lunes, 3 de agosto de 2015

Primer aniversario del saqueo de las aldeas cristianas de Nínive.El patriarca de Babilonia recuerda a los millones de cristianos perseguidos por el Estado Islámico



"Te pedimos que nos des la fuerza de permanecer firmes en esta violenta tempestad"

Ha pasado casi un año, desde que los terroristas del Estado Islámico saquearon las aldeas cristianas de la Llanura de Nínive, forzando la huida de cientos de miles de personas. Fue la noche del 6 al 7 de agosto
En el aniversario de este trágico suceso ,Louis Raphael I Sako, Patriarca de Babilonia de los Caldeos y presidente de la Conferencia Episcopal Iraquí, dirige una oración al Papa y a los obispos de todo el mundo y hace un llamamiento a los cristianos de todo el mundo "para que se unan a nosotros en este triste aniversario", tal y como publica la agencia Asia News.
La oración dice así:
Señor Jesucristo,
nos has enseñado a rezar al Padre en tu nombre
nos has asegurado que cualquier cosa que pidamos la obtendremos.
Por esto nos encomendamos a Ti con total confianza
y te pedimos que nos des la fuerza de permanecer firmes en esta violenta tempestad, para tener la paz y la certeza antes de que sea demasiado tarde.
Esta es nuestra oración, y aunque nos parezca difícil
confiamos en que Tú puedas darnos aquello que necesitamos para nuestra supervivencia y para nuestro futuro.
Ayúdanos, Padre, a trabajar juntos
a ser libres, responsables y amorosos
y a cumplir tu Voluntad y a hacerlo con alegría, atención y coraje.
En Caná, la Madre de Jesús fue la primera en darse cuenta de que faltaba el vino,
a través de Su intercesión te pedimos, Padre,
cambiar nuestra situación de la muerte a la vida, así como Tu hijo convirtió el agua en vino.
Amén
Desde el inicio de la persecución masiva de los cristianos y otras minorías en Irak, por parte del autoproclamado Estado Islámico, el santo padre Francisco se ha mostrado cercano y preocupado por esta comunidad. Han sido numerosos los llamamientos no solo de oración, sino también a los gobiernos y a la comunidad internacional para poner fin a esta masacre.
Miles de personas han tenido que huir de sus casas, dejando todo atrás, para poner a salvo sus vidas aún teniendo que adaptarse a la vida en campos de refugiados.
El cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha viajado hasta esta nación golpeada por la violencia como enviado del Papa, para llevarles su cercanía y su apoyo.
Asimismo, el Pontificio Consejo Cor Unum, que se encarga de gestionar ‘la caridad del Papa' prepara para el 17 de septiembre, el tercer encuentro de coordinación de los organismos caritativos católicos, activos para contrarrestar la crisis humanitaria en Irak.
Y es que en Irak "se está produciendo un auténtico genocidio del que nadie quiere hablar y ninguna instancia internacional se ocupa". Así de contundente se mostró Pascale Warda, ex ministra iraquí del 2004 al 2005. En rueda de prensa organizada por la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada y la Fundación Promoción Social de la Cultura (FPSC), Pascale Warda aseguró el pasado mes de febrero que: "Necesitamos ayuda internacional para luchar contra el Estado Islámico. Es diabólico. Es un movimiento internacional de terrorismo que necesita soluciones auténticas internacionales".

Según las últimas cifras proporcionadas Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, en Irak, el aumento de la violencia entre los grupos armados y las fuerzas gubernamentales ha provocado más de 3,1 millones de desplazados internos y más de 8,2 millones que necesitan asistencia humantaria.
Fuente: Religión digital

Papa: "Hay gente que siente miedo de acercarse a la confesión"

