lunes, 24 de octubre de 2016

El Papa en Sta. Marta: “La Ley no se ha hecho para hacernos esclavos”


Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, una doble vida, los rígidos no son libres, son esclavos de la Ley. Dios, sin embargo, dona la libertad, la mansedumbre, la bondad. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
En el Evangelio del día, Jesús sana a una mujer en sábado provocando el enfado del jefe de la sinagoga porque “se ha violado la Ley del Señor”. Así, ha recordado que “no es fácil caminar en la Ley del Señor” es “una gracia que debemos pedir”. Por eso, Jesús lo acusa de ser hipócrita, una palabra que, recuerda Francisco, “repite muchas veces a los rígidos, a los que tienen una actitud de rigidez en el cumplir la Ley”, que no tienen la libertad de los hijos, “son esclavos de la Ley”. Sin embargo, “la Ley no se ha hecho para hacernos esclavos, sino para hacernos libres, para hacernos hijos”.
En esta línea, el Pontífice ha reconocido que “detrás de la rigidez hay algo escondido en la vida de una persona”. La rigidez no es un don de Dios. La mansedumbre, la bondad, la  benevolencia, el perdón, sí. “Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, en muchos casos una doble vida; pero hay también algo de enfermedad”. Asimismo, ha precisado que los rígidos sufren cuando son sinceros y se dan cuenta de esto. “Porque no consiguen tener la libertad de los hijos de Dios, no saben cómo se camina en la Ley del Señor y no son bienaventurados”, ha reconocido. De este modo, ha añadido que “parecen buenos porque siguen la Ley, pero detrás hay algo que no les hace buenos: o son malos, hipócritas o están enfermos”.
El papa Francisco ha recordado la parábola del hijo pródigo, en la que el hijo mayor se indigna con el padre por acoger de nuevo al hijo menor.
Esta actitud –ha explicado el Pontífice– muestra qué hay detrás de una cierta bondad: “la soberbia de creerse justo”.  Al respecto, el Santo Padre ha dicho que detrás de este hacer bien hay soberbia. El hermano mayor “era un rígido, caminaba en la Ley con rigidez”. Aún así, ha reconocido que “no es fácil caminar en la Ley del Señor sin caer en la rigidez”.
Por eso, para finalizar, el papa Francisco ha invitado a “rezar al Señor” por “nuestros hermanos y hermanas que creen que caminar en la Ley del Señor es convertirse en rígidos”. Que el Señor –ha pedido– les haga sentir que Él es Padre y que a Él le gusta la misericordia , la ternura, la bondad, la mansedumbre, la humildad. Y “nos enseñe a todos a caminar en la Ley de Señor con estas actitudes”.
 ZENIT

