martes, 24 de octubre de 2017

Bajo tu manto, Virgen de la Almudena



La imagen de la Virgen de la Almudena que tenemos hoy es de finales del siglo XV, y así se la contempló hasta el año 1640, en el que la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV de Austria, le donó su manto real. Así estuvo desde ese momento hasta el año 1890, en el que el cardenal Sancha, obispo de Madrid, ordenó de acuerdo con la Academia de Bellas Artes que se dejase a la imagen libre de vestimentas y se contemplase tal como era.
No está tan lejano el tiempo en que nuestras abuelas contemplaban a la Virgen vestida con sus mantos, según la podemos ver en los grabados del siglo XVIII y XIX que tenemos en el Museo Catedral.
Siguiendo el ejemplo de la reina Isabel, otras reinas y las damas de la corte fueron donando distintos vestidos y mantos así como joyas que enriquecían la imagen. La mayor parte procedían del juramento o toma de almohada que hacían la nuevas damas que entraban a formar parte del servicio de la reina; como era la ceremonia más importante en la vida de una dama, se ponían sus mejores galas y luego las donaban a la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid.
Entre los mantos que conservó la Real Esclavitud cabe destacar el de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, realizado en tisú de seda con piedras y abalorios que donó en el año 1786 siendo princesa de Asturias; también el de la reina María Josefa Amalia de Sajonia, esposa de Fernando VII, realizado en raso bordado con guirnaldas de flores de azahar en oro; y los donados por la reina María Cristina de Borbón, también esposa de Fernando VII, realizados en tisú de plata y en tisú de oro con lazos azules. La reina Isabel II donó en el año 1854 un espectacular manto de raso de seda bordado en oro, que lucía la Virgen el día de su fiesta.
La camarera o encargada de vestir a la Virgen fue siempre una noble con grandeza de España y se seguía todo un ritual, que comenzaba en el palacio de la camarera, saliendo al frente de su servicio que llevaba las vestimentas necesarias así como las joyas y el manto con el que correspondía vestir a la imagen. El manto seguía los tiempos litúrgicos y cambiaba de color según estos. Hoy en día, el día de su fiesta, la imagen lleva por la parte trasera un manto distinto cada año, para que sea contemplado por el pueblo de Madrid que sale a venerar a su patrona.
Jesús Junquera
Alfa y Omega