"Cuando vamos al confesionario, sentimos un poco de vergüenza. Nos pasa a todos"
 Esta vergüenza en una gracia que nos prepara al abrazo del Padre que siempre perdona y perdona todo
Primer ángelus del Papa en el ferragosto romano. Con una catequesis y unso saludos en clave eclesial y espiritual. Francisco exalta el "pan de vida" que es Cristo e invita a los fieles a acercarse a la confesión, "sacramento de la misericordia". El Santo Padre reconoce que algunos sienten vergüenza al acercarse a este sacramento, "una vergüenza que es una gracia", pero, en cambio no debemos sentir miedo, porque "Dios perdona siempre y perdona todo".
Algunas frases de la catequesis del Papa
"Me buscáis, porque os habéis saciado"
"Lo siguen por el pan material, que había saciado su hambre el día anterior"
"Dieron más valor al pan que al que se lo dió"
"Ante esta cegüera espiritual, Jesús pide ir más allá del don y descubrir al que dona"
"Dios es el don y el donante"
"Jesús habla de otra comida"
"Buscad el encuentro con Dios"
"El hombre lleva en sí otra hambre más importante, que no puede saciarse con comida ordinaria"
"Es el hambre de vida y de eternidad, que sólo Él puede saciar como pan de vida"
"Jesús no elimina la preocupación por la comida cotidiana"
"Pero recuerda que nuestro destino está en el encuentro con Él, que es don y donante"
"El Encuentro con Dios ilumina todos los días de nuestra vida"
"Incluso los sufrimiento serán iluminados por este encuentro"
"Que podamos saciar el hmabre espiritual y material de los hermanos"

"Jesús es el pan verdadero y vivo, que dura para la vida eterna"
 (José M. Vidal).

Tiempo para todo

La sabia palabra del libro del Eclesiastés dice: «Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol». Como si se hiciera eco de esa palabra, Teresa de Jesús escribía a su gran amigo Antonio Gaytán diciéndole: «Sepa que como en este mundo hay tiempos diferentes, así en el interior, y no es posible menos… y vaya mirando a lo que le inclina más su espíritu». Hay tiempos diferentes… y tiempo para todo.
Teresa había experimentado la prisa y la calma, los agobios de los mil asuntos de la vida y el descanso de la amistad, tanto la divina como la humana. Conocía los humores que zarandean a los seres humanos y lo que el cansancio puede hacer en un buen espíritu, agostándolo y haciéndolo tambalear.
También había disfrutado el regalo de la naturaleza y en el Libro de la Vida decía: «Aprovechábame a mí también ver campo o agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro».
No solo le acercaban a Dios todas esas cosas, sino que entendía que son un descanso para el cuerpo y el alma. Por eso, ponía mucho interés en que las casas que iba fundando tuvieran huerta y buenas vistas, porque –decía– «para nuestra manera de vivir es gran negocio». Y así, tratando de la casa en la que convenía estar en Sevilla, escribía a su querida María de San José: «Siempre advierta que es menester vistas más que estar en buen puesto, y huerta si pudieren».
Inclinada a la discreción y enemiga de los excesos, dirá a Gracián, su descalzo más protegido, en un momento en que se le iba la mano en esfuerzos y penitencias: «Yo digo, mi padre, que será bien que vuestra paternidad duerma. Mire que tiene mucho trabajo, y no se siente la flaqueza hasta estar de manera la cabeza que no se puede remediar, y ya ve lo que importa su salud». Así de sabia y humana era.
En la misma línea, decía a su hermano Lorenzo: «No piense le hace Dios poca merced en dormir tan bien, que sepa es muy grande; y torno a decir que no procure que se le quite el sueño, que ya no es tiempo de eso».
Teresa era poco amiga de las ñoñerías y le disgustaba que había quienes pensaban que «todo nos ha de matar y quitar la salud» y con esa excusa dejaban de esforzase en el amor y el servicio. Por eso avisaba de la necesidad de «vencer estos corpezuelos» para que no lleven las riendas de la vida.
Pero sabía que muchas dificultades venían, sencillamente, de «indisposición corporal (y de) las mudanzas de los tiempos y las vueltas de los humores». Por eso, era contraria a forzar a las personas, porque eso solo provoca desazón, un «afligimiento –decía– que no sirve de más de inquietar el alma».
Invitaba a la creatividad, a la amplitud de miras y a buscar modos de estar con Dios, cuando no se puede orar, por cansancio u otros motivos: «Sirva entonces al cuerpo por amor de Dios, porque otras veces muchas sirva él al alma, y tome algunos pasatiempos santos de conversaciones que lo sean, o irse al campo».
Teresa animaba a descubrir la propia disposición y lo necesario en cada ocasión, y a comprender que «en todo se sirve Dios», cuando se entra en el camino del amor. Por eso, añadía: «Suave es su yugo, y es gran negocio no traer el alma arrastrada, como dicen, sino llevarla con suavidad para su mayor aprovechamiento».
Dar descanso al cuerpo y al alma, porque el corazón también necesita solaz. A la misma María de San José, por ejemplo le decía: «Para descansar de otras ocupaciones cansosas sería bien vuestra merced no dejase de escribirme alguna vez, que cierto cuando veo su letra me es gran merced y alivio».
«Hay tiempos diferentes» y ya que –como decía a su hermano Lorenzo– «siempre suele Dios traer tiempos para cumplir los buenos deseos», hay que saber vivir el descanso.
Recrearse con la naturaleza y en soledad, como le escribía en otra carta, desde Toledo: «Tengo una celdilla muy linda, que cae al huerto una ventana, y muy apartada». Y recrearse con los buenos amigos que, a veces, cuidan mejor que uno mismo, como decía a Gracián: «Dios me libre de mí, que tan poco caso hago de mi descanso. Plega al Señor me dé alguno en que pueda yo descansar mi alma, muy despacio con vuestra paternidad».
Todavía, por si acaso no hay ventanas con vistas, ni espacios más amables ni tiempos largos de descanso, Teresa invitará a descansar en lo profundo, donde habita Dios, y dirá:«Os será consuelo deleitaros en este castillo interior… podéis entrar y pasearos por él a cualquier hora».