Texto completo del ángelus del 23 de octubre de 2016


El papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro. A continuación el texto completo.
Antes del ángelus
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! La segunda lectura litúrgica del día nos presenta la exhortación de san Pablo a Timoteo, su colaborador e hijo predilecto, en la cual reflexiona sobre la propia existencia de apóstol totalmente consagrada a la misión.
Viendo a esta altura cercano el final de su camino terreno, la describe refiriéndose a tres períodos: el presente, el pasado y el futuro.
El presente lo interpreta con la metáfora del sacrificio: “Estoy por ser arrojado como ofrenda”. Por lo que se refiere al pasado, Pablo indica que su vida ha transcurrido con la imagen de la ‘buena batalla’, y de ‘la carrera’ de un hombre que ha sido coherente con sus propios empeños y las propias responsabilidades. Como consecuencia para el futuro confía en el reconocimiento por parte de Dios, que es ‘juez justo’.
Pero la misión de Pablo ha resultado eficaz, justa y fiel debido a la cercanía y a la fuerza del Señor, que hizo de él un anunciador del Evangelio a todos los pueblos. Esta es su expresión: “El Señor me ha estado cercano y me ha dado fuerza, para que pudiera llevar a cumplimiento el anuncio del Evangelio y todos los pueblos lo escucharan”.
En esta narración autobiográfica de san Pablo se refleja la Iglesia, especialmente hoy, en la Jornada Misionera Mundial, cuyo tema es “Iglesia misionera, testimonio de misericordia”.
En Pablo la comunidad cristiana encuentra su modelo, en la convicción de que es la presencia del Señor la que volverá eficaz su trabajo apostólico y la obra de evangelización. La experiencia del Apóstol de las Gentes nos recuerda que debemos empeñarnos en las actividades pastorales y misioneras, de una parte, como si el resultado dependiera de nuestros esfuerzos, con el espíritu de sacrificio del atleta que no se detiene ni siquiera delante a las derrotas; pero de otra, sabiendo que el verdadero éxito de nuestra misión es el don de la Gracia: es el Espíritu Santo quien vuelve eficaz la misión de la Iglesia en el mundo.
¡Hoy es tiempo de misión, es tiempo de coraje!, coraje de reforzar los pasos vacilantes, de retomar el gusto por dedicarse al Evangelio, de retomar confianza en la fuerza que la misión lleva consigo. Es tiempo de coraje, si bien el hecho de tener coraje no significa tener garantizado el éxito.
Se nos pide el coraje de luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no necesariamente para convertir. Se nos pide el coraje para ser alternativos al mundo, sin nunca volvernos polémicos o agresivos. Se nos piede el coraje de abrirnos a todos, sin disminuir nunca lo absoluto y la unicidad de Cristo, único salvador de todos.
Se nos pide el coraje de resistir a la incredulidad, sin volvernos arrogantes. Se nos pide también el coraje del publicano del Evangelio de hoy, que con humildad no osaba ni siquiera elevar los ojos al cielo, pero se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, ten piedad de mi pecador”. ¡Hoy es el tiempo del coraje, hoy se necesita coraje!
La Virgen María modelo de la Iglesia “en salida” y dócil al Espíritu Santo, nos ayude a todos a ser, gracias a nuestro Bautismo, discípulos misioneros para llevar el mensaje de la salvación a toda la familia humana”.
El Papa Reza la oración del ángelus y después dirige las siguientes palabras:
“En estas horas dramáticas estoy cerca de toda la población de Irak, en particular a la de la ciudad de Mosul. Nuestros ánimos están consternados por los tremendos actos de violencia que desde hace demasiado tiempo se están cometiendo contra ciudadanos inocentes, sea musulmanes que cristianos o pertenecientes a otras etnias y religiones. He sentido dolor al escuchar noticias del asesinato a sangre fría de numerosos hijos de esta querida tierra, entre los cuales muchos niños. Esta crueldad nos hace llorar, dejándonos sin palabras.
A estas palabra de solidaridad les acompaño asegurándoles que les tengo presente en mi oración, para que Irak, aunque duramente golpeado, sea fuerte y firme en la esperanza de poder ir hacia un futuro de seguridad, de reconciliación y de paz. Por todo esto les pido a todos unirse a mi oración, en silencio”.
(El Santo Padre reza un Ave Mária).
“Queridos hermanos y hermanas, les saludo a todos, peregrinos provenientes de Italia y de varios países, iniciando por los polacos que recuerdan aquí en Roma y en su patria los 1050° aniversario de la presencia del cristianismo en Polonia.
Recibo con alegría a los participantes del Jubileo de los Corales de Italia, a los caminantes provenientes de Asís en representación de las propias localidades italianas, y a los jóvenes de las confraternidades de las diócesis de Italia.
Se encuentran presentes además, grupos de fieles de tantas parroquias italianas: no tengo la posibilidad de saludarlos uno a uno, pero les animo a proseguir con alegría en el camino de la fe.
Un pensamiento especial dirijo a la comunidad peruana de Roma, aquí reunida con la sagrada imagen del Señor de los Milagros.
Les agradezco a todos y les saludo con cariño. ¡Les deseo un buen domingo! Y por favor no se olviden de rezar por mi”. Y concluyo son su habitual “Buon pranzo e arrivederci”.
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- (Traducido desde el audio por ZENIT).