24 de octubre: san Antonio María Claret, arzobispo y fundador


Muy cercano a nuestra época, el último confesor regio, precisamente el confesor de la reina Isabel II que bien debía necesitarlo, es uno de esos hombres especiales; quiso y supo ser fiel a sus principios y a su ministerio; no hizo política, pero la proximidad con el centro de la corte isabelina le hizo ser considerado como motor de la política nacional que no le perdonaron los políticos contrarios. Tanto que la historia y la literatura actuales aún no han sido capaces de independizarse totalmente de la ponzoña y detrito que arrojaron las calumnias sobre su persona.
Pero su vida es mucho más rica que el período madrileño.
Antonio Adiutorio Juan nació en Sallent (Barcelona) en 1807 y lo bautizaron al día siguiente. Luego añadiría el nombre de María a su nombre porque la Santísima Virgen estuvo en el comienzo, en el desarrollo y en el culmen de toda su vida. Aprendió el oficio de su padre que tenía un telar; y adquirió tal experiencia que llegaron a proponerlo como director de fábricas textiles, cuando solo había cumplido los veinte años, porque además de su conocimiento sin secretos, hablaba con soltura francés e inglés. Pero cambió el telar por los latines.
Con veintidós años se replanteó su antiguo deseo de entrega y se sentó en los bancos junto a los pequeños alumnos del seminario de Vich. El 13 de junio de 1835 se ordenó sacerdote y lo nombran párroco de Sallent. Luego va a Roma al Colegio de Propaganda Fide, pero ingresa en el noviciado de los jesuitas y regresa a España.
Pasa siete años en correrías apostólicas por el nordeste peninsular, predicando de seis a ocho horas diarias y confesando a miles de personas, siempre sin cobrar un céntimo. Adquiere fama y hay conversiones sinceras. Cuentan sus biógrafos que no le agradaba esta labor al demonio que más de una vez intentó acabar con él con desprendimiento de piedras y por fuego, pero que la Virgen velaba por él.
El éxito apostólico en el año que estuvo en Canarias en 1848 es de apoteosis, llegando a no bastar los templos para albergar a la gente que quiere oírle y tiene que hacerlo repetidas veces en las plazas públicas o a la orilla del mar.
De nuevo en la península, pone por obra su antiguo sueño de fundar algo que favorezca el apostolado misionero, en torno a la Virgen y según él lo entendía. En el seminario de Vich, reunido con siete sacerdotes, funda la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón de María, vulgo claretianos, el 16 de julio de 1849.
Nombrado inesperadamente arzobispo de Santiago de Cuba al mes siguiente, tienen que obligarlo para aceptar, porque lo que él pretende es asentar la nueva fundación, dotarla de los instrumentos jurídicos adecuados y continuar con la pastoral de la predicación.
En la isla caribeña continúa sus correrías apostólicas con predicaciones abundantes, llegó a culminar cuatro visitas pastorales a su diócesis, se preocupó de organizar la instrucción de sus fieles, arregló gran cantidad de matrimonios amancebados y sofocó más de una revuelta popular solo con la predicación de los principios de caridad cristiana. Pero son tiempos de levantamientos y revoluciones; al fin y al cabo él, aunque arzobispo, procede de España y están presentes intereses extranjeros. No le faltaron persecuciones, como la de Holguín, en donde le apuñalaron; pero perdonó a su agresor, lo sacó de la cárcel y aun le pagó el pasaje a su país.
La reina lo manda llamar en 1857 sin decirle el motivo. Lo nombra su confesor; solo accede con la condición doble de no estar obligado a residir en palacio y no verse impedido para su ministerio.
Fueron diez años en los que alternó la presencia oficial en los actos públicos de palacio con tandas de ejercicios espirituales a todo tipo de personas, publicaciones, mucho confesonario, y respuesta personal a las más de cien cartas diarias que recibe. También saca tiempo para el hobby de un empedernido lector.
La calumnia anticlerical azuzada por los opuestos al régimen se ceba en él. Artículos de periódicos, libros escritos bajo su nombre, teatro, revistas, panfletos, hojas volanderas y hasta en las cajas de fósforos van dejando una calumnia baja y soez, sistemáticamente programada contra su persona. Toda la trama termina con el destierro de la reina Isabel II y el suyo propio.
Desde Francia se traslada a Roma al concilio Vaticano I en donde intervino como defensor firme e incondicional de la infalibilidad del Sumo Pontífice. A su regreso murió en la abadía cisterciense de Carcasona el 24 de octubre de 1870. Luego, los Misioneros trasladaron sus restos a su iglesia de Vich.
Lo canonizó el papa Pío XII el 7 de mayo de 1950. Es el primer santo del concilio Vaticano I.
Aunque fue un formidable catequista de la pluma, taumaturgo, fundador, vidente y apóstol infatigable, no se vio libre de la persecución, de la calumnia, de los atentados y del destierro. Ser fiel a Dios en el resbaladizo terreno del poder, tan discutido y frecuentemente corrupto, tiene sus riesgos.
Archimadrid.org

