El corazón de Dios está lleno de misericordia para todos

El Papa indicó que “en este quinto domingo de Cuaresma, el Evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera, a la que Jesús salvó de la condena a muerte. Nos conmueve la actitud de Jesús: no escuchamos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino sólo palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión”.
 
“’Tampoco yo te condeno ¡Vete y ya no vuelvas a pecar!’ ¡Oh, hermanos y hermanas, el rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia!”, señaló.

“¿Habéis pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? ¡Eh, esa es su misericordia! Siempre tiene paciencia: tiene paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón contrito”.
 
“No olvidemos esta palabra: ¡Dios nunca se cansa de perdonarnos, nunca!”.
 
El Santo Padre indicó que “el problema es que nosotros nos cansamos de pedir perdón! Pero Él nunca se cansa de perdonar. Somos nosotros los que, a veces, nos cansamos de pedir perdón. Y no tenemos que cansarnos nunca, nunca”.
 
“Tenemos que aprender a ser más misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que ha tenido en sus brazos a la Misericordia de Dios hecho hombre”, concluyó, antes de rezar el Ángelus.
Al concluir la oración mariana, el Papa saludó a los fieles que colmaron la Plaza de San Pedro y agradeció “vuestra acogida y vuestra oración”.
“Os pido que recéis por mí. Renuevo mi abrazo a los fieles de Roma y lo extiendo a todos vosotros, que habéis venido de varias partes de Italia y del mundo, así como a aquellos que se unen a nosotros a través de los medios de comunicación”, dijo.
El Papa recordó que eligió el nombre “del santo patrono de Italia, San Francisco de Asís y esto refuerza mis lazos espirituales con esta tierra, de la que, como sabéis, es originaria mi familia”.
“Pero Jesús nos ha llamado a ser parte de una nueva familia: su Iglesia; esta familia de Dios, para caminar juntos por los caminos del Evangelio. ¡Que el Señor os bendiga y la Virgen os proteja! Y no os olvidéis de esto: El Señor nunca se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”, remarcó.
“Buen domingo y que os aproveche el almuerzo”, concluyó el Papa, recibiendo una intensa ovación de los fieles y peregrinos.
Del primer Ángelus del Papa Francisco

sábado, 16 de marzo de 2013

Francisco, a partir de hoy, yo trabajaré contigo

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¿Quién eres tú, Francisco I? ¿Por qué me sorprende tanto verte? ¿Por qué es tanta la expectativa a tu alrdedor? ¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Vas a trabajar?
Todas las mañanas, cuando llevo a mi hermana a la escuela, rezamos un Padrenuestro y luego un Ave María. No conozco muchas más oraciones, y de hecho, son esas las que más nos gustan, por su sencillez y su universalidad. Las puede rezar cualquiera.
Por eso, hoy que estaba en mi casa, viendo al nuevo Papa, sentí algo muy extraño cuando escogió rezar exactamente lo que yo, y millones de católicos rezamos a diario. Sentí algo muy extraño cuando me di cuenta que el nuevo Papa me estaba haciendo orar, no sólo gritar o vitorear su nombre. Sentí algo muy extraño cuando me pidió que yo, lo bendijera y pidiera por él, al igual que mis demás hermanos, antes incluso de darme la bendición. Sentí algo muy extraño al verlo salir sin tantos adornos, sencillo, con gestos no de celebridad, sino de siervo. Con una sonrisa que esconde tantos años de trabajo.
 

Y vaya, que hoy, sentí que a mis 23 años, cuanto me hace falta trabajar.

Bienvenido Francisco, a una Iglesia que está en crisis, pero que lo ha estado desde el primer día que fue instituida y que lo estará hasta el día que se termine el mundo. Bienvenido a un mundo que te atacará, lleno de gente que no piensa como tú, y gente que odia lo que tu crees. Bienvenido a un pueblo que te juzgará, inclusive dentro de tu misma casa. Bienvenido al trabajo.
 
Hoy Francisco, quiero trabajar contigo. Quiero seguir tu ejemplo, quiero quitarme mis adornos y salir por el balcón a servir a la gente. Quiero lanzarle una sonrisa al mundo. A los que esperan mucho de mí, poco, o nada, quiero servirlos a todos. A los que no opinan como yo, quiero servirlos. A los que he lastimado o lastimaré, quiero servirlos. Quiero trabajar contigo desde mi hogar, en las cosas que puedo hacer desde hoy. No quiero imponer mi opinión religiosa, quiero compartir la verdad: que todos somos hermanos. Que el amor, nos ama. Que ese amor es un Padre.
 