Cinco claves para lograr una Iglesia a pié de calle


El arzobispo de Zaragoza, don Vicente Jiménez Zamora, ha impartido la catequesis inaugural de la IV Peregrinación Universitaria al Pilar. Bajo el lema "Un padre cariñoso con sus hijos" (salmo 103), monseñor Jiménez Zamora ha mostrado la necesidad de ser "una Iglesia a pie de calle que practica la justicia y la misericordia". Para conseguirlo, ha facilitado a los jóvenes cinco ideas clave:
1) Acoger la misericordia de Dios para ser misericordiosos. Quien experimenta la misericordia de Dios en su vida se convierte en misericordioso con los demás, pues no puede menos que practicarla y anunciarla. La misericordia es una experiencia de nuestra relación personal y amorosa de Dios "compasivo y misericordioso", que se conmueve ante nuestras miserias, sufrimientos y pobrezas, y nos ayuda a superarlas.
2) Abrir los ojos al sufrimiento de los pobres y escuchar sus gritos. Una vez que hemos acogido la misericordia de Dios, ya podemos mirar a los pobres con los ojos de Dios y practicar con ellos la misericordia. La misericordia nos hace salir de la cárcel de nuestro egoísmo, de vivir encerrados en nuestros propios intereses y buscar lo que es bueno no sólo para mí, sino para los otros, para la comunidad en la que vivimos y cuyo presente y futuro compartimos.
Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz, porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. La misericordia comienza por abrir los ojos a la realidad, pero ésta se puede mirar y valorar de diferentes maneras. Podemos verlas desde el beneficio de las grandes empresas, los intereses del mercado, la reducción del déficit y los resultados macroeconómicos, o bien podemos leerla desde la persona, desde el numero de parados, desde los desechados por el sistema, desde las rentas mínimas, desde los índices de pobreza, desde los recortes de los derechos sociales. Nosotros queremos ver la realidad desde el lado de los pobres. Queremos verla con los ojos de Dios.
3) Cultivar una espiritualidad de la ternura. En una cultura que rinde culto a los poderosos y ganadores, estamos llamados a cultivar una espiritualidad de la ternura, de atención y cuidado a los más frágiles de la tierra. Una ternura que se expresa en la acogida cálida y fraterna de nuestras comunidades y, sobre todo, en la salida a las periferias existenciales, en salir al encuentro de los que sufren y necesitan ayuda, aunque no vengan a nosotros a pedirla. El papa Francisco insiste mucho en que tenemos que ser "una Iglesia en salida".
Los cristianos apostamos por una Iglesia a pie de calle, que se preocupe de todas las personas, pero especialmente de las más vulnerables y débiles; una sociedad que se construya desde los derechos y necesidades de los pobres, no solo desde los intereses de los ricos y poderosos. De lo contrario no será una sociedad verdaderamente democrática ni ética. Esta es la revolución de la ternura a que nos invita Jesús en el Evangelio, la cultura de la ternura que nos pide el papa Francisco.
4) Practicar las obras de la misericordia y promover el desarrollo integral. Con mucha frecuencia la caridad se ha identificado con "dar": dinero, comida, ropa... Pero la caridad no consiste sobre todo en dar cosas, sino en "darse", en entregarse por y con amor. Caridad no es entregar una limosna al pobre mientras nos negamos a mirar su rostro, porque no somos capaces de darle la mano ni de mirarle a los ojos. La caridad pasa por correr el riesgo del encuentro con el humillado y vencido por la vida, y tener la valentía de acogerlo y acompañarlo en el camino de su propio desarrollo y dignidad.
Practicar las obras de misericordia corporales y espirituales no es algo pasado de moda ni obsoleto. Tan importantes son que constituyen el criterio para saber si verdaderamente somos discípulos de Cristo. No olvidemos las palabras de San Juan de la Cruz: "En el atardecer de la vida nos examinarán del amor".
5) Trabajar por la justicia y transformar las estructuras que generan pobreza. Muchas veces se ha dicho y repetido que este mundo nuestro necesita justicia. Y es cierto. Pero también, y sobre todo, necesita caridad y misericordia. La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo "mío" al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es "suyo", lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar. No puedo dar al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás es, ante todo, justo con ellos.

Comentario por san Cirilo del evangelio según san Lucas (13,10-17)



La encarnación del Verbo divino se verificó para contrarrestar la corrupción, la muerte y la envidia del diablo contra nosotros, lo que se deja conocer en los mismos sucesos. Sigue pues: «Y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años…» Dice espíritu de enfermedad, porque esta mujer sufría por la malicia del diablo. Había sido abandonada de Dios por sus propias culpas, o por el pecado de Adán, en virtud del cual el cuerpo humano ha quedado sujeto a la enfermedad y a la muerte.

Da, pues, el Señor poder al demonio sobre el cuerpo, para que los hombres, oprimidos por el peso de la adversidad, aspiren a vivir mejor. Manifiesta la clase de enfermedad, cuando dice: “«Estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse.»

12-14. Manifestando el Señor que su venida al mundo destruía todas las pasiones de los hombres, curó a aquella mujer, por lo que sigue: «Al verla Jesús, la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”.» Expresión muy propia de Dios, llena de suprema majestad. Ahuyenta la enfermedad con su palabra soberana. 

También le impuso las manos, como dice a continuación: «Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.» En lo cual debemos conocer que la naturaleza humana de Jesucristo estaba revestida del poder divino. Era, pues, la carne del mismo Dios y no de ningún otro, como si el Hijo del hombre existiera separado del Hijo de Dios, según han creído algunos falsamente. 

