martes, 24 de octubre de 2017

El Papa denuncia la inseguridad y restricción de derechos en Tierra Santa



Francisco ha recibido a Teófilo III, patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén. Si en esta ciudad no se convive respetando el “status quo”, ha pronosticado, «continuará la interminable espiral de sufrimiento»
El Papa Francisco ha reiterado este lunes su petición a todos los implicados en el conflicto palestino-israelí «que intensifiquen sus esfuerzos para lograr una paz estable basada en la justicia y en el reconocimiento de los derechos de todos».
Al recibir en audiencia a Teófilo III, patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, el Pontífice ha lamentado que «la incertidumbre de la situación y la falta de entendimiento entre las partes continúa creando inseguridad, la restricción de derechos fundamentales y la huida de muchos de su tierra».
Por ello, ha rechazado toda violencia, discriminación o intolerancia contra los fieles y los lugares de culto judíos, cristianos y musulmanesJerusalén, «cuyo “status quo” debe ser defendido y preservado, debería ser un sitio donde todos puedan vivir juntos en paz; de lo contrario, la interminable espiral de sufrimiento continuará para todos», ha insistido.
La contribución cristiana
Para el Pontífice, es fundamental que los miembros de las distintas comunidades cristianas «sigan siendo reconocidos como parte integral de la sociedad y que, como ciudadanos y creyentes, puedan continuar contribuyendo sin descanso al bien común y la expansión de la paz» y la reconciliación.
Este papel, ha matizado, solo se realizará si hay armonía entre las distintas iglesias. En dicha cooperación entre iglesias, debe ser una prioridad apoyar a las familias y jóvenes cristianos para que no emigren.
Avanzar hacia la unidad plena
Con todo, más allá de la colaboración, el Papa ha subrayado su deseo de que se siga avanzando en el camino hacia la unidad plena. «No es posible cambiar el pasado, pero, sin olvidar las graves faltas de caridad a lo largo de los siglos, miremos a un futuro de reconciliación plena y comunión fraterna».
No hacerlo hoy sería incluso más grave que en el pasado, porque ignoraría tanto la llamada de Cristo como «los signos de los tiempos que el Espíritu siembra en el camino de la Iglesia».
Agradeciendo la acogida a él mismo y al patriarca de Constantinopla Bartolomé durante su visita a Tierra Santa en mayo de 2014, Francisco ha reconocido que «todavía me conmuevo cuando pienso en nuestro momento de oración en el edículo de la tumba vacía».
Su reciente restauración, en la que han colaborado ortodoxos, católicos y armenios, «no ha asegurado simplemente la integridad de un monumento histórico, sino ha permitido que la tumba vacía continúa testificando que “Ha resucitado; no está aquí”».
Alfa y Omega

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