Hoy Francisco, quiero ser el último en la fila. Quiero ser el del último lugar del estacionamiento, y el último en servirse de comer. Quiero poder superar mis miedos y vencer mis malos hábitos, pero además quiero pasar desapercibido. Quiero que la gente se de cuenta que mi Iglesia no está para conquistar al mundo, sino para servirle. Quiero que Evangelizar a todos los pueblos, se traduzca en caridad para todas las naciones.
 
Y se que tú trabajarás conmigo. Se que no estoy sólo porque el representante de mi Iglesia se despertará todos los días muy temprano para trabajar. Se que orarás y contemplaras, y al mismo tiempo actuarás. Se que te haces de cocinar todos los días. Se que viajabas en metro en tu país. Se que naciste de padres humildes. Y se que no flaquearás. Se que te atacaran, igual que todos los días nos ataca nuestra pena cuando decimos ante un público tan tímidamente: ‘somos católicos’.
 
Hoy salgo de ese balcón y le grito al mundo que soy católico, no porque quiera presumirlo, y tampoco porque quiera demostrar un punto. Lo hago porque el mundo necesita que me deje de dar pena decir que voy a servirlo. Me acordaré que soy católico la próxima vez que me de flojera hacer mi trabajo. La próxima vez que quiera mentirle a un cliente. La próxima vez que quiera copiar en un examen. Me acordaré también cuando en una fiesta ofrezcan droga, esa que a tantas familias destruye. Me acordaré el día que me asalten, o me secuestren y tenga que perdonar a los que me ofenden. Me acordaré el día que me insulten o critiquen y tenga que preocuparme por ellos. Me acordaré que soy católico el día que ya no quiera ver a mi familia, o el día que prefiera divertirme en lugar de ir a un evento de mi hermana. Me acordaré que existes tú Francisco, como tantos antes de ti, que también tuvieron que luchar contra si mismos. Que también tuvieron que aguantar tanto. Que también tuvieron que trabajar tanto.

Hoy salgo de ese clóset en el que vivo cada que me da pena compartir un estado de facebook donde se mencione a Dios. Hoy salgo de esa ignorancia tan palpable en mi vida donde no conozco nada de mi religión. Hoy me doy cuenta que no soy católico porque sea el mejor. Hoy me acuerdo que Jesús vino a sentarse con prostitutas e hipócritas y por eso mismo está sentado en mi vida.
Hoy Francisco, te agradezco por aceptar el papado, te agradezco que te rieras. Te agradezco que salieras tan humilde, que te inclinaras para ser bendecido por tus fieles. Te agradezco que recordaras al Papa pasado. Te agradezco que hables mi idioma, y que te guste el fútbol. Te agradezco que hoy, me hayas puesto a rezar un Padrenuestro y un Ave María. Porque así de sencillo, hoy me has abierto los ojos.
Francisco, a partir de hoy, yo trabajaré contigo.

De, Aquí estoy. OEHD

viernes, 15 de marzo de 2013

EL PAPA FRANCISCO SALIENDO DEL CÓNCLAVE


He aquí un lindo hallazgo: el Papa Francisco saliendo del Cónclave. Compartimos también un poco de sus enseñanzas del día de hoy:

“Valor, hermanos: Probablemen
te la mitad de nosotros está en la vejez. Y la vejez, se dice, es la sede la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús. Demos esta sabiduría a los jóvenes: como el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor: demos a los jóvenes la sabiduría de la vida”

“como tantas veces, con sus enseñanzas y, por último, con su gesto valeroso y humilde, nos ha recordado Benedicto XVI, es Cristo el que guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza que vivifica y une hace un sólo cuerpo de muchos: el Cuerpo místico de Cristo”.

“No cedamos nunca al pesimismo, a la amargura que el diablo nos propone cada día -exclamó- no cedamos al desaliento. Tenemos la firme certeza que el Espíritu Santo da a la Iglesia, con su hálito potente, el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra. La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde al deseo profundo de la existencia humana anunciando de forma convincente que Cristo es el único Salvador de toda la persona y de todos los seres humanos. Este anuncio es tan válido hoy como lo fue al principio del cristianismo cuando tuvo lugar la gran expansión misionera del Evangelio”.