Y en una de sus Cuentas de Conciencia, describe el mejor descanso: «Me vino un recogimiento con una luz tan grande interior que me parece estaba en otro mundo, y hallóse el espíritu dentro de sí en una floresta y huerto muy deleitoso tanto, que me hizo acordar de lo que se dice en los Cantares: Veniat dilectus meus in hortum suum».

 Teresa de Lisieux

EL PAPA FRANCISCO EXPLICA LA RELACIÓN ENTRE JUSTICIA Y MISERICORDIA

“Justicia y misericordia no son dos momentos contrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor.
La justicia es un concepto fundamental para la sociedad civil cuando, normalmente, se hace referencia a un orden jurídico a través del cual se aplica la ley. Con la justicia se entiende también que a cada uno se debe dar lo que le es debido.
En la Biblia, muchas veces se hace referencia a la justicia divina y a Dios como juez. Generalmente es entendida como la observación integral de la ley y como el comportamiento de todo buen israelita conforme a los mandamientos dados por Dios. Esta visión, sin embargo, ha conducido no pocas veces a caer en el legalismo, falsificando su sentido originario y oscureciendo el profundo valor que la justicia tiene.
Para superar la perspectiva legalista, sería necesario recordar que en la Sagrada Escritura la justicia es concebida esencialmente como un abandonarse confiado en la voluntad de Dios.
Por su parte, Jesús habla muchas veces de la importancia de la fe, más bien que de la observancia de la ley. Es en este sentido que debemos comprender sus palabras cuando estando a la mesa con Mateo y otros publicanos y pecadores, dice a los fariseos que le replicaban: « Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores » (Mt 9,13).
Ante la visión de una justicia como mera observancia de la ley que juzga, dividiendo las personas en justos y pecadores, Jesús se inclina a mostrar el gran don de la misericordia que busca a los pecadores para ofrecerles el perdón y la salvación.
Se comprende por qué, en presencia de una perspectiva tan liberadora y fuente de renovación, Jesús haya sido rechazado por los fariseos y por los doctores de la ley. Estos, para ser fieles a la ley, ponían solo pesos sobre las espaldas de las personas, pero así frustraban la misericordia del Padre. El reclamo a observar la ley no puede obstaculizar la atención a las necesidades que tocan la dignidad de las personas.
Al respecto es muy significativa la referencia que Jesús hace al profeta Oseas –« yo quiero amor, no sacrificio » (6, 6). Jesús afirma que de ahora en adelante la regla de vida de sus discípulos deberá ser la que da el primado a la misericordia, como Él mismo testimonia compartiendo la mesa con los pecadores.
La misericordia, una vez más, se revela como dimensión fundamental de la misión de Jesús. Ella es un verdadero reto para sus interlocutores que se detienen en el respeto formal de la ley. Jesús, en cambio, va más allá de la ley; su compartir con aquellos que la ley consideraba pecadores permite comprender hasta dónde llega su misericordia.
(…) Jesucristo, con su muerte y resurrección trae la salvación junto con la misericordia que justifica. La justicia de Dios se convierte ahora en liberación para cuantos están oprimidos por la esclavitud del pecado y sus consecuencias. La justicia de Dios es su perdón (cfr Sal 51,11-16)”.