El Papa denuncia la inseguridad y restricción de derechos en Tierra Santa



Francisco ha recibido a Teófilo III, patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén. Si en esta ciudad no se convive respetando el “status quo”, ha pronosticado, «continuará la interminable espiral de sufrimiento»
El Papa Francisco ha reiterado este lunes su petición a todos los implicados en el conflicto palestino-israelí «que intensifiquen sus esfuerzos para lograr una paz estable basada en la justicia y en el reconocimiento de los derechos de todos».
Al recibir en audiencia a Teófilo III, patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, el Pontífice ha lamentado que «la incertidumbre de la situación y la falta de entendimiento entre las partes continúa creando inseguridad, la restricción de derechos fundamentales y la huida de muchos de su tierra».
Por ello, ha rechazado toda violencia, discriminación o intolerancia contra los fieles y los lugares de culto judíos, cristianos y musulmanesJerusalén, «cuyo “status quo” debe ser defendido y preservado, debería ser un sitio donde todos puedan vivir juntos en paz; de lo contrario, la interminable espiral de sufrimiento continuará para todos», ha insistido.
La contribución cristiana
Para el Pontífice, es fundamental que los miembros de las distintas comunidades cristianas «sigan siendo reconocidos como parte integral de la sociedad y que, como ciudadanos y creyentes, puedan continuar contribuyendo sin descanso al bien común y la expansión de la paz» y la reconciliación.
Este papel, ha matizado, solo se realizará si hay armonía entre las distintas iglesias. En dicha cooperación entre iglesias, debe ser una prioridad apoyar a las familias y jóvenes cristianos para que no emigren.
Avanzar hacia la unidad plena
Con todo, más allá de la colaboración, el Papa ha subrayado su deseo de que se siga avanzando en el camino hacia la unidad plena. «No es posible cambiar el pasado, pero, sin olvidar las graves faltas de caridad a lo largo de los siglos, miremos a un futuro de reconciliación plena y comunión fraterna».
No hacerlo hoy sería incluso más grave que en el pasado, porque ignoraría tanto la llamada de Cristo como «los signos de los tiempos que el Espíritu siembra en el camino de la Iglesia».
Agradeciendo la acogida a él mismo y al patriarca de Constantinopla Bartolomé durante su visita a Tierra Santa en mayo de 2014, Francisco ha reconocido que «todavía me conmuevo cuando pienso en nuestro momento de oración en el edículo de la tumba vacía».
Su reciente restauración, en la que han colaborado ortodoxos, católicos y armenios, «no ha asegurado simplemente la integridad de un monumento histórico, sino ha permitido que la tumba vacía continúa testificando que “Ha resucitado; no está aquí”».
Alfa y Omega

El Seminario Conciliar acoge el Encuentro Diocesano de Niños este sábado



El Encuentro Diocesano de Niños (EDN) es un acontecimiento anual en el que niños y niñas de todas las parroquias, colegios, movimientos, asociaciones... se juntan para celebrar su identidad de ser Iglesia diocesana.
A lo largo de estos años son muchos los niños que han participado en estos encuentros. Y muchos de esos niños y niñas son hoy jóvenes comprometidos con la Iglesia, y participan en sus parroquias o en distintos movimientos y asociaciones.
El principal objetivo de la Delegación de Infancia y Juventud al convocar esta actividad es que los niños de Madrid vean que existen otros como ellos que también quieren ser amigos de Jesús en la escuela de María.
Este año, el Encuentro Diocesano de Niños tiene como lema Hijos de María. Con él se pretende hacer partícipes a los niños de Madrid del gran acontecimiento del centenario de las apariciones de la Virgen María en Fátima, para que de su mano se acerquen más a Jesús. Se desarrollará este sábado, 28 de octubre, de 10:30 a 17:30 horas, en el Seminario Conciliar (c/San Buenaventura, 9). Por la mañana se realizarán diversas actividades y dinámicas con los niños. Por la tarde, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, celebrará la Eucaristía.
Destinatarios
Como otros años, el EDN está pensado para niños en edad catequética según el plan diocesano actual: niños de 3º a 6º de Primaria.
La inscripción se hha realizado por grupos (parroquias, asociaciones, movimientos, etc.). La fecha tope para apuntarse era el domingo 22 de octubre.
Previamente, el lunes 16 de octubre hubo una reunión informativa de los responsables de los grupos inscritos. Se celebrará a partir de las 19.00 en los salones de la Delegación (Plaza San Juan de la Cruz, 2 B-1ª planta).
Voluntarios
La Delegación de Infancia y Juventud invita a los jóvenes a participar en este encuentro, con el fin de ayudar a hacer más rica la experiencia y seguir abriendo caminos de comunión.
Los que quieran participar como voluntarios pueden enviar un mail a deleju@archimadrid.es indicando el grupo de pertenencia. La reunión de formación para los voluntarios será este miércoles, 25 de octubre.
Infomadrid

COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (12,35-38) POR EL PAPA FRANCISCO:




Jesús invita a sus discípulos a ser como los siervos que esperan vigilantes el regreso del señor de las bodas. ¿Pero quién es ese dueño y señor que viene de la fiesta de bodas, a altas horas de la noche? La respuesta la da Jesús mismo: «Soy yo, que he venido para servirte».

Jesús —lo confirma también san Pablo en la Carta a los Efesios (2, 12-22)— es Aquel que «vino a servir, no a ser servido». Y el primer regalo que hemos recibido de Él es el de una identidad. Jesús nos ha dado una ciudadanía, la pertenencia a un pueblo, nombre, apellido. El apóstol recuerda a los paganos que cuando estaban sin Cristo estaban «excluidos de la ciudadanía»: Sin Cristo no tenemos una identidad.

Gracias a Él, en efecto, pasamos de estar divididos a convertimos en un «pueblo». Éramos enemigos, sin paz, aislados, pero Jesús con su sangre nos unió. San Pablo escribe en la Carta a los Efesios: «Él es nuestra paz; el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba». Todos sabemos que cuando no estamos en paz con las personas, hay un muro que nos divide. Pero gracias a Jesús podemos encontrarnos.

De pueblo disgregado, compuesto por hombres aislados los unos de los otros, Jesús con su servicio nos acercó a todos, nos hizo un solo cuerpo. Y lo hizo reconciliándonos a todos en Dios. Así, de enemigos llegamos a ser amigos, y de «extraños» ahora podemos sentirnos «hijos».

La condición para llegar a ser «conciudadanos de los santos» es tener la confianza en el regreso del señor de las bodas, en el regreso de Jesús. Es necesario esperarlo y estar siempre preparados: Quien no espera a Jesús, cierra la puerta a Jesús, no le deja hacer esta obra de paz, de comunidad, de darnos ese nombre que nos recuerda lo que realmente somos: hijos de Dios.

Por eso, el cristiano es un hombre o una mujer de esperanza, porque sabe que el Señor vendrá. Y cuando esto suceda, aunque no sabemos el día ni la hora, no querrá encontrarnos aislados, enemigos, sino como Él nos ha hecho gracias a su servicio: amigos, vecinos, en paz.

Es importante preguntarse: ¿Cómo espero a Jesús?. Pero sobre todo: ¿Espero o no espero a Jesús? Muchas veces, en efecto, también nosotros cristianos nos comportamos como paganos y vivimos como si nada debiera suceder. 

Tenemos que estar atentos a no ser como el egoísta pagano, que actúa como si él mismo fuera un dios y piensa: yo me las apaño solo. Quien actúa de esta manera acaba mal, termina sin nombre, sin cercanía, sin ciudadanía. 

En cambio, cada uno de nosotros se debe preguntar: ¿Creo en esta esperanza de que Él vendrá?. Y aún más: ¿Tengo el corazón abierto, para oír el ruido cuando toca a la puerta, cuando abre la puerta?
(De la homilía en santa Marta el 21 de octubre de 2014)

EVANGELIO DE HOY: ESTEMOS PREPARADOS PARA CUANDO LLEGUE EL SEÑOR



Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,35-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. 

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

Palabra del Señor