"Ahora vuelvan a sus sedes para continuar con su ministerio, enriquecidos por la experiencia de estos días, tan cargados de fe y de comunión eclesial. Esa experiencia, única e incomparable, nos permitió comprender en profundidad la belleza de la realidad eclesial, que es un reflejo del esplendor de Cristo resucitado: Un día miráremos el hermoso rostro de Cristo resucitado”.

"Tengo sed de Ti"

jueves, 14 de marzo de 2013

Primeras palabras del nuevo Papa, Francisco I


"Hermanos y Hermanas, ¡Buenas Noches!" 

"Sabéis que el deber del Conclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo... Pero estamos aquí... Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo: ¡Gracias! Y antes que nada, querría hacer una oración por nuestro Obispo Emérito, Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, para que el Señor le bendiga y la Virgen lo custodie. " 

(Se ha rezado el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria) 

"Y ahora, empezamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: los unos por los otros. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Os deseo que este camino de la Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructuoso para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. " 

"Y ahora querría dar la bendición, ... Pero antes, antes, os pido un favor: antes de que el obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis al Señor para que me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mi. " 

"Ahora os doy la bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad." 

"Hermanos y hermanos os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezar por mi y hasta pronto. Nos veremos pronto: mañana quiero ir a rezar a la Virgen, para que custodie a toda Roma. Buenas noches y que descanséis!" 

Ceremonial de la Iglesia


En solemnidad y espectacularidad, nada como el ceremonial de la Iglesia Católica. Todo está medido desde siglos atrás. El niño que canta en la escolaní a es el mismo niño que lo mismo hacía y en el mismo lugar en el siglo XVII o XVIII. Cónclave. Elección del Sumo Pontífice, con llave.


Fórmula impuesta por el Papa Gregorio X, elegido Papa en 1271. Tres años tardaron los cardenales en decidirse, y el pueblo de Viterbo, harto de esperar, encerró con llave a los príncipes de la Iglesia, y los tuvo a pan y agua durante semanas. Para hacerlos más sensibles y receptivos a la inspiración divina, desmontaron el techo de la iglesia, y los cardenales no soportaron el hambre ni el frío, y al fin se decidieron. Más de tres años de
Sede Vacante. Le gustó la idea a Gregorio X y nacieron los cónclaves. La elección de un nuevo Papa es un misterio prodigiosamente dibujado por la tradición y la ceremonia. Tradicionalmente fallan los vaticinios y las encuestas. Y el resultado de las deliberaciones e inspiraciones del encierro bajo llave es tan grandioso, que los más entusiastas seguidores del Cónclave, al menos en España, son los ateos, los agnósticos y los laicos.

Ellos son los que analizan los pormenores de cada cardenal, sus virtudes y defectos, su preparación teológica y sus posibilidades. A los católicos no nos afecta tanto, porque aceptamos de buen grado al nuevo Papa sin preguntarnos demasiado los motivos de su elección.
Este Cónclave tiene un interés especial, histórico. Es el primero en setecientos años que se celebra con el anterior Papa vivo. Está en Castelgandolfo, sin la esclavina, sin los zapatos rojos, recluido en la oración. También la muerte de un Papa guarda toda la grandeza de la
tradición. La ventana cerrada que de golpe se abre y la luz de la habitación se ilumina, y el anuncio a las decenas de miles de fieles que siguen, desde la Plaza de San Pedro, los pulsos de la agonía. «Su Santidad el Papa ha vuelto a su Señor». En este Cónclave, el Papa se ha ido, sencillo y agotado, a pedirle al Señor un sucesor más vigoroso, más fuerte, más dispuesto a expulsar de la Iglesia a «ese Mal que también está entre nosotros».