(De la Bula Misericordiae Vultus -El rostro de la misericordia-, mediante la que el Papa convocó el Jubileo de la Misericordia el pasado 11 de abril).

EL PAN DE VIDA

Siempre me sorprendo al contemplar una concurrencia tan exacta de pasajes del Antiguo Testamento y del Evangelio como la que hoy se nos ofrece en la Liturgia de la Palabra de este domingo. Cuando esto sucede, se pone de manifiesto la clave de lectura que debemos aplicar siempre para comprender la Biblia, y es leerla desde el acontecimiento de Jesucristo.
Si el libro del Éxodo revela el nombre de Dios -“Yo soy”- y nos relata la experiencia del pueblo de Israel de haber sido alimentado de manera providente en la travesía del desierto - “El Señor dijo a Moisés: -«Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día” (Ex 16, 4)-, la expresión en labios de Jesús “Yo soy el pan de vida”, revela su identidad divina, y la permanente opción de ser, para los que creen, el alimento en la travesía de la existencia.
El salmista, como eco de uno de los fenómenos más sobresalientes que vivió el pueblo de Dios, al haber sido alimentado durante cuarenta años de forma gratuita, eleva la memoria a cántico de alabanza: “El señor hizo llover sobre ellos maná, les dio un trigo celeste” (Sal 77).
Las palabras del discurso que Jesús pronuncia en Cafarnaúm: -«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.» -«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.» (Jn 6, 32.35)-, me llevan a una consideración sobrecogedora.
El Creador, que al tercer día hizo germinar las semillas sobre la faz de la tierra, y que después se manifiesta en Jesús, como el sembrador que esparce la semilla sobre el campo, y según sea la tierra, así da fruto, del 30%, del 60%, del 100%, se convierte Él mismo en cosecha y en pan partido, pan tierno, en el que se entrega totalmente para dar la vida por todos los hombres.
Y ante la figura holística, circular, tan propia de la literatura oriental, no solo me encuentro con el Sembrador que se hace semilla, cosecha abundante, pan en la cena, entrega total, sino que me sobrecogen otras muchas figuras, como la del viñador, que se hace viña, vid, copa brindada; el pastor que se hace Cordero y gracias a su inmolación somos redimidos. Pero aún es mayor la revelación cuando contemplamos al Creador hecho criatura, a Dios hecho hombre, para que el hombre alcance la filiación divina.
Quienes comen y beben del banquete del Señor, de su Cena Pascual, reciben vida y prenda de salvación eterna, si participan con fe en la Eucaristía.
No nos queda otra respuesta que el agradecimiento, la adoración y la entrega, porque como diría Santa Teresa de Jesús: “Amor saca amor”. O como nos dice san Pablo: “Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana” (Ef 4, 24)
Ángel Moreno de Buenafuente