Pero el jefe de la sinagoga ingrata, en cuanto vio que la mujer se enderezó con sólo el tacto del Salvador y que publicaba su magnificencia dando gloria a Dios, se llenó de envidia y reprendió el milagro, con el pretexto de defender la observancia del sábado. 

Por eso sigue: «Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: “Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado.”» Exhorta a que en los demás días vean y admiren los milagros del Señor, cuando los hombres estén repartidos y consagrados a sus propias ocupaciones y no en el sábado, cuando descansan, para que no crean. 

Pero di, ¿ha prohibido la ley abstenerse de obras manuales en día de sábado, incluso de las que se hacen con la palabra y la boca? Entonces, no comas, ni bebas, ni hables, ni salmodies en sábado. Y si no lees la ley, ¿de qué te aprovecha el sábado? Además, si la ley ha prohibido las obras manuales, ¿es acaso obra de mano enderezar a una mujer por medio de la palabra?

15-17. «Replicóle el Señor: “¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?”» El príncipe de la sinagoga es reprendido como hipócrita, porque mientras lleva las bestias a beber agua en sábado, no cree digna a una mujer -hija de Abraham por la fe más que por la especie- de ser libertada del lazo de la enfermedad. 

Por esto dice: «Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?» Quería más bien que la mujer continuase mirando a la tierra, como los cuadrúpedos, que el que recobrase la estatura humana, con tal que Jesucristo no fuese alabado. 

No les quedó, pues, qué responder y fueron, por tanto, irrebatible reprensión de sí mismos. Por lo cual sigue: «Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos.» 

Mas se gozaba el pueblo, al cual favorecían estos milagros, por lo que sigue: «Mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.» La evidencia de las obras del Señor respondía a toda clase de dudas, respecto de los que no le seguían con mala intención”.
(San Cirilo, in eadem Cat. Graec)

TODA LA GENTE SE ALEGRABA DE LOS MILAGROS QUE JESÚS HACÍA


Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,10-17):

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.

Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»

Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. 

Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»

Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? 

Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»

A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

El Papa reza por la paz en Irak y saluda a comunidad peruana en Roma


Al finalizar el rezo del Angelus, el Papa Francisco dirigió un renovado llamamiento a favor de la paz de la región de Oriente Medio, en particular, por la población en Irak, saludó a los peregrinos polacos y a la comunidad peruana en Roma. Escuchemos la palabras del Santo Padre:
En estas horas dramáticas, soy cercano a la entera población de Irak, en particular a aquella de la ciudad de Mosul. Nuestros ánimos han sido sacudidos por los terribles actos de violencia que desde hace demasiado tiempo se están cometiendo en contra de los ciudadanos inocentes, sean musulmanes sean cristianos, pertenezcan a otras etnias o religiones. He quedado dolorido al escuchar las noticias del asesinato a sangre fría de numerosos hijos de aquella amada tierra, entre los cuales también tantos niños. Esta crueldad nos hace llorar, dejándonos sin palabras. A la palabra de solidaridad se une la certeza de mi recuerdo en la oración, para que en Irak, aunque si está siendo duramente golpeada, sea fuerte y firme en la esperanza para que pueda dirigirse hacia un futuro de seguridad, de reconciliación y de paz. Por esto pido a todos ustedes unirse a mi oración, en silencio”.
Posteriormente, el Pontífice saludó con cariño a los numerosos peregrinos reunidos de diferentes partes del mundo.
En primer lugar, como es habitual, el Obispo de Roma bendijo a grupos procedentes de diferentes diócesis de Italia, y aunque si no pudo saludar a cada uno de los tantos grupos de fieles presentes de las parroquias italianas, los animó a "continuar con alegría su camino de fe".
Después, saludó a los peregrinos de Polonia que viajaron a Roma con ocasión del 1050º aniversario de la presencia del cristianismo en la tierra natal de Juan Pablo II.
Por otro lado, el Papa Francisco dirigió un pensamiento especial a "la comunidad peruana de Roma, reunida con la sagrada imagen del Señor de los Milagros". 
El Papa Francisco afirmó:
"Están presentes grupos de fieles de tantas parroquias italianas: no me es posible saludarlas a cada una, pero los animo a continuar con alegría su camino de fe. Dirijo un pensamiento especial a la comunidad peruana de Roma, aquí reunida con la sagrada imagen del Señor de los Milagros".
"A todos les doy las gracias y les saludo con afecto. Buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta pronto!".
(Mercedes De La Torre, RV).
(from Vatican Radio)