Más de seis mil enviados especiales. Alguna importancia tendrá esa elección que a tantos les produce risa y distancia. Se juntan los informadores venidos de todo el mundo, y los llamados vaticanistas, los expertos, los que viven el día a día de la Santa Sede, y que acostumbran a ser los que más se equivocan y yerran en sus vaticinios. Ya se ha oído el «todos fuera», el «extra omnes», y hoy, con bastante probabilidad, puede subir por el cielo deRoma ecónclaves anteriores. Todos los expertos valorando los pros y los contras y en un colegio, una niña de pocos años desvelando el Misterio.
Lo he oído en la emisión de la Misa retransmitida por Telemadrid. En una clase, el profesor ha preguntado a los alumnos acerca del nuevo Papa. ¿Quién será el nuevo Papa? Y una niña ha respondido inmediatamente. «El que se sepamejor a Jesús». Otro niño ha levantado la mano, y el profesor le ha
preguntado. ¿Y  qué pasa si hay dos cardenales qe se saben igual de bien a Jesús? Y el niño ha respondido: «Entonces hay que jugárselo tirando una moneda. A cara o cruz». ¿Y quién gana, el que elija cara o el que elija cruz?
«El que elija cruz. Sale cruz seguro».
Lección de Teología.

sábado, 9 de marzo de 2013

Oración por los miembros de la parroquia que están haciendo ejercicios espirituales


Este fin de semana, algunos miembros de nuestra parroquia están haciendo ejercicios espirituales y el fin de semana 23 - 24 los realizarán un grupo de jóvenes.

Recemos al Espíritu Santo para que estos días de recogimiento y de encuentro más cercano e intenso con el Señor, sean muy fructíferos, vengan totalmente renovados y llenos del Amor de Dios.

VEN, ESPÍRITU SANTO


Ven, Espíritu Santo,
y envía del Cielo
un rayo de tu luz.


Ven, padre de los pobres,
ven, dador de gracias,
ven luz de los corazones.

 Consolador magnífico,
dulce huésped del alma,
su dulce refrigerio.


Descanso en la fatiga,
brisa en el estío,
consuelo en el llanto.
 
¡Oh luz santísima!
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.


Sin tu ayuda,
nada hay en el hombre,
nada que sea bueno.

 Lava lo que está manchado,
riega lo que está árido,
sana lo que está herido.


Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está frío,
endereza lo que está extraviado.

Concede a tus fieles,
que en Ti confían
tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales la felicidad eterna.

Espíritu Santo que velas por tu Iglesia


Espíritu Santo que velas por tu Iglesia,
Templo del Espíritu Santo:
te pedimos que guardes en tu amor
a nuestro Papa emérito, Benedicto XVI,
para que siga sirviendo con su oración
al Pueblo de Dios.


Te rogamos especialmente
que derrames tus dones, tu gracia, tu luz y tu amor
sobre los Cardenales del mundo entero
reunidos en Cónclave para elegir al nuevo Obispo de Roma,
Sucesor de Pedro, Siervo de los siervos de Dios.
Escucha oh Dios nuestra oración:


que el nuevo Santo Padre
sea amado y escuchado por todos los cristianos;
y que nosotros,
sintiendo la responsabilidad de no dejarle solo,
le ayudemos con la santidad de nuestras vidas,
en la apasionante tarea de llevar a Cristo
hasta el último rincón del mundo
en la Nueva Evangelización
a la que hemos sido convocados.


Ayúdanos en este tiempo de gracia,
a orar con fervor,
a santificar nuestro trabajo de cada día,
a cultivar la gracia de Dios en nuestra vida
–especialmente en el Sacramento de la Confesión y en la Santa Misa-
para poder acoger en el amor
al nuevo Vicario de Cristo.
Unidos con la Virgen María,
oramos ya por el nuevo Pontífice
poniéndolo bajo su maternal amparo.
“Todos con Pedro, a Jesús por María”
Amén.

viernes, 8 de marzo de 2013

La soledad



Hay dos tipos de soledad... 
por ejemplo, está la soledad de quien se aparta de todo para estar consigo mismo y entrar en el silencio del corazón... 
esa soledad es necesaria para escuchar la voz de Dios hablándonos en nuestro interior... 
y esa es la soledad que buscaba Jesús cuando se apartaba de sus discípulos en la madrugada para sumergirse en una oración profunda con el Padre...

Pero hay otra clase de soledad que es dolorosa y nos hace sufrir... 
es la soledad de no sentirse amado... 
de creer que no le importamos a nadie... 
que somos invisibles para quienes nos rodean... 
o peor aún, que nos rechazan o desprecian... 
esa es la soledad que sintió Jesús en la cruz... 
donde aquellos que por tres años le siguieron, escuchando sus palabras y viendo los signos que realizaba... 
cuando llegó el momento de la prueba le dejaron solo... 
más aún, la soledad de haber cargado sobre sí los pecados de todos los hombres... 
que por un instante le hicieron sentir hasta la soledad de estar apartado del Padre...

Hoy te invito a orar por todos aquellos que se sienten solos en este momento... 
pidiéndole al Señor que derrame su Amor en sus corazones y les permita experimentar el abrazo de un Dios cercano, que estuvo dispuesto a dar su vida por ellos...
De "Tengo sed de Ti"

Renuncia de Benedicto XVI

Un interesante artículo de la revista Criterio

Editorial: Los caminos que abre una renuncia

por Consejo de redacción ·
¿Por qué sorprendió tanto la renuncia de Benedicto XVI si se había expresado más de una vez sobre esa posibilidad, que además está contemplada en el Código de Derecho Canónico? Acaso por la relevancia histórica que significa tomar una decisión que atañe a la praxis y a la concepción misma del ejercicio de la autoridad del pontífice en la Iglesia católica. También sorprendió la distancia que separa el final de los dos últimos papados; Juan Pablo II jamás había contemplado esta posibilidad: “Sólo si Cristo se hubiera bajado de la cruz, yo tendría derecho a renunciar”. Los argumentos de Benedicto XVI son quizás más cercanos a la mentalidad contemporánea, y marcan un cambio radical para la Iglesia: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”. Y señaló que “en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu”. El acento está puesto en el análisis racional de sus fuerzas y en su conciencia. Este Papa que no ha temido mostrar su debilidad, decidió ahorrarnos una repetición de la etapa final tan larga como preocupante de su antecesor, pero no se ha bajado de la cruz sino que ha sabido discernir y abrazar la cruz que hoy se le presenta.
Resulta parcial un análisis meramente sociológico o político del trascendental gesto. Se nos impone una apertura al misterio de la gracia, a la significación espiritual y teológica del paso emprendido por Benedicto XVI. Ciertamente la Iglesia es susceptible de ser considerada como otras instituciones, con sus razones y sus conflictos, con sus tradiciones y sus circunstancias políticas, pero no deberíamos perder de vista su íntimo carácter religioso.

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jueves, 7 de marzo de 2013

EL HIJO PRÓDIGO POR BENEDICTO XVI


Queridos hermanos y hermanas:

En este cuarto domingo de Cuaresma se proclama el Evangelio del padre y de los dos hijos, más conocido como parábola del "hijo pródigo" (Lc15,11-32). 

Este pasaje de san Lucas constituye una cima de la espiritualidad y de la literatura de todos los tiempos. En efecto, ¿qué serían nuestra cultura, el arte, y más en general nuestra civilización, sin esta revelación de un Dios Padre lleno de misericordia? 

No deja nunca de conmovernos, y cada vez que la escuchamos o la leemos tiene la capacidad de sugerirnos significados siempre nuevos. Este texto evangélico tiene, sobre todo, el poder de hablarnos de Dios, de darnos a conocer su rostro, mejor aún, su corazón.

Desde que Jesús nos habló del Padre misericordioso, las cosas ya no son como antes; ahora conocemos a Dios: es nuestro Padre, que por amor nos ha creado libres y dotados de conciencia, que sufre si nos perdemos y que hace fiesta si regresamos. 

Por esto, la relación con él se construye a través de una historia, como le sucede a todo hijo con sus padres: al inicio depende de ellos; después reivindica su propia autonomía; y por último —si se da un desarrollo positivo— llega a una relación madura, basada en el agradecimiento y en el amor auténtico.

En estas etapas podemos ver también momentos del camino del hombre en la relación con Dios. Puede haber una fase que es como la infancia: una religión impulsada por la necesidad, por la dependencia. A medida que el hombre crece y se emancipa, quiere liberarse de esta sumisión y llegar a ser libre, adulto, capaz de regularse por sí mismo y de hacer sus propias opciones de manera autónoma, pensando incluso que puede prescindir de Dios. Esta fase es muy delicada: puede llevar al ateísmo, pero con frecuencia esto esconde también la exigencia de descubrir el auténtico rostro de Dios. Por suerte para nosotros, Dios siempre es fiel y, aunque nos alejemos y nos perdamos, no deja de seguirnos con su amor, perdonando nuestros errores y hablando interiormente a nuestra conciencia para volvernos a atraer hacia sí. 

En la parábola los dos hijos se comportan de manera opuesta: el menor se va y cae cada vez más bajo, mientras que el mayor se queda en casa, pero también él tiene una relación inmadura con el Padre; de hecho, cuando regresa su hermano, el mayor no se muestra feliz como el Padre; más aún, se irrita y no quiere volver a entrar en la casa. Los dos hijos representan dos modos inmaduros de relacionarse con Dios: la rebelión y una obediencia infantil. Ambas formas se superan a través de la experiencia de la misericordia. Sólo experimentando el perdón, reconociendo que somos amados con un amor gratuito, mayor que nuestra miseria, pero también que nuestra justicia, entramos por fin en una relación verdaderamente filial y libre con Dios.

Queridos amigos, meditemos esta parábola. Identifiquémonos con los dos hijos y, sobre todo, contemplemos el corazón del Padre. Arrojémonos en sus brazos y dejémonos regenerar por su amor misericordioso. Que nos ayude en esto la Virgen María, Mater misericordiae
Benedicto XVI

martes, 5 de marzo de 2013

Tiempo de oración por la Iglesia

En este tiempo todas las miradas de los fieles católicos se dirigen a Roma, la sede del sucesor del Apóstol San Pedro.

Después que Simón Pedro confesó su fe en Jesús: "Tú eres el Mesías, el  Hijo de Dios vivo", Jesús le dijo: "¡Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrocará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y, lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 16-19)

Como en otros textos bíblicos el cambio de nombre indica la encomienda de una tarea o de una misión. Jesús cambia a Simón este nombre por el de "Pedro", que traduce del arameo Kefas y quiere decir "Roca". De este modo señala la construcción de una casa o templo, de una nueva comunidad, en la que Pedro, discípulo de Jesús, va a tener un papel fundamental. Este papel se describe con la expresión "atar y desatar" y la imagen de "las llaves".

El Papa Benedicto XVI ha sido el sucesor de Pedro en Roma. Él mismo ha declarado públicamente su renuncia. Es tiempo de orar por él, por su sucesor y por toda la Iglesia.
Elías Yanes
Arzobispo Emérito de Zaragoza

lunes, 4 de marzo de 2013

El Sacramento de la Penitencia


El grito de Cristo sigue vivo hoy como hace 2000 años: Convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1,15).

La escucha de esa invitación se concreta de modo particular en un sacramento que tiene un papel clave para la vida cristiana: el sacramento de la penitencia.

Lo explicaba el Papa Benedicto XVI en un discurso pronunciado el 9 de marzo de 2012. Tras preguntarse en qué sentido la confesión sacramental es el camino para la nueva evangelización, respondía:

"En primer lugar, porque la nueva evangelización toma su linfa vital de la santidad de los hijos de la Iglesia, del camino diario de conversión personal y comunitaria para conformarse de modo cada vez más profundo a Cristo. Y existe una estrecha trabazón entre santidad y sacramento de la reconciliación, testimoniada por todos los santos de la historia".

En la confesión, continuaba el Papa, "el pecador arrepentido, por la acción gratuita de la misericordia divina, es justificado, perdonado y santificado, abandona el hombre viejo para revestirse del hombre nuevo".

Desde la renovación que produce la gracia es posible vivir y transmitir el Evangelio. Lo había dicho ya el beato Juan Pablo II, en la Carta apostólica "Novo millennio ineunte" (n. 37), al recordar cómo el sacramento de la penitencia permite redescubrir el rostro misericordioso de Cristo. Lo repite su sucesor, Benedicto XVI, que no duda en gritar, en el discurso antes citado: "Por lo tanto, ¡la nueva evangelización inicia también desde el confesionario!"

Son palabras que muestran la urgencia de una pastoral más viva, más convencida, más creyente, de un sacramento que permite el encuentro entre la necesidad del hombre herido por el pecado y la gracia salvadora de un Dios que busca a cada uno de sus hijos. Son palabras que abren un horizonte magnífico a la nueva evangelización, que será posible sólo desde corazones convertidos y curados gracias a ese milagro de la misericordia que se produce en cada confesión bien hecha.

P. Fernando